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7. ¿Por qué?

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-Te traje tus cosas... - habló en un tono cabizbajo, mientras depositaba el bolso negro a un lado de la cama.

-Oh, gracias - no se molestó en mirarlo, él simplemente tomó el bolso con gran curiosidad y lo abrió, observando todo en su interior.

-Tu teléfono... - Jimin alzó la vista, con sus ojos avellanas observando el aparato en la mano de su ex esposo. Estiró las manitos, como si aquello fuera lo que más anhelaba en el mundo, ignorando por completo al hombre abatido frente a sus narices.

-Dame, dame - vociferó con algo de emoción.

-Lo cargué - buscó en su bolsillo algo más, hasta que lo sacó - Aquí está el cargador - lo depositó en la pequeña mesita a su lado.

Jimin encendió su teléfono y la pantalla se iluminó. Relamió sus labios ante los nervios hasta que finalmente una foto de fondo lo hizo fruncir el ceño.

-¿Gong? - susurró y miró a Jungkook, quien mordisqueaba su labio inferior - ¿Estoy saliendo con mi profesor, Gong Ji Chul?

La pregunta fue tan dolorosa como recibir un golpe directo en su corazón.

-N-no lo sé... - fue difícil responder cuando el nudo presionaba con fuerza su estómago, cuando las lágrimas se acunaron en las esquinas de sus ojos, cuando tuvo que morder su labio para contener el llanto.

Sabía la respuesta, mas no quería confirmarle lo que era obvio. Haber ido a la casa de Jimin el día anterior y enterarse de esa forma que éste estaba con alguien más, lo mantuvo al borde de la desesperación toda la noche, donde no pudo siquiera pegar un ojo, donde se cuestionó una y otra vez si debía seguir ahí, intentando recuperar el corazón de su ex esposo.

Las notificaciones en su teléfono comenzaron a llegar, bombardeándolo con mensajes por todos lados.

-¿Nadie sabe que tuve un accidente o qué?

-No le dije a nadie, Jimin.

-¿Qué? ¿Por qué no? ¿Y mi trabajo? - la preocupación mezclada con la ira fue evidente. No comprendía del todo la razón por la cual Jungkook no notificó su accidente a nadie.

-No tenía cabeza para nada más... - era sincero. Desde el accidente, no paró en ningún momento por su trabajo y luego su salud no ayudó a facilitarle la carga sobre sus hombros.

-Para desviarte hacia una florería a comprar unos jodidos tulipanes cada día sí tuviste tiempo, pero para avisar a mi trabajo no. ¿Cómo quieres que te crea? ¿Me ves cara de estúpido, Jungkook?

-No.

-Que bueno, porque no lo soy - ahí estaba nuevamente, ese Jimin que parecía detestar su presencia - ¿Sabes que?, mejor vete.

-¿Qué?

-Lo que escuchaste. ¡Que te vayas, joder!- lanzó el teléfono a un lado y peinó sus cabellos revueltos hacia atrás, en un mediocre intento por disipar la rabia y no explotar - Ya desperté, ya tengo mis cosas, ya no necesito de tu ayuda. Gracias, adiós.

-Lo siento... - pudo haber caído de rodillas ahí mismo, suplicar por un perdón con tal de no ser apartado nuevamente, pero de nada serviría si Jimin no lo recordaba.

-¿Por qué? Realmente no entiendo cual es tu maldito problema.

-Y-yo lo arruiné, lo siento - llevó sus manos a su rostro, ocultándolo y sollozando bajito.

Jimin comprendió que no hablaba de ahora, sino de algo que no recordaba y se sintió mal por un momento. ¿Qué tan mal lo estaba pasando Jungkook realmente? No lo sabía, pero realmente no le interesaba saberlo.

Aun así, decidió indagar más.

-¿Por qué nos divorciamos?- preguntó en cambió y de los ojos brillosos de Jungkook descendieron unas lágrimas, las que fueron quitadas de inmediato.

No sabía desde cuando todo comenzó a flaquear, pero sí recordaba perfectamente su primera discusión, esa donde Jimin golpeó su mejilla con fuerza por no llegar a cenar una vez más, cansado de sentirse solo y simplemente explotó. Jungkook no lo culpaba, nunca lo haría, pero el exceso de trabajo y las ansias de querer sacar a flote su empresa lo mantenían al borde del esclavismo.

Trabajaba día y noche, incluso si tenía sus días libres, él trabajaba. Como era de esperarse, Jimin dejó de esperarlo, dejó de preparar pequeñas cenas, dejó de tomar sus días libres los mismos días, dejó de insistir con que debían salir al parque juntos tomados de la mano, dejó de decirle te amo cada mañana al despertar, dejo de hacer aquellos detalles románticos que tanto amaba. Jimin simplemente dejó de buscarlo y él lo notó.

Entonces una mañana, cuando todo parecía estar roto entre ellos, la noticia de que la nueva integrante finalmente había nacido, lo cambió todo. Jungkook no dudó por un segundo el hecho de que quería ir a conocer a su pequeña sobrina, quería felicitar a su hermano mayor y a la esposa de este. Su pecho se llenó de orgullo y amor al caer en cuenta que habían sido tío, de que finalmente un pequeño rayito de sol se había unido a su familia.

"No iré." Fue lo primero que dijo Jimin, sin siquiera esperar a que Jungkook le dijera nada. Había escuchado todo y le molestó por un momento la emoción con la cual su esposo había reaccionado. Era solo un bebé, un molestoso mocoso que pronto no haría nada más que hacerle gastar dinero a sus padres.

"¿Por qué no?" Su ceño estaba fruncido ante la respuesta negativa de Jimin.

"No me gustan los niños, Jungkook." Él lo sabía, Jimin se lo había dicho una vez.

"Pero es nuestra sobrina." La hermosa sonrisa se volvió a dibujar en sus labios al recordar a la pequeña, esa a que deseaba consentir y llenar de regalos cada vez que la viera.

"Tu sobrina." Enfatizó cabreado.

"Estamos casados, Jimin. También es tuya." Intentó convencerlo, intentó no sentirse herido por sus palabras, intentó que esa salida les ayudase a solucionar sus problemas. A veces lo intentaba, pero tal parece que no era suficiente.

Jimin rodó los ojos. Detestaba los gritos y los llantos, el desorden que dejaban los niños a su paso, las pataletas, el olor a popó y las babas.

"Puedo ser el tío ausente, sabes. No me molesta."

Jungkoon suspiró decepcionado. En un futuro, él se veía cargando a un niño con cabello marrón y ojos avellanas, tal como Jimin.

"Bien, iré solo." Se alejó de su lado, tomando lo que necesitaba para entrar al baño.

"Como quieras, estaré trabajando." le oyó decir a Jimin, mientras cerraba la puerta del baño.

-L-las cosas no empezaron a ir bien, Jimin...

-Supongo que no, por algo no estamos juntos.

-Dejé de llegar a casa, y-yo dejé de prestarte atención, aun cuando luego de todo me buscabas.

-¿Me engañaste?

-Nunca.

-¿Por qué fue entonces?

-Hm... la empresa estaba creciendo y yo era el presidente, debía estar ahí para asegurarme de que todo saliera como lo deseaba - sorbió su enrojecida nariz - Me cegó el poder y la ambición, dejándote de lado sin saber cuanto te estaba lastimando.

-¿Entonces, por qué lo siente?

-M-me equivoqué... - admitió completamente roto - Me equivoqué y te perdí.

-Es una pena - en algún momento había vuelto a tomar su teléfono y bajó la vista hacia la pantalla, observando lo feliz que se veía junto a Gong mientras se abrazaban de forma acaramelada - Supongo que debe ser duro para ti todo esto, ¿no?

-N-no... - mintió. Era horriblemente duro, pero no quería que Jimin lo alejara, no aun.

-Hm. - alzó sus cejas, como si no le hubiera creído - No deberías estar aquí si esto no te hace sentir bien.

-Estoy bien - sorbió nuevamente su nariz - Y p-puedo ayudarte a recordar...

-Puede que sí, como puede que no.

-Dejame quedarme...

-Gong aparecerá, Jungkook. Inevitablemente tengo que hablar con él, es quién estuvo conmigo en el último tiempo.

-Lo sé... - lo sabía, era lo más lógico.

Jimin frunció sus labios, desviando su mirada hacia los coloridos tulipanes.

-Es mejor que te vayas, Jungkook. Estoy cansado y quiero dormir - no lo miró, no quería tener que cargar con el peso de un corazón roto, uno que él no rompió.

-V-vale...

-Nos vemos - se acomodó en la cama, dándole la espalda una vez más.

Jungkook avanzó hasta la puerta y giró el rostro, contempló a Jimin en silencio por unos segundo hasta que finalmente salió de la habitación.

Caminó por los largos pasillos hacia la salida, con la suela de sus costosos zapatos resonando en el pulcro piso vinílico. Cuando finalmente estuvo fuera de la clínica, entró a su auto y manejó hacia su departamento.

El trayecto fue corto, muy corto considerando que no moderó la velocidad. Entró al dormitorio y se sacó la ropa, lanzándola al piso sin importar nada, para luego meterse a la cama. Necesitaba dormir, lo deseaba demasiado, pero no quería recurrir nuevamente a las pastillas.

Cerró los ojos y divagó en sus recuerdos, torturándose una y otra vez hasta que llegó al punto de sentir que su cabeza explotaría. Negándose a ir a la cocina y tomar el frasco de pastillas, Jungkook se levantó y fue hacia su armario, donde rebuscó hasta que encontró la pequeña cajita que mantenía oculta de todos, incluso de él mismo.

Con los dedos trémulos, la abrió lentamente.

Un sollozo involuntario escapó de sus labios y luego lo atrapó con sus dientes.

Lo primero que vio fue una fotografía de Jimin con su cabello azul, sonriendo mientras intentaba hacer una escultura, con su cara y manos manchadas.

Su espalda se deslizó por la pared, hasta que finalmente cayó al suelo, sin soltar su pequeño tesoro, ese que le recordaba de vez en cuando lo feliz que fue tiempo atrás.

Apartó la foto y vio varias más, donde salía Jimin solo, sonriendo, con ropa holgada y colorida, aunque en otras solo llevaba puesto un simple boxer. Una argolla de oro se movió entre las fotos y Jungkook la tomó. En el interior había una frase grabada, una que él mismo eligió.

"Tú eres yo, yo soy tú."

Que idiota habia sido. Lo sabía, pero ya no quería más.

Depositó el anillo en su dedo meñique, donde entró sin problemas y siguió mirando las fotos, mientras las gotas saladas descendían por sus mejillas.





...

De malas ganas, pasó temprano por la oficina para revisar unos documentos que requerían con urgencia su firma.

-Le traje un café, señor - su secretaria dejó la taza en el escritorio.

Kailan, una mujer inglesa que rondaba los cuarenta, era quien se encargaba de agendar citas, ver contratos, organizar reuniones, llamar a otras empresas para hacer algún tipo de coordinación. Era tan eficiente en su trabajo que Jungkook había decidido aumentarle el sueldo, siendo la única empleada en toda la empresa que ganaba más de lo que debía por su cargo.

-Gracias - no se esforzó siquiera en mirarla, ni en tomar el café - Toma, Ya están todos con mi firma.

-Vale. ¿Necesita algo más, señor? - Jungkook, sin muchos ánimos, apartó sus ojos de los documentos que le faltaba por revisar y alzó la vista para conectar con ese par de luceros esmeraldas.

Sabía a qué se refería Kaila. Siempre tan preocupada de que ingiriera las comidas importantes mientras estaba en la oficina.

-No, gracias.

-Bien - tomó todo lo del escritorio entre sus brazos e hizo una pequeña reverencia a su jefe antes de salir.

Jungkook se recargó en su silla, soltando un doloroso suspiro mientras llevaba sus ojos hacia el último cajón de su escritorio, ese que mantenía bajo llave y que rara vez abría, ese que le recordaba día a día que ahí guardaba las últimas palabras que Jimin le había dedicado.

"Eres una parte importante de mi corazón, Jungkookie. Te deseo lo mejor, siempre. Adiós, mi amor."

¿Cuán ciego había sido para no reaccionar ante aquellas palabras cargadas de dolor? Aún no lograba comprender lo engreído y arrogante que había sido los últimos meses junto a Jimin.

Siempre supo, desde el primer día que vio a Jimin en la universidad, que era el hombre con quien quería compartir todo; sus logros y sus fracasos. ¿Por qué pensó que apartándolo de su vida todo marcharía bien? ¿Por qué creyó que ya no lo amaba, cuando aún lo hacía?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Es lo que su subconsciente le repetía cual grabadora cada día, cada hora, cada segundo.

Deseaba volver el tiempo atrás, exactamente donde dejó de tocarlo, donde dejó de besarlo, donde dejó incluso de mirarlo. Maldición, deseaba tantas cosas.

Unos golpecitos en la puerta lo hicieron volver a la realidad.

-Adelante - murmuró, sin siquiera acomodarse en su silla.

La puerta se abrió lentamente y consigo, una cabellera negra se asomó.

-Hey... - intentó sonar emocionado, pero fracasó garrafalmente en el intento.

-Vaya, Taehyung tenía razón - entró y cerró la puerta tras él, avanzando hasta llegar al escritorio de Jungkook - Te ves como la real mierda, amigo.

Jungkook no ocultó el bufido que salio de su boca.

Ahora no solo tendría a Taehyung recordándole lo mal que se veía, sino que tendría a su hermano mayor, Yoongi.

-Sí, bueno, ¿Gracias? - gruñó y Yoongi sonrió, dejando a la vista esa reluciente sonrisa gatuna tan característica de él.

-Venga, no seas un jodido malhumorado. ¿Dónde quedó el dulce Kook que me llamaba hyung cada vez que me veía? - tomó asiento frente a él, cruzando los brazos sobre su pecho.

-Si vienes a ver a tu hermano...

-Yo no tengo porque ver a esa mierda, te vine a ver a ti.

-No es necesario que vengas a visitarme, sabes. Estoy bien.

-Estoy bien mis huevos, pedazo de mierda mal agradecida - comenzó y Jungkook rodó los ojos. Era tan evidente que eran hermanos, aun cuando ambos intentaban no resaltarlo mucho - Vine a verte porque supe lo que pasó y tu me sales con esa mierda.

-Yoongi... - no alcanzó a decir más, cuando la puerta se abrió de golpe y Taehyung apareció, mirándolos con su ceño fruncido.

-¿Y tú qué mierda? - soltó Yoongi cuando su hermano cerró de golpe la puerta y avanzó dando zancadas hasta llegar a Jungkook.

-Que mierda tú, idiota - gruñó - ¿Qué haces aquí?

-Vine a ver a Kook - respondió lo obvio.

-¿Por qué?

-¿Qué te importa?

-Vete - apoyó las palmas en el escritorio, inclinándose hacia su hermano en una postura amenazadora.

-Jódete.

-Oigan... - Jungkook intentó intervenir, pero fue ignorado olímpicamente por una extraña riña entre hermanos.

-¿Hoseok te dejó o algo?

-¿Qué tiene que ver Hoseokie aquí?

-Porque vienes a ver a Jungkook, idiota.

-¿Y? - frunció su entrecejo, viendose notoriamente desconcertado ante las ridículas palabras de su hermano - ¿Cual es tu puto problema, pedazo de mierda? Oh... espera, ¿Estás celoso de tu amigo? - se burló y Taehyubg no lo negó, sonrojándose violentamente.

-N-no.

-¡Joder! No puedo creerlo - soltó una risa socarrona - ¡Mi estúpido hermanito está celoso de su mejor amigo! ¿Tae, crees que te lo voy a quitar?

-No, pero puedes seducirlo, imbécil. Y eso no lo permitiré.

-¿Qué?

-Que te gustan las pollas y Jungkook tiene una, pedazo de idiota.

-Oh dios, ya paren - Jungkook se cubrió el rostro con ambas manos, notoriamente avergonzado por lo que estaba escuchando.

-Tú crees... - miró a Jungkook y luego nuevamente a Taehyung, sin dejar de verse desconcertado ante la perturbadora imaginación que tenía su hermanito menor - ¡Joder Taehyung! Pensé que eran un tonto, pero no me jodas, eres incluso peor.

-Oye... - Intentó defenderse, pero Yoongi continuó hablando.

-¿Cómo mierda crees que Jungkook llegaría a interesarme de esa forma? - su rostro se contrajo en una mueca - Joder, ¡Solo míralo! - vociferó, apuntando al nombrado - ¡Es un puto cadáver en descomposición! Ni a un ciego sería capaz de conquistar en ese estado.

-¡Oigan, ya! - gruñó irritado - Gracias por preocuparse tanto de mí.

Taehyung no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios. En el fondo, muy en el fondo, amaba discutir de esa forma con su hermano.

-Vale - Taehyung dejó de verse tan a la defensiva - Pero te vigilo, maldito hijo de puta.

-Vete a la a real mierda.

Antes de seguir escuchándolos, Jungkpok se puso de pie y tomó su portafolios para abandonar el lugar y dejar a esos dos peleando solos.

-¿Para dónde crees que vas? - Taehyung preguntó, sonando ligeramente irritado.

-A ver a Jimin.

-hombre, ¿Acaso tu dignidad se fue con el traje que mandaste a la lavandería? - Yoongi se burló. Estaba al tanto de todo lo que pasaba con él y su hermano.

-Jódete.

-Bastardo engreído - Yoongi se puso de pié y acomodó su traje - ¿Te llevo? - su oferta solo iba con una intención, cabrear aún más a su hermanito.

-Oye, vete a revolcar con Hoseok y deja a mí mejor amigo tranquilo - Taehyung avanzó hasta llegar a Jungkook, tomándolo de la mano como solía hacerlo en el pasado y lo jaló - Yo te llevo, porque yo soy tú mejor amigo - recalcó mientras miraba a su hermano - Piérdete, idiota.

Yoongi sonrió divertido, mientras veía como Taehyung prácticamente arrastraba a Jungkook hasta los elevadores para alejarlo de él.

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