〃capítulo 12〃
El sonido del cristal haciéndose añicos fue lo único capaz de hacer reaccionar a Jimin. El vaso quedó hecho pedazos en el suelo, a sus pies, pero él ni se inmutó.
──Yoongi. ──Fue lo único capaz de decir.
Sólo entonces reparó en la vajilla rota.
──¿Estás bien? ──dijo Yoongi, dando un paso en su dirección.
Jimin, lejos de dejarse cuidar, se apresuró a recoger los trozos de cristal con sus manos desnudas, tan rápido como iban sus pensamientos.
──Lo siento, que desastre ──susurró este──. Yo- no sabía que vendrás...
Yoongi separó sus labios como si fuese a responder, pero no dijo nada en cuanto un pequeño grito escapó de la boca de Jimin. Como era de esperar, se había cortado.
El vampiro tomó su mano con cuidado y delicadeza, ignorando el hecho de que sus propias pupilas se habían dilatado por el aroma a sangre.
──Hay que cubrir esto cuanto antes ──susurró──. Vamos.
Yoongi no dudó en agarrarlo por la cintura, solamente para hacerle más fácil la tarea de caminar. Antes de salir de allí ordenó al personal contratado para la ocasión que limpiasen el pequeño desastre cuanto antes.
Jimin no volvió a decir nada, se ocupó en cubrir su corte y luchar contra la sensación de caerse a cada paso que daba. Ni siquiera se percató de dónde estaba hasta que se sentó sobre una cama desconocida para él.
──¿Qué hago aquí? ──farfulló desconcertado.
El dolor en su palma había sido soportable, al menos hasta que Yoongi, de rodillas frente a él, se propuso curarlo. Habían quedado algunos trozos minúsculos de cristal incrustados en la piel de Jimin, así que no dudó en sacarlos uno a uno, con paciencia.
Pese a las quejas del peliazul, Yoongi logró limpiar la herida. Entonces se sentó a su lado, en la cama.
──Tengo que desinfectarlo ──murmuró este.
Pero Jimin no prestó atención, sus palabras solo fueron un murmullo lejano. Sus ojos se habían clavado en las fotografías de la mesita de noche, en una salían los miembros de la mansión y en otra había un paisaje europeo. Estaba en su habitación, no había duda y el descubrimiento no le molestó, pero lo que le extrañó fueron las dos alianzas sobre la mesilla. Entonces se giró hacia Yoongi, pero antes de poder preguntar nada el vampiro lamió su herida.
──¿Qué estás haciendo? ──Dio un pequeño respingo por la sorpresa, pero eso sólo le provocó un pinchazo de dolor en su mano.
Yoongi alzó las cejas en su dirección y afianzó su agarre en la muñeca para evitar que se apartase.
──Ya te dije que debía desinfectar, así te ayudará a cerrarla también ──explicó, pero como Jimin no cambió de postura añadió──: No te estoy mordiendo, sólo es saliva, tranquilo.
El peliazul estaba todo lo contrario a tranquilo, pero una parte de él reconocía que Yoongi tenía razón, así que cuando este volvió a pasar la lengua por su mano no la retiró. Escocía. Era como si su sangre supiera que un vampiro la estaba lamiendo, cosa que con Jungkook no había experimentado, y Yoongi debió notarlo cuando de él salió un pequeño jadeo.
"Es más dulce de lo que imaginaba", pensó Yoongi en su cabeza, causándole un estremecimiento.
Jimin aún no se había acostumbrado a ese tipo de interrupciones en su cabeza, era extraño sentir dos corrientes de pensamientos, pero de cierto modo aquello le hizo sonreír. Yoongi terminó de succionar un poco la herida para relamer sus labios y suspirar, como si acabase de probar la miel más deliciosa del mundo. Jimin creyó estar loco cuando percibió su rostro algo menos ojeroso, pero supo que no eran imaginaciones suyas cuando su cabello se oscureció poco a poco, dejando el rubio atrás para dejar un cabello completamente negro desde la raíz hasta las puntas.
──¿Qué ha sido eso? ──farfulló Jimin con su labio inferior temblando──. ¿Eso es por tu hambre?
Yoongi no soltó su mano, en vez de eso la giró y dejó un beso allí. Después sacó un pañuelo de su bolsillo para limpiarle los restos de saliva y sangre.
──Tengo sed de tí desde hace siglos, Jimin ──murmuró este, con la mirada en su hazaña.
En la cabeza de Jimin sucedieron muchas cosas en cuestión de segundos. Recordó la primera vez que lo había visto, su conversación al piano, la voz en su cabeza y todas las cuestiones que se hacía cada vez que coincidían en la misma habitación. Eran demasiadas así que empezó por la más sencilla.
──¿Dónde has estado? ──preguntó con apenas un hilo de voz.
──Visitando la tumba de mi esposa, de nuevo ──respondió Yoongi, con aparente calma.
Cesó de limpiarlo y le devolvió la mirada al fin. Jimin notó que sus pupilas ya no estaban dilatadas, al menos no tanto, pero ahora brillaban. Entonces prestó atención a sus labios y se percató de un rastro de sangre en la comisura de los mismos, así que pasó su pulgar por allí con tal de limpiarlo, pero aquel inocente gesto erizó la piel de Yoongi.
──¿Por qué no me preguntas qué tal fue? ──susurró este último.
Jimin era consciente de que no había sido mordido, pero había una atracción magnética que lo impulsaba a ir con Yoongi, su sangre parecía moverse en su dirección. En ese instante Jungkook interrumpió en sus pensamientos, fue lo único que logró detenerlo.
──Porque no sé si quiero saber la respuesta ──masculló a duras penas, ni siquiera pudo aguantarle la mirada por más tiempo.
Jimin era consciente de que no debía ser bueno sentir que su estómago se revolvía al pensar en Yoongi de la mano de una mujer, pero ni siquiera intentó ocultarlo en su rostro. Era estúpido: su mujer había fallecido siglos atrás. Pero Yoongi sonrió al ver su mueca, incluso se inclinó más en su dirección para captar cualquier movimiento de su parte.
──Fue mal, como siempre ──susurró este último──. Hace veintitrés años que no siento su presencia en la tumba, por eso siempre regresaba de mal humor.
Jimin tragó saliva cuando las manos de Yoongi atraparon su cintura y él, por instinto, las dejó sobre sus hombros.
No comprendía a dónde quería llegar el vampiro, pero la noticia le había instalado un rayo de esperanza en su pecho, algo de lo cual debería haberse arrepentido.
──Al menos hasta ahora ──añadió Yoongi──. ¿Cuántos años tienes, Jimin?
Su rostro se acercó al de él y pudo percibir el aroma a sangre de su boca, pero no le desagradó ni quiso alejarse, sólo se quedó muy quieto.
──Veintitrés ──farfulló Jimin.
Yoongi borró la distancia tan rápido que no le dio tiempo a reaccionar, pero solamente fue para dejar un beso en su frente. Después alargó su mano hasta la mesita de noche y tomó una de las alianzas que allí descansaban.
"¿Quieres saber por qué soy el único vampiro que puede entrar en tu cabeza?" sonó en la mente de Jimin, eco de los pensamientos del ahora pelinegro.
Entonces, sin dejar lugar a respuesta, Yoongi tomó su zurda y colocó en el anular la alianza dorada cuyas letras grabadas decían: Min Jimin.
En cuanto el metal tocó su piel, la habitación giró alrededor de Jimin y se vio obligado a cerrar los ojos para luchar contra el malestar. Sin embargo, al abrirlos ya no estaba en aquella cama si no en una capilla. Frente a él estaba Yoongi, con un traje tradicional coreano y el cabello negro recogido en un tocado. Se miró a sí mismo, pero su cuerpo estaba cubierto por un hanbok de mujer, incluso su anatomía era de una, y notaba el peinado estirar de su cabello hacia arriba.
──¿Te encuentras bien? ──murmuró Yoongi.
Él quiso decirle que estaba mareado y que no entendía qué estaba ocurriendo, pero las palabras brotaron de su boca solas.
──Claro, sigamos ──dijo.
Su voz parecía la misma, aunque un poco más aguda. Quiso tocarse el rostro para comprobar que seguía siendo él, pero no podía mover su cuerpo y aquello sólo lo agobió más. Sin embargo, no fue nada comparado con el shock de percatarse que no era una conversación casual.
El hombre a su derecha carraspeó y alguien, una niña, llevó hasta ellos un cojín con dos alianzas, una de ellas la que Yoongi le había colocado en la habitación.
──Park Jimin, ¿acepta a Min Yoongi como legítimo esposo?
Él pensó en Jungkook. ¿Estaría ahí?, ¿lo estaba esperando?
Su respuesta estaba clara, pero lo que dijo fue algo distinto.
──Sí, acepto.
Mientras el público aplaudía, Yoongi deslizó el anillo dorado por su anular izquierdo, el que recitaba el nombre de su ahora esposo. Jimin estaba feliz, podía notarlo, pero también seguía confuso y con el remordimiento rondando su corazón.
──Min Yoongi, ¿aceptas a Park Jimin como legítima esposa?
El vampiro esbozó una sonrisa que podía dejar ver su encía superior, una imagen que ablandó el corazón de Jimin.
──Sí, acepto.
El cuerpo que correspondía a Jimin se movió para colocar la alianza restante a Yoongi, la que llevaba grabada su nombre, la que había visto antes. Esa vez Jimin sonrió por voluntad propia al mirarlo, el rostro del vampiro brillaba de alegría y era imposible no contagiarse de ella. Pero antes de que el oficiante pudiese concluir con la ceremonia, antes de que por fin pudiese averiguar si los labios de Yoongi se sentían igual de bien que en sus pensamientos, todo se esfumó.
──¿Jimin? ──murmuró una voz familiar en su oído.
El nombrado abrió sus ojos y la imagen de la habitación apareció frente a él. A su lado estaba Yoongi, que había retirando la alianza de su dedo.
──¡No! ──espetó, sin darse cuenta de las lágrimas que caían por sus mejillas──. Estaba a punto de... Tú... Y yo-
Arrebató el anillo de sus manos sin pedir permiso, necesitaba volver, quería saber qué ocurría, cómo se sentiría estar allí con Yoongi. Pero cuando se lo puso, no pasó nada.
──No, no, no, vamos, funciona ──lloriqueó──. Yoongi, llévame allí, quiero volver ──farfulló al lanzarse a sus brazos y tomarle el rostro con ambas manos.
La desesperación quemaba en su piel, pero el vampiro solamente lo sujetaba con una expresión confusa.
──¿Qué te ha pasado?, ¿a dónde quieres ir? ──preguntó.
Jimin lanzó un bufido y lo soltó para buscar la otra alianza sobre la mesita de noche, la que llevaba el nombre de Yoongi grabado, la que se suponía que debía ser suya. Pero tampoco sucedió nada al colocársela.
──Yoongi, no funciona ──dijo atropelladamente──. Antes- antes me has puesto el anillo y lo he visto.
Dejó el anillo en su mano y se giró de nuevo hacia el pelinegro, que seguía mirándolo con el ceño fruncido, esperando respuestas. Jimin tomó la alianza con su nombre y se la puso a él, pero no era lo mismo, no se sentía igual. Aunque notó el temblor en las manos de Yoongi.
Totalmente frustrado el peliazul se quitó la máscara para respirar y dejar su frente junto a la del vampiro. Su respiración era agitada y tuvo que cerrar los ojos para ignorar el sonido de su propio corazón en la cabeza.
──Nos casamos, ¿verdad? ──susurró Jimin──. Lo he visto: yo era una mujer, aparentemente, y tú seguías siendo el mismo, pero parecías feliz al dar ese paso conmigo.
Hubo un silencio, una pausa en la que Yoongi aprovechó para limpiar la humedad de su rostro.
──Sí ──respondió finalmente──. Fue el mejor día de mi vida.
Jimin abrió sus ojos paulatinamente y enfocó su vista cristalizada en el pálido rostro. Yoongi lo miraba con atención, pero ya no había rastro de preocupación o confusión en él, incluso se podía percibir un brillo peculiar en el escarlata de sus iris.
──¿Tuvimos una buena vida? ──preguntó Jimin.
El vampiro sonrió un poco y acarició sus mejillas, pero después bajó sus manos hasta tomar las suyas con cuidado.
──Nos amábamos mucho ──explicó──. Y viajábamos cada que podíamos, a todas partes, pero tú siempre querías volver a París porque te encantaba el arte de la ciudad.
Jimin se contagió de su sonrisa aquella vez, pero volvió a sentir un nudo en su garganta y su voz tembló al hablar.
──¿Es un lugar bonito? ──susurró.
Yoongi limpió con un beso la lágrima solitaria que resbaló por su piel.
──Es precioso ──aseguró──. Cada rincón e imperfección que tiene, nunca he visto nada igual.
Jimin mantuvo sus ojos cerrados al juntar su nariz con la de él. Casi podía visualizarse en París, con un bonito traje y un pésimo acento francés. Y, por supuesto, con el vampiro a su lado.
Los pulgares de Yoongi acariciaron el reverso de sus manos y el suspiro que escapó de sus labios chocó contra los del peliazul.
──Suena bien... ──susurró este último.
──¿Querrías acompañarme algún día? ──replicó Yoongi al instante.
Jimin, como si hubiese esperado por años la propuesta, asintió.
──Me encantaría ──aseguró.
Después el silencio reinó en la habitación, al menos aparentemente, pero más allá del murmullo de la música y las voces del baile, en la cabeza de Jimin sonó la melodía que había escuchado tocar a Yoongi. No sabía si era un reflejo de los pensamientos del vampiro o no, pero el recuerdo le hizo sentir un cosquilleo en el estómago que subió hasta sus manos y bajó a los pies al mismo tiempo; estaba en todo su cuerpo. Era como si la melodía formase parte de él, de Yoongi, del lazo que los había unido a través de los siglos y de sus vidas.
Después el cosquilleo se instaló en sus labios, aunque aquello no eran imaginaciones suyas, aquello era el alivio y la satisfacción de sentir los carmines de Yoongi sobre los suyos: finos, suaves y gélidos, aunque acogedores.
Besar a Yoongi fue como acariciar las olas de la playa. Sabía que había mucho más por descubrir, que aquello era sólo el inicio de toda la profundidad de una vida, un océano entero. Pero al mismo tiempo era morder una manzana prohibida y con el veneno más letal en su interior.
Jimin no hizo nada, sólo sostuvo sus labios y guardó la sensación y el sabor de ellos en su memoria. Pero no pudo profundizar en ese océano cuando tenía tras de sí la montaña que Jungkook había alzado sólo para él. Sus brazos, sus labios, sus ojos, su sonrisa, su voz... Todo era maravilloso y su corazón se partía de sólo pensar en causarle dolor al vampiro que lo había convertido en su Juramento.
Así que, cuando Yoongi tomó su cintura y lo atrajo a su cuerpo con confianza suficiente, él rompió el beso.
──Lo siento ──farfulló.
Aún así, no podía alejarse de él o escapar de sus brazos. Se quedó con los brazos rodeando su cuello y acariciando su cabello ahora suave.
──¿Lo amas? ──Tanteó Yoongi.
Jimin abrió sus ojos al fin y observó que en los del vampiro habían aparecido lágrimas. Se sintió como un trozo de basura.
──No, aún no ──replicó──. Pero siento el mismo cariño con Jungkook que contigo.
Yoongi prensó sus labios, parpadeó varias veces seguidas y acarició su rostro, pero lo hizo tan lentamente que su corazón dolió, porque en realidad lo único que quería era apresurarse y empezar cuanto antes una nueva vida junto a él; ganar los siglos perdidos.
──Jimin eres el amor de mi alma, de todas nuestras vidas, juré amarte en todas tus formas y destinos y no romperé esa promesa.
──No digo que lo hagas ──jadeó Jimin, que intentaba contener sus lágrimas──. No tienes por qué romperla.
──¿Y qué me queda a mí? ──contraatacó Yoongi, con la voz quebrada──. ¿Qué me queda si cada vez que avanzo un paso Jungkook va dos por delante?
Jimin no pudo aguantar más. Con un suave sollozo dejó ir las lágrimas acumuladas, pero no sólo eso, también se dejó llevar por la presión que lo empujaba y volvió a besarlo. Esa vez ninguno dudó y sus labios se movieron rápidos, desesperados y nostálgicos devorándose mutuamente.
Al menos hasta que la música de fondo cesó y escucharon unos pasos acercarse por el pasillo. Esa vez fue Yoongi quien rompió el beso.
──Puede que seas el amor de mis vidas, pero Jungkook lo es en esta también y no podemos hacerle esto ──susurró Jimin.
Ambos sabían que este se acercaba, era evidente, pero no se movieron, asumirían las consecuencias. Yoongi asintió y la puerta se abrió tras él.
──¡¿Jimin?! ──espetó Jungkook.
¡Lo prometido es deuda! Siento mucho haber tardado en actualizar esta maravillosa historia, quería corregir unas cositas antes de publicar este capítulo.
Espero que os haya gustado mucho, como siempre leeré cualquier comentario que tengáis para mí 💕
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