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18| Feliz Cumpleaños

Delante de mí seguía "La Silueta"... No, mi madre, aquella silueta que veía en mis visiones en realidad era mi madre. Aún sentía como la tristeza y desolación hacia estragos en mi interior, una parte de mi me pedía que corriera hacia mi madre y la abrazara, como si aún fuese un niño, pero la otra parte me gritaba que me mantuviera firme, que no confiara en su compasión, y definitivamente seguiré a la voz que me pide a gritos, no me acercaré a ella, no caeré en su trampa, confiaré en mis visiones.

—¿Me dejaras con los brazos tendidos?.—me pregunto con pesar.

—¿Esperabas que corriera a tus brazos?.—replique irritado.—Tengo 17, no 5.—añadí dejando salir algo de veneno.

—Si, lo se hijo.—me dijo tranquila mientras se acercaba con lentitud.

—No, no sabes una mierda. No te acerques a mi.—le dije de forma brusca y retrocedí.

—Hijo.—me llamo.

—¡Que no te me acerques!.—le grité perdiendo el control por unos segundos.

—Ya, ya. No me acercaré hijo.—me dijo de forma lenta. No se si trataba de calmar mi rabia, o la que se está filtrando y demostrando en su expresión.

—No me llames hijo, no soy tu hijo.—solté denotando un odio profundo.

—Claro que eres mi hijo, ¡Deja ya tú estúpido drama!.—me gritó perdiendo los estribos.

Apreté un poco mis puños y mordí mi labio para detener todo el veneno, no, no puedo seguir perdiendo los estribos de esta forma, no tan cerca del lugar de descanso de papá, no tan cerca de tantos muertos que desean descansar, debo respetarlos, respetar a papá, debo calmarme. Karina suspiro para relajarse y apartó unos pocos cabellos que descansan sobre su rostro, otro suspiro escapó de sus labios y me fijé en su bien formado cuerpo, que se vería mucho mejor si estuviera a millones de metros de distancia de mi; estar tan cerca de ella me provoca una ira desmedida, la odio.

—Lo siento, pero eres un mal educado, vine para estar contigo.—me replicó algo irritada queriendo sonar maternal.

—¿Estar conmigo?.—solté sin controlar mi desconté.—¿Dónde estuviste hace 17 años?. ¿No crees que es tarde para estar conmigo?.—añadí sin controlar el venenoso tono.

—No seas exagerado, estuve contigo hasta que cumpliste dos años.—me dijo queriendo restarle importancia a mi queja.

—¿Y los otros quince años qué?.—le repliqué.

—Estaba ocupada hi-Dante.—se excuso de forma patética.

—Con tu gran empresa, ¿No?. Me abandonaste por un trabajo.—la irritación salió por si sola.

—Dante, tuve que.—me señaló de forma vaga.

—Pudrete.—solté sin controlarme y me dispuse a irme.

—¿A dónde crees que vas Dante?.—me replicó con molestía y tomó mi brazo con fuerza.

—Lejos de ti, Karina.—escupí con él mismo tono.

—Soy tu madre, y te estoy hablando.—soltó con autoridad queriendo sonar maternal.

—Yo no tengo madre.—solté con un tono vacío.

Otro sonido rompió el silencio del cementerio, mi mejilla ardía con bastante fervor, pero más lo hacía mi furia, mis ganas de volver esa cachetada; la mano de mi madre seguía aferrada con fuerza contra mi brazo, sus uñas se habían hundido por completo en mi piel, y la otra seguía alzada en el aire.

—No se que mierdas habrá metido tu padre en tu cabeza, pero yo soy tu madre, y me vas a respetar.—dejo salir con un tono de superioridad y amenazante.

—Al fin tu verdadera naturaleza sale a la luz.—dije como susurro mientras me concentraba en no hacer una escena.

—No me provoques mocoso.—soltó llena de rabia.

—¿Por qué viniste a mi?.—le hice frente ignorando su rabia.

—Pensaba hacer las cosas bien, pero veo que tú padre no te crío como debía.—soltó irritada.—Siempre fue un maldito inútil, no sirvió ni para cuidarte.—añadió con veneno en su tono.

Otra cachetada resonó en el silencioso cementerio, pero mi mejilla no ardía, para nada… Y mi mano era la que estaba alzada. El entendimiento me golpeó en ese momento, yo, yo le di una cachetada a Karina. La mujer seguía en estado de shock, paso su mano libre por su mejilla y aflojó su agarre, supongo que no tendré otra oportunidad. De un momento a otro emprendí una carrera hacia la salida, debo huir, debo escapar, o seré hombre muerto de seguro.

—¡Te voy a matar maldito mocoso!.—me gritó hecha una furia.

Apresure aún más el paso al oír como la mujer corría detrás de mí, mierda, mierda, si me alcance estoy muerto, jodidamente muerto. Esquive de forma atlética las tumbas que me cortaban el paso y por poco logré salir del cementerio, para mí suerte un taxi se acercaba, sin pensarlo mucho lo pare y me adentre a el de la forma más veloz que pude.

—¡A la biblioteca, ya!.—le ordene con pánico.

Justo en el momento que el auto retomó su rumbo Karina golpeó la ventana a mi lado, el conductor ahogo un pequeño gritó y salió a toda velocidad del recinto, dejando a la mujer a la deriva en la calle mientras soltaba maldiciones a diestra y siniestra.

—¿Qué demonios fue eso?.—me replicó molesto el conductor.

—Una discusión.—solté mientras recuperaba el aire.

El conductor murmuró una maldición y siguió con sus quejas en forma de susurro. Pero, ya no le estoy prestando atención, ¿Por qué demonios golpee a una mujer?. Yo, nunca antes había pensado siquiera en levantarle una mano a una, ella estaba hablando mal de papá, el hombre que lo abandonó todo por mi, decía que había hecho un mal trabajo cuidando me; la mujer que me abandono por quien sabe que cosa criticaba la forma en que mi padre me había cuidado… Es una maldita hipócrita.

Deje que un suspiro se escapara de mis labios mientras que mi corazón seguía latiendo a mil por hora, tal es la rapidez y fuerza con la que late que duele, tan alterado estoy por lo que acaba de pasar. Mi madre realmente es Karina James, la fundadora de "Lobekarye", la dueña de la compañía de la que sospecho, mi madre es la silueta que me hería en mi visión… Mi padre nunca tuvo nada que ver con esa visión, de nuevo mi madre es la que me hiere. Dios, cuánto deseo un descanso… Cuanto deseo estar con papá una vez más.

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Aún no me acostumbro del todo a que Rick me lleve a la ciudad para poder ir a estudiar, siempre me deja cerca de la casa de Oliver para ir con él a clases, pero aún así es raro. Y hoy fue más raro, por alguna razón se veía aún más desanimado, incluso estaba distante, ¿Estará ocultando algo?... No, no puedo dudar de alguien así de nuevo, no después de inculpar a papá; Karina, ¿Como habrá vuelto del cementerio?, No he sabido de ella desde que nos vimos el sábado, y le agradezco a Dios por eso, no quiero saber nada de ella, no la quiero en mi vida.

—Dan.—me saludo Oliver con una sonrisa de lado y me abrazó.

—Rojo.—solté algo sorprendido por el abrazo, pero agradecido de ser traído de vuelta a la realidad.

—¿Estás listo?.—me pregunto aún con esa sonrisa. Que parecía querer ocultar genuina preocupación y fallaba.

—¿Listo?.—solté confuso por su expresión.

—Carajo. Dan, yo.—soltó de forma ausente y preocupada, su sonrisa desapareció por completo, su expresión era dominada por preocupación.

—¿Qué?. ¿Qué pasa?.—le pregunté preocupado. ¿Paso algo?. ¿Olvidé algo?.

—¿Sabes qué día es hoy?.—me pregunto con tono herido y ausente.

—¿He?. Pues hoy es lunes.—le respondí intentando recordar la fecha de hoy.—Lunes cuatro de diciembre.—añadí tranquilo.

Lunes cuatro de diciembre, que podría estar pasando hoy... Un momento... ¡Mierda!. Hoy es.

—Dan, hoy es tu cumpleaños.—soltó Oliver interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. Con tristeza y preocupación filtrándose de su tono y rostro.

—Hoy.—solté de forma ausente.

En ese momento ambos permanecimos inmóviles, con un moviendo lento Oliver rebusco en su mochila y luego me extendió una pequeña caja envuelta.

—Lo compre antes.—soltó de forma triste.—Espero te guste Dan, feliz cumpleaños.—añadió intentando regalarme una sonrisa feliz.

Le devolví la sonrisa… O al menos lo intente, y guarde el regalo, podré verlo luego. Sin más ambos nos dispusimos a caminar de forma lenta hasta el instituto, el ambiente se sentía pésimo a nuestro alrededor, ninguno de los dos se animaba a decir algo; hemos estado así desde que mi papá murió, ambos lo perdimos. Para cuando llegamos al instituto aún era temprano, y como se había vuelto costumbre, todas las miradas se posaron en mi, sin una pizca de discreción o compasión, me ven con lástima, o tal vez con asco, aún no lo sé, pero odio que me miren tanto, lo odio… Yo no soy una maldita atracción de circo.

—¿Vamos por unos sándwiches?.—me ofreció Oliver llamando mi atención.

—Bien, vamos.—solté desanimado.

De camino a la cafetería Oliver y yo pudimos hablar, hablamos de las clases, los exámenes, el hecho de que el frío del invierno ya había llegado… Por unos pocos segundos parecía un adolescente normal, por unos pocos segundos quise abrazarla, aferrarme a ella y volver todo a la "normalidad"; pero las miradas que me dieron en la cafetería me hicieron volver a la realidad, mi realidad. Nunca más seré normal.

Nos sentamos en la mesa intentado comer e ignorar las miradas al mismo tiempo, es un hecho, tendré que acostumbrarme a esas miradas, a toda esta situación. Mientras comía un bocado Oliver tosió para llamar mi atención, y luego sin más ladeó su cabeza aún lado; volteé en esa dirección y pude ver a Cam junto a Akira, ambas venían hacía acá, el hecho de que Akira se acerca hizo que mis vellos se erizarán un poco, como si mi cuerpo me alertará de algún peligro, pero en cambio, ver a Cam logro relajarme... Ella es lo único normal que le queda a mi vida, mi pilar.

—Hola Dan.—me saludo Akira manteniendo su distancia y sonriéndome. De forma ¿Pícara?, ¿Lujuriosa?.

—Amor.—me saludo Cam con un tono meloso y sin previo aviso se sentó a mi lado y beso.

Acepte el beso algo sorprendido. También pude escuchar un bufido de parte de Akira, quien se sentó al lado de Oliver mientras que su expresión demostraba tristeza y rabia, mierda. Cam siguió en su papel meloso y dejó su brazo alrededor de mi cintura, yo dejé el mío sobre su cuello y me dispuse a seguir comiendo con mi otra mano.

—¿Como estás Dan?.—me pregunto Akira con un tinte de preocupación en su voz.

En ese momento note como Oliver y Cam le dedicaron una mirada de reproche, la chica solo se encogió de hombros algo avergonzada y suspiro.

—L-lo siento.—se disculpo realmente apenada.

—Estoy mejorando.—respondí su pregunta con calma.

Akira solo me sonrió algo agradecida.

—Feliz cumpleaños.—me susurro Cam contra mi oído y volvió a besarme con amor.

—Gra-gracias.—le respondí sintiéndome algo apenado.

Después de ese pequeño momento peculiar, en el que Akira se notó bastante triste y molesta, y Oliver distante; tuvimos una charla trivial, para distraernos, para alejar todo nuestros malos momento por un rato. Para cuando el timbre sonó Akira y Oliver se retiraron con rapidez a nuestro salón, y cuando estuve por hacer lo mismo que ellos Cam intensificó su agarre.

—Llegaremos tarde.—le señale con una sonrisa de lado y algo confuso.

—Dan.—soltó sin verme y con un rubor apoderándose de sus mejillas.

—¿Qué pasa?.—pregunto más confuso.

—Yo... No pude comprarte lo que quisiera.—me dijo con tristeza.—Pero, quiero regalarte una noche feliz, una noche para que te distraigas.—me ofreció y sentí como su mano soltó mi costado para posarse sobre mi miembro.

—¡Ca-cam!.—la llame alterado en la voz más baja que pude.

—Nadie nos ve, estamos solos.—me señaló y me frotó el miembro por encima de la ropa.—¿Estarás bien con ese regalo?.—me pregunto coqueta y en ese momento alzó su vista.

Al fin pude notar la mirada de Cam, una mirada cargada de deseo y decisión, aunque el sonrojo de sus mejillas contrastaba con toda su expresión lujuriosa. Trague grueso mientras sentía como mi excitación crecía y el calor se apoderaba de mi rostro, ella solo me mostró una sonrisa pícara y luego me besó, mucho más apasionada que antes, dejando que su lengua inspeccionará mi interior.

—Supongo que es un si, te espero en el centro comercial después de clase, tomatito.—me señaló con algo de burla, y sin más se apartó de mi.

¿Qué acaba de pasar?... ¿Esto significa que Cam y yo vamos a?.

—Se nos hará tarde amor.—me replicó aún con burla.

Sacudí mi cabeza para alejar el sonrojo e ideas impuras de mi cabeza y sin más fui con ella.

—¿Me llamaste tomatito?.—le pregunté queriendo sonar molesto. Pero por lo que acababa de pasar mi voz salió aguda.

Cam solo soltó una gran carcajada, luego sonrió y solo asintió con su cabeza. Pude sentir como la sonrisa se dibujo sola en mi rostro y me apresure hasta donde estaba para tomar su mano… Está es la normalidad de la que hablaba, la felicidad que Cam me puede dar. Sin duda ella es un pilar en mi vida. Sin duda alguna es la chica que amo.

                   [———————]

Las clases al fin terminaron, y con rapidez todos abandonaron el salón, solo quedamos Oliver y yo. El pelirrojo se acercó a mí con pasos lentos y se detuvo justo delante de mí.

—¿Vamos por hamburguesas?.—me ofreció tranquilo.

—No Oliver yo.—estaba por decirle la verdad cuando la vergüenza se apoderó de mí cuerpo y sentí el ardor subir hasta mis mejillas.

—¿Tu?.—me pregunto confuso, y de la nada su confusión se volvió una pequeña burla.—¿Tu y Cam?.—se corrigió sonriendo.

—Cállate.—le replique mientras sentía mis mejillas arder.

—No me jodas.— soltó sonriendo.—¿Cuando?.

—Después de clases. Me dijo que fuera al centro comercial.—me di por vencido mientras la vergüenza aumentaba.

—¿Cena y después postre?.—me pregunto con burla.

—Ya.—le respondí arrepintiendo me de habérselo contado.

—Ya no te amargues Dan, disfruta tu día.—me dijo sonriendo y abandonado toda su burla.

—Gracias.—solté y dejé escapar un suspiro.

—Le diré a Rick que te quedarás conmigo.—me señaló la coartada sonriendo y sin más se fue.

Ahora estaba solo, en ese gran salón, con mis mejillas ardiendo por la vergüenza y recordando la atrevida declaración de Cam, mierda... Estoy tan feliz porque esto pasará. Con rapidez tome el regalo de Oliver y lo abrí. ¡Una Nintendo switch!. ¿Como él sabía que quería una?. ¡Esto es jodidamente genial!. Deje la caja sin abrir y con el papel de regalo rasgado de nuevo en mi bolso, y me dispuse a irme.

¡Mierda!, Logré dejar mi bolso en el piso de forma "suave" y sin tanto estruendo para tomar mi cabeza con fuerza, duele, mierda ¡Duele!.

Oscuridad. Aún podía sentir como mi cabeza dolía mientras la oscuridad me rodeaba, me obligué a parpadear un poco para volver en mis sentidos. Me encontraba caminando, aunque mi cuerpo no respondía a mis órdenes, caminaba por si solo, estaba rodeado de gente que se movía de forma rápida, había desde estudiantes a trabajadores y niños recorriendo las calles. Mi cuerpo empezó a moverse un poco más rápido, algo me decía que debía apresurarme; empecé a relajar el paso cuando me encontré totalmente rodeado de personas, no podía hacer nada para esquivarlos, y de la nada sentí como una mano se posó con fuerzas sobre mi hombro, quise voltear, pero entonces sentí algo frío contra mi espalda.

—Si gritas, te mato.—susurro una persona a mi oído sonando, ¿Amenazante?, ¿Lleno de duda?.

¡Mierda!. Pude ver de reojo a mi atacante, o algo así, podía ver su nariz pálida y algo enrojecida en lo más alto, sus ojos que poseían un color ámbar bastante peculiar, y más nada, usaba un tapabocas y una capucha que ocultaba el resto de su rostro. Guarde silencio mientras sentía el cañón de lo que parecía ser una pistola en mi espalda baja.

—Buen chico, sigue caminando.—me susurro algo tranquilo.

—Maldito.—susurre y seguí sus órdenes.

Caminé de forma lenta, en ningún momento el arma se apartó de mi espalda baja, en ningún momento el atacante se dejó ver; fue dándome instrucciones simples a donde ir, hasta que llegamos a un callejón que estaba a unas cuadras del centro comercial.

—Si te das la vuelta, te mato.—me dijo queriendo sonar amenazante. Pero algo de arrepentimiento se filtraba de su voz... ¿Por qué?.

—Toma mi cartera y mi teléfono, déjame en paz.—le pedí con el valor que tenía.

—Si, es malo molestar en días especial.—soltó con el mismo tono de antes.

—¿Qué?.—pregunté confuso.

—Feliz cumpleaños, Dante.—me deseo con un tono ausente.

—¿Co-como sabes eso?.—le grité preocupado.

—Ten tu regalo.—en ese momento el arrepentimiento dominó su voz.

¡Mierda!. Sentí un golpe en mi cabeza, un golpe que en cuestión de segundos nublo por completo mi vista, mierda, como duele... Como due-.

—¡Mierda!.—grité volviendo en mí y sintiendo un dolor punzante detrás de mí cabeza.

¿Quién demonios era esa persona?. Nunca he conocido a alguien de ojos ámbar, esa persona sabe mi nombre, sabe el día de mi cumpleaños, e intento... ¿Qué intento?. No me robo, solo me llevo a un callejón y me, noqueó, supongo, ¿Qué quería de mi?. Mierda, justo cuando mi día estaba pareciendo normal. No, hoy será un día normal, sin importar que, iré con Cam.

De forma rápida salí del instituto y recorrí las calles abarrotadas, hay desde estudiantes a trabajadores e inclusos niños, mierda. Seguí caminando de forma rápida, hasta que me encontré rodeado de un montón de personas, mierda, mierda, ¡Mierda!, Ahí viene. Sentí como una mano se posó con fuerza sobre mi hombro y el cañón frío de un arma contra mi espalda baja, aquí está.

—Si gritas, te mato.—me susurro la persona contra mi oído. Y esta vez note bien su tono, uno lleno de duda y arrepentimiento.

—Suenas muy asustado como para amenazar de muerto.—le replique en forma de susurro y lo vi de reojo.

Nariz pálida y enrojecida en lo más alto, ojos ámbar; tapabocas y capucha para ocultar su identidad, es la misma persona. Sus ojos demostraron toda su duda y una pizca de miedo en ese momento.

—No me obligues.—replicó queriendo sonar amenazante.

—¿Quién eres?.—le pregunté serio.

—¡Camina!.—me ordenó intranquilo y asustado.

Caminé al igual que en la visión, siguiendo sus ahora dudosas indicaciones, ¿Por qué carajos está tan nervioso?. ¿Le tiene miedo al chico que "robara"?. Ambos nos detuvimos en el mismo callejón, y en ese momento, sin darle tiempo de hablar me voltee para verle la cara. Sus ojos ámbar se encontraron con los míos, su mirada se veía cansada, asustada, arrepentida; podía ver una pequeña marca verde que se asomaba por arriba de su tapabocas negro, está persona... Aparenta tener mi edad, su mirada y lo poco que veo de su rostro parece joven, ¿Por qué esta haciendo esto?.

Baje mi mirada y vi las temblorosas manos del chico, portaba un arma, y me estaba apuntando con la misma; con rapidez saque mi arma y le apunte directo a la cabeza, este no pareció sorprendido, tampoco pareció asustado, parecía ansiar el momento en que la bala saliera de mi arma y lo hiciera "descansar"... ¿Qué ocurre con él?.

—¿Quién eres?.—le pregunte sin apartar el arma.

—Mátame.—me pidió con un tono vacío.—Lo merezco.—añadió denotando arrepentimiento.

—No, dime quién eres.—le exigí intranquilo.

—No soy un enemigo.—me señaló y arrojó su arma hacia mi.

—¿Por qué haces esto?.—le pregunté confuso.

—Quiero que esto acabe... Yo quiero que todo esto acabe, y solo tú estás haciendo algo para acabar con esto, Dante Sullivan.—me respondió sin controlar su tono lastimero y temblores.

—¿Quién eres?.—le pregunté mucho más confuso que antes.

—Un aliado.—dijo a secas y dejó caer una carpeta con un montón de papeles.

—¿Qué?.—le pregunté pero no me dio respuestas, huyo dejando su arma atrás.

¿Qué acaba de ocurrir?. ¿Esa era la persona qué me iba a hacer daño?. Parecía un niño asustado, aterrado por la tarea que debía realizar. ¿Quién era esa persona?… ¿Qué quiere que acabe?. Acaso, ¿Es un aliado?. Sacudí mi cabeza alejando todas las ideas y recordando lo que dije antes de dejar el instituto, hoy tendré una noche normal, con Cam, solo para nosotros; me acerque hasta donde estaba el arma y la guarde en mi cintura, junto a la mía, luego tome la carpeta y la dejé caer dentro de mi bolso, mañana será otro día, mañana veré que tendrá esta carpeta, veré si esto es mi salvación o perdición... Pero hoy, hoy seré feliz con Cam.

                   [———————]

Fue un día increíble, Cam me llevo una pizzería del centro comercial y ahí comimos pizza hawaiana, luego nos dedicamos a recorrer el centro comercial, viendo todo tipo de tiendas mientras hablábamos, fuimos al parque, compre helados para ambos; fue un día normal, un día normal en pareja, un día normal con la chica que amo.

Justo ahora caminábamos tomados de la mano mientras que un silencio nos invadía, era un silencio cómodo, ya la noche estaba cayendo así que Cam apresuró el paso y me dediqué a seguirla; después de unos cuantos pasos la chica detuvo su andar de forma brusca, yo frene por mero instinto y la vi algo confuso, un sonrojo tenue se había apoderado de sus mejillas, pero aún así me dedicaba una sonrisa y mirada pícara, aparte mi vista de su rostro sintiendo como el calor pintaba mi propio sonrojo, y voltee a ver el sitio donde nos habíamos detenido. En letra cursiva yacía escrito "El Paraíso", sobre un cartel que descansa al frente de un edificio bastante bonito de color grisáceo y ventanas oscuras… Esto es un motel. Sentí como mis mejillas ardían mientras la vergüenza se apoderaba de mi, ¿Enserio lo haremos?.

—¿Qué pasa tomatito?.—me pregunto coqueta y con una pequeña burla.

—Nada, vamos.—le respondí serio y totalmente avergonzado.

Cam solo soltó una risa divertida y se adentro al edificio, yo dejé escapar un suspiro para relajarme. Pero fue en vano, sigo totalmente avergonzado, y, supongo, que sigo rojo cual tomate. Para cuando entre Cam estaba charlando con la recepcionista, de cabello rubio, ojos azules y piel clara, vistiendo un traje azul, y cuando me acerque a ambas Cam solo soltó otra risita divertida.

—Te estabas tardando, tomatito.—me señaló sonriendo.

—Aquí tiene señorita.— dijo la recepcionista y le entrego las llaves a Cam.

—Vamos Dan, vamos.—me señaló coqueta y apresuró su paso.

Me quedé inmóvil por unos momentos, y Cam se aprovechó de eso; tras cada paso que daba su trasero se balanceaba de un lado a otro. Trague grueso y sentí como una leve excitación crecía, entonces oí como la recepcionista tosió, le dedique una mirada rápida y ella solo ladeó su cabeza hacia un lado, señalaba el pequeño tazón en el que descansaban los preservativos.

—Gra-gracias.—le dije con un hilo de voz debido a la vergüenza y tome unos.

—De nada.—me dijo la recepcionista con una sonrisa amable.

Me sentí algo estúpido por la vergüenza que me impedía caminar bien, así que de forma torpe caminé hasta donde Cam, quien de nuevo rió con algo de burla y abrió la puerta para dejarme pasar.

—¿Muy divertido no?.—le replique una vez adentro y dejé caer mi bolso—donde las armas de fuego descansaban ahora—al piso.

—Demasiado.—soltó ella con burla una vez que entro.

Un pequeño gruñido escapó de mis labios, pero aún podía sentir como la vergüenza hacia arder mis mejillas. Le di una mirada rápida a la habitación que nos habían dado, había una cama grande, se veía realmente cómoda y bien arreglada, a su lado una pequeña mesa de noche, había una pequeña puerta que estaba delante de la cama, parecía que ese era el baño. Luego voltee a ver a Cam, seguía dándome la espalda... Aún "cerraba" la puerta mientras inclinaba su trasero hacia mi, enserio está disfrutando verme así de avergonzado. Ya basta.

—Date la vuelta.—le ordene de forma tranquila y dejé que mi mano descansará en su trasero.

—¿Qué dijiste?.—me pregunto con picardía y dejó caer su bolso de forma lenta inclinando aún más su trasero.

—Que te des la vuelta.—repetí y apreté su trasero. Es suave.

Un pequeño gemido se escapó de su labio, y sin más al fin se dio la vuelta. Su rostro sonrojado seguía contrastando con su expresión lujuriosa, se ve tan jodidamente hermosa.

—¿Te gusto?.—me pregunto con picardía y dejó su mano sobre mi excitado miembro.

Por reflejo volví a apretar su trasero, ella solo sonrió y ahogó otro gemido, abrió su boca lista para soltar otras palabras, pero no la dejaría, no más. Sin previo aviso la bese, deje que mis labios degustarán sus dulces labios, me deje llevar al cielo; sentí como su lengua busco la mía, quería un beso más apasionado, y yo lo ansiaba, la dejé entrar y me deje llevar por ese dulce sabor. Cam se separó y respiro de forma lenta, dejó su frente contra la mía y pude notar como su vista bajo a mis labios.

—Besas tan bien.—me señaló coqueta.

—No es la única cosa que hago bien.—le respondí de forma atrevida.

El sonrojo de Cam creció, por primera vez su expresión dominante y lujuriosa despareció, así que aproveche el momento. Deje ambas manos sobre su trasero y volví a besarla, esta vez yo busqué el contacto, deje que mi lengua recorriera su interior, sentí su dulzura arremetiendo contra mi gusto, también sentí como mi excitación creció y rozo su intimidad por encima de la ropa, así que aproveche y apreté su trasero; un gemido proveniente de la chica deshizo el beso, pero en ningún momento solté su firme pero suave trasero.

—Dante.—me llamo de forma tímida y sonrojada.

—Tomatito.—solté de forma cariñosa.

Moví mis manos a la cintura de Cam y la cargué, la chica ahogo un pequeño gritó y me abrazo tanto con piernas y brazos; yo la calle con un pequeño pero apasionado beso.

—A la cama, quiero más.—me pidió recuperando su lujuria.

—A sus órdenes.—le respondí sonriendo.

Con pasos lentos me dirigí a la cama, sin dejar a Cam sobre el piso en ningún momento, y sin darle descanso a sus dulces labios. La dejé caer con delicadeza sobre la cama y me quedé encima de ella, se ve tan hermosa, sus ojos deseosos, su sonrisa pícara, su gran sonrojo cubriendo sus mejillas, la amo, amo poder estar así con ella.

—¿Ya volviste a ser mi tímido, tomatito?.—me pregunto sonriendo.

Yo solo le sonreí y de nuevo sentí como sus dulces labios arremetieron contra los míos, un beso salvaje pero corto. Cam se separó, me empujó a un lado, me dejó acostado, y sin previo aviso bajo mi pantalón junto a mi ropa interior; de nuevo sentí mis mejillas arder y por mero reflejo tape mi miembro.

—¿Enserio, Dante?.—me pregunto algo burlona y tomó mis manos.—Déjame consentirte.—añadió llena de lujuria.

Con un pequeño temblor generado por la vergüenza aparte mis mano y dejé que Cam viera mi miembro, la chica lamió sus labios y se dedicó a darme pequeñas caricias con sus manos y besarme; varios gemidos se escaparon de mis labios en contra de mi voluntad, se siente fantástico, sus manos cálidas recorren mi miembro, sus dulces labios me dejen húmedo. Dios, se siente tan bien. De la nada se detuvo, dejándome a medio camino y avergonzado, estuve por reclamar, cuando ella dejó su dedo contra sus labios y busco algo en mi bolsillo, el condón. Abrió el envoltorio del preservativo, se llevó el mismo a la boca, y sin previo aviso engulló mi miembro por completo; un gemido se escapó de mis labios al sentir la humedad de su boca, se sintió fabuloso, pero fue solo cuestión de segundos. Cam se apartó teniendo arcadas y tosió.

—Pen-pensé que sería fácil.—me señaló avergonzada y tosiendo.

—Se sintió increíble.—le dije con la mente en blanco.

—Y viene lo mejor.—dijo recuperando su picardía.

Cam se apartó de mi con lentitud, me regaló otra mirada llena de lujuria y sin más empezó a desvestirse. Dejó caer su vestido negro que le llegaba un poco más arriba de la rodilla al piso, me reveló su ropa interior negra de encaje, se quitó su collar dorado que hacía contraste con su piel morena y parecía querer meterse entre sus pechos, y sin más se quitó sus tacones negros; me quedé inmóvil viendo su hermoso cuerpo, viendola así, puedo notar sus pechos, son algo grandes, igual su cadera, es tan jodidamente sexy. Mi erección creció otro poco, y Cam pareció notarlo ya que sonrió; de forma lenta se quitó su sostén y dejó sus grandes pechos rebotar hasta quedar inmóviles, luego me dio la espalda, se inclinó un poco para dejarme una mejor vista de su trasero y se bajó sus bragas, la visión de su trasero solo empeoró mi erección, hasta pude notar como un poco de sus fluidos se deslizaron por sus piernas hasta el piso.

—Mierda, esto es un desastre.—soltó pícara y me señaló sus bragas.—Estan empapadas.—me señaló sonriendo.

—¿Y tú?.—le dije con un poco de burla.

—Eso ya lo sabrás Dan.—me contesto con una sonrisa creciente.

Se subió a la cama una vez más, se quedó de cuclillas sobre mi miembro, con sus piernas extendidas, dándome una buena panorámica de su vagina.

—Dan.—me llamo algo tímida y extiendo sus manos a mi.

—Cam.—le dije avergonzado pero tranquilo y tome sus manos.

—Te amo con todo mi corazón.—me dijo y entrelazó nuestros dedos.

Estuve apunto de responder, pero en ese momento Cam bajo un poco más y sentí el toque de nuestras intimidades, ambos soltamos gemidos algo altos.

—Cam yo.

Intente decirle con calma, pero en ese momento bajo otro poco y pude sentir como su intimidad apretaba la punta de mi miembro, sus manos apretaron con fuerzas las mías y pude ver como unas lágrimas se formaron en sus ojos.

—Te amo, te amo con todo mi corazón.—solté con todo el amor que sentía en mi.

Y por fin mi miembro entro por completo en su intimidad, se siente apretado, maravilloso… Y el gemido de ambos rompió todo el silencio entre nosotros. Vamos a hacerlo.

Continuará...

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Hasta aquí este capítulo, (primera vez que escribo una escena cómo está última, ¿Qué tal?). Si les gusto estrellita y compartir ayuda mucho, y sin más hasta otra amigos.

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