♫ Bucle Infinito ♥
♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫
Nota de la autora
El capitulo de la historia va dedicado a Gerardo (espero que todo vaya bien con la Aira de la vida real de la que hablamos en el grupo). El fanart que acompaña este capítulo es uno más de Vanilla_Pokie.. Mil gracias <3
♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫
Aira
—¿Siempre sueles comer solo?
Después de calmarse, Rodrigo le ofreció invitarle unos snacks o unos sandwiches para comer. Cuando él se había acercado a la cocina para prepararle algo, las tripas de Aira sonaron, recordándole que no había comido nada desde la mañana, porque desde el aviso de Xico, había ido rápidamente a su casa para cambiarse e ir a su departamento para visitarlo. De este modo, ella le preguntó si podría ofrecerle algo más, por lo que él recordó que tenía sopa instantánea y enlatados de diversos preparados. Finalmente, optó por una sopa de camarones y el enlatado de frijoles con arroz.
Luego de servirle, Aira había comido en un santiamén la sopa, y ya se encontraba engullendo su almuerzo, cuando le dio la sensación de que Rodrigo parecía estar muy bien abastecido en cuanto a la comida. Siempre creyó que, por vivir solo, él solía comer afuera. Pero, después de todas las opciones que le ofreciera, se dio cuenta de que no parecía ser así.
Cuando formuló su pregunta, se dio cuenta de que él tenía la cabeza apoyada en una mano y la estaba observando con atención. Se había concentrado tanto en su comida, que recién ahora reparaba en él. Y a diferencia de otras ocasiones, tenía el gesto del rostro relajado, lo cual provocó que las mariposas en su estómago volvieran, por lo que agachó la cabeza luego de dirigirle la palabra.
—No siempre —mencionó él en un tono de voz que le removió más las mariposas en su interior. Esto hizo que ella levantara nuevamente la vista y se le quedara observando embelesada—. Aunque antes solía pasar casi todo el día en la universidad, por lo que comía en las cafeterías de ahí o en los alrededores. Ahora ya no tanto.
—¿Y eso?
—Pues que he cambiado mi rutina.
—¿Por qué? —preguntó Aira luego de masticar un pedazo de su comida.
—Por ti —dijo Rodrigo de lo más tranquilo sin siquiera imaginarse todo el huracán interior que se producía en el joven corazón de su acompañante—. Como suelo estar pendiente de tu saludo de buenos días y de nuestras pequeñas charlas matutinas, pues prefiero traer algunas separatas o libros en la noche, para así estudiar con más comodidad cuando estoy aquí. Incluso, no sé cómo te las arreglas, pero más de una vez tu primer saludo del día siempre es justo antes de ir a ducharme —dijo mientras soltaba un esbozo de sonrisa.
—Sí lo recuerdo —dijo ella rememorando todas las ocasiones en que le había bromeado con eso—. Creo que, en el fondo, no quería que te ducharas. —Soltó una risa.
—¿Eh? —señaló enarcando la ceja, quitándose los lentes para luego coger un pañuelo y limpiar la luna de aquéllos.
—Es una broma, tontín tin tin.
—Ahhh —dijo él, tratando de ponerse los lentes, pero ella le interrumpió.
—¿Podrías quitarte los lentes por un rato, Rodri?
—¿Eh? —preguntó arrugando la frente.
—Me gustaría verte sin ellos .
Percibió que sus mejillas le quemaban y la sensación que le obligaba a querer agachar su mirada volvió a ella una vez más. Sin embargo, resolvió no hacerlo en esta ocasión. Deseaba ser más decidida, más directa, más madura en el avance de su relación con Rodrigo. Se dio cuenta de que dejarse llevar por su timidez no era algo conveniente para sus nuevos propósitos a futuro...
Si bien no era que tampoco quisiera que todo avanzara a pasos agigantados entre ellos dos, decidió que no se conformaba todavía con lo que tenían hasta ahora. Le gustaba que fueran "éteres", sí. Le gustaba que él hubiera reconocido, aunque fuera indirectamente, que la quería. Le gustaba la sensación de confianza a la que habían llegado cuando le había revelado lo de su padre. Sin embargo... cuando lo había visto de reojo sin querer... cuando había percibido el dulce tacto de su piel sobre ella al acariciarla y abrazarla... cuando había experimentado la placentera sensación de ser besada por él en la frente, se había dado cuenta de que quería más probar más de esa ambrosía... Y para ello, pues debía dejarse de inseguridades, de temores y de timideces, aunque las hormigas en su estómago incidieran más en ese instante, cuando sus ojos se reflejaron en aquellos cristalinos y hermosos ojos color verde-agua —como lo bautizara a partir de ahora— los cuales estaban acompañados con un ligero rubor como el de ella.
A pesar de su resolución, como no podía más con el estrujamiento en su interior, decidió beber para así relajarse un poco, pero él se le adelantó. Le ofreció servirle a lo que ella accedió.
"Supongo que algún día me acostumbraré", se dijo mientras lo contemplaba en su conocida rutina de medir el vaso.
Mientras tomaba de su bebida, lo que le preguntaría Rodrigo la sorprendió, aunque, a fin de cuentas, se asombró más de que tardara en hacerlo:
—¿Tu madre te levantó el castigo? —Aira abrió grandemente los ojos—. Digo... como estás aquí.
Ella movió la cabeza.
—Bueno fuera...
Dejó el vaso sobre la mesa. Sus ojos se concentraron en la bebida que se movía levemente, como los tristes recuerdos que se removían en su interior y que había querido olvidar por ese día...
♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫
—¿Ma...? ¿Mamá?
Se hallaba en su casa. Ni bien le había avisado Xico de que había sido escogida para la práctica de la danza, decidió ir a su hogar en un santiamén. Para ello había casi corrido como loca en pos de su objetivo. Pero, aunque tuviera buena condición física, el hacer un tramo de veinte minutos en menos de diez significaría un desgaste para cualquiera.
Cuando llegó su casa se hallaba tan vacía como se imaginaba. En los últimos días su madre junto a su esposo habían optado por casi desaparecer todo el día, dejando a su hermanito menor bajo el cuidado de la abuela materna, sin asistir al preescolar, para ellos irse por ahí de juerga a cualquier hora del día. Si bien aquélla se había mostrado al principio muy severa y controladora con su hija, esto requería que estuviera presente en la casa para que llegara a la hora adecuada, cosa que le impediría con sus planes con su pareja. De este modo, el control materno había pasado de una presencia física de pocos días a un mero control telefónico. Aira debía llamarle a su madre ni bien llegara a su casa, la mujer se comunicaría con la tutora para estar al tanto de que había asistido a clases, y la llamaría en algunas ocasiones y a cualquier hora para cerciorarse de que no estuviera vagando, pero nada más. No parecía tener mayor interés en controlarla ni cuidar de sus hijos, por lo que, cuando la llamó, a la joven le pareció que sonaba aburrida de contestarle:
—Ah, eres tú.
—Mamá, quería... quería avisarte que... que ya llegué.
—Ok, enciende el televisor del canal de las noticias y tómale una foto. Así me cercioraré de que no me estás engañando.
Aira resopló. El método que usaba su madre para controlarla le parecía tan absurdo.
—Y hoy no me esperes a dormir. Es viernes. Estaré con tu padre trabajando en la presentación de las orquestas en la Discoteca Son Latina.
"Ese tipo no es mi padre", pensó en responderle, pero se contuvo. Quería estar en buenos términos con ella para lo que vendría después.
—¡Y ni se te ocurra salir por ahí! —agregó la señora—. Te estaré llamando a cualquier hora. Sé que es viernes y que en las discotecas del boulevard hoy andan organizando esas famosas fiestas semáforo y de reggaetón que van los chibolos de los colegios. ¡Pobre de ti si me entero que has ido a uno de esas!
—Justo... —Hizo una pausa y se armó de valor—. Justo de eso te quería hablar, mamá.
—¿Cómo? —Le alzó la voz—. ¡No me digas que vas a ir a una fiesta de esas! —Ella sintió que una pequeña gota de sudor bajaba por su sien derecha de sólo imaginarse a su madre frente a ella—. Te saco la mugre si me entero, ¿te quedó claro?
—No... no me refería a eso.
—¿Entonces qué, mocosa?
Respiró profundo. Quería armarse de valor para decirle lo que tenía que soltar. Y cuando lo hizo, su madre, aunque se había calmado —para tranquilidad de ella— soltó el mismo tono de aburrimiento al principio, preguntándose Aira si de verdad las unía un vínculo de sangre. No obstante, la respuesta que le daría la sorprendió y para bien.
—Me da igual. Como si bailas o no, mientras no repitas de año, haz lo que quieras.
—¿En...? ¿En serio? —preguntó todavía incrédula.
—¿Eres sorda o qué?
—No... no... —Quería saltar hasta el techo de felicidad—. Gracias, mamá. Muchas gracias, en...
—Lo que sí —la interrumpió—, ni te creas que voy a soltar un solo céntimo más en ti. Suficiente tengo con pagarles la pensión a ti y a tu hermano. Y ahora que él va a entrar a primer grado... ¡Ay, cuántos gastos me dan! —resopló—. Así que tú verás cómo te las arreglas para pagar las clases y el disfraz, ¿ok?
—¡Genial! ¡Muchas gracias!
—¿Algo más?
—Bueno, te voy adelantando que puede que haya una reunión de padres antes de la presentación, así que...
—Ay, ya de eso hablamos luego, ¿ok? ¿Algo más o ya puedo colgar?
Aira resopló de resignación. Su madre sonaba tan fría, que se preguntó si acaso no era una reina de hielo de los cuentos de fantasía que había leído en su niñez.
♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫
Contando lo necesario para no revelar todavía su edad —y por ende, que se trataba de una presentación en un concurso escolar—, Aira le hizo saber que iba a participar de un grupo folklórico de su ciudad.
—Vaya, ¿eso quiere decir que te dedicas a la danza? —preguntó Rodrigo bastante sorprendido.
—En cierta manera —dijo encogiéndose de hombros—. He practicado danzas desde mi niñez.
—Pero, ¿no decías que tenías una empresa o algo? —la interpeló Rodrigo arrugando la frente.
Sonrió de forma traviesa. Le explicó a qué se había referido cuando había dicho aquello, aunque aspiraba a tener más clientes y venderles cosméticos en un futuro.
—Bueno... —Él se acomodó un mechón de pelo que le caía por el lado derecho, provocando que Aira soltara un suspiro—. Supongo que es un negocio, al fin y al cabo.
Ella asintió.
—Pero no es que me quiera dedicar a eso, aunque si me da dinero, no lo voy a dejar, ¿sí? —Rodrigo le contestó afirmativamente—. Se me pasó por la cabeza dedicarme de manera profesional a bailar. Quiero... —Hizo una pausa—. Quiero postular a la Escuela de Folclore de la San Marcos, pero eso implica pagar la evaluación, la matrícula y tener un currículo como talleres previos que todavía no están a mi alcance. Con las justas puedo ir a este y...
Aira le relató una mentira, la cual implicaba que un supuesto antiguo profesor de danzas de su colegio le había pedido que lo ayudara a suplir una baja de un miembro en su coreografía, con la certificación posterior que esto le serviría para tener un buen currículo. Como Rodrigo desconocía totalmente del tema, pues se tragó el cuento por completo. A su vez, le explicó con detalles lo que ella había averiguado para estudiar danzas folclóricas a nivel profesional, sobre los costes y los requisitos. Lucía muy entusiasta cuando le contó todos los planes que tenía para su futuro, así como compaginarlo con sus estudios de Literatura.
—¿Piensas estudiar lo mismo que yo? —preguntó bastante entusiasmado.
—¿No te gustaría que fuera tu colega acaso? —habló con una radiante sonrisa.
—Por supuesto que sí. Ya te dije que tienes mucho talento para escribir.
—Gracias —dijo Aira hinchando el pecho de orgullo—. Aunque me gustaría llevar algún taller de escritura o de danzas para prepararme mejor... —Agachó la cabeza—. Voy a tener que vender más cosméticos y perfumes para poder ahorrar más dinero. Y... —Sacó un pequeño folleto de su mochila—.
Por cierto, Rodri, ¿no te gustaría mirar mi catálogo?
—¿Eh?
—Así contribuyes a una buena causa —señaló bastante segura de sí, a la vez que retiraba los platos de su comida a su costado y le agradecía a su anfitrión por aquélla.
—Bueno... —Rodrigo ojeó el catálogo frente a sí—. No soy mucho de consumir estos productos, pero creo que me vendría bien alguna loción de afeitar.
"Genial. No quiero que cambies de perfume. ¡Me encanta!"
—Gracias —dijo Aira—. Bueno, yo ya me tengo que ir, sino se me hará tarde.
Rodrigo asintió. La acompañó a recoger sus cosas, pero antes de que se fuera, le hizo saber un plan:
—¡Había pensado en otra idea de cómo ayudarte mejor! Aunque seguro que algo se me ocurrirá de comprar en el catálogo.
—No entiendo.
—Sé que en mi universidad a veces hay talleres de escritura creativa y de danzas... —Rodeó los ojos e hizo una mueca de desgano—. Justo un amigo me dijo que me inscribiera a uno de salsa porque según él bailo fatal.
—¿Ah? —Ella hizo una mueca de sorpresa. No sabía a qué se refería.
—A lo que voy es que... El pago es mínimo para mi bolsillo. Si quieres puedo ayudarte a pagar en parte alguno de ellos.
—¡Weit! —Aira levantó la mano como si fuera un policía de tránsito indicando la señal de "Pare"—. ¿Me quieres pagar un taller de esos? —Rodrigo asintió—. ¡Estás loco! ¡No lo pienso aceptar! Ya bastante tienes con haberme recargado saldo todas estas semanas.
—No es mucho. Creo que son cincuenta nuevos soles mensuales y...
Volvió a negar con la cabeza.
—No, Rodri. Eso sería abusar de ti.
—Pero, Aira, para mí esa cantidad no significa mucho. ¡Déjame ayudarte! Yo...
Ella lo acalló en una actitud que lo sorprendió. Se empinó y como pudo, lo cogió del cuello y le dio un beso en la mejilla, a modo de despedida.
—Ya me tengo que ir, tontín —agregó—. ¿Me das un beso de despedida, por favor?
Rodrigo la miró de lado y luego sonrió nervioso. En un gesto que la transmitiría miles de partículas eléctricas, le besó en la frente como antes, para complacencia de ella.
—Hablamos más tarde, ¿ok?
Él le abrió la puerta y ella se retiró, sin enterarse de lo que ocurriría luego de su partida. A escondidas, Rodrigo la inscribiría en un concurso y taller de escritura con sus dos nombres y su apellido materno, Sáenz, al creer que era este el paterno, por ser el que se hallaba escrito en el catálogo que Aira le había dejado minutos antes. Al final, ambos jóvenes inscribirían en secreto al otro en actividades que no querían, en un bucle infinito de mentiras...
♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫ ♥ ♫
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro