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MEMORIAS DE UNA VIDA PASADA

Capítulo 14

Samantha era valiente, tanto que a veces, ella misma se sorprendía de su propio valor y aunque pocas cosas le asustaban, siempre encontraba la forma de enfrentar su temor.

Al igual que ahora, la sola idea de pensar en lo que podría ocurrirle a Héctor y a ella, tomando en cuenta la situación le aterraba.

-Eres valiente sin duda -dijo Pablo contemplando el arma que tenía en la mano -ni siquiera el filo de este cuchillo logró amedrentarte. Yo usé uno como este hace mucho tiempo ¿Sabes? Fue sencillo...

Recorrió el rostro de Sam con la afilada punta de aquel cuchillo, bajó hasta el cuello y rasgó con este la blusa de Sam, descubriendo unicamente el lado izquierdo de su pecho, detuvo la punzante hoja justo al ras de su escote...

En ese momento, la alarma de alerta sísmica de la ciudad comenzó a sonar y todo el lugar se estremeció de repente, las paredes tronaban, las ventanas se sacudían con violencia y afuera, los desesperados gritos de la gente alteraron aún más el ambiente.

Pablo miró por la ventana y pudo ver el caos desatado en las calles, de pronto, una enorme fisura longitudinal rasgó una de las paredes y supo que debía escapar.

--Es una pena que no te pueda ayudar -dijo con sarcasmo mirando a Samantha -pero me tengo que ir, sin embargo espero que tú te puedas salvar, ¡Aunque atada a esa silla será una tarea compleja!

-¡Desgraciado...! -exclamó Sam cuando Pablo salió del lugar

Pablo corrió por las escaleras lo más rápido que pudo para lograr huir del edificio, pero el movimiento telúrico fracturó la estructura y un pedazo de escombro que cayó del techo lo golpeó en la cabeza dejándolo inconsciente.

Sam, por otra parte, buscó la manera de resguardarse usando el « triángulo de la vida». Cómo pudo se impulsó hacia una pared rompiendo la silla al caer. Se colocó en posición fetal justo a un costado del marco de una puerta usando el muro y el piso para crear el triángulo protector. Samantha sabía que, los Marcos de las puertas comúnmente tienen mayor resistencia durante movimientos sísmicos.

Algunos trozos del edificio comenzaron a romperse, todo el lugar crujía de manera violenta y descontrolada amenazando con colapsar y sepultarla viva entre los escombros, afuera la gente gritaba y de pronto, el muro con vista a la calle se desmoronó junto con una parte del piso y entonces Sam vió la oportunidad para escapar deslizándose a través de una pendiente formada por escombro.
Saltó decidida a salvar su vida y al caer a la planta baja rodó entre los trozos de bloque y metal que habían caído segundos antes.

En medio del polvo producido por el derrumbe y el caos de la gente en la calle, Samantha logró mezclarse. Aprovechó la confusión y buscó la forma de alejarse del lugar.
La adrenalina del momento le había impedido percatarse de los golpes que sufrió al momento de escapar del edificio, un hilo de sangre que recorría su rostro desde la ceja era prueba de ello; fue una fuerte punzada en el brazo derecho producida por un corte lo que la puso al tanto de su estado. Recordó que al momento de deslizarse hacia la planta baja, la punta de una barra metálica la alcanzó, recordó que se golpeó también la cabeza con un trozo de concreto que había en el piso al momento en que rodó.

Anduvo algunas calles, sin rumbo fijo, sin saber a dónde ir, desorientada y aún aturdida por el golpe, solo hasta cuando vió un lugar seguro en un parque se permitió tirarse en el pasto para descansar.
Se sintió mareada y aunque no supo si era por los golpes o algún efecto del reciente sismo, agradeció haber estado tirada en el suelo.


Samuel había mantenido al chico bajo una especie de interrogatorio; podía verlos desde la ventana donde me encontraba, mi atención estaba puesta en la calle, esperando ver a quién yo suponía que era el autor del secuestro de Sam. Hablaban en voz baja, como para mantener al chico con calma, de tanto en tanto, un murmullo me alcanzaba y al mirarlos notaba que ese tal Travis asentía o negaba con la cabeza. No imaginaba de lo que estarían hablado, pero era cosa que no me importaba. En mi mente solo estaba Samantha ¿Dónde estás? Me preguntaba ¿Porqué la intuición no sirve de nada ahora? Comenzaba a ser presa de la desesperación, el deseo de salir corriendo a buscarla se hacía cada vez más fuerte, pero me frenaba de inmediato la razón. Debía ser paciente y esperar a que el plan de Samuel funcionara pero, ¿Y si no era verdad lo que Travis decía? ¿Cómo podríamos tener la seguridad de que nos decía la verdad? Cada minuto sin saber de ella podría ser crucial.

-Héctor... -habló Samuel de pronto acercándose -el muchacho ya habló con su cómplice.

-¿Que le dijo? -me giré de inmediato -¿Cuándo vendrá?

-Tranquilo, cálmate -contestó poniendo su mano en mi hombro -no vendrá hoy aparentemente vendrá mañana después del medio día -explicó Samuel.

-¡Es mentira...! ¿Cómo es que nos hace venir aquí y esperar para luego decir que no vendrá? ¡Está mintiendo Samuel y la vida de Sam está de por medio, lo sabes bien!

-No es así Héctor -continuó Samuel mirándome a los ojos -yo mismo hice la llamada, incluso usé el altavoz para que pudieras escuchar.

Miré a Travis, el miedo en su rostro era evidente, pero no se comparaba con el que podría estar sintiendo Samantha justo ahora y tampoco con el terror que me provocaba la sola idea de perderla de nuevo. Recién la había recordado, tenía vagos y fugaces vestigios sobre ciertos detalles de nuestra vida pasada. Momentos felices en los que nos veía a ambos disfrutando de la mutua compañía, caminando a lo largo del campo tomados de la mano o besándonos en los establos, como dos novios que se apartan de los demás buscando privacidad.

-¿Cómo sabes que no es un plan para mantenernos ocupados? Este tipo, bien podría ser un maldito chivo expiatorio.

-Es verdad -contestó Samuel -pero mira su rostro, está más blanco que un foco, si fuera un chivo expiatorio su semblante sería distinto -explicó Samuel -en lugar de terror, verías una expresión de resignación. Serena tu mente Héctor, sé muy bien que deseas encontrar a Sam de nuevo pero debes mirar dentro de ti, parte de la intuición, consiste en saber mantener la calma.

Cerré los ojos, respiré profundo, exhalé lento. Volví a inhalar, mantuve el aire unos segundos sintiendo mis pulsaciones aceleradas. Solté de nuevo el aire, despacio, sin prisas, casi hasta vaciar mis pulmones. Repetí el proceso unas cuantas veces más y mi mente se calmó, mi ansiedad desapareció, la paz se hizo presente en mi interior y mis ideas se estabilizaron. Abrí los ojos lentamente y descubrí un plano diferente; entendí mejor el plan de Samuel, comprendí que esperar era lo más prudente.

-Supongo que haremos guardia para vigilarlo ¿cierto? -dije señalando con la cabeza a Travis.

-Sinceramente no lo creo necesario -respondió Samuel -pero si eso te hace sentir mejor, montaré la primera guardia.

-Yo lo haré -repliqué mirando de soslayo a Travis -quisiera platicar algunas cosas con él.

-Entonces ordenemos comida, se hace tarde y no acostumbro irme a la cama sin cenar.

Fueron tres hamburguesas de una famosa cadena comercial que encargó Samuel, la entrega fue inmediata y también fue rápida la forma en que terminó su cena y se acostó. Por mi parte me mantuve en silencio, callado, analizando y observando al chico, cada movimiento, cada suspiro, cada mirada que lanzaba de tanto en tanto al vacío...
Era como si en verdad se sintiera arrepentido.

-Dicen que si no aceptas comida cuando estás en medio de una acusación, es porque eres culpable de lo que se te acusa y la culpa te delata al no permitirte tomar lo que se te ofrece -dije rompiendo finalmente el silencio.

Coloqué una silla frente al banco donde estaba y me senté a horcajadas, apoyando mi rostro en el respaldo de esta.

-Soy culpable -dijo de pronto enfocando su atención en mi -nunca dije lo contrario, pero no fue mi idea.

-¿Seguro que no quieres comer? -dije tomando la bolsa de una de las hamburguesas -aún está caliente y el aroma es delicioso.

-No tengo mucho apetito -contestó girando la cabeza hacia la ventana -tú tampoco has probado bocado -replicó sin desviar la mirada -¿También te sientes culpable de algo? -agregó.

-¿Acaso crees que tengo ánimos de comer algo? ¿Cómo podría hacerlo sabiendo que la mujer que amo no está a mi lado? Y todo gracias a ti... ¡A ti y a tu maldito aliado! ¿Que rayos están buscando? Porqué la secuestraron? ¿Qué quieren de nosotros?

-Yo también estoy lejos de la persona que amo ¿Sabes? -dijo de pronto mirándome de nuevo -también deseo estar con él, pero sé y entiendo que eso no volverá a suceder.

-¿A qué te refieres con eso?

Travis dejó salir un suspiro, bajó la cabeza y entrelazó ambas manos, frunció el ceño y entornó la mirada.

-Sin importar lo que pase mañana, sé que no lo volveré a ver. Ya sea porque ustedes decidan matarnos o porque yo elija apartarme de él, sé que no lo veré otra vez o más bien, mañana será la última ocasión en que pueda mirarlo de frente y preguntarle ¿Porqué? -su mirada vidriosa se centró en mi -hay tantas cosas que quisiera preguntarle... Y no sé si nos van permitir aclarar esas dudas que tengo.

-No estoy seguro de cuál sea el desenlace de esto -contesté mirándolo con atención -pero no somos asesinos...

-La situación los obligará a serlo sin siquiera tener oportunidad -replicó.

-Entonces solo él morirá...

-Los matará antes de que lo intenten.

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