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¡Seguridad de la mansion!

Alerta: estuve esperando 1 año para escribir esto LSÑLDLALÑS

Es tarde, mucho, la noche esta llegando a su fin, de hecho es de madrugada, tal vez mas o menos las cuatro de la mañana. Hoy tendrá un día difícil, y sin embargo dormir no es nada atractivo cuando esta con Chuuya en el techo, fingiendo que sabe de las estrellas solo para poder hablar con el. 

— ¿Una estrella de perros? — Chuuya inquiere burlonamente, y el frio de la madrugada lo hace parecer una fuente de calidez ardiendo. Luego entrecierra sus ojos. — Suena a tus bromas de mal gusto. 

La forma en la que arruga su nariz es graciosa. Osamu ríe, y sus mejillas están cálidas y sus ojos llorosos por no dormir nada en toda la noche, tal vez su cabello se despeino en el alguna de sus muchas peleas y el jaleo para subir al techo. 

Vale la pena, por mas frio que haga, estar junto a Chuuya y las estrellas. El cielo esta un poco mas claro, así que lo mas probable es que pronto amanezca.

Su mirada se fija en la cámara en la fuente, mirándolos directamente, sonríe. Probablemente Twain este dormido.

— No lo es. — Murmura, no necesita hablar tan alto para ser escuchado, y el hecho de estar haciendo esto a escondidas le obliga a ser sigiloso. — Es la estrella mas brillante. Me recuerda a lo ruidoso que eres.

Chuuya voltea hacia el, con una sonrisa inefablemente hermosa y el viento matutino mece su cabello y el frio penetra sus ojos. Brillan, oh dios. Es la primera vez que la piel de sus vendas no pica por dibujar un trazo gris, esta vez quiere deslizar un pincel bañado en azul y derretirse en el. Bordear el rojo fuego que lo rodea para congelar la sensación que provoca en el y acariciar el rosado de sus labios y piel lisa caramelizada. 

 Desvía la mirada, ¿que lo detiene? ¿El hecho de que va a irse? Vendrá cada fin de semana si es por el, cada tarde después de las clases desde Tokio hasta acá. Lo necesita. 

Frunce el ceño, y baja la cabeza.

¿Pero Chuuya se merece eso? ¿Alguien que pueda tenerlo apenas? ¿Cuando pueda? 

No, el merece estar con alguien que este con el todo el tiempo, aunque le cueste la vida. Porque Chuuya esta y estaría ahí siempre.

Niega con la cabeza, es tan estúpidamente cursi. No esta enamorado. Es solo simple curiosidad tardía, no despertó en el momento que debía ser: con Sasaki. Así que ahora esta despertando con Chuuya. Al menos lo hizo, despertó. No es tan raro como creía.

— Chuuya. — Esto es lo que debe hacer. No importa lo que el quiere. Lo que quiere rara vez tiene que ver con lo que piensa, y prefiere ser racional. — Nos queda poco tiempo.

El susurro entra tan suave al sentido auditivo de Chuuya como el viento, el pelirrojo ladea la cabeza, y es tan tierno como un gatito curioso. ¿Como mierda puede permitirse dejarlo?

— Hm, ¿a que te refieres, caballa? — Casi hace un chiste, pero probablemente no es el momento, no si no sabe de que se trata. Podría ser cualquier cosa, y todas las que esta imaginando son graves.

Osamu sonríe, suave, comprensivo. Como si estuviera siendo indulgente ante su ignorancia. — Voy a irme. Lejos. Muy pronto.

Los ojos de Chuuya se agrandan, ¿así que es eso? ¿Lo dejara aquí? Chuuya desvía su mirada al frente, donde el sol esta haciendo su aparición, ¿tanto tiempo ha pasado? No realmente, por mas cortos y divertidos que hayan sido los días, dos meses no es demasiado, relativamente. Pero han sido los mejores dos meses de su vida. 

— Mi padre quiere que estudie en Tokio. — Suspira con resentimiento. Cierra sus ojos, y disfruta la caricia sensible del sol saludando. — No podremos vernos demasiado. 

Chuuya exhala con resignación, en silencio por ahora. Flexiona las piernas, y apoya sus codos en las rodillas, pensativo. ¿Que hará ahora? Probablemente buscar otro trabajo... para tener algo que hacer el tiempo en el que ya no estará con Dazai. Vivir una vida llena de preocupaciones otra vez. 

Osamu ríe ante su expresión pensativa. Lo empuja con el hombro, porque están así de cerca.

— Hey, parece que estas haciendo un plan para robarme y evitar que me vaya. Das miedo. — Pasa saliva y sonríe nervioso. Suelta un suspiro tembloroso y lentamente deja caer su cabeza sobre el hombro de Chuuya, sonriendo. Continua, y lo siguiente viene como un susurro de ruego.

¿Vas a extrañarme? 

...extrañar?

Oh dios, Chuuya esta pensando en mil formas en las en las que evitara pensar en lo mucho que extrañara a Dazai cuando se vaya, trabajara el doble, el triple, hasta desmayarse para evitar abrir la caja en la que guarda el reloj que le regalo la segunda vez que se vieron, porque le recuerda a su sonrisa genuina. 

O evitara leer demasiado porque recordara que Dazai no estará a su lado para decirle que significa esta o otra palabra. 

Enviara a Yuan por las compras del mes, de lo contrario vera un puesto de mandarinas y recordara el ridículo trauma de Dazai con las mandarinas. Vera a Arthur escribiendo organizadamente en su libreta de pensamientos y recordara los trabajos bonitos de Osamu. Lo odia, lo odia por no darle tiempo para olvidarlo. Todo lo bueno se acaba, demasiado rápido para el. 

Chuuya alza su mirada, y el sol le da la determinación que necesita.

— Dame una razón para extrañarte. — Dice, sin mirarlo directamente. El necesita eso, lo quiere. Necesita una razón por la cual invertir sus noches en arrepentimiento por no decir algunas cosas, o hacer otras tantas. Necesita una razón por la cual no odiarlo, y en cambio ansiar cada vacación que se tome de esa escuela en Tokio para venir a donde Chuuya lo estará esperando si le da esa razón. 

(Sabe que lo esperara aunque no la tenga, esperara lo que haga falta.)

 El castaño lo piensa, un segundo, dos. Con una expresión neutra, poco menos de dos minutos han pasado desde que el amanecer empezó, esta en su máximo esplendor, resopla, aun con un semblante en blanco. Cierra sus ojos, y se acomoda en el hombro de Chuuya.

— Bésame. 

El tiempo se detiene, ¿es eso un si? ¿Ahora? ¿Sin ningún chaperón? Chuuya le dedica unos segundos sin aliento al sol saliendo, y sonríe.

— Eres un bastardo tramposo. — Voltea hacia el, toma su rostro levantándolo de su hombro, lame sus labios hormigueantes. — Siempre usando tus mejores cartas...

Oh, ¿esto esta pasando? Mas bien. Ah, esto va a pasar, por primera vez. Su primera vez. En este momento realmente lo quiere. Chuuya le sonríe, y Osamu sabe que en serio quiere besar esa sonrisa. Acariciar su lienzo con los labios.

Chuuya lo atrapa primero, y es electrizante, la sensación viaja desde abajo hacia arriba por su espina dorsal, tomándose un par de momentos en su corazón para acelerarlo, y en sus pulmones para robarle el aliento. Lo obliga a separarse aturdido. 

¡Apenas lo había notado! ¡Esto es un beso de shoujo! ¡En su cumpleaños! ¡Al amanecer! ¡En un techo! ¡Con Chuuya! 

¡Es! ¡Malditamente! ¡Increíble!

Se separa para tomar aire, con una sonrisa tonta, Chuuya esta un poco sonrojado, el probablemente esta mas rojo. Pero no importa, es su primer beso, su beso de shoujo, ¡con Chuuya!

— Mierda, Chuuya. Me refiero a que lo hagas con ganas. — Jala la solapa de su chaqueta para atraerlo a el con las dos manos. Tal vez son demasiados dientes, Chuuya suelta un quejido demasiado morboso justo ahora, toma sus dos brazos y con un par de caricias en el dorso de su mano le quita la fuerza, lo hace temblar, la forma en la que torpemente lame su labio y lo hace jadear al sentir lengua con lengua.

 — ¿Q-qu...— Apenas se separa Chuuya ya esta siguiéndolo de nuevo, regando otro beso torpe en su labio inferior, ahora siente su cara realmente caliente, se hace otra vez hacia atrás para decirle a Chuuya que probablemente su padre va a buscarlo en su habitación en un par de minutos, y que ama besarlo pero se meterá en problemas. 

No hay tiempo, pero Chuuya apunta esta vez buscando detener su corazón, un beso azucarado, en sus labios entreabiertos, y suelta un gemido inocente de sorpresa, el pelirrojo toma su rostro acunando sus dos mejillas, y su nariz respingada le hace cosquillas.

— Chuu...—  Otro beso, o mas bien la prolongación del mismo. — ...ya 

El pelirrojo se separa, un poco jadeante y muy sonriente. Observando el rostro acalorado del mas alto. El arruga la expresión y le reprocha.

— ¡Estoy hablándote! — Carraspea, y lleva una mano a su rostro, para aliviar la sensación fría y hormigueante de sus labios. — Mientras tu... estas babeándome encima.

El pelirrojo ríe, toma su nuca, y hunde los dedos en su cabello.

— Podría seguir haciéndolo. — Jadea, y pasa la lengua sobre su propio labio inferior, el castaño sigue ese movimiento. — Todo el tiempo. Llevo un tiempo esperando a hacerlo. — Chuuya tiene la mirada fija en su rostro de pomulos rosados, labios carmesi y algunas pecas casi indistinguibles sobre su nariz. Puede que se haya quedado perdido en el durante unos segundo, pero decide recomponerse y decir. — ¿Alguna vez te he dicho que eres tan malditamente hermoso?

El castaño parpadea un par de veces, oh, ¿esos son mariposas? O tal vez algo del refrigerio de medianoche esta haciendo estragos en su estomago, o tal vez se siente tan jodidamente avergonzado y emocionado por eso ahora mismo, demonios...

Hipnotizado ante sus ojos brillantes e indomables como un océano revuelto y furioso por el viento, Chuuya sigue sonriendo mientras dice. — Feliz cumpleaños, Dazai.

Ante esa revelación, el castaño sonríe suavemente, aun mas sonrojado. Deja un ultimo beso, suave, de despedida, en sus labios rosados y le dice que debe irse a la cama.

¿Sera este el regalo de cumpleaños del que Chuuya hablaba? 

Porque es malditamente increíble.

Fingirá dormir, pero todo lo que tiene en mente es gritar en su almohada, tocar sus labios y dar vueltas por el colchón emocionado y avergonzado, buscando desahuciar esa sensación desbordante de emociones en su pecho, y aligerar el vacío de vértigo en su estomago, siente que esta cayendo, cayendo en un gran agujero empalagoso de amor.

El no es quien para decidir lo que Chuuya merece, si Chuuya quiere esto, entonces puede tenerlo, cuando quiera. Siempre. Dazai estará feliz de estar ahí para el aunque tenga que mover el cielo y la tierra.

La primavera acabo, es hora de saludar al verano con una dulce melodía, tonta y enamorada.

Cuando la silueta pelirroja se aleja, Mark boquea. ¿Que carajo....?

Bueno, tal vez si no hubiera decidido tomar una ligera siesta, entendería mas las cosas, y no se habría despertado en el momento en el que dos siluetas, una que reconocería donde sea, es decir, el Joven Dazai, y otra persona, como, ¿abrazándose.? Muy cerca, con las caras pegadas. Haciendo alguna clase de acto sospechoso que el lleva algunas semanas sin poder realizar porque el trabajo es bastante intenso.

Cuando Gin entra para limpiar la sala de seguridad, ella saluda con voz baja y dulce como siempre, con ayuda de un trapo limpia la torre del equipo, el se espanta monumentalmente.

— ¡Oye, oye, oye! ¿No haces eso todos los días, verdad? Con el tiempo la humedad se acumula en la torre, e invade el sistema...y entonces....— Gin alza una ceja, y guarda el trapo en su delantal.

— Lo sabría si cada vez que entrara aquí no estuvieras dormido, Mark-san. — Dice secamente con ambas manos en la cintura. Mark se rasca la nuca avergonzado.

— Yo eh, quería enseñarte algo, de hecho. — Hace una seña con el dedo para que se acerque, y ella da un paso al frente, Twain trabaja unos segundos para retroceder la grabación de la cámara desde la fuente. — ¿Ves esto?

El de cabello anaranjado señala dos chicos, uno es el joven amo Dazai, otro es el mismo muchacho que ha venido estas semanas y se ha escondido en la habitación del joven amo. Ambos están sentados, en el techo. Según la grabación, en la madrugada.

— Si, eh. Es el amigo del Joven amo Dazai, ¿que sucede? No creerás que es algún ladrón, ¿verdad? — Inquiere Gin desconcertada. Twain ríe y se acomoda presumido en la silla.

— Por supuesto que se quien es el chico, es decir, soy como el Dios que todo lo ve en esta mansión. — Afirma con los brazos cruzados detrás de su cabeza, y su camisa usualmente abierta revela un poco mas de piel de la necesaria. Gin pone los ojos en blanco.

Presta atención cuando, el joven amo se acerca... y por la distancia entre la escena y la cámara no se distingue mucho, pero Twain se recompone y da un par de clicks para hacer zoom.

Se ve un poco mejor, Gin entrecierra los ojos con sospecha a la grabación.

— Oye Twain, ¿puedes revisar por donde entra ese gato callejero? Esa pequeña mierda ha defecado en todo el jardín... — Un pelirrojo, Tachihara, se asoma por la puerta, y hace un mueca al verlos a ambos. Carraspea y habla a pesar de que ninguno de los dos le preste atención. — Ja, ja. ¿Trabajando duro, verdad Gin? Nunca pensé que serias tan inteligente como para venir aquí, a la única sala donde no hay cámaras a holgazanear. Astuta y holgazana.

La pelinegra le dedica una mirada molesta, lo toma del cuello y señala la pantalla, Tachihara parpadea un par de veces rápidas y mas de lo necesario. 

— ¿Ese es....? — Gin asiente hacia el, y apenas es consiente de Watanabe, otro de los sirvientes, echando un ojo a lo que sucede y entrando sin ser invitado. Se acerca con asombro al monitor.

Entonces entra Sato, Mitsubara y muchos de los otros sirvientes, y oh dios mio. Todos son testigos de la escena que se desarrolla en una pantalla frente a sus ojos, algunos con ensueño y otros con horror y sorpresa.

Hay dos chicos besándose en el maldito te-

¿Que es todo esto? — Interrumpe Hirotsu, y todos se congelan inmediatamente. — ¿Desde cuando esto es una sala de cine? Quiero que todos vayan a hacer su trabajo en este momento.— Mark boquea hacia la pantalla, y señala frenéticamente el monitor.

— ¡Hirotsu-san, debe ver esto! — El hombre viejo entrecierra los ojos con disgusto, y se acerca.

No hay nada, solo es la grabación acercada del techo de la mansión, el pelirrojo carraspea un poco avergonzado por eso y mientras intenta retroceder en la grabación, la pantalla se congela, cargando el video demasiado tiempo. Hirotsu suspira, poniendo los ojos en blanco con exasperación y llevando una mano al hombro de Gin.

— Gin-kun. Es hora de trabajar. No te quedes ahí perdiendo el tiempo. — La pelinegra vacila un poco, le dedica una mirada a Twain y se va en un suspiro derrotado. — No me hagas decirlo tres veces, Tachihara-kun. 

El otro pelirrojo se rasca la nuca, y sigue a Gin, ambos se van peleando acerca de quien cruzo primero la puerta.

Hirotsu entrecierra los ojos a Mark y le dice. — No le contagies tu pereza a los otros empleados, joven Twain.

Y se va.

¡Toda la servidumbre fue testigo de la novela que se desarrollo en el techo, menos el!

Twain resopla llorosamente, y se queja por haber sido regañado.

Cuando Dazai despierta después de dormir como, siete minutos, hay algo muy peludo y asqueroso sobre el, y para confirmar sus aterradas sospechas, abre un ojo y se encuentra a...

Un maldito perro. 

Su padre se asoma por la puerta de su cuarto, y hay un cachorro blanco, pequeño y exageradamente peludo en su cama, lamiendo su mano desagradablemente.

— ¡Ew! ¡Aléjate de mi! — El castaño se hace bolita en el rincón de su cama alejándose del can. El se sienta, y lo mira con la cabeza ladeada y las orejitas hacia abajo. Luego se acerca a olfatearlo. — ¡Saca a esta bolsa de pulgas de mi habitación! 

Ante el chillido de su hijo, Gen'mon suspira. Y se acerca rascando su nuca. 

— Ese no es su nombre, se llama Elliot. — Intenta amenizar con un sonrisa estúpida, Dazai no ha dormido en toda la noche, y esta demasiado cansado para lidiar con las dos cosas que menos soporta en esta vida: Su padre y los perros.

Le dedica al hombre una mirada que deja en claro que le importa una mierda como se llame esa cosa, no lo quiere aquí. El castaño mayor desvía la mirada.

— Eh, feliz cumpleaños, Osamu. Los quince es una edad muy importante. — La mirada de Dazai se oscurece, y aprieta sus rodillas contra su pecho, su padre no considero ni remotamente la posibilidad de mencionar que esa fue la edad en la que conoció a su madre.

Tal vez ya no le importa, después de todo, los últimos meses de Tane fueron de ella con esa mirada vacía, su rostro angustiado e histérico y las peleas que la llevaron a encerrarse en la cochera con el auto encendido.

Muerte por intoxicación con monóxido de carbono.

En ese momento, cuando el doctor lo dijo, Osamu no lo entendió. Abrazo el peluche contra su pecho, y miro hacia su regazo. 

Muerte.

Ella ya no esta aquí.

Muerte. Se fue. ¿Lo abandono?

Su cumpleaños se acercaba. Muerte. Estuvo practicando muy duro una pieza en el piano para tocarla para ella. Ya no importa, ella ya no esta aquí. Murió por intoxicación con monóxido de carbono. Ahora el esta solo.

Pensó incluso en su madre diciéndole que había una sorpresa para el guardada en su pancita, algunas semanas después de que Osamu le dijera que le gustaría tener un hermanito. Su madre ya no esta, y nunca pudo entender esa sorpresa.

Tal vez a su padre ya no le importa su madre, ella ya esta muerta. Ella ya no amaba a nadie meses antes de morir. Tal vez por eso no vale la pena mencionarla. No gana nada con eso.

Pero el aun la ama, y su vida se basa en descubrir que carajo hizo mal para ella lo abandonara-

— No me gustan los perros. — Osamu mira con desagrado el animal sobre la cama, acostado sobre sus patas. — Y de todas formas estoy a punto de irme a Tokio. No tiene sentido. 

Gen'mon boquea como si nunca hubiera considerado esa posibilidad, vacila y sonríe incómodamente.

— Bueno, ella estará esperándote cada vez que regreses. — Osamu pone los ojos en blanco. Se quita la sabana de encima y se va con dirección al baño.

— Si, ella estará esperándome, no tu. — Cierra la puerta detrás de el, dejando al perrito somnoliento en la cama. Hoy no hay escuela. Así que solo va a bañarse e ignorar a su padre hasta que se vaya al trabajo. 

Antes de irse, Chuuya lamio sus (propios) labios y le sonrió, para después decirle que tal vez pueda hacer un hueco y volver mas tarde.

Vaya forma de arruinar su mañana, y había empezado...muy bien. A decir verdad. Su rostro se sonroja mientras entra a la bañera. Hoy no la usara, solo la ducha. Suspira, y apoya la frente en los azulejos frente a el. Aprieta los labios y cierra sus ojos.

Su cumpleaños usualmente es una mierda, pero hubo un poco de bueno antes de todo lo malo por delante. Lo mismo de siempre, el silencio, angustia y desconcierto.

Cuando vuelve a salir, el maldito perro todavía esta en su cama.

Lo mira fijamente, sosteniendo la toalla contra su pecho, con recelo. 

— Lo dos no cabemos aquí, pulgoso. Sera mejor que busques otro lugar. — Hace un gesto con su mano, indicando le al can que se aleje. 

Este responde con un ladrido agudo y juguetón.

No se ustedes, pero este par me hacen sentir como Cloud 9 de beach bunny 🙏. Me gustaria saber sus opiniones, yo casi lloro jaja. 

¡Gracias por leer, votar y comentar 💕! Un agradecimiento extra para los que han estado siguiendo esta historia desde hace bastante, me dan vida 🌷. 


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