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29. Familia.

Epílogo.

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Yul fue el primero en despertar esa gélida mañana, frotando sus ojos con sus manos empuñadas para eliminar cualquier rastro de sueño. Abandonó el calor de su cama sin siquiera pensarlo dos veces, con la única necesidad de mirar por la ventana.

Pasó sus cortos dedos por el cristal empañado, intentando ver algo fuera de lo común en el exterior de su casa. Pero no encontró nada más que un cielo gris oscuro, dejando que un sin fin de copos de nieve cayeran y cubrieran la ciudad.

El invierno había llegado más frío que otros años, aunque eso no era lo que realmente le importaba al pequeño de diez años.

Desanimado al no encontrar lo que buscaba, frunció los labios en un tierno puchero.

¿Por qué jamás lograba ver a Santa?

Apartó su rostro de la ventana para mirar la hora en el reloj de Iron Man que descansaba sobre la mesita junto a su cama.

-Son las seis... - refunfuñó al comprobar que quizás, había perdido una vez más la oportunidad de sorprender a Santa.

Se movió con sigilo sobre las puntas de sus pies, caminando hacia la puerta para abrirla despacio, procurando no hacer demasiado ruido y así no despertar a sus padres ni a su pequeña hermanita.

Asomó la cabeza por el largo y oscuro pasillo, comprobando que no había absolutamente nadie. Avanzó hasta la escalera, agudizando sus oídos por si Santa aun estaba ahí, mas no oyó nada.

Deprimido, comenzó a bajar las escaleras hasta que llegó al último escalón y se detuvo. Giró su rostro en dirección de la sala, justo donde estaba el gran árbol blanco que él junto a su familia decoraron semanas atrás.

Y una gran sonrisa de felicidad iluminó su pequeño rostro, cuando vio la gran cantidad de regalos que había bajo el árbol.

Saltó el último escalón con emoción, corriendo para ver si Santa se había tomado la leche y comido las galletas de jengibre que él mismo preparó junto a su papá.

-¡No están! - chilló con una inocente felicidad - ¡Santa vino y se comió todo!

Su corazón bombeaba desenfrenado, olvidando por completo el sentimiento de tristeza que lo había invadido minutos atrás.

Avanzó sobre la afelpada alfombra hasta quedar cerca de los obsequios, observando los nombres y comprobando que muchos eran para él y su hermanita.

Su sonrisa se ensanchó.

Estuvo a punto de tomar una caja para abrirla, pero el aullido de un perrito lo sobresaltó. Miró hacia el fondo del árbol, encontrando una jaula transportadora con un gran moño rojo.

No pudo ocultar la emoción que le provocaba saber que lo que tanto había pedido, estaba ahí, frente a sus ojos almendrados.

-¡Un perro, un perro! - gritó, importandole poco si despertaba al resto de su familia.

Apartó los obsequios para lograr sacar la jaula, tirando de ella con cuidado.

Un cachorro marrón de raza doberman, agitaba impacientemente su cola.

-¡Papá, papá! - gritó nuevamente, con la intención de que sus padres bajaran a verle - ¡Santa trajo un perrito!

Cuando sacó al cachorro, inmediatamente recibió un lametón en su rostro como muestra de cariño. Yul se echó a reír, abrazando por el cuello y con ternura al gran cachorrito que no dejaba de agitar su rabo.

-Bienvenido a la familia - le susurró bajito, acariciando a su nuevo compañero de travesuras.

-¿Qué es todo este alboroto? - Jungkook preguntó, bajando las escaleras con calma.

Fingió un bostezo cuando su hijo le miró, como si apenas se estuviera levantando.

-¡Papá, Santa trajo un cachorro! - Yul le informó, sin dejar de lado esa emoción que iluminaba su rostro.

Jungkook avanzó hasta él, sonriendo ante la encantadora escena que su hijo mayor le estaba regalando.

-¡No puede ser! - exclamó con dramatismo - ¿Santa lo trajo?

-¡Por supuesto que sí!

Acarició los cabellos alborotados de su hijo antes de sentarse sobre la alfombra; a su lado.

-Y, ¿Ya pensaste en un nombre? - estiró la mano hacia el inquieto cachorro para acariciarle, recibiendo un lametón y un suave mordisco.

-¡Bam! - vociferó, viendo como el cachorro brincaba para todos lados - ¡Le ha gustado su nombre!

Jungkook soltó una risita ronca, acariciando nuevamente los cabellos negros de su hijo.

-Me gusta también.

Yul le miró, aun sonriendo.

-¿Y papá?

-Ya viene, solo anda abrigando a Yuri.

-Oh... - miró sus pies descalzos, imaginando el regaño que estaba próximo a recibir por parte de su papá.

El cachorro ladró cuando Jimin apareció en la sala, ganándose la mirada de su esposo y su hijo mayor.

-¡Jeon Yul, tus pantuflas! - fue lo primero que dijo Jimin, luego de que un escalofrío recorriera toda su espina dorsal. Estaba demasiado frío como para que un niño anduviera tan desabrigado y descalzo.

-Olvidé ponermelas, papi - su tono infantil, solo cautivó a Jimin.

Soltando un suspiro, avanzó hacia una de las paredes para activar la calefacción.

-¡Hay un guau! - Yuri se removió entre los cálidos brazos de su papá - ¡Papi, guau!

-¡Un perro! - Jimin se contagió de la emoción que irradiaban sus hijos, bajando a su hija con cuidado.

-¡Guau, guau! - avanzó a pasos torpes hacia donde estaba el cachorro, recibiendo un lametón en su pequeño rostro - ¡No, guau!

Se alejó con un puchero en sus labios, buscando la seguridad de su papá nuevamente. Jimin la tomó, sonriendo y secando la humedad en sus mejillas.

-¡Y se llama Bam! - le dijo Yul a su hermana, quien prefirió acurrucarse entre los brazos de papá.

-No guau - refunfuñó.

-Buenos días, princesa - Jungkook estiró sus brazos, sin levantarse del piso - Ven con papá.

-No papá - abrazó con sus cortos bracitos el cuello de Jimin - Aquí, papi.

Jimin le acarició la espalda y se sentó con ella en el sofá.

-¿Vas a abrir tus regalos, bebé? - le preguntó a Yul, quien jugaba con el inquieto cachorro.

-¡Sí, sí!

-Ve y busca tus regalos, cariño - animó Jungkook a su hijo.

Yul se acercó, tomando una obsequió con el nombre de su hermana. Solía ser muy atento y cuidadoso con Yuri. Él la amaba, porque aun sin compartir lazos sanguíneos, era su hermanita.

-Mira, Yu - usó el apodo meloso con el cual solía llamarla - Este es tuyo, y es de parte de Santa.

Yuri lo miró, sin abandonar el puchero de sus labios. Tomó la caja entre sus pequeñas manos, y no pudo evitar sonreír cuando su hermano besó una de sus mejillas.

-Dracias - respondió avergonzada, bajándose con cuidado del regazo de su padre.

-¡Hora de abrir regalos! - Jimin les dijo con emoción.

No se cansaba de verlos así; con la curiosidad inocente de saber qué era lo que Santa les había obsequiado.

Jimin se sentó junto a Jungkook en la alfombra afelpada, viendo como sus hijos abrían los regalos.

-¿Crees que deseen tener otro hermanito?

-Uhm... - les observó con una sonrisa sobre sus labios, para luego girar el rostro y prestar toda su atención a su esposo - Esperemos que sí.

Jimin ensanchó su sonrisa, acercándose al rostro del único dueño de su enamorado corazón.

-Te amo, Jungkookie - susurró sobre los labios de su esposo.

-Lo sé - Jungkook estampó con suavidad sus labios. El beso fue corto, pero perfecto - Y yo te amo a ti.

-¡Una muneca! - Yuri chilló cuando su hermano le ayudó a sacar el envoltorio de su regalo, apreciando superficialmente una muñeca con accesorios.

Jungkook se acercó, ayudándole a la pequeña a sacar su juguete de la caja, mientras Jimin ayudaba a su hijo.

Los años no habían pasado en vano, trayendo consigo demasiada felicidad a sus vidas.

Fue Jimin quien una noche; luego de una deliciosa cena en su nuevo hogar, tocó el tema sobre tener hijos. Desde que la pequeña Sumni había nacido, él deseaba tener hijos propios, junto a Jungkook, por supuesto. Y a Jungkook se sorprendió, recordando que Jimin no deseaba hijo.

Fue así como contactaron a una asistente social, quien les orientó y les llevó a un orfanato repleto de niños que deseaban encontrar una familia.

Y fue la experiencia más dolorosa por la que ambos tuvieron que pasar durante el proceso.

Los bebés eran los primeros en ser adoptados, excepto si estos presentaban enfermedades graves. Los niños desde los tres años en adelante, no encontraban una familia tan fácilmente. Muchos de ellos, jamás llegaban a conocer el verdadero significado de la palabra.

Y fue en una de las tantas visitas, que Jungkook vio a un niño alejado del resto, sufriendo en silencio y dejando que gruesas lágrimas acariciaran sus mejillas.

No dudó en acercarse, pero el niño se asustó y rehuyó de la mano que solo deseaba darle un poco de afecto. Su corazón se partió en miles de pedazos al ver el miedo en el pequeño.

La asistente social se disculpó con ellos por la reacia actitud del niño, explicándoles el porqué de su comportamiento.

Era un niño que desde su nacimiento, hasta los cinco años que fue rescatado, vivió bajo la constante negligencia de sus progenitores. Los golpes, el hambre, el desamor y los gritos era todo lo que el niño conocía.

Jungkook desde ese momento, supo que ese niño era el indicado.

Estaba lleno de trastornos, los cuales necesitaban ser tratados de inmediato. Lamentablemente, en el orfanato no contaban con los especialistas necesarios para un solo niño.

"¿Podemos venir a visitarlo?" Había preguntado Jimin, apretando el agarre en la mano de Jungkook.

La asistente social lds sonrió, como si se aliviara de que alguien se interesó en un niño lleno de problemas. Generalmente, esos niños jamás eran adoptados.

Y lo visitaron por casi seis meses, donde Jimin consiguió horas con diferentes especialistas para llevar al pequeño, quien poco a poco comenzó a confiar en los dos señores que lo visitaban y le llevaban obsequios.

Cuando el niño cumplió los seis años, Jungkook y Jimin pidieron permiso para llevarlo a su casa, y así poder celebrar con un rico pastel y muchos globos. Para suerte de ambos, la asistente social ayudó a que el permiso fuera concedido.

El pequeño solo lloró apenas vio todo lo que montaron para él, dejando que la tristeza y felicidad se mezclaran. Nunca antes le habían celebrado nada, recibiendo constantemente insultos y golpes. Y él solo pedía amor, siendo rechazado una y otra vez por la mujer que solía llamar como mamá.

Tardaron un año en adoptarlo legalmente, dejando atrás el nombre que sus progenitores le habían puesto. Y cuando escuchó que se llamaría Jeon Yul, no pudo ocultar su emoción, abrazando a sus padres en modo de agradecimiento.

Los tratamientos con los especialistas dieron sus frutos, nivelando lentamente a Yul en todos los sentidos.

Su primer día de escuela fue un desastre, donde los miedos e inseguridades lo abrumaron, pero el apoyo de sus padres le ayudó a superarlo y a no tener miedo.

Porque él no estaba solo, y nunca más lo estaría.

Gozó de todos los privilegios de ser hijo único, hasta que cumplió los ocho años.

Fue ahí que sus padres le hablaron sobre la llegada de otro bebé, asegurándole que eso no significaba que lo dejarían de amar. Y Yul no se asustó en lo absoluto, más bien, se emocionó al saber que tendría una hermanita.

Eso facilitó mucho las cosas para Jungkook y Jimin, quienes se esforzaban mucho por el bienestar de su hijo.

Cuando Yuri llegó, era una bebé recién nacida. Su madre falleció en el parto debido a complicaciones. Era extranjera y estaba ilegalmente, por lo que jamás se realizó algún chequeo médico para saber si todo iba bien con el embarazo y con ella.

A simple vista, se podría verificar que Yuri tenía rasgos mezclados. Su piel canela era preciosa, pero su cabello negro, frondos y lleno de risos era algo que llamaba demasiado la atención.

Jimin y Jungkook se enamoraron de ella apenas la vieron, importándoles muy poco si era coreana o no.

El proceso con Yuri fue más rápido, y todo ese tiempo la tramitación de la adopción legal, se les permitió cuidarla en su hogar. Eran visitados semanalmente por la misma asistente social, quien podía ver el amor y cuidado que tenían ambos niños, ayudando a que todo fuera incluso más rápido.

Y desde eso, ya habían pasado unos cuantos años.

Jungkook y Jimin estaban próximos a celebrar su aniversario número seis de matrimonio.

-¿Hoy iremos donde Tae o donde Joonie? - Jimin preguntó luego de que acabaran el desayuno.

Los papeles y cajas ya se habían ido a la basura, y los niños jugaban en la sala con sus obsequios.

-Tae - ni lo dudó. Aún se negaba a aceptar que Namjoon le caía bien, muy bien.

-Vale, pero mañana vamos donde Joonie - sentenció Jimin - Quiero ver a Sumni y entregarle sus regalitos.

Jungkook resopló, como si ir fuera una tortura.

-Como quieras, bebé.

Avanzó hacia Jimin, con esa coqueta sonrisa sobre sus labios, tomándolo por la cintura para acercarlo a su cuerpo.

-¿Sabes que no soy nada sin tu amor, verdad? - cepilló su lengua en los labios de Jimin, humedeciéndolos y dándole un leve mordisco.

Jimin soltó una risita, cortando la distancia para finalmente saborear los labios de su esposo, abrazándolo por el cuello para profundizar aún más el beso.

-Lo sé, mi amor - murmuró, con sus mejillas y labios febriles.

-¡Papá, qué asco! - Yul apareció en la cocina. El cachorro lo seguía a todos lados, sin dejar de menear su rabo.

El rubor en las mejillas de Yul era intenso, sin poder ocultar su vergüenza. No le molestaba que sus padres le demostraran amor, pero verlos darse amor entre ellos era simplemente... vergonzoso.

Pero los amaba, con todo su corazón.

Jungkook se alejó de Jimin, dejando un último beso sobre sus labios para dirigir su atención a su hijo mayor.

-¿Listo para ir a ver al tío Tae?

-¡Sí!

Increíblemente, Taehyung amaba y consentía a Yul y Yuri como si fuesen sus propios sobrinos. Y Jungkook se lo agradecía, ya que con su hermano no podía ser tan cercano debido a que este vivía fuera del país junto a su familia.

-Vale, vamos a vestir - tomó la mano de su hijo, guiandolo hacia las escaleras.

Jimin los siguió y se detuvo en la sala, encontrando a su hija jugando muy concentrada. Se veía adorable con sus muñecas.

-Princesa - le llamó, captando de inmediato su atención.

-Papi, mida - le mostró un juguete.

-Woow, es muy bonito.

Era un pequeño baño, que emitía los mismos sonidos que uno real.

-Tene popó - destapó la taza de baño, dejando a la vista lo que parecía ser popó de bebé.

Jimin se agachó para quedar a su altura, apartándole un rizo de la cara.

-Todos tus juguetes son increíbles, ¿verdad?

-Sí.

-¿Te gustó lo que Santa te trajo, bebé?

-Sí.

-¿Vas a llevar alguno donde el tío Tae?

Yuri tomó una mamadera y una muñeca, dejando lo demás de lado. Estiró los brazos, pidiendo silenciosamente ser cargada.

-Te pondré un vestido muy bonito - comentó Jimin, besándole una de sus mejillas.

Avanzó con Yuri, subiendo las escaleras para ir a su cuarto y arreglarla. Amaba vestirla, peinarle los rizos y adorar su cabello con hermosos moños.

Yuri rió a medida que era vestida, recibiendo suaves costillas y dulces besitos en sus mejillas. Adoraba a sus padres y a su hermano.

Cuando estuvieron listos para irse, Jungkook ajustó el agarre del cinturón en Yul y Jimin sentó a la pequeña en su sillita.

-¿Le dejaste comida a Bam? - Jimin preguntó, cerciorándose de que todo estuviera bien.

Lógicamente, tenían comprado con anticipación todo lo que el cachorro necesitará.

-Sí, le puse agua y comida.

-Bien, creo que yo llevo todo.

Era divertido verlos parados a un lado del auto, pensando y recordando si algo se les había quedado.

-Ya, vamos - dijo Jungkook, subiendose al auto.

Jimin lo imitó y se abrochó el cinturón de seguridad, mirando a sus hijos antes de que el auto se pusiera en marcha.

Les dedicó una genuina sonrisa a ambos, luego miró a Jungkook.

-Te amo - Jungkook le susurró, con una clara felicidad.

-Te amo más - respondió Jimin, inclinándose para darle un pequeño beso.

Después de todo lo malo, de todos los errores, pudieron ser felices. Juntos, como la hermosa y unida familia que eran.



***

Okei, ahora sí es el final andndnf

Les gustó o no? Porque a mí si 7v7 snnfdnfn

Lamento mucho los errores que pueden llegar a encontrar, pero sinceramente, no pienso editar nada. Si lo hago, lo más probable es que me de vergüenza y la mande a borrador.

Muchas gracias por el amor y el apoyo. No soy una gran escritora, y creo que estoy en el nivel más bajo de escritores akdndn pero gracias por seguirme ♡ les amo mucho. 

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