Cenizas
Ha oscurecido, sin embargo no me siento capaz de irme sin despedirme de Aneity y su familia. Tomo algunas cosas que prepare para mi fuga, hasta que de pronto empiezo a escuchar gritos a las afueras de la vivienda. Me asomo por la ventana para ver que es lo que está sucediendo; hay fuego y flechas volando por doquier.
Estoy aterrada ya que recuerdo claramente la muerte de mis padres, sin en cambio trato de relajarme ya que debo dar anuncio a la familia que me ha cuidado.
-¡¡Tenemos que irnos, estamos siendo atacados!! -digo alterada mientras preparo agua en dos cantimploras para huir de Morhian con ellos.
Se levantan rápidamente al escuchar mi llamado. Busco a los guardias que el faraón mando a protegernos, pero lamentablemente han muerto a causa de la flechas. Hago aparecer mi báculo miéntras reúno con señas a los tres integrantes de la familia.
-Tenemos que huir sin ser percibidos, así que haré un conjuro de protección para que podamos escapar, sin embargo no deben alejarse de mí porque sino podrían morir, de acuerdo -digo lo más tranquilamente que me permite mi voz.
Realizó el conjuro con éxito, así que una vez listos abandonamos la casa para comenzar a correr hacia las afueras de la aldea. Hay muertos, sangre, fuego, gritos y desesperación por todos lados, sin embargo no puedo detenerme a ayudarlos, ya que si lo hago los soldado del reino enemigo notarian nuestra presencia. Observó a mi alrededor para buscar algun caballo que nos ayude a salir de aquí, aunque a vista de las circunstancias tendré que conseguírlo a la mala.
Muevo las manos para formar un hechizo que provoca que dos soldados salgan volando por los aires de sus corceles. Están inconsciente a causa del impacto lo que nos da la oportunidad de subir a dichos animales para huir lo más pronto posible.
-Tenemos que ir al palacio -digo mientras ayudo a subir a Kyari, quien es la hija de Aneity a mi caballo.
-De acuerdo, si llegáramos a separarnos nos veremos con el faraón -dice el hombre que me ha cuidado como su hija estos últimos días.
Cabalgamos lo más rápido que nos es posible mientras trato de mantener mi conjuro al margen, sin embargo me es imposible porque se han quedado atrás. Freno para ver lo que ha sucedido, cosa que no debí haber hecho porque presenciamos como fueron atravesados por flechas enemigas.
Kyari comienza a llorar, sin embargo debo continuar avanzando para alertar al faraón sobre los actos de esta noche. Miro a mi alrededor para asegurarme de ser invisible ante los ojos de los soldados enemigo. Me limpio las lágrimas que escapan de mis ojos ya que debo ser fuerte por la pequeña Kyari, aunque sinceramente quisiera volver y asesinar a todos esos desgraciados.
-Lamento lo que ha sucedido con tus padres Kyari, pero te juro por mi vida que protegeré de ti -le digo tiernamente para después de ello darle un beso en la cabeza.
Logramos salir de las cenizas de Morhian exitosamente, sin embargo mantengo mi conjuro para protegernos del inestable y amenazante desierto.
La noche es fría, sin embargo no podemos darnos el lujo de detenernos a prender una fogata ya que el ejército del rey Dyeser esta pisandonos los talones. Seguimos avanzando guiándonos con las estrellas que forman el cinturon de Orión, debido a que las piramides están alineadas a ellas y las piramides están cerca del palacio.
Kyari se a quedado dormida a causa de tanto llanto, sin embargo no la culpó ya que a mi también me duele la muerte de sus padres. Me siento sola e indefensa como hace trece años, pero debo ser fuerte por ella, por el faraón y por Egipto. Estamos a unos minutos de llegar al palacio después de largas horas de frío. Observó a mi alrededor para asegurarme de que todo este en calma, así que al ver todo en santa paz me hace pensar que el rey vecino planea obligar a Atem a renunciar a Egipto por medio de la extinción total de las aldeas.
Estoy frente a las puertas del palacio, la cual esta custodiada por guardias que al inicio no me permiten pasar.
-Aléjese de aquí sea quien sea -dice el comandante de dichos guardias, quien no me ha reconocido.
-Buenas noches, soy Mana, alumna del maestro Mahad y tengo que hablar urgentemente con el faraón -digo sin bajarme del corcel ya que tengo miedo de que los guardias nos ataquen.
-Dejenla pasar, ella es la futura portadora de la sortija milenaria -dice Isis quien hace acto de presencia al percibir mi llegada por medio de su artículo milenario.
Avanzó hacia el interior del palacio, para después de ello dejar el caballo a los corrales. Bajo a Kyari, quien sigue profundamente dormida para llevarla a mi habitación en donde podrá dormir mucho más cómoda. Una vez que la recuesto en mi cama le doy un beso en la frente para buscar al faraón, quien de seguro a de estar en su habitación.
Corro por los pasillos en busca del faraón, hasta que chocó con el sin darme cuenta.
-¡¡Fijate por donde caminas!! -digo un tanto molesta mientras me levanto del piso, ya que caí al chocar con nuestro misterioso individuo.
-¡¡Mana!! -exclama el faraón alegremente mientras me abraza con ternura.
Estoy apenada ya que de alguna forma le acabo de faltar el respeto, aunque al parecer eso a él no le importa. Fija su mirada en mi rostro para después de ello darme un beso que me deja toda tonta, ya que es la primera vez que me besa. Admito que me gusta la textura y el calor de sus labios, pero no he venido para ello así que lo alejo para decirle lo que me tiene tan alarmada.
-Faraón, necesito hablar con usted urgentemente, es sobre la aldea de Morhian y el ejercicio del rey Dyeser.
Atem queda bastante impresionado a causa de mi alarmante voz, y más aun cuando escucha de mi propia voz sobre Morhian y el ejército enemigo. Me toma de la mano para llevarme a su habitación para hablar en privado sobre el tema, ya que como gobernante no puede alarmar a las personas que lo rodean sin estar bien informado.
-Bien Mana, ¿qué es lo que sucede? -dice un tanto serio mientras fija su extraños ojos violetas en mí.
-Faraón... La aldea de Morhian a sido reducida a cenizas junto con todos sus habitantes. Incluso los guardias que envió para protegernos fueron asesinados, solo la hija de Aneity y yo logramos escapar. Fuimos atacados cuando estábamos dormidos; incendiaron las casas, mataron a espada a los que trataban de huir, lanzaron flechas que atravesaron el corazón de niños y adultos. Logre escapar con la niña gracias a mi magia, pero no pude salvar a los señores que cuidaron de mí -digo un tanto triste ya que el solo hecho de recordar dicha escena me rompe el corazón.
-Fue el ejército del rey Dyeser, verdad.
-Si faraón y en verdad lamento no haber podido hacer algo para proteger a la aldea y sus habitantes -digo mientras derramo incontables lágrimas de furia y tristeza.
El faraón al ver mi reacción me abraza con dulzura, para después de ello decirme al oído unas tiernas palabras de aliento.
-No fue tu culpa, en ese caso la culpa es completamente mía por no aceptar la petición de Dyeser. En verdad lamento lo que sucedió con la aldea Mana, sin embargo estoy feliz de que estés a salvo y que hayas podido recuperar los recuerdos de tu magia -dice susurrantemente mientras me tiene en sus cálidos brazos, para después de ello levantar mi barbilla delicadamente para besarme en los labios.
Siento su amor fluir por todo mi ser, es decir, Atem es como un fuerte veneno que corre por mis venas, sin embargo él no es mío. Recuerdo el beso que le dio a Hathor el día en que escape, así que me alejo ligeramente del faraón para que me aclare esta historia de amor.
-Faraón, ¿por qué me beso si usted ama a la diosa Hathor?
-Yo no amo a Hathor, yo te amo a ti y por ello te di el Ank's de plata -dice mientras se quita del cuello la hermosa joya que me había obsequiado anteriormente.
-Mana, desde que éramos niños te he amado, pero cuando tenía diez años mi padre me comprometió con Hathor para que los dioses no tomarán mi vida. Los dioses estaban muy enojados con mi padre, tanto así que reclamaron mi vida, sin embargo llegaron a un acuerdo, el cual fue mi matrimonio. Cuando me entere de dicho acuerdo te pedí que huyeramos, pero nunca tuve el valor de decirte lo que sucedía porque creí que las cosas cambiarían al subir al trono.
-Recuerdo que el faraón Aknamkanon alguna vez me dijo sobre una alianza para protegerlo de la irá de Ra, sin embargo nunca me dijo cual fue -digo para después suspirar un poco. -Atem... Yo te amo, pero prefiero verte vivo y casado con Hathor que verte muerto en el valle de los reyes, así que creo que sera mejor alejarme de ti -digo mientras tomo sus manos con gentileza para después proceder a retirarme.
-Mana, por favor espera -dice mientras me toma de la mano para impedir que abandone su alcoba. -Mana, tu eres mi vida a pesar de las circunstancias, y por ello te imploro que lleves contigo el Ank's -dice para después de ello entregarme la joya que representaba su vida.
Recibo el Ank's para proceder a colocarlo en mi cuello, ya que a pesar de mi súbita resignación, amo a mi faraón y eso no puedo negarlo. Abandono la habitación después de dicho acto para dirigirme a mis aposentos, mientras que Atem convoca a la corte real a un junta en el salón del trono.
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Holaaaa, bueno espero que le haya gustado, no olviden dejar sus votos y comentarios, agradezco a todos los que siguen esta loca historia JaneCooper23 dannayelena Sheblunar Belseri gracias por sus votos, sugerencias y comentarios, hasta la próxima n.n
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