preface
[VINDA ROSIER]
Cuando Leonora Grindelwald nació las flores se marchitaron, las aves no aparecieron volaron los cuervos y en lugar del cielo en el amanecer fue el cielo nublado e incluso una tormenta cayó.
A Vinda Rosier le encantaba contarle esa historia a su hija de era tan solo una niña, y por más que pensaran que alguien de esa edad se asustaría, Leonora no lo hacía se emocionaba.
Lo que Vinda Rosier no le contaba era sobre la historia que escuchó cuando nació su hija. Que era un presagio de la muerte, se asustaba, se alteraba, era su única hija y su más grande tesoro.
Por más que creyeran que una mujer fuerte y sin corazón, Vinda lo tuvo. Se enamoró al instante de su hija tan solo tenerla en sus brazos y ella la protegería de todos.
La primera vez que Leonora presagió la muerte, fue la de su madre cuando era una niña, se asustaba y tenía pesadillas, Vinda la calmaba, pero en el fondo estaba asustada.
— Han seguido los rumores, Gellert — habló Vinda cuando todos se fueron de la reunión.
— No importan los rumores, Vinda. Leonora es la heredera.
— Hablan que nuestra hija — murmuró Vinda. — Dicen que está maldita — recordó Vinda.
Tanto Gellert como Vinda habían escuchado a una mujer predecir que Leonora Grindelwald era mujer destinada a ser una Banshee, algo que no le agradaba del todo a Vinda, en cambio, Gellert estaba encantado su hija sería aún más temida.
Hace poco uno de sus aliados lastimó a Leonora provocando que tuviera su primer encuentro con la muerte, ella gritó, pero no murió. Sino fue aquel hombre que terminó muriendo a manos de Gellert Grindelwald.
Mientras hablaban, los dos escucharon un grito, el grito de Leonora.
No era un llanto, un berrinche o algún grito de dolor.
Era su lado Banshee hablando.
— ¡Leonora!
Vinda y Gellert salieron del despacho encontrándose rodearos por miembros de la Orden, Albus Dumbledore incluido.
— Buenas noches Vinda, Gellert — saludó el hombre.
— Albus — susurró Gellert. — Supongo que no es una visita de amigos.
— Al contrario, venimos por ambos — señaló a Vinda.
— Sobre mi cadaver.
La pelea comenzó, Vinda no iba a dejar que le alejaran de su hija, la niña dejó de gritar y eso asustó a su madre.
Vinda logró desarmar a Queenie Goldstein, dirigiéndose a las escaleras para buscar a su hija en la habitación, se preocupaba por su pequeña. La mujer se detuvo al ver a su hija en los brazos de Tina Goldstein.
— Aleja tus manos de mi hija — gruño Vinda.
— Al igual que tú seré madre — señaló su vientre. — Debes rendirte Vinda, tal vez encontremos alguna forma de que estés con tu hija.
— ¿En Azkaban? Jamás.
Vinda levantó su varita para atacar a Tina, pero no pudo hacerlo un hechizo golpeó con ella.
Fue Theseus Scamander quien logró desarmar a Vinda Rosier.
Bajo los ojos de la propia Leonora quien lloraba y gritaba.
Ahora entendían que el grito de Leonora era anunciando la muerte de su propia madre.
Una muerte que la dejó marcada.
— Prométeme que cuidarás de mi hija — hablo Gellert mirando a Albus mientras Tina cargaba a Leonora.
— La cuidare como si fuera mía. — prometió Albus.
Leonora Grindelwald no dejó de llorar bajo los brazos de Tina Goldstein, fue extraño que al ser cargada por Theseus Scamander esta dejara de llorar, el asesino de su madre se convirtió en el hombre que la calmó.
Vaya que la vida de Theseus no podía ponerse más complicada, y menos si contaba que su prometida se encontraba embarazada de su primer hijo. Criar a la hija del mago oscuro de aquella época no estaba en sus planes.
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