✦ 𝟎𝟎𝟐. the witch among us
𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐬. la bruja entre nosotros
LA DESAPARICIÓN DE RUE FINNEGAN HABÍA SACUDIDO PORT TOWNSEND UNA FRÍA TARDE DE OTOÑO. Las calles, adornadas con una gama de colores anaranjados y amarillos, brillaban bajo un cielo gris en pleno octubre, creando la postal ideal de un pintoresco pueblo. Aquella tarde, la pequeña Rue regresaba de la escuela en su bicicleta, emocionada por prepararse para celebrar otra noche de brujas con su hermano Alexander. Sin embargo, lo que parecía un trayecto familiar que había recorrido miles de veces, se convirtió de repente en un misterio insondable.
Para algunos, Rue simplemente se había extraviado en el camino a casa, una explicación que no convencía a sus padres, quienes sabían que eso no podía ser cierto. Otros sugerían que había tenido un accidente con su bicicleta, pero esa teoría fue rápidamente descartada, ya que alguien tendría que haber presenciado el incidente. Esto solo sirvió para llevar el caso de vuelta al punto de partida, sin pistas, sin teorías, y sin sospechosos.
El rumor se propagó rápidamente por el pequeño pueblo, apuntando a los padres de Rue como los posibles culpables y esparciendo la idea de que la niña no había desaparecido, sino que había encontrado un final aún más trágico. La desesperación de sus padres, inicialmente recibida con compasión, pronto se volvió objeto de escrutinio. Cada acción, cada palabra, era analizada con sospecha, y la gente comenzó a señalarlos como responsables.
Con el tiempo, el caso se desvaneció en la memoria colectiva, opacado por el peso de los días. La imagen de la pequeña Rue se desdibujó, convirtiéndose en un simple rostro sin nombre en los carteles que colgaban de los postes de luz, un recordatorio doloroso de una vida interrumpida y un misterio que nunca se resolvió.
──Dawn ──la voz de Seraphine interrumpió sus pensamientos. Dawn levantó la vista de su celular y le dirigió la mirada sobresaltada, mientras al mismo tiempo, bloqueaba la pantalla de su celular──. Agradecería que no te distrajeras en el trabajo.
La suave luz exterior que ingresaba por las ventanas del local y el incienso, que perfumaba el aire, generaban un entorno acogedor y relajante como cada día dentro de la tienda. En los momentos de ocio, cuando ningún cliente ingresaba a la tienda, Dawn aprovechaba para tomar asiento en el mostrador leyendo algún libro que había captado su atención o asegurándose de que el inventario estuviera en orden. Sin embargo, en aquella ocasión, Dawn se encontraba con su celular en mano, leyendo un artículo sobre la misteriosa desaparición de Rue Finnegan.
──Lo lamento, Seraphine ──se disculpó la castaña. Seraphine inclinó la cabeza ligeramente, como si pudiera ver a través de la mirada distraída de Dawn.
──Tenemos mucho que hacer, hay que organizar las cartas del tarot y preparar las velas para la próxima lectura ──Dawn asintió, aunque algo en el pedido de Seraphine le pareció extraño.
──Pero... ──comenzó──. Se supone que no puedo tocar las cartas y mucho menos entrar al Santuario.
──Hoy es un día diferente... ──respondió Seraphine con una sonrisa ladeada, sus largas uñas pasando por el vidrio del mostrador con delicadeza. De repente, la mujer volvió a mirarla──. Una cosa más, ¿Invitaste a alguien ayer al departamento?
Dawn la observó, pero por el rabillo del ojo, notó algo que la hizo tensarse: la silueta de Alexander emergió entre las estanterías, justo detrás del hombro de Seraphine.
La luz tenue de una lámpara de pie improvisada y el resplandor azul de la televisión encendida bañan la habitación en sombras suaves. Dawn, se mantenía sentada en el borde de su cama, la televisión con el noticiero de fondo había quedado completamente en el olvido. Sus manos descansan en su regazo, tensas, como si intentara asimilar la situación que la rodeaba. Cualquiera que ingresara en la habitación, podría verla sentada con la mirada perdida en la nada misma. Sin embargo, frente a ella, un joven de cabello castaño la observaba con una sonrisa ladeada.
Su presencia serena pero carismática le brindó un instante de seguridad a Dawn. El castaño estaba ligeramente inclinado hacia adelante, con los codos apoyados en las rodillas, observando a Dawn en silencio. El único sonido es el murmullo de la televisión, que proyecta imágenes que ninguno de los dos está viendo.
──Supongo que no soy exactamente el compañero de cuarto que imaginabas, ¿verdad? ──habló el castaño rompiendo el silencio. Dawn estaba segura de que aquella voz se escuchaba con completa claridad en coincidencia con el joven frente a ella.
Dawn se estremeció ligeramente al escucharlo hablar, como si hubiera olvidado que no estaba sola. Un ligero escalofrío la recorrió, aunque no era un sentimiento de temor, sino que parecía ser parte del repentino cambio de temperatura en la habitación. La mirada de Dawn reflejaba una mezcla de incredulidad y confusión. Sin embargo, aunque parecía el escenario más irreal del mundo, Dawn decidió responder.
──No puedo decir que esperaba tener siquiera un compañero ──hizo una pausa──. Tampoco creo ser la compañera de cuarto más normal.
Alexander sonrió de lado, un gesto cálido pero con un matiz de melancolía. Su apariencia etérea parece más real que nunca en ese momento, como si estuviera tratando de conectarse con ella en un nivel más profundo. Por dentro, un sentimiento de calidez que hacia tiempo no sentía abrazó su corazón o al menos, el lugar donde solía latir.
──Sí, bueno ──Alexander inclinó ligeramente la cabeza── Tampoco hablar con fantasmas suele estar en la lista de cosas normales.
Alexander apartó la mirada, sus manos en su regazo con cierto nerviosismo. Sin apartar la mirada de él, Dawn lo observó con detenimiento, como si intentara descifrar quién era o el motivo de su presencia. Siempre había creído que los fantasmas eran figuras que pocas veces podían hacerse presentes. Sin embargo, aquel joven frente a ella parecía de lo más real, como si tan sólo pudiera extender su mano y tocarlo.
──Tal vez no... ──Dawn suspiró pasando sus manos por su rostro, creyendo que su propia imaginación le estaba jugando una mala pasada──. No sé qué es más extraño: que estés aquí o que no me asuste tanto como debería.
Alexander le mantuvo la mirada, con un sentimiento de comprensión.
──Bueno... siendo completamente honesto, ni siquiera estaba seguro si podrías verme... ──comentó el castaño──. Llevo meses deseando que alguien pueda escucharme siquiera.
Dawn parpadeó, sorprendida por las palabras que resonaban en su mente. Si nadie había sido capaz de verlo antes, ¿por qué ella era la primera persona con la que Alexander podía comunicarse? Aunque era consciente del poder que emanaba de la tienda situada bajo su departamento, le resultaba desconcertante que fuera ella, y no Madame Seraphine, quien tuviera una conexión tan fuerte con él. Después de todo, Seraphine era la más experimentada en las artes místicas y debería haber sido la primera en percibirlo.
──¿Por qué estás aquí...?
Alexander la miró fijamente, inclinándose ligeramente hacia atrás. Por un instante, Dawn contuvo la respiración, temiendo que su cuerpo etéreo se desvaneciera al apoyarse en la pared detrás de la cama.
──Supuse que serías la única persona que podría ayudarme ──una sonrisa melancólica apareció en sus labios──. Esa niña... realmente sigue con vida.
DAWN PODÍA VER COMO SERAPHINE ESPERABA UNA RESPUESTA DE SU PARTE, PERO LAS PALABRAS SE LE ESCAPABAN. Dawn aún no tenía claro lo que había sucedido la noche anterior, y la presencia de Alexander solo incrementaba su nerviosismo. Intentando mantener la compostura, apartó la mirada de Alexander y se giró hacia Seraphine. Su rostro se suavizó de inmediato, intentando disimular la inquietud que sentía y restarle importancia a la situación.
──Yo sólo... estaba viendo las noticias.
Seraphine asintió, dejando que una sonrisa apenas perceptible curvara sus labios, como si ocultara un secreto que Dawn aún no lograba entender.
──Necesito el Santuario listo antes de las tres de la tarde ──le recordó la mujer, antes de comenzar a apartarse del mostrador.
Dawn asintió, luchando por mantener una sonrisa que amenazaba con desbordarse en sus labios. Sin embargo, la silueta de Alexander aún de pie por el rabillo de su ojo le hizo recordar que la conversación no había terminado. Los ojos de Alexander se clavaron en los de Dawn, y por un breve instante, se desviaron hacia Seraphine, como si estuviera instándola a seguir con la conversación antes de que ella se alejara.
──Seraphine... ──articuló Dawn con cautela──. ¿Alguna vez escuchaste sobre la desaparición de una pequeña llamada Rue Finnegan?
Madame Seraphine se tensó por un instante, deteniendo su andar. Su rostro se endureció apenas perceptiblemente, pero Dawn no dejó de notar la sutil reacción. Aunque Seraphine se esforzó por mantener la compostura, el cambio en su expresión era innegable. Dawn permaneció en silencio, dudando si debía insistir en el tema después de la repentina reacción de Seraphine. La frialdad en la mirada de Seraphine se cruzó con la de Dawn, creando una tensión palpable en el aire.
Por un momento, Dawn se arrepintió de la pregunta. Su corazón latía con fuerza, pero no podía retroceder ahora. Sentía la mirada de Alexander aún sobre ella, una presencia silenciosa y expectante. Simplemente, no podía ignorarlo.
Seraphine no respondió de inmediato. Parecía debatirse internamente, sus ojos oscuros escrutando a Dawn como si intentara decidir cuánto podía confiar en ella. Finalmente, su expresión se suavizó ligeramente, pero la distancia seguía allí, una barrera invisible pero infranqueable.
──Rue Finnegan... ──susurró, como si aquel nombre estuviera prohibido──. Dawn, deberías estar más preocupada por tú trabajo que por una niña que desapareció hace más de una década.
──Yo lo sé, es sólo que... leí algo sobre ella y me preguntaba si...
──Dawn ──el tono de voz de Seraphine escaló hasta un punto de autoridad que la hizo estremecer, al mismo tiempo que golpeaba el suelo con su bastón──. Rue Finnegan fue una niña desafortunada. Nadie sabe lo que sucedió. Su historia está llena de tristeza y misterio, pero te aconsejo que no te involucres en asuntos que no comprendes completamente ──suspirando, la mujer hizo una pequeña pausa, la frialdad de su mirada siendo dejada de lado──. Ahora, necesito que regreses al trabajo.
Dawn asintió lentamente, pero no podía evitar sentir que algo no está bien. Mientras Seraphine se alejaba hacia la parte trasera de la tienda, la castaña se quedó inmóvil en el lugar dejando escapar un suspiro resignado. El aire parecía más pesado de lo normal, y una leve sensación de inquietud se instaló en su pecho. Un escalofrío la recorrió cuando Alexander se acercó hasta el mostrador, su mirada siguiendo la silueta de Seraphine hasta que ésta se perdió en el Santuario.
──Eso no salió nada bien.
Dawn se quedó en silencio, con los labios apretados, observando a Alexander. El fantasma tenía una expresión de preocupación, aunque su naturaleza etérea no le permitía mostrarlo por completo.
──No, no salió bien... ──murmuró Dawn, sintiendo el peso de las palabras de Seraphine resonar en su mente──. Hay algo que no entiendo. ¿Por qué una pequeña que desapareció hace más de diez años tendría conexión con Becky Aspen?
──No lo sé... tal vez sea solo una coincidencia ──respondió Alexander, su voz sonando casual, pero con un matiz de evasión que pasó desapercibido para Dawn.
──Alex, tú me dijiste que le preguntara sobre Rue ──Dawn hizo una pausa, buscando en los ojos de Alexander alguna señal de que compartiera su preocupación.
──Creí que Seraphine podría saber algo que nos ayudara ──dijo Alexander con cierto tono de frustración. Suspirando, el castaño volvió a dirigirle la mirada──. Cuando yo estaba con vida... la desaparición de Rue sacudió Port Townsend. Todo el pueblo empezó a sospechar de su familia y algunos creían que Madame Seraphine tenía relación con el caso.
──¿Seraphine...? ──preguntó Dawn con curiosidad──. ¿Ella estaba en Port Townsend cuando Rue desapareció?
Alexander asintió.
Dawn sintió un nudo en el estómago al escuchar la confirmación de Alexander. Su mirada se dirigió instintivamente hacia el Santuario, donde Seraphine había desaparecido momentos antes. Las palabras de Alexander flotaban en su mente, creando un enigma que no podía ignorar.
──Entonces... si Seraphine estaba aquí, ¿por qué nunca lo mencionó? ──Dawn murmuró más para sí misma que para Alexander. Algo en la actitud de Seraphine, la manera en que había cerrado el tema con tanta brusquedad, despertaba en ella una sensación de desconfianza.
──Quizá porque no quiere que nadie indague en el pasado ──sugirió Alexander, acercándose un poco más, su presencia etérea apenas perceptible──. Rue no fue la única niña que desapareció en ese tiempo.
Dawn levantó la vista rápidamente, sus ojos se abrieron un poco más al escuchar esa revelación.
──¿Qué...? ¿Hubo más desapariciones?
Alexander asintió lentamente, su expresión se tornó más sombría.
──Sí, pero la historia se quedó enterrada junto con ellas. Los rumores y las sospechas nunca llegaron a ningún lado... y Rue se convirtió en el símbolo de esas tragedias ──Alexander hizo una pausa──. Cuando Seraphine llegó al pueblo, la gente ya estaba aterrorizada. Algunos la consideraron una bruja... otros pensaron que había venido para proteger a los niños. Nadie supo realmente qué pensar.
Dawn sintió un escalofrío recorrerle la espalda, como si una sombra helada la hubiese tocado. Por un instante, su mente se llenó de imágenes vívidas de la pequeña Rue: una niña de cabello castaño oscuro, con una sonrisa alegre que parecía iluminar todo a su alrededor. Pero junto a esa imagen inocente, surgieron también rostros de otras niñas, cuyos destinos se habían perdido en la oscuridad, niñas que nunca fueron encontradas.
──Dawn, ¡Dawn! ──Alexander levantó el tono de voz, mientras la observaba con preocupación──. ¿Estás bien...?
La castaña asintió, aunque un nudo de angustia comenzó a formarse en su garganta, como si algo oscuro y pesado se apoderara de ella. De repente, sintió que la energía del lugar intentaba arrastrarla hacia el suelo, haciéndola sentir cada vez más diminuta e indefensa. Un escalofrío recorrió su espalda, impulsado por un temor profundo que emergió de la nada. Tan rápido como esa sensación la envolvió, así de rápido se desvaneció, dejándola desconcertada y vulnerable.
La campanita de la puerta tintineó suavemente, interrumpiendo el silencio de la tienda, y Dawn giró rápidamente hacia la entrada. La puerta se abrió con un crujido sutil, revelando la figura de un nuevo cliente que entraba, envolviendo la tienda con una corriente de aire fresco. Dawn trató de componer su expresión con una sonrisa amable, pero el miedo persistía en sus ojos.
──B-bienvenida al Oráculo, ¿En qué puedo ayudarla? ──preguntó Dawn, intentando sonar profesional mientras luchaba por mantener su compostura.
La mujer sonrió levemente, recorriendo con la mirada la tienda antes de que sus ojos verdes se encontraran con los de Dawn.
──Estaba buscando un libro de Lunología ──dijo la mujer con una voz suave.
──Claro, déjeme ayudarla a buscarlo ──Dawn le dedicó una última mirada discreta a Alexander, y tomando una bocada de aire se apartó del mostrador para dirigirse a la sección de libros.
──Dawn... ──Alexander habló con un tono casi suplicante. La castaña, sin embargo, lo miró brevemente antes de señalarle con la mirada que necesitaba un momento para concentrarse en su trabajo. Con un suspiro de resignación, Alexander se quedó frente al mostrador. Sin embargo, para cuando Dawn regresó, Alexander ya no se encontraba en la tienda.
COMO CADA DÍA DESDE QUE COMENZÓ A TRABAJAR EN LA TIENDA, DAWN SE ENCONTRABA SOLA, TERMINANDO DE LIMPIAR EL LUGAR EN COMPLETO SILENCIO. Al fondo, en el Santuario, Madame Seraphine atendía al último cliente del día. Dawn no dejaba de preguntarse por qué Seraphine, en esta ocasión, le había permitido a ella preparar el Santuario para la próxima lectura, algo que normalmente no le permitía hacer. Sin embargo, también se mantenía alerta, pues temía ser sorprendida nuevamente por Alexander.
Dawn tomó un par de cajas y se alejó del mostrador para acomodar algunos libros en uno de los estantes de la tienda. El suave aroma a palo santo e incienso impregnaba el aire, creando una atmósfera cálida y relajante. De repente, el silencio se vio interrumpido por el suave tintineo de la campanita en la puerta, señalando la entrada de alguien. Una adolescente de cabello castaño rojizo y rizado entró con cautela, sus ojos recorriendo cada rincón de la tienda mientras murmuraba algo en voz baja, como si estuviera conversando con alguien invisible para los ojos de Dawn.
──¡Hola, bienvenida al Oráculo! ¿Puedo ayudarte en algo? ──Dawn se acercó al mostrador, cerca de la entrada, con una sonrisa amable.
──Oh, Hola... ──saludó la joven, un poco sorprendida──. Estaba buscando a la señora o señorita Seraphine... He oído que es la mejor clarividente del pueblo.
Dawn la observó con cautela, notando cómo la joven sonreía en un intento por parecer amable y relajada, aunque su mente parecía estar en otra parte. De repente, dos adolescentes atravesaron la puerta de la tienda sin abrirla, pasando directamente a través de ella. El inesperado suceso asustó brevemente a Dawn, quien, tratando de disimular, fingió no haber visto nada. Recuperando la compostura, centró su atención en la joven frente a ella y le devolvió la sonrisa.
──Um, Madame Seraphine está actualmente en una sesión de tarot ──dijo, sin poder evitar desviar su mirada por una milésima de segundo a los dos jóvenes detrás de la chica──. Puedes... puedes esperarla aquí o volver más tarde si prefieres.
«Tranquila, Dawn... Probablemente es sólo tú imaginación. Esos dos chicos no atravesaron la puerta como dos fantasmas...», pensó en un intento de calmar sus pensamientos.
──Wow ──dijo uno de los chicos de tez blanca y cabello castaño oscuro, con una sonrisa burlona──, este lugar es exactamente tan espeluznante como pensé que sería.
──Yo pienso que es genial ──le respondió el otro joven con una sonrisa mientras recorría la tienda con su mirada.
«Esta bien... tranquila Dawn», aseguró internamente mientras apartaba su mirada, intentando reafirmarse que ellos no estaban ahí y que no los había escuchado.
──Esta bien ──la interrumpió la joven, observando con disimulo sobre su hombro a los dos adolescentes fantasmas detrás de ella que ya están caminando por la tienda──. Puedo esperar entonces.
──Perfecto ──Dawn asiente con una leve sonrisa, mientras por el rabillo del ojo observa a los dos chicos que han entrado en la tienda mirando con curiosidad a su alrededor.
──¿Cuánto... cuánto duran las sesiones? ──preguntó la joven de cabello enrulado de repente.
Detrás de ella, Edwin y Charles observaban la tienda con atención. Edwin lucía particularmente aburrido, mientras que Charles mostraba un interés genuino, como si la idea de una lectura de tarot le resultara intrigante. Sin embargo, al notar la mirada crítica de Edwin, se contuvo. Charles dio un paso al frente, curioso por examinar más de cerca algunos de los artículos en exhibición, pero Edwin lo detuvo de inmediato, agarrándolo por la parte trasera de la chaqueta y empujándolo hacia atrás. Charles soltó un ligero resoplido antes de ajustar la mochila que colgaba de uno de sus hombros.
Dawn se acercó al mostrador, organizando algunos objetos dispersos y dejando un libro sobre la superficie antes de dirigirle una mirada a Crystal. Aunque podía ver claramente a los dos fantasmas detrás de ella por el rabillo del ojo, observando la tienda con curiosidad, fingió una vez más que no podía verlos.
«Tranquila, Dawn... no hay fantasmas en la tienda, es solo tu imaginación», se repitió internamente antes de responderle a Crystal.
──Bueno... depende. Por lo general, no dura más de media hora. Aunque a veces, depende del cliente ──respondió Dawn, con amabilidad.
──Claro... ──asintió la joven, volteando disimuladamente a ver sobre su hombro a los dos jóvenes a sus espaldas.
──Pregúntale si sabe algo de la desaparición de Becky Aspen ──Dawn quiso ignorar el comentario del joven de cabello casi azabache. Su vestimenta le daba la impresión de haber quedado atrapado en el tiempo, aunque no podía saber con claridad en qué época precisamente.
Dawn bajó la mirada, fingiendo estar concentrada en otra cosa justo cuando Crystal volvió a dirigirle una mirada inquisitiva. Por dentro, su mente era un torbellino de dudas. ¿Acaso esa chica también podía oírlos? ¿Cómo era posible que ella misma pudiera escucharlos en primer lugar? Nada de lo que estaba ocurriendo parecía tener sentido.
──¿Y tú eres...? ¿Eres... eres la asistente de madame Seraphine?
──Eso no fue lo que dije... ──murmuró el joven detrás de Crystal con cierta irritabilidad, al mismo tiempo que Dawn volvía a levantar la mirada.
──Um... sí, mi nombre es Dawn ──dijo con una sonrisa amistosa. Detrás de Crystal, podía ver como el otro fantasma tomaba una baraja de cartas de tarot y la observa con detenimiento.
Dawn tuvo que morderse la lengua para no pedirle a Charles que dejara de tocar las cosas de la tienda. Él sostenía una caja de cartas del tarot entre sus manos, examinándola con curiosidad. Sin embargo, justo cuando empezó a abrirla, Edwin le dio un suave golpe en la mano, advirtiéndole con la mirada que no causara más problemas. Charles puso los ojos en blanco antes de dejar con desgana la caja de cartas sobre la mesa. Su mirada vagó por la habitación hasta detenerse, de repente, en Dawn. Por un breve instante, Charles la observó con intensidad, como si, por primera vez, ella pudiera realmente percibir su presencia.
──Un placer conocerte, Dawn ──sonrió la joven, llamando nuevamente su atención──. Mi nombre es Crystal.
La mirada de Dawn se cruza con la de Charles por un breve instante, sin embargo, cuando Edwin se da cuenta de esto, Dawn aparta la mirada para volver a mirar a Crystal con una sonrisa.
──Entonces... ¿eres nueva en Port Townsend? ──preguntó Dawn, apartando la mirada nuevamente del dúo de fantasmas para regresar a su trabajo.
Detrás de ellos, Edwin observa Dawn con una mezcla de curiosidad y cautela. Por alguna razón que no logra comprender del todo, sintió que quizá ella era capaz de percibir su presencia, así como la de Charles, aunque ambos se mantenían apartados de la conversación.
──Puede vernos... ──murmuró Edwin sin apartar la mirada de Dawn, quien parece distraída hablando con Crystal.
──Ehh si... ──respondió Crystal, distraída un momento por el comentario de Edwin──. De hecho, llegué hoy.
──Buen momento para venir a Port Townsend.
──Sí... escuché lo de la pequeña ──continuó Crystal──. ¿Becky? La niña que desapareció hace unos días... ¿Creo que has oído hablar de ella?
Dawn sintió un ligero escalofrío al escuchar el nombre de Becky. Deteniendo su trabajo, la joven regresó al mostrador donde Crystal seguía de pie, sintiendo la mirada de los dos fantasmas sobre ella, siguiendo cada uno de sus movimientos.
──Sí... ──suspiró──. Es realmente una tragedia. ¿Cómo puede desaparecer una niña de esa manera? ──agregó con evidente frustración en su voz. Desde que escuchó la noticia, ella misma no lograba comprender qué le había pasado a la pequeña.
──Es terrible ──Crystal asiente con la cabeza en señal de comprensión──. Y es peor que nadie sepa nada sobre lo que pudo haberle pasado.
──Sólo pregúntale, Crystal ──volvió a hablar Edwin, impaciente.
──Edwin ──murmuró Crystal entre dientes, mirándolo con enojo. Dawn podía escuchar la pequeña conversación a sus espaldas. Sin embargo, antes de poder decir algo, Crystal agregó: ──Lo siento, estoy un poco... estresada en éste momento.
Crystal echó un vistazo por encima del hombro una vez más, en dirección a Edwin y Charles. Este último había descubierto una exhibición de cristales y ahora sostenía un grupo de cuarzos en la palma de su mano, observando fascinado cómo la luz se refractaba en los bordes afilados, creando destellos que iluminaban sus ojos con curiosidad.
──Han estado hablando durante quince minutos y no tenemos nada.
──Hey ──Charles llamó la atención de Edwin──. Sólo se paciente, no podemos simplemente preguntarle como si nada.
Dawn suspiró, frustrada, mientras intentaba ignorar la presencia de los dos fantasmas que se cernían detrás de Crystal, con sus voces cargadas de un marcado acento británico. Nunca había sido particularmente sensible a este tipo de apariciones, y aún no entendía por qué podía verlos. Decidió, entonces, fingir que solo veía a Crystal, enfocándose exclusivamente en ella.
──Lo entiendo ──dijo con comprensión──. De hecho, yo también soy nueva en la ciudad,. Todo lo que sé es que la policía no tiene un culpable y ninguna pista clara.
──Pero, seguramente Madame Seraphine debe saber algo... ──dijo Crystal con un pequeño tono de urgencia y curiosidad en su voz.
──¡Por supuesto que ella sabe algo! ──dijo Edwin, levantando el tono de voz──. Ella es una bruja, obviamente debe saber algo.
──Me refiero ──interrumpió Crystal indirectamente──. Ella sólo desapareció, es como si simplemente se hubiera esfumado...
──O fue secuestrada, por una bruja ──volvió a hablar Edwin, cruzándose de brazos. Charles le propinó un suave golpe en el brazo, para que dejara de interrumpir.
Crystal lo miró con severidad ante su tono descortés, consciente de que Dawn no había dicho nada que justificara tal respuesta. De hecho, ni siquiera había aportado información alguna que pudiera interpretarse de esa manera. Suspirando con frustración, Dawn intentó ignorar las constantes acusaciones de Edwin contra Seraphine. Sin embargo, su persistencia la llevó al límite, y en un arranque de enojo, golpeó con fuerza un libro sobre el mostrador, haciendo eco en el ambiente y captando la atención de los tres presentes.
──¡Ella no es una bruja! ¿Y podrías dejar eso? ──dijo mirando a Edwin y Charles, pidiéndole con la mirada a éste último que dejara los cristales y cuarzos en su lugar.
La tienda quedó envuelta nuevamente en un pesado silencio. Crystal permanecía allí, con el ceño fruncido, claramente confundida, mientras Edwin y Charles miraban a Dawn con los ojos muy abiertos, sumidos en un estado de absoluto asombro. Ninguno de los dos comprendía cómo ella podía verlos. Charles, en particular, comenzó a mostrar una expresión de culpabilidad, y sin decir una palabra, dejó con cuidado el grupo de cristales que sostenía de vuelta en la estantería.
──¿Cómo es que...? ──comenzó a preguntar Crystal, pero se detuvo cuando Charles de repente habló mirando a Dawn.
──¿Puedes... puedes vernos? ──preguntó el castaño un poco inseguro. A su lado, Edwin parecía completamente sorprendido, pero mantenía una sonrisa en sus labios.
──Sabía que podía vernos.
──¡Por supuesto que puedo verlos! También puedo escuchar sus acusaciones y preguntas ──dijo Dawn, todavía con algo de fastidio en su voz, ahora mirando a los tres presentes.
──¿Eres una especie de vidente...? ──preguntó Crystal con evidente confusión, observando detenidamente a Dawn. Sin embargo, la castaña negó con la cabeza.
Edwin, por el contrario, parecía encontrar la situación tremendamente divertida. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. Con pasos tranquilos, se acercó al mostrador y, al llegar, apoyó las manos sobre la superficie, inclinándose hacia adelante con una expresión de interés en su mirada.
──Fascinante ──dijo, con un dejo de sarcasmo en su voz──, Pensé que solo los médiums o las personas con 'poderes especiales' ──dice, formando comillas en el aire con sus dedos──, podrían vernos.
──Bueno, no soy especial, así que me temo que tu teoría se viene abajo ──respondió Dawn, ahora mirando a Edwin a los ojos. Ella puede escuchar el sarcasmo en su voz.
──Supongo que no. Eres solo una persona normal y aburrida que puede ver a los muertos. No hay nada especial en eso ──dijo Edwin secamente, su tono destilando sarcasmo──. Tal vez no seas especial, pero ciertamente eres extraña ──dice sin rodeos──. Y un poco molesta también.
Crystal observa a ambos, intentando procesar lo que ocurre a su alrededor, pero su confusión es palpable. Por otro lado, Charles fija su mirada en Dawn con una mezcla de curiosidad y admiración en su expresión. Sin decir nada, da un paso al frente, luciendo más intrigado que molesto, y se une a Edwin en el mostrador.
──Bueno... Edwin tiene razón ──dijo, mirando a Dawn a los ojos── Poder vernos y oírnos... eso no todo el mundo puede hacerlo.
──Bueno, no tengo todas las respuestas ──dijo ella, mirándolo──. ¿Qué trae a dos fantasmas como ustedes y una médium a un pueblo como Port Townsend?
Charles miró a Edwin, quien todavía mantiene una molesta sonrisa en su rostro.
──Nosotros... uh... ──Charles piensa por un momento, tratando de buscar una respuesta──. ¿Estamos de visita...? ──responde, escuchándose más confundido de sus propias palabras.
Edwin lo mira con una mueca de incredulidad.
──Bien, Charles. Estamos visitando un pueblo cualquiera en medio de la nada. Eso sí que es creíble.
Charles lanzó una mirada rápida a Edwin, Dawn ni siquiera se había creído aquella respuesta, sonando evidentemente a una excusa barata. Edwin se mantuvo en silencio, observando a Dawn con atención, como si estuviera evaluándola detenidamente.
──Bueno... en realidad, somos detectives ──dijo Charles con un ligero sentido de orgullo y confianza──. Los detectives difuntos más talentosos que existen, en realidad.
Edwin puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír un poco ante el intento de Charles de elogiar a ambos y el trabajo que realizan.
──¿Fantasmas que... resuelven casos? ──preguntó Dawn un poco confundida mirando a ambos. Puede ver como Charles sonríe emocionado ante la pregunta, mientras Edwin continúa observándola seriamente, pero un poco más relajado.
──Genial ¿Verdad? Resolvemos misterios, apariciones fantasmales. Prácticamente cualquier cosa relacionada con lo paranormal o los muertos.
──Claro... ──dijo Dawn, todavía confundida──. Miren, quisiera ayudarlos pero tengo trabajo que hacer y no puedo encargarme de esto ahora mismo...
Suspirando, Dawn se apartó del mostrador con intención de alejarse para continuar con su trabajo. Su mente estaba llena de preguntas, especialmente cómo era posible que pudiera ver a otros fantasmas además de Alexander. Creía que aquello había sido un evento aislado, pero el hecho de poder ver a dos fantasmas más, empezaba a perder todo sentido de lógica.
──Creemos que una bruja tiene algo que ver con la desaparición de Becky ──dijo Crystal, deteniendo a Dawn. Edwin y Charles se giraron abruptamente para mirarla con reprimenda.
──¿Qué...? ¿Por qué piensan eso...? ──preguntó Dawn con escepticismo, un poco cautelosa ante la declaración de Crystal.
──Bueno... Mis dones me permiten sentir éste tipo de cosas, y tengo la sensación de que la desaparición de esta niña puede estar influenciada por la magia y que ella... todavía está viva...
──¿Y ustedes creen que Madame Seraphine podría ser esa bruja? ──preguntó Dawn volteando a ver a los tres presentes.
Edwin y Charles permanecen en silencio, pero su mutismo solo refuerza la sospecha de que ambos creen que Madame Seraphine está involucrada. Charles luce inseguro, sus ojos esquivan el contacto visual, mientras que Edwin mantiene una expresión severa e imperturbable, como si nada pudiera hacerle cambiar de opinión.
──Creo absolutamente que ella podría ser responsable de la desaparición de Becky ──respondió Edwin, con una confianza absoluta.
──Técnicamente... ella es una bruja... ──agregó Crystal con cautela.
──Ella no es una bruja. Nunca le haría daño a una niña tampoco ──insistió Dawn, pasando su mirada por los tres presentes, como si quiere convencerlos de algo.
──¿De verdad crees en alguien que se hace llamar psíquica y hace adivinación y todas esas otras tonterías? ──Edwin pregunta con cierto tono de sarcasmo. Aunque Dawn se queda en silencio, dudosa de sus propias palabras.
──Edwin, quizá deberíamos...
──Tú solo trabajas para ella, pero la verdad es que no sabemos de qué es realmente capaz esta Serafina o Seraphine, o como sea que se llame.
──¿Por qué haría algo así cuando intentó ayudar a la policía? ──preguntó Dawn hipotéticamente, mirando a Edwin. Ella sabe que Seraphine intentó ayudar a la policía, pero por alguna razón no pudo averiguar nada sobre Becky.
──Claro, intentó ayudar ── dijo, volviendo a hacer comillas con sus dedos──. Pero ¿Cómo se las arregla una autoproclamada psíquica para no saber nada cuando supuestamente tiene la capacidad de ver este tipo de cosas?
La acusación de Edwin terminó por enfadar a Dawn. Ella misma había visto como, el hecho de no haber podido ser de ayuda para encontrar a Becky, le había dado una mala reputación a Seraphine con el resto de la gente. Pero se negaba a pensar que ella siquiera estuviera involucrada en la desaparición de la pequeña.
──Tal vez deberíamos irnos... ──sugirió Crystal al ver la reacción de Dawn, comenzando a caminar hasta la puerta──. Becky está en peligro y no podemos perder más tiempo.
──Crystal tiene razón, Edwin ──Charles miró a su amigo, quien no apartaba la mirada de Dawn──. Puede que haya una niña pequeña en peligro y no podemos perder más tiempo.
Sin decir una palabra, Edwin giró dramáticamente sobre sus talones, dirigiéndose hacia la puerta con pasos decididos. Charles levantó la mirada en dirección a Dawn en una señal de disculpa antes de seguir a Edwin, ambos avanzando hacia la salida. Dawn suspiró al verlos partir, sintiendo el alivio momentáneo. Sin embargo, justo cuando regresó al mostrador, Charles reapareció inesperadamente en la tienda, sobresaltándola por un instante. Dawn maldijo por lo bajo y suspiró, viendo a Charles acercarse al mostrador.
──¿Ustedes hacen eso a menudo? ──preguntó con sarcasmo mirando al castaño.
──Lo lamento... ──Charles se detuvo frente al mostrador soltando una risita nerviosa, rascándose la nuca tímidamente──. Tenemos la costumbre de ir y venir cuando nos da la gana sin que nadie lo note.
Dawn asintió, una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
──Lo siento por lo que dijo ──habló en tono de disculpa──. Edwin puede ser un poco... intenso a veces. Y solo quería pedir disculpas si te ofendimos. Entiendo que acusar a alguien que conoces de bruja puede ser demasiado extremo.
Dawn sonrió un poco, agradecida por sus palabras. Incluso sin conocerlos, podía entender la necesidad de resolver éste caso, sobre todo cuando, como bien le habían dicho, aquello era su trabajo, y estaban desesperados por encontrar respuestas.
──Está bien... Entiendo que quieran resolver este caso si a eso se dedican ──ella miró a Charles a los ojos, comprensiva.
Dawn asintió con una pequeña sonrisa, entendiendo sus intenciones y la gravedad del caso. Charles le devolvió la sonrisa, agradecido por su comprensión. Había esperado que ella entendiera sus intenciones, incluso si Edwin podía haber resultado un poco brusco en su interrogatorio. En medio del silencio, sus miradas vuelven a cruzarse y Dawn puede ver la determinación en la mirada de Charles, así como una disculpa silenciosa.
Luego de unos segundos, Charles se aclara la garganta y mira hacia abajo por un momento, sin saber qué decir. Después de un momento, finalmente rompe el silencio.
──¿Puedo preguntarte algo? ──dijo suavemente, encontrando su mirada de nuevo con la de Dawn.
──Claro, prefiero que tú hagas las preguntas. Siempre y cuando no sean acusaciones directas, en ese caso, te pediré que te retires ──respondió Dawn, indicándole la puerta. Charles negó, un poco divertido por el comentario.
──Cuando mencionamos a Seraphine antes ──comenzó lentamente, mirándola fijamente──, parecías tomarlo un poco en serio. Realmente no crees que ella podría tener algo que ver con la desaparición de Becky, ¿verdad?
──Charles... ──ella suspiró, apartando la mirada resignada──. Quizá no llevo mucho tiempo en Port Townsend, pero sé que Seraphine jamás haría algo así. Además, esto no es la primera vez que pasa...
──Espera... ¿No es la primera vez que pasa? ──preguntó Charles, su voz cargada de curiosidad y algo de preocupación.
Dawn se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre sus propias palabras. No era la primera vez que sucedía. Las palabras de Alexander resonaron en su mente, como un eco persistente. Alzando lentamente la mirada, sus ojos se encontraron con los de Charles nuevamente, quien la observaba buscando en su expresión alguna respuesta o señal.
──Ha habido otras desapariciones anteriormente... ──murmuró, antes de hacer una breve pausa. Luego de unos segundos, agregó: ──. Creo que sé quien puede saber algo sobre la desaparición de Becky.
GIULY AL HABLA. . .
AAAAAAAAAAAAAAAAA SEGUNDO CAPÍTULO AMORES VAAMAAAA💜 Me encuentro con sentimientos diferidos porque amo esta historia, pero supe que Netflix decidió cancelar la serie después de la primer temporada, ya nada debería sorprenderme pero bueno, me entristeció el hecho de que no veremos más de estos personajes.
Sin embargo, me emociona poder desarrollar éste fic como me plazca, así que veremos de darle un final decente. Les agradezco mucho por el apoyo que me han estado brindando, así que espero que les siga gustando la historia ❤️🌌
Les agradezco de antemano por los votos y comentarios que gusten dejar 💜👻💀 Las amodoro amores! Nos leemos prontito.
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