El plan
Me encontraba más tranquilo ahora que Mana y Hathor se habían alejado de Egipto, ya que ahora podría iniciar con mi plan para acabar con los espías del rey Dyeser.
Me reuní con mis sacerdotes en secreto, para planificar la batalla que llevarimos acabo en el palacio dentro de unas horas.
-Mahad, ¿haz podido ubicar a los espías? -pregunté a mi amigo mientras tomaba asiento en una silla.
-No faraón, lamentablemente es imposible saber quienes son extranjeros, sin embargo Isis ha podido ver algo por medio de su artículo milenario -respondió mi guardián y fiel amigo mientras dirigía la mirada a Isis, quien tenía su mirada fija en mi.
-¿Qué es lo que haz visto Isis?
-Faraón, su futuro no ha cambiado, usted morirá, sin embargo veo una chispa de esperanza, un sacrificio, pero dicho acto debe efectuarse voluntariamente por una deidad. Solo de esa forma podría cambiar su destino, la cuestión es que no comprendemos con exactitud a que tipo de sacrificio se refiera mi predicción -respondió mientras tocaba ligeramente su artículo milenario.
-Vaya... Así que después de todo debo morir. Bueno, lo que sea por el bienestar de mi pueblo. Sin embargo, ¿qué pasaría si mi destino no pudiera ser cambiado y muriera?
-Como usted no se ha casado y no ha tenido hijos... El maestro Aknadin quedaría como sucesor, y si el maestro tuviera un primogénito, su hijo ascendería al trono en vez de él -explicó mi consejero Shimon Muran.
-Eso quiere decir que si mi ejercito ganará y yo mueriera, Egipto aun seguiría en buenas manos, verdad.
-Así es faraón, sin embargo haremos lo necesario para que su vida se conserve por muchos años -dijo Shimon mientras me tomaba del hombro como si fuera el representante de mi padre.
-De acuerdo, sin embargo no nos hemos reunido para buscar la manera de proteger mi vida. Señores, es impredecible que busquemos la forma de derrocar la tiranía de Dyeser, ¿alguna sugerencia? -dije mientras cruzaba brazos y piernas para mostrar liderazgo y firmeza.
-Faraón, el sacerdote Shada y un servidor hemos pensado en hacer uso de la magia de los artículos milenarios. Si sometemos a todos los guardias del palacio a la influencia de la llave milenaria y a la balanza del milenio podremos identificar y capturar a los espías, incluso a los traidores a la corona -dijó mi mano derecha, el sacerdote Seth.
-Suena bien el plan que proponen tú y Shada, pero ¿que haremos una vez los hayamos capturado?
-Las leyes de Egipto establecen que cualquiera que traicione al faraón o bien, que conspira contra el rey de Egipto, aún siendo extranjero, merece la pena de muerte y la extracción de su "Ka y Ba" para la protección del pueblo -explicó Shimon mientras miraba al sacerdote Seth con bastante seriedad.
-Si los matamos podríamos desencadenar la ira de los dioses, ¿Acaso no han pensado en eso? -dijó Mahad serio mientras exponía su punto de vista.
-¡¡Ellos han sido los primeros en declarar la guerra contra Egipto, entonces porque deberíamos tener piedad de ellos!! además, los dioses no tendrían porque airarse ya que ellos aman y protegen este reino -exclamó con molestia Seth, quien claramente estaba dispuesto a morir con tal de cumplir con su trabajo, proteger al pueblo egipcio.
Esta discusión se estaba saliendo de control, así que decidí intervenir, además, se haría lo que yo dijera al final de cuentas.
-Estoy de acuerdo con Seth en esta ocasión Mahad. Dyeser fue quien amenazó a Egipto, sin olvidar mencionar que manipuló a uno de mis soldados para que acabará con mi vida y con la de Mana.
-Faraón, soy consciente que usted es dios viviente y que su deber es proteger a Egipto sin importar el costo, pero le recuerdo que usted esta marcado a causa de un error del pasado -menciono Mahad mientras se inclinaba ante mí.
-Mi fiel amigo, se que estoy marcado a causa del error de mi padre, sin embrago no permitiré que personas inocentes muera a causa de la incesantes de Dyeser. Mahad, en verdad desearía que esto no estuviera pasando porque no solo Egipto se vera afectado a causa de la guerra, sin embargo no hay otra salida.
-De acuerdo faraón, sin embargo le suplico que me permita luchar a su lado.
-Esta bien Mahad, permanecerás a mi lado en todo momento durante la batalla.
-¡¡Gracias mi faraón!! -respodió para después de ello concluir con su reverencia.
La verdad es que no estoy completamente convencido del plan que propuso Seth, pero debo admitir que por el momento no temgo otra opción, así que sin mas preámbulo procedí a dar indicaciones es específicas a mis sacerdotes para dar inicio con el plan de captura de los espías de Dyeser.
-Maestro Aknadin, encarguese de reunir a todo el personal del palacio en la sala del tronó, en especial quiero que se encuentren ahí todo los soldados egipcios.
-Como lo ordene faraón -respondió Aknadin en compañía de una respetuosa reverencia, para después de ello abandonar el lugar para dirigirse a cumplir su tarea.
-Shada y Karim, ustedes estarán a mi lado junto con el resto de los sacerdotes milenarios. Mientras yo dirijo unas palabras al personal del palacio, discretamente activarán la magia de sus artículos milenarios para identificar a los traidores y espías. Una vez que los hayan localizado le informarán a Seth, para que con ayuda de la vara milenaria detenga sus movimientos para apresarlos.
-Como lo ordene faraón -respondieron en unísono Shada y Karim, para después de ello ofrecerme una reverencia y retirarse.
Mahad me miraba preocupado, tal vez confundido a causa del plan, sin embargo no sabría que piensa mi camarada a menos que le pregunte.
-¿Qué sucede Mahad? -pregunté seriamente mientras miraba la preocupación en el rostro de mi amigo.
-Mi rey, yo no soy nadie para cuestionar sus ordenes pero... tengo un mal presentimiento con respecto al plan y la visión de Isis.
Faraón, he prometido estar a su lado para cuidarlo en todo momento, pero según la visión de Isis no podré hacer nada para evitar su muerte a causa de las leyes que rigen a los regentes de ambos reinos.
-Mahad, si mi destino es morir lo aceptaré y no te culpare por ello. Pero debo decirte Mahad que mi único temor es dejar desprotegida a Mana.
-Conozco a la perfección sus sentimientos hacia ella faraón, y le prometo que si llegara a cumplirse la visión de Isis cuidaré de Mana, por ello no se preocupe. Y con respecto a sus recuerdos, me parece que ha recuperado gran parte de ellos, en especial de usted.
-Sabes Mahad, a pesar de que se que voy a morir me siento tranquilo -dije tranquilamente -Y sabes porque, bueno eso es porque se que Mana jamás me olvidará.
-A pesar de que perdió la movería usted siempre prevaleció en su corazón -respodió Mahad mientras observaba mi nostálgica mirada. -Faraón, lamento interrumpír esta conversación pero ha llegado el momento de dirigirnos al salón del tronó.
-Tienes razón Mahad, solo un último favor. Cuida de mi dulce Mana y enséñale todo lo que deba aprender para que cumpla su sueño de ser tu sucesora.
-Prometo que así lo haré faraón -dijó para después de ello reverenciarme.
***
Vamos cabalgando por el desierto, sin embargo deseo con todas la fuerzas de mi corazón volver al palacio. Hathor esta igual de preocupada que yo, pero nuestras ordenes fueron alejarnos de Egipto ya que tal vez la batalla por el reino inicie en cuestión de tiempo.
Miro las estrellas que se encuentran en el firmamento, lo que provoca en mí un sentimiento de familiaridad y esperanza. Hathor nota mi mirada y de inmediato pregunta sobre lo que pasa por mi mente.
-¿En que piensas Mana? -me pregunta mientras posaba su mirada en mi.
-Recordé el día en que Atem y yo escapamos al escondite secreto para tirarnos a la arena y ver el firmamento -dije sin dejar de mirar el hermoso cielo nocturno. -Recuerdo que ese día Atem tomó mi mano y me dijo que este cielo era un obsequio para mí.
Hathor estaba sorprendida a causa de mi relato, pero a pesar de que mi historia le partía en mil pedazo el corazón quiso saber más sobre mi aventura con el faraón.
-¿Y cual fue tu respuesta?
-Le dije que no podía regalarme las estrellas, pero el insisto y dijo que el era el próximo faraón y que si el decía que era mío así quedaría escrito -dije mientras dejaba escapar una risilla discreta. -Recuerdo que ese día me reí de su respuesta, pero también me conmovió, así que después de reírme le agradecí tan hermoso obsequio.
-Vaya, en verdad has vivido muchas cosas con Atem.
-Si, ahora ya recuerdo todo sobre mi pasado, creo que el golpe que me dio Sinuèh me permitió recobrar la memoria.
-Bueno, lo importante es que ya recuperaste tus recuerdos. -dijó mientras me ofrecía una tierna sonrisa. -Mana, en verdad lamento mucho tener que ser yo la que separe un amor tan bello como el de Atem y tú.
-Aunque me duela admitirlo, Atem jamás sería mío, el es un faraón y yo solo una plebeya, sin embargo, deseo volver al palacio para protegerlo y verlo casado con usted.
-¿Casado conmigo? Pero... ¿Por qué?
-La verdad es que prefiero que se case con usted a que muera, además, se sobre el convenio que el faraón Aknankanon hizo con su padre.
-Vaya, en verdad quisiera evitar esto -dijó mientras agachaba
la mirada. -A pesar de que amo al faraón Atem, mi deber como diosa es proteger el amor de ustedes, pero no se como hacerlo a causa de ese estúpido convenio que hizo Aknankanon con Ra.
-No se preocupe mi diosa, la verdad es que prefiero ver con vida al faraón aunque eso me cueste nuestra felicidad, pero, apesar de mi deseo creo que lo perderemos a causa de la visión de Isis si no volvemos -dije mientras miraba preocupadamente a Hathor.
-¿A que te refieres? -preguntó un tanto exaltada.
-Atem morirá por medio de la espada de Dyeser, sin embargo tengo el presentimiento de que si volvemos podremos impedirlo. No se como decirlo, pero podríamos intentar salvar su vida -respondí mientras detenía mi corcel.
-Pero no podemos regresar, Sinuèh lo impedirá.
-No lo hará porque usare mi magia para que él y Kyari no nos siga y vayan al escondite sanos y salvos, mientras nosotros volvemos al palacio -respondí mientras aparecía mi báculo en la mano derecha.
-Muy bien, has lo que tengas que hacer Mana -respondió mientras observaba a Sinuèh, quien cuidaba de la pequeña Kyari.
-Olviden que veníamos con ustedes y vayan directo a su destino -lance el conjuro en voz baja, para después de ello volver con Hathor al palacio.
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