MEMORIA DE UNA VIDA PASADA
Capítulo 4
No sabía qué esperar en una conversación abierta con Sam, ella tenia unas ideas tan fijas y ajenas a las mías que me resultaba difícil aceptar esa serie de posibilidades alternas para hacer a un lado las mías, pero tenía claro que debía estar abierto a su forma de ver las cosas aunque eso implicara también hacer a un lado mi fé en la religión.
—¿Realmente estás dispuesto a hablar abiertamente del tema? —preguntó lanzándome una mirada taimada.
—Por supuesto, deseo disipar ciertas dudas —respondí pensativo.
—De acuerdo —contestó dándole un trago a su cerveza—, como ya lo había mencionado antes, no estás preparado para entender o aceptar esta realidad alterna que es muy distinta a la que ya conoces, por eso trataré de explicarte lo más detalladamente posible el tema.
Hace unos momentos te mencioné algo acerca del emblema de la medicina ¿Lo recuerdas? —asentí con la cabeza, atento a lo que estaba por contarme—. Bien, este emblema tiene un significado mucho más profundo.
Sam me explicó que, originalmente se relaciona el emblema de la Medicina al báculo o vara de Asclepio (según la mitología griega) báculo o vara de Esculapio (según la mitología romana).
Asclepio y Esculapio son dos nombres del mismo Dios. Que ha sido tradicionalmente el símbolo de la medicina científica (por lo que los homeópatas no deberían usarla) y consiste en una serpiente entrelazada alrededor de una vara larga y fina con un nudo en el extremo superior. Realmente el símbolo es la combinación de dos elementos que ya en la antigüedad se usaban juntos o por separado: la serpiente y el báculo. El hombre ha relacionado a la serpiente con el rejuvenecimiento (por la muda de la piel, normalmente en primavera), la sabiduría, la fertilidad, la salud y la prosperidad. Sin tener en cuenta aquí la connotación negativa de la serpiente en Adán y Eva.
Ya desde el año 3000 a.C., se denota la importancia de la serpiente asociándola con la estrella Alpha Draconis de la constelación Draco (dragón = serpiente con alas), que para algunos era la estrella Polar y para otros la estrella Thuban. En cualquier caso, muy importante, entre otras cosas, para guiarse y situarse cartográficamente. Hacia el 1600 a.C., los cretenses rendían culto a la Diosa minoica de las Serpientes en el Palacio de Cnosos y le atribuían propiedades curativas. Hay quién dice que no era una diosa y era la representación de una sacerdotisa. Todo viene de los descubrimientos arqueológicos de Arthur Evans en 1903. Diosa de las serpientes, 1600 a.C. (Museo arqueológico de Heraclión) los egipcios adoraban a la Diosa Renenutet a quién representaban como serpiente y, también, le atribuían propiedades curativas o a la Diosa Wadjet (Uadyet), que podía transformarse en serpiente y era la Diosa protectora del Bajo Egipto, que junto con la Diosa Nejbet (Nekhebet), protectora del Alto Egipto, formaban parte de la nomenclatura real de los faraones con el título de «Las Dos Señoras». Ambas figuraban en la frente de los faraones (Ureus), como diosas protectoras, como se aprecia en la imagen de Tutankamón.
Resumiendo, el reptil entre los egipcios era símbolo de sabiduría, inmortalidad, fortaleza y protección, misma que se representa en la máscara mortuoria de Tutankamón con el Ureus arriba (1327 a.C.).
Muchas religiones históricas han rendido culto a la serpiente y le han conferido poderes curativos, siendo símbolo de la Perfección y Sabiduría divinas, y representando siempre la Regeneración psíquica y la Inmortalidad.
Así por ejemplo, en Babilonia se rendía culto a la pitón.
Los indios de América del Norte rindieron tributo a la serpiente de cascabel.
Los aztecas y los mayas, a la serpiente emplumada.
Los indios del Amazonas a la anaconda.
Los budistas a la cobra, etc.
Hay multitud de similitudes en la historia de la serpiente con elementos de vida como el cordón umbilical... pero como decía aquel, eso es otra historia y además no me quiero enrollar. El báculo o la vara, es de ciprés, árbol considerado sagrado por su longevidad, lo que originó que se le llamara «árbol de la vida» Es el símbolo por excelencia de la profesión médica.
Sin embargo, existe una versión extra que pocos o casi nadie conoce. Se dice que son dos serpientes y juntas representan la forma de nuestro ADN, obviamente por el significado que tiene la serpiente.
El báculo o la vara en el medio representa la divinidad o se atribuye al símbolo de la realeza, lo cual nos dice que somos hijos de un rey.
Nuestro origen divino nos permite realizar cosas inimaginables y en nuestra genética tenemos la capacidad de ser libres espiritual y físicamente, el único detalle es que nos han prohibido creer que eso sea posible. Desde el principio de la conquista se nos obligó a olvidarlo, pero en nuestro interior se encuentra la clave para descubrir la verdad.
Cuando mueres, la mayor parte de tus memorias se pierden, solo algunas sensaciones de los momentos más significativos en esta vida son los que viajan contigo y que, al momento de renacer te resultan familiares cuando vives una situación similar a la de tu otra vida.
—¿Algo así como una ventana al pasado? —pregunté tratando de comprender.
—¡Exacto! —respondió de inmediato—. En tu caso, no te es posible recordar tantas cosas como yo, debido a que tu alma no es del todo ambigua —continúo diciendo después de aclarar la garganta—. Tu viaje a través del Tao recién ha comenzado, por eso tienes ciertos vestigios o vagos recuerdos de algunos eventos.
»A diferencia de ti, yo estoy en mi última vida terrenal, una vez que ambos abandonemos este plano existencial, en esta vida y con estos cuerpos, sólo tú volverás a vivir, en otro tiempo, quizá en un par de siglos, en otro continente y con un cuerpo diferente, los saltos del espíritu en el tiempo son impredecibles.«
»En nuestra vida pasada yo tenía la misión de explicarte todo esto, pero eran tiempos difíciles y la iglesia tenía un tremendo poder sobre la humanidad. El catolicismo era tan fuerte que implicaba un riesgo enorme desafiarlo con un tema diferente a la religión.«
—Háblame de eso —le dije mirándola atento—,¿cómo fue nuestra vida pasada? ¿Cómo nos conocimos y cómo fue nuestra muerte?
—Eso fue lindo —respondió con un brillo en los ojos y sonriendo con ternura, al mismo tiempo en que su rostro se ruborizaba.
—Cuéntame, quiero saberlo todo —supliqué tomándole ambas manos.
—Yo vivía en una hacienda que había heredado de mis padres —dijo después de darle un trago a su cerveza, la depositó en el suelo y entornó la mirada, tratando de concentrarse—. Cuando ellos murieron, había pocos empleados en la hacienda, pero suficientes para mantener en orden la propiedad.
»El jardín estaba repleto de plantas que mi madre adoraba y el campo de cultivo era adornado por flores de campo que crecen cuando no trabajas una tierra fértil. Cuando el conflicto estalló, no me preocupé, pues todo el terreno y la hacienda misma estaban resguardados por enormes muros de piedra que se alzaban casi a tres metros de altura, haciendo complicada la tarea de saltar por encima de ellos; nos sentíamos seguros, pero por precaución nos hicimos con algo de armamento.
No tardaron en llegar personas en busca de refugio, mujeres y niños en su mayoría, quienes habían perdido a padres, esposos, hijos y hermanos en la guerra.«
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