MEMORIA DE UNA VIDA PASADA
PRÓLOGO
La mente es un universo infinitamente extenso, por completo desconocido para quién intenta comprender los misterios que oculta, si a esto agregamos seis complementos que aumentan el poder del cerebro humano, tendremos acceso a un plano de existencia ajeno y distinto al que ahora conocemos.
Un espacio que solo algunos, con la debida dedicación logran alcanzar. Un lugar en donde ni la iglesia ni la ciencia pueden entrar, no existen reglas, sólo la conciencia y es esta misma la que nos puede mostrar la verdad de nuestra existencia.
Las antigüas civilizaciones poseían un amplio conocimiento sobre esto y por esta razón, la inquisición condenó todo acto ajeno a la religión, relacionando las costumbres prehispánicas con actos satánicos, logrando que el rico legado de conocimiento universal que debimos heredar de los Mayas, Aztecas y Mexicas se perdiera.
¿Quién extraña lo que no conoce?
Hace poco más de cinco siglos, los nativos en México dejaron de sentir orgullo; sus hijos y los hijos de sus hijos jamás se enteraron que sus abuelos habían construido una civilización impresionante…
Hoy, quinientos años después de la llegada de aquellos hombres que poseían una extraña forma de ver el mundo, los mexicanos comienzan a descubrir cosas que un sistema deficiente omitió en los libros de texto. Hoy se sabe que los Olmecas descubrieron el proceso de vulcanización tres mil quinientos años antes que Charles Goodyear, que Teotihuacán fue más grande que la Roma imperial, que Texcoco fue una capital cultural del mundo Nahua, una ciudad similar a Atenas para los griegos, se sabe que Tenochtitlan contaba con setecientos mil habitantes, es decir, era diez y seis veces más grande que Sevilla en aquel entonces, también se sabe que la educación entre los Nahuas comenzaba desde la niñez y que era obligatoria, pública y universal, al contrario de los europeos, que sólo educaban a los niños de la nobleza, sabemos el día de hoy que los Mayas edificaron observatorios y que diseñaron el único calendario de Venus en la antigüedad y que en la ciudad de Ek Balam fundaron las escuelas de pintura más importantes de su cultura, se sabe que los Wixarika y los Raramuri aprendieron a conectar su corazón y su pensamiento con la tierra y su esencia, gracias a las plantas de poder y que evitaban las enfermedades físicas sanando la mente primero…
Sabemos tanto que hoy es posible dejar atrás esa creencia de que los europeos descubrieron un continente y que además lo civilizaron, porque como pueden apreciar, la civilización aquí ya existía, pero era algo que los europeos no tenían la capacidad de entender.
En la actualidad, la iglesia continúa con la misma labor de hace siglos cuando existía la inquisición e hicieron creer al mundo que desapareció, con la diferencia de que ahora sumaba a un poderoso aliado igual o quizá aún más peligroso que la inquisición misma, ambos con el firme propósito de mantener a la humanidad dormida, mentalmente sometida y, el dios que se nos ha enseñado que puede ayudarnos, podría no ser el que esperamos…
MEMORIAS DE UNA VIDA PASADA
Capitulo 1
No sabía que me esperaría esa tarde, ni siquiera me lo imaginaba; la miré justo cuando bajé del autobús, sentada bajo la sombra de un árbol en una banca del pequeño parque por el que solía pasar para llegar a mi casa.
Era una tarde como cualquier otra: los niños jugaban y corrían a lo largo de la acera, las mismas personas paseaban a sus mascotas, los vendedores de dulces, como siempre se ubicaban cada uno en una, de las esquinas del parque.
Las palomas se disputaban las migajas de pan que a diario el mismo anciano les arrojaba, solo para ver a su pequeño nieto pérseguirlas; todo transcurría relativamente igual, con la única diferencia de que ahora ella esperaba mi llegada.
Me sorprendió mucho verla con ese vestido blanco con claveles bordados, el cabello atado en una cola, las enormes gafas de sol con armazón blanca y un carterón negro que tenía a un costado suyo.
Sonrío al mirarme y mis nervios se dispararon al igual que los de un chiquillo de secundaria al ver a la niña que le gusta, caminaba lento hacia ella fingiendo no percatarme de su presencia.
Siempre la había visto de camino al trabajo y casi siempre de regreso, aunque por alguna razón sentía que la conocía, nunca me atreví a hablarle, era extraña esa sensación de haberla visto antes, en otro sitio, en otro tiempo quizá… como cuando conoces a una persona y luego dejas de verla, hasta que un buen día, después de mucho tiempo sin imaginarlo, la vuelves a encontrar y te alegras de verle.
Era así, desde ese primer día cuando cambié de empleo y la vi por primera vez, esa sensación me invadía por completo.
—Es bueno verte de nuevo —dijo de pronto al pasar a lado suyo para evitar que pasara de largo.
—Pero si nos vemos a diario —respondí girándome hacía ella—, a menos que lo digas por lo de esta mañana, en la que al parecer, te tomaste el día libre y no nos vimos como de costumbre —agregué al tiempo en que me sentaba en el otro extremo de la banca.
Me sorprendió sentir inmediatamente una extraña conexión con ella. Me transmitió una enorme confianza y, de nuevo ese sentimiento de conocerla de antes se intensificó, me miró por encima de esas enormes gafas oscuras, pero era una mirada distinta, a las demás, tanto que no sabría cómo explicar.
—Veo que no tienes idea de quién soy —dijo de pronto levantándo un poco su falda—. ¿Lo notas? —preguntó señalando una mancha en su pierna derecha, con un tono ligeramente más oscuro que el color de su piel.
—¿Qué intentas decirme? —pregunté intrigado.
—Sería demasiado increíble si te lo cuento así de directo —respondió con una amable sonrisa.
—¿Contarme que? —inquirí—. Hablas como si nos hubiéramos conocido antes.
—Por ahora puedo decir que tú tienes una igual en el costado izquierdo, justo arriba de la cintura, tengo otra justo aquí —dijo señalando otra marca en su cuello.
—Sólo son manchas de nacimiento —repliqué un tanto exasperado—, no le veo nada de peculiar.
—Ese mi estimado amigo, es el motivo por el cual no me creerías si te contara todo lo que éstas marcas significan —contestó con un tono de decepción mientras se levantaba de la banca—. Esas “simples marcas” como tú las llamas, son la prueba tangible de que ambos nos conocemos de otro tiempo.
Tomó su carterón y antes de marcharse, se detuvo frente a mi, se inclinó ligeramente y me besó justo en la comisura de los labios… pude verla alejarse por toda la avenida mientras me debatía entre alcanzarla o dejarla partir. Vagamente dejé de escuchar el sonido de sus tacones que llevaban un ritmo pausado, intenté reaccionar y correr para alcanzarla, pero era tarde, el tiempo había decidido por mi, corrí tres o cuatro calles buscándola pero aquella misteriosa y cautivante mujer había desaparecido.
De regreso a mi apartamento, me fue imposible evitar a la comunicativa de mi vecina, quién al verme desde su ventana agitó la mano a modo de saludo.
—¡Llega tarde vecino! —exclamó con una leve sonrisa.
—Demasiado tráfico —dije devolviendo la sonrisa sin mucho afán.
Entré a mi departamento y de inmediato tomé la última cerveza que había en el refrigerador, me dejé caer en el sillón y le di un trago enorme, cerré los ojos y recliné la cabeza hacia atrás. Volví a visualizar en mi mente la imagen de esa mujer; tenía que recordar dónde la había visto, de dónde me conocía.
Pensé en mi antiguo empleo, quizá de pronto por ahí surgía una cara conocida, en todas y cada una de las personas que conocí, luego en el anterior… abrí los ojos y caminé a la recámara, pensé en mi niñez, alguna vieja amiga de la escuela, después en mi adolescencia, posiblemente se trataba de una exnovia, por la forma en que me besó, podría tratarse también de alguna vieja conquista. Repasé toda mi vida y casi a todas las personas que recordaba en ella tratando de averiguar la identidad de esa mujer, pero nada, no había ningún vestigio o recuerdo de ella en mi pasado.
El resto de la tarde me dediqué a analizar las palabras de esa mujer. Nada de lo que me dijo parecía tener sentido, pero lo que me resultó aún más desconcertante, fue ese beso… tan atrevido y distante a la vez; pudo besarme directo en los labios pero no lo hizo, tan extraña y atractiva al mismo tiempo, una mujer casi de ensueño que me hizo recordar una canción de rock famosa de los años 70’S.
Al día siguiente, abordé el autobús como de costumbre e inconscientemente busqué entre las filas de los asientos ese rostro que veía cada mañana, mismo que me sonrió en cuanto nuestras miradas se cruzaron, caminé lento hacia su lugar observándola con atención, llevaba el cabello suelto está vez, usaba una blusa escotada y una falda, ambas de color negro.
—Siéntate, no muerdo —dijo cuando llegué hasta su lugar.
Me senté suavemente a su lado y percibí de inmediato el olor de su perfume: un delicioso aroma a miel que trajo a mi mente imágenes que de alguna manera me resultaban familiares, pude ver cómo una especie de recuerdo muy vago, una enorme hacienda de color blanco con un enorme jardín plagado de flores, un establo con hermosos caballos garañones, una fuente en el medio del patio y… a través de un enorme ventanal en el segundo piso, la difuminada silueta de una mujer que me hizo estremecer repentinamente.
—Relájate —dijo sonriendo divertida trayéndome de vuelta a la realidad—. Estas muy tenso, soy Samantha —agregó con simpatía. Extendió su mano a modo de saludo y al estrecharla, me generó una sensación de paz y tranquilidad.
—Me llamo Héctor —contesté mirándola a los ojos—. Tengo veintisiete años y trabajo en un laboratorio —agregué.
Durante esa semana nos estuvimos conociendo, hablando acerca de nuestros gustos, hábitos y planes a futuro, la siguiente semana comenzamos a platicar de todo un poco y de nada en particular, temas iban y venían, al igual que las risas y carcajadas que de tanto en tanto, hacían sobresaltar a uno que otro pasajero.
—¿Y qué opinión tienes acerca de la reencarnación? —preguntó un día, así sin más.
—No lo sé —respondí un tanto desconcertado—, no eh dedicado mucho tiempo a pensar en ello —expliqué, luego de notar la mirada inquisitiva de Sam—. ¿Qué opinas tú?
—Yo sí creo —afirmó de inmediato—. Así como también en todo lo relacionado a este tema.
Sam parecía una chica lista, además de su escultural figura cubierta por esa piel canela y aquellos atrapantes ojos color café claro que me tenían idiotizado, me desconcertaba el hecho de que tuviera tanta seguridad en típicos temas de conspiración y ficción; siempre había visto ese tipo de videos en la red, pero obviamente como lo que son, contenido de entretenimiento.
—¿Por qué crees tanto en esto? —pregunté curioso.
—Porque es un tema real —respondió con seguridad—, ¿tú por qué crees en Dios? —preguntó arqueando una ceja, divertida—, jamás lo has visto, y sin embargo tienes una firme convicción de su existencia —continuó diciendo—. Existen pruebas de que somos algo más que solo simples mortales, solo que… —hizo una pausa, miró por encima de los asientos como para comprobar que nadie más escuchaba nuestra conversación—. La iglesia aprovechó el poder que tuvo sobre la humanidad hace 500 años y se encargó de disipar y ocultar todas las claras e irrefutables pruebas que pudieran desquebrajar el pequeño plan que comenzaban a armar —decía a modo de susurro, acercándose a mí lo más posible para evitar que alguien más escuchara nuestra platica—. La santa inquisición se encargó de eso —dijo con un ligero aire de misterio—, en el momento en que perseguían y condenaban la brujería, aprovechaban para eliminar todo rastro de cualquier cultura, ciencia o práctica que no fuera el catolicismo.
Cuando el ejército Español conquistó y “civilizó” a los diferentes pueblos y tribus, la iglesia llevó la religión como un bálsamo para todas las víctimas de la guerra.
—Es una teoría bastante posible —concedí un tanto pensativo—, pero todavía no me das ninguna prueba de las que hablaste —agregué curioso.
—Es algo confuso y difícil de explicar, mucho más entender —contestó—, pero desde niños nos han contado acerca de lo que ocurrió hace siglos, en cada libro, cada materia, en cada festejo se habla siempre de lo mismo, pero nunca se habla del amor al prójimo, del respeto a la naturaleza y sobre todo, de las inmensas propiedades que podemos encontrar en ella y sus plantas curativas. Todos éramos uno hasta que la raza nos desconectó, la religión nos separó la política nos dividió y el dinero nos clasificó.
Se dice que nuestro cuerpo es un templo y esto se debe a que, en nuestro ADN existen genes ajenos a este mundo y la prueba está en el emblema de la medicina, ¿sabes cuál es? —preguntó de pronto para comprobar mi atención.
—Por supuesto —respondí mirándola a los ojos—, son las serpientes entrelazadas a una vara.
—¡Exacto! —exclamó de súbito—. Pero esa rama como tú la llamas, en realidad es la representación de un cetro real —continuó diciendo en un tono más elevado, ocasionando que la atención de algunos se centrara en nosotros—. Esto ya no puedo contártelo en público —agregó modulando un poco el volúmen de su voz—, será mejor vernos este próximo fin de semana después del trabajo, así podré contarte todo más a detalle.
—Me parece que será lo más prudente —concedí mirando de soslayo a quienes nos observaban intrigados.
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