
Capitulo 45
AMELIE
"Nunca tientes al destino podrías llevarte una gran sorpresa"
Empezaba a creer en aquellas palabras dichas una vez por mi padre, creía ahora mi destino tal vez había sido siempre este.
Uno cruel y doloroso. Casi imposible escapar de el.
Porque, ¿cómo se escapa de tu propio destino?
Lentamente me remuevo de donde me encuentro, el dolor por todo mi cuerpo se hace presente, mis ojos pesan para poder abrirse pero al fin lo hago.
Mi vista se clava en los barrotes de una celda vieja, oscura y con gotas de agua cayendo a mi lado.
¿Qué ha sucedido? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Dairus?
Intento evocar aquel último recuerdo antes de caer inconsciente, recuerdo haber dejado escondido a mi hijo en un árbol para que no me fuera arrebatado, después todo fue caos y confusión. Recuerdo haber caído herida.
—Majestad, al fin despierta —escucho una voz femenina mezclarse entre la espesa oscuridad del sitio.
Ella se acerca más a mí, reconozco aquellos cabellos rojizos, su vestimenta y su rostro.
Lydia.
—¿Qué buscas de mí? ¿Por qué me has traído contigo?
Ella dibuja una media sonrisa en su rostro.
—Porque eres la única forma de atraer a Kyrios. Aunque la idea de asesinarte a ti ya tu hijo siempre ha estado presente en mi cabeza.
—¡¿Dónde está mi hijo?!
—¿Tu hijo? ¿Qué hijo majestad?
Me levanto de allí para acercarme hasta los barrotes de la celda.
—Dije, ¡¿Dónde está mi hijo?
—Muerto —susurra—. El bastardo que abandonaste en el bosque fue asesinado por mis hombres.
Niego con mi cabeza, no puede ser cierto nada de aquello. Dairus no puede estar muerto, yo misma lo protegí, me encargué de que estuviera a salvo. No puede haberse ido de mi lado, mi hijo no está muerto me niego a creer algo tan espantoso como aquello.
—¡Es una mentira, es una completa mentira! —exclamo al borde de la locura.
—¿Crees que sería tan estúpida de dejar con vida a un hijo tuyo? Ya no te queda nada Amelie de Gratea. Has perdido todo lo que alguna vez tuvo un significado para ti. Pronto todos te olvidarán.
Me derrumbo en el frío suelo de aquel lugar. Mi cuerpo tiembla por el miedo, la soledad, el dolor y todo lo que se ha acumulado en mi interior.
—Y si te preguntas por tu rey, ha optado por convertirse en el monstruo que siempre fue, ha reclamado Nordik como su tierra, pero por suerte aquellas no son las ultimas tierras que poseo. Un ejército no bastará para terminar conmigo.
Ahora las palabra solo divagan en mi cabeza, producen un eco.
—Dairus...
Mis lágrimas caen por mis mejillas, me derrumbo como una hoja seca en ese lugar, no dejo de gritar como una loca, no dejo de llorar con fuerza.
—Lo siento mucho majestad.
Aprieto con fuerza mis manos hasta convertirlas en puños, me levanto furiosa da allí y fijo mi vista furibunda en ella.
—No es necesario un ejército para acabar contigo, yo me encargaré de eso —digo firme.
Ella mi observa como si lo que hubiera sido una estupidez.
—¿Tu sola? ¿Acabar conmigo? —se burla.
Le devuelvo una sonrisa.
—Conocerás de lo que soy capaz, disfrutaré verte morir en mis manos.
—La reina de Gratea se ha vuelto loca.
—La reina de Gratea será tu juez y verdugo, tu cabeza en una pica mi regalo.
—Ya veo —me mira de pies a cabeza con lastima—. El rey Kyrios ha trasmitido sus sentimientos de odio hacia ti, pobre de ti.
—No necesito de sentimientos de odio, solo de venganza.
Ella gira su cuerpo para irse de allí.
—No eres tan inteligente reina Lydia, solo has demostrado con tus actos que no conoces el rechazo de un hombre, quieres verte como una reina fuerte y despiadada, pero en el fondo eres un ser débil y ridículo. Una reina fracasada con una corona de diamantes puesta en su cabeza.
Mis palabras han desatado en ella la ira por la forma en que su cuerpo se tensa, sin embargo no se atreve a devolverse a donde estoy, sigue su camino y desaparece en medio de las sombras.
**
No sé cuánto tiempo he pasado aquí, el suficiente para recuperarme de mis heridas físicas, pero de las que traigo atravesadas en el corazón. No sé nada de Kyrios, ni siquiera tengo la mínima idea de donde me encuentro.
Pero si de algo estoy segura es que me iré de aquí, saldré de esta horrible celda, y seré yo misma quien acabe con Lydia.
—Su comida —la voz de uno de los hombres que le sirven hace que disipe mis pensamientos.
He preparado todo este tiempo el plan para escapar de allí.
—Coma —me ordena.
Tiro a un lado la comida y fijo mi vista en él.
—¡Eres una asquerosa mujer! —me reclama.
—Tú eres el cerdo asqueroso —le contesto—. ¿Qué se siente ser el perro que sigue las normas de una mujer?
La ira se dibuja en sus ojos.
—Te crees muy valiente detrás de esos barrotes, pero solo eres un peón que le sigue sus normas. No eres un verdadero hombre como los que se enfrentan en la guerra.
Lo estoy provocando con mis palabras y aquello parece surtir efecto.
—¿Y tú quién eres acaso? Una reina olvidada por su rey, estoy seguro que el rey Kyrios ha desposada a otra, una que si pueda ser llamada reina y a quien le supliquen lealtad.
—Espero que si Kyrios te ve puedas estar muerto, ¿crees que el rey de Gratea tendría consideración por quienes salvajemente secuestraron a su esposa y asesinaron a su hijo? Ni el infierno sería suficiente para ti.
El hombre furioso abre las celda, se para enfrente mío y una oscura mirada se dibuja en sus ojos.
—Solo eres una mujer —susurra.
Me levanto con rapidez de mi lugar, clavo en su cuello la filosa arma que improvisadamente he armado durante ese tiempo con ayuda de uno de mis prendedores de cabello. La sangre comienza a bajar entre mis dedos.
—La misma que te ha asesinado —hundo con más fuerza el objeto en su cuello.
Cierro los ojos dejando derramar unas cuantas lágrimas. Nunca creí que en mi vida podría asesinar a una persona. Nunca pensé en aquella posibilidad, pero ahora no tengo nada que perder. He perdido todo lo que una vez ame.
La alegría se ha ido para darle paso a la tristeza y el frío en mi corazón.
Mi vida perdió todo sentido cuando Dairus fue arrebatado de mis brazos, ya no hay días luminosos en mi vida, solo nubes grises y tormentas cubriéndome con su oscuridad.
El cuerpo del hombre muerto cae a un lado mío, tengo tan solo unos cuantos segundos para irme de allí, no conozco el sitio, pero si conozco como están hechos los calabozos y este no está muy lejos de ser igual al del palacio de Gratea.
Camino con rapidez percatándome de que nadie esté cerca de allí, de que ninguno de los hombres que le sirven pueda verme o despertar sospechas.
Logro encontrar en mi camino una puerta que al parecer conduce hasta el lado de un establo, lo sé porque he podido ver como la luz sale de la ranura de este. Sin hacer el más mínimo ruido atravieso aquella puerta. Me oculto en medio de los animales y busco un objeto con el cual puerta atacar y defenderme.
La caja de herramientas que se encuentra a un lado con objetos metálicos para el aseo de los jaulas se convierte en mi objetivo, al igual que unos harapos que encuentro a mi paso, tomo entre mis manos unas filosas pinzas junto a una lámpara de vela que me encargo de encender.
Este lugar arderá, arderá igual que Gratea ardió en llamas aquel día, arderá como el fuego en mi corazón.
Dejo caer la lámpara sobre la paja, el fuego se despliega por todo el lugar al igual que el humo. No pasa mucho tiempo para que las voces de algunos hombres se escuchen por el lugar alertando a todos.
Ahora que he iniciado este fuego no descansaré hasta que Lydia pague por lo que ha hecho, no me importa morir en mis intentos por cobrar venganza, no me importa mi vida, solo deseo que ella pague lo que ha ocasionado.
—¡Nos atacan, nos atacan! —escucho sus voces.
Me mezclo entre las personas, me cubro el rostro para evitar ser descubierta y busco mi mirada la entrada a aquel palacio. Una vez logro estar cerca del portón principal me percato de que Lydia se encuentra en el salón junto a dos hombres más, esta sorprendida por el repentino incendio y sé que será cuestión de tiempo para que envíe a alguno de sus hombres a buscarme.
—Reúnan a todos, nos iremos de aquí, el fuego alertara a los soldados del rey Kyrios no podremos ser descubiertos.
Ahora entendía que el lugar en el que nos conocíamos no estaba muy lejos de Nordik y de su antiguo palacio, había encontrado un escondite para por huir de ellos, pero el fuego que se desplazaba ahora por todo el lugar era mucho más grande que su plan de escapar de una muerte segura en manos de Kyrios.
Los hombres se marchan de su lado, Lydia continua su camino hasta lo que supongo se trata su escritorio, me encargo de atravesar una de las ventanas y seguirle el paso. Atravieso el pasillo, ella detiene el paso y yo me escondo detrás de una de las columnas.
Su vista entonces se fija en el enorme ventanal que hay a un lado.
—Maldita sea —dice con furia y con rapidez se mete en aquel salón.
Salgo de mi escondite y fijo mi vista en la ventana, logro ver a los soldados de Kyrios formándose y atacando el lugar, supongo que han estado cerca de la zona y han buscado una señal para atacar. Sé que Kyrios ha llegado para rescatarme pero aquello no es lo que deseo, nunca he soñado ser el tipo de mujer que espera ser salvada.
Solo espero que Lydia muera en mis manos, y no me detendré por nada.
He tomado mi propia decisión.
Continúo con mi camino determinada a conseguir lo que me he propuesto. Solo podré estar satisfecha cuando vea su cabeza colgada sobre una pica y exhibida a la vista de los que una vez le sirvieron.
—Reina Lydia de Nordik —atravieso el salón, cierro la puerta a mis espaldas con seguro.
Ella sorprendida fija su vista en la mía.
—Vaya, la reina Amelie ha escapado, quizás has sentido que tu rey ha venido al rescate por ti.
—Tu y yo le daremos fin a esta absurda guerra entre los dos reinos.
—No existe aquella posibilidad majestad —sonríe—. Ahora que Kyrios te ha encontrado, usaré eso en su contra para que se redima ante mí.
—Te dije que sería yo misma la que me encargaría de ti —me aferro con fuerza al objeto filoso que tengo entre las manos—. No dejaré que tú vivas, ¡ordenaste matar a mi hijo!
—No hagas algo tan estúpido como esto Amelie, no eres el tipo de mujer que pueda asesinar a otro ser humano. Nunca lo has sido, eres débil e indefensa como un ciervo.
—No diría lo mismo de tu guardia, ¿sabes que está muerto? O ¿cómo crees que he podio escapar de ese lugar? Ya no soy la misma mujer que conociste ese día, todos se encargaron de hacer que despareciera. Solo quería mi libertad, ser feliz, y me quitaron eso. Para ti lo más importante es el reino y gobernar. Tener oro y diamantes.
Limpio mis lágrimas.
—Nada de eso me importaba, nada de eso me intereso nunca. Nunca pedí ser la esposa de Kyrios, lo odiaba, ¿sabes cuánto lo odiaba? No tienes idea. Era infeliz en ese palacio, vive los días más horribles, y cuando creí que podría tener mi felicidad asegurada con mi hijo, tú me lo quitaste.
Ella ve dibujad la furia en mis ojos. Me observa horrorizada.
—Has enloquecido, la muerte de tu hijo te ha vuelto loca.
—No me importa si muero, no me importa ni siquiera que Kyrios me haya encontrado, solo me importara matarte con mis propias manos.
Me abalanzo sobre ella, empezamos a forcejar juntas y a golpearnos. No dejaré que viva, no dejaré que se vaya sin pagar el daño que ha causado.
Lo juro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro