Capitulo uno
CAPÍTULO UNO
CARTA MISTERIOSA
La pierna de James subía y bajaba constantemente debido al nerviosismo apoderándose en sus sistema.
El profesor Albus Dumbledore pidió una reunión con urgencia para todos los de la Orden del Fénix, una reunión en Cabeza de Puerco.
Lily sostenía en brazos al pequeño Harry que estaba dormido en sus brazos, no tenían con quien dejarlo, al igual que Alice y Frank a sus espaldas que cargaban a su hijo.
— ¿Cuánto tardará el viejo en llegar desde Hogwarts hasta acá? — pregunto Sirius cansado de estar mirando el piso.
— No seas grosero — regaño Remus.
— Solo decía — murmuró Black. — La ultima misión fue hace dos horas y me duelen demasiado los pies como para seguir de pie.
— Deja de quejarte, Canuto — regaño James.
La puerta se abrió dejando ver al profesor Dumbledore quien no tenía una buena expresión en su rostro.
Nadie tenía una buena expresión con la guerra que tenía en sus espaldas.
— Me temo que no tengo buenas noticias — comenzó a hablar el profesor.
— ¿Cuándo ha tenido buenas noticias, profesor? Desde que recuerdo no nos ha dado más que miedo y ganas de escondernos debajo de la mesa.
Remus nuevamente golpeó a Sirius por sus comentarios nada positivos en la reunión.
El Black hizo una mueca por el golpe que su amigo le dio.
— Me temo que he escuchado una profecía sobre uno niño — murmuro Dumbledore ignorando las ocurrencias de Sirius, no era momento de ponerse a discutir sobre los momentos buenos dentro de una guerra. — Habla de un bebé nacido de aquellos que han desafiado por más de tres veces al señor Tenebroso.
Los ojos de Albus cayeron hacia los Potter, Lily se aferró a Harry abrazándolo con firmeza debido al pánico que se apoderó de ella. Alice y Frank suspiraron aliviados al escuchar las palabras del director, mientras que James abrazaba a Lily que comenzó a sollozar al escuchar las malas noticias.
— No habrá alguna forma de librarnos, profesor — intentó Lily en buscar una respuesta. — Harry, es sólo un niño. Nuestro niño.
El hombre negó con la cabeza al ver los ojos llorosos de la joven nacida de Muggles.
Los hermanos Prewett acompañaron a Alice y Frank de regreso a casa, para asegurarse de que llegaran a salvo en su escondite.
Dumbledore cruzó sus manos sobre la pequeña mesa que estaba en el escritorio.
Soltó un suspiro sabiendo que se estaba metiendo en un asunto bastante complicado.
La puerta se abrió nuevamente dejando entrar a Altemir Scamander, hijo de Newt.
— ¿Qué hace aquí el chico dorado? — cuestionó Sirius en un susurro mirando a Remus. — Hasta donde recuerdo, Altemir había maldecido a todos en la última misión que tuvimos juntos.
— Si supiera te diría — respondió Remus. — Y te maldijo a ti, no a los demás.
— Es lo mismo, Lunático.
Altemir se acercó hacia Dumbledore entregándole un pequeño sobre que estuvo cuidando con sumo cuidado desde que salió de casa.
— Lamentó la demora, profesor — se disculpó Scamander. — El tío Theseus no quería decirle a papá la dirección conmigo cerca, y mamá tuvo que enviarme a cuidar las criaturas de la casa.
Dumbledore leyó el sobre con cuidado.
— Hay una chica que puede ayudar a detener al señor Tenebroso — explicó Dumbledore con cautela. — Pero ha estado escondida desde que tiene trece años. Es difícil encontrar su paradero y solo algunos lo saben, el joven Scamander tuvo que traer las condiciones del atajo. El camino solo se aparece a aquellos que tienen intenciones puras.
— Todo esto suena como si estuviéramos hablando de un mito — habló Sirius. — Es bastante extraño.
— Deje decirle señor Black, que la chica que estamos buscando posee habilidades peculiares, que no pueden explicarse en este momento. Alguien debe ir a buscarla.
Los miembros de la Orden escuchaban con atención las palabras del director.
— Iré yo — dijo James con valor. — Tengo que ir por mi familia.
— No tan rápido, señor Potter — lo detuvo el director. — El trabajo está asignado hacia el señor Black.
— ¡¿Sirius?! — gritó Altemir.
— ¡¿Yo?! — pregunto Sirius sorprendido. — ¿Por qué yo? Manden a otro que quiera morir.
Remus nuevamente se golpeó el rostro al escuchar a su amigo decir tonterías, no sabía como es que tanta cosa podría salir de la boca de un animago.
— Si señor Black, usted — habló Dumbledore mirando al mencionado. — Está tarea está dirigida a usted, debe traer a la chica antes de que la luna sangrienta aparezca, tiene dos meses para esta tarea. Solo recuerde que aquel de corazón puro puede llegar al camino.
Black tomó el trozo de papel que Dumbledore extendía. Nada había escrito.
— ¿Es una broma, verdad? — habló burlándose. — Este papel no tiene nada.
— Solo alguien con buenos deseos le aparece el mapa — recordó Altemir. — Este chico es un tonto, debo ir yo.
— Es tarea de Sirius, y es la última palabra.
Altemir hizo una mueca estaba claro que no compartía los mismos pensamientos que el
Director del colegio.
— Profesor — hablo Lily rompiendo la nube de mal humor. — ¿Cuál es el nombre de la chica?
Albus sabía que ella seguía siendo un misterio para todos, pero debía decirlo.
— Leonora.
El ceño de Altemir se frunció, sentía que lo había escuchado antes, pero no recordaba en donde.
Sirius intentó recordarlo también, pero sin éxito alguno. Debía de buscar a una chica misteriosa que ayudaría a sus amigos a no morir.
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