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[Relato] Una pequeña historia.

01/02/2018

Dos meses después, de insufrible espera y desolación, por fortuna o desgracia volvía con ella, con la persona que extraño y necesito con toda mi alma. Por fin la daban de alta en el hospital. No la volveré a ver más, al menos como yo quiero. Jamás volverá a ser la misma aunque me destroce el alma, tengo que aprender a aceptarlo. La espera vivida en este tiempo no se la deseo a absolutamente nadie. El miedo es una de las desgracias mas grandes que puede vivir un ser humano. El único motivo que me queda para luchar es hacer realidad lo que un día nos prometimos: Quererla y cuidarla hasta el final.

Observo como se adentra en nuestro pequeño apartamento, el que compartimos desde hace muchos años, el mismo en el que vivimos mil y una historias dignas de contar. Tengo ganas de llorar, no puedo más con esta sensación de desesperación, angustia, ira e impotencia que estoy viviendo, y viviré por el resto de mis días.

Valentina no dice nada, solo observa cada milímetro de nuestro hogar como si de algo extraño y sin sentido se tratara. Está como una niña perdida y desubicada en un lugar que no le corresponde. Solo su alma sabe lo que un día fue para ella.

Paso a nuestro hogar sin dejar de observarla y me limito a cerrar la puerta con sutileza. Valentina, no para de detallar todo lo que tiene delante de ella, esta vez está mirando un cuadro donde estamos los dos: Nuestro primer viaje juntos. Justo al lado, había un cofre, el cual escondía nuestra bonita historia desde un principio. Gracias a esta recopilación de recuerdos que hice en el tiempo que no supe de ella, en el tiempo que me ahogaba sin ella: Sin sus besos, sus caricias y todo el amor que me brindaba. Todo me sirvió para sentirla cerca y pedirle a Dios que me dejase vivir mis últimos días, sean como sean las circunstancias junto a ella.

Mi pequeña me acaba de mirar, me acerco a donde se encuentra y empiezo a acariciarle el pelo justo en el mismo momento en el que me rechaza esa caricia que tanto le gustaba. Maldito accidente y maldita pesadilla que poco a poco ha conseguido borrarte la memoria.

—No me toques, no se quien eres. Tengo miedo.. ¿Porqué estoy yo en esta foto contigo si no te conozco? ¿Porqué me trajiste aquí? ¿Porqué tengo que vivir contigo si eres un extraño para mi? —me cuestiona con voz temblorosa.

—Mi am..—amor.. antes de decirle una de las palabras que tanto le gustaban, con todo el dolor del mundo, decidí rectificar para no asustarla— . Valentina, yo hice una promesa que no puedo romper. Debo cuidar de ti y hacerte feliz.

—¿Porqué y a quién? No entiendo nada.. —dice confundida.

—Déjame explicarte —digo mientras le señalo el sillón del salón— . Puedes coger si quieres la foto o acariciar el cofre, si tu quieres.

No me hace caso ni responde lo que acabo de decir. Con cierto temor y miedo, veo como Valentina se sienta en su sillón. Sin intención de molestarla, me siento en uno que se encuentra justo a su lado. Cojo el cofre, lo pongo en mis piernas y la miro.

—Deja que te cuente una pequeña historia —le digo mientras saco fotos de nuestra infancia— . Esta es la historia de dos niños, aquellos que pasaron una infancia feliz junto a sus familias. Ambos eran inseparables, no podían vivir uno sin el otro y por más obstáculos que se les interponían, siempre lograban estar juntos. Años después.. —saco otra foto de la época que teníamos diecisiete años, se la dejo entre sus manos y ella la coge con delicadeza, mientras no deja de mirar ninguna de las dos fotografías— los dos amigos seguían unidos, vivieron muchas experiencias juntos hasta que cumplieron veinte años.

—¿Y qué pasó? —me interrumpe con curiosidad.

—Benjamín y Valentina, decidieron vivir juntos en un pequeño apartamento. Vivieron juntos durante un tiempo, fueron a la universidad, viajaron e hicieron muchos planes de futuro. Valentina es muy soñadora y el, para que mentirte, si no fuese por ella sería un ternero sin cencerro. La relación entre ellos era muy estrecha y muy tierna, eran uña y carne — continuo cuando me interrumpe de nuevo.

—¿Y se enamoraron? Dime que si ¿Qué pasó con ellos? —pregunta Valentina con un brillo en los ojos.

—Tantos momentos compartidos, tantas historias vividas hicieron que el amor sucediese entre los dos. Ellos no se dieron cuenta hasta que un día.. —me detengo y la miro a los ojos.

Valentina sin percatarse que era ella, lo mira también con ganas de saber más. Se le nota que la historia le encanta, lo que no se imagina es que ella es la protagonista y yo soy el chico del que se enamoró, y que jamás recordará.

—Sigue por favor.. no puedo más con esta incertidumbre —arrebata de mis manos el cofre y mira cada detalle. Su anillo de compromiso, joyas compartidas con fechas, peluches amuletos, fotos, notas, manualidades creadas por ellos y miles de esas cosas que hacen los enamorados. Pero, lo que mas le llama la atención, es un diario que esconde los pensamientos de cada uno, aparte de su gran historia vivida, relatada día por día sin perder punteo— . ¿Puedo leerlo?

—Si —no podía negárselo, a ella, la luz de mis ojos— . Es la historia de ellos hecha diario, ahí puedes leerlo todo detallado.

—Muchas gracias — dice con ilusión— ¿Se iban a casar? ¿Porqué solo hay uno? ¿Y el de él?— lee el grabado del anillo: Siempre tuyo, siempre mía. Más un espacio sin rellenar y la supuesta fecha del día en que empezaron y se prometieron.

Veo como lo abre y observa su alianza, mientras me hace más de una pregunta. Acerco mi mano y le señalo el anillo. Asiento a sus preguntas y le enseño el otro anillo, el cual llevo yo. Me mira sin entender y lee una pequeña anécdota.

—¿Eres tú el de la historia? ¿Dónde está ella? ¿Porqué se llama como yo? Oliver y Benji laralalala —tararea— . ¿Valen? ¿Qué te valen los zapatos? — ríe— . ¿Esto que es?

Su risa me alivia, por un momento me hace recordar esa risa tan peculiar y dulce que tenía.

—Son bromas que se hacían para picarse, les divertía mucho —digo ocultando información.

—Yo quiero un amor así. Esta novela me tiene enganchada. ¿Puedo ponerme el anillo? —pregunta.

—Si —descuajado le pongo el anillo de nuevo, pero con la ilusión de poder hacerla feliz de una manera bonita y especial.

—¿No te molesta? ¿Porqué no me respondiste antes? —me interroga de nuevo.

—No, puedes quedártelo. Las novelas es mejor leerlas, que te las terminen de contar. Acompáñame te enseño la casa y continuas leyendo —sugiero.

—¡¡No!! —grita y sigue leyendo emocionada la novela.

Ni la pérdida de memoria hará que su esencia de cabezonería cambie. Testaruda a más no poder. Me levanto del sillón con intención de ir a la habitación cuando veo como alza la vista y me mira.

—¿Necesitas algo? —pregunto.

Sin soltar nada, se levanta me abraza, me da un beso en la mejilla y se vuelve a sentar. Sin darme opción a nada.

—Gracias —pronuncia y sigue leyendo.

—Si necesitas algo, llámame. No tardo

Me giro, voy hacia nuestra habitación. Al entrar cierro la puerta para que no me vea, me siento en nuestra cama y rompo a llorar desconsoladamente. Recuerdo todo, absolutamente todo y maldigo ese macabro accidente que casi nos cuesta la vida. Maldito Alzheimer, maldita vida. Solo me queda ella, contarle y hacerla revivir cada instante como si del mejor se tratase el mejor.

Aunque su mente esté en blanco y no sepa quien soy. El cofre y el amor que existió por siempre vivirá en su corazón. De repente, escucho música de fondo, suena nuestra canción favorita: El regalo más grande, Tiziano Ferro, Anahí y Dulce María.

Sin percatarme, noto como alguien deja cosas sobre la cama y me abraza.

—¿Porqué lloras? —me pregunta.

No puedo aguantarlo más, la abrazo muy fuerte como si no hubiera mañana. Aunque no tenga nunca más sus labios junto a los míos nunca dejaré sentir, lo que siento por ella. Ella será el único amor de mi vida.

—No lloro pequeña, me puse unas gotas en los ojos y por eso tengo los ojos así —miento para no desvelar lo que me esta matando por dentro.

—¿Podemos leerlo juntos? —acerca las cosas.

—Por supuesto —respondo mientras ella me seca las lágrimas.

Con la música de fondo, se apoya en mi regazzo y juntos leemos todo aquello que nos hizo feliz algún día.

FIN.

Dedicado a todas las familias que a diario sufren por sus seres queridos. ¡¡Nunca hay que rendirse!!

Relato basado en la canción de Demarco: Una pequeña historia.



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