Capítulo 6
A los 17 años, mamá y papá se arreglaron, es decir, se hicieron novios. No les contó ni al padre ni a la madre, pero ellos se enteraron. Según mamá (y lo que dice es muy cierto), su novio era el más churro de Florida.
Los domingos la mandaban a comprar vino al bar de los tíos; papá la esperaba en la esquina y volvían juntos. Mamá venía abrazada al vino y papá la abrazaba a ella. Así llegaban a la casa. Abuelo y abuela la esperaban en la vereda. Parece que abuelo Timoteo decía: "Allá viene tu hija, abrazada con el novio."
Al llegar, papá se iba rapidito, abuelo no decía nada y abuela Maruja agarraba un boniato grande y le pegaba en la espalda y los brazos, diciéndole por lo bajo:"¡Yornia, sos una yegua!!!"
Nunca supimos el significado de "yornia", pero cuando hacemos bromas, es un vocablo que siempre aparece.
Mamá aguantaba estoicamente los boniatazos y se prometía a sí misma no dejar nunca a ese bombonazo rubio y de ojos celestes, con el que se casó tres años después.
El vestido se lo hizo su prima Mascota y papá se hizo el traje. Era un buen sastre.
La abuela Maruja no fue ni a la ceremonia civil ni a la religiosa. La abuela Filomena, la mamá de papá, aunque estaba muy enferma del corazón, fue a la ceremonia y a la fiesta. Mamá dice que la quería mucho. El abuelo José ya había muerto.
Mamá era gran compinche de casi todas sus cuñadas, no tanto con mi tía Fanny. Lo que pasaba era que Fanny le hacía gancho a su hermano Augusto (mi papá), con Mora, su íntima amiga. Mamá estaba enterada pero tenía a su suegra de su lado. ¡Se la había conquistado! Papá jugó a dos puntas durante un tiempo, pero la vencedora fue mamá. Con una sonrisa pícara me dice que Olga, su cuñada, le contaba cada vez que papá se veía con Mora. Siempre se guardó lo que sabía y con su mejor sonrisa se le aparecía en la sastrería, con la complicidad de su futura suegra, que era la encargada de decirle a Mora que Carmita estaba con el Nene (así le decían a papá por ser el menor).  Mora sentía las charlas y las risas, y se iba a su casa.
Ahora recuerda que antes de ser la novia de papá, cuando salía con sus amigas  pasaban por la casa y si estaba la madre afuera, las amigas le decían: " ¿A qué no te animás a decirle algo?" Y mamá se paraba frente a ella y le decía: "¡Hola, mi futura suegra! ¿Dónde está mi futuro novio?" Filomena se reía, se levantaba de su silla, le daba un beso y le decía que estaba en la sastrería. ¡Abuela Maruja jamás se enteró de eso!
Después de tres años de noviazgo, se casaron. La noche de bodas la pasaron en la casa que vivieron durante siete años. Luego se fueron a Montevideo por unos días.
Ante mi pregunta: "Mami, ¿llegaste virgen a tu noche de bodas?", ella me respondió: " ¡Totalmente!" Y con muchas risas agregó: "¡Gracias a mamá o por culpa de ella!" Se rió con ganas y mucha picardía.
¡Así me gusta verla!