El señor Weasley
Emma's POV
Pude notar mi cuerpo liso, fuerte y flexible. Me deslizaba entre unos relucientes barrotes de metal, sobre una fría y oscura superficie de piedra, iba pegada al suelo y me arrastraba sobre el vientre.
Estaba oscuro, y, sin embargo, podía ver a mi alrededor brillantes objetos de extraños y vivos colores. Giré la cabeza, a primera vista el pasillo estaba vacío, pero no, había un hombre sentado en el suelo, enfrente de él, con la barbilla caída sobre el pecho, y su silueta destacaba contra la oscuridad.
Saqué la lengua, percibía el olor que desprendía aquel hombre, que estaba vivo pero adormilado, sentado frente a una puerta, al final del pasillo.
Me moría de ganas de morder a aquel hombre, aunque sonara raro, ese impulso era involuntario.
Debía contener el impulso.
No obstante, el hombre se movía, una capa plateada resbalaba de sus piernas cuando se ponía de pie de un salto, y pude ver cómo su oscilante y borrosa silueta se elevaba ante mi; veía cómo salía una varita mágica de su cinturón.
No tenía alternativa. Me elevé del suelo y ataqué una, dos, tres veces, hundiendo mis colmillos al hombre, y notaba cómo sus costillas se astillaban entre sus mandíbulas y sentía el tibio chorro de sangre.
El hombre gritaba de dolor... y luego se quedaba callado, se tambaleaba, se apoyaba en la pared, la sangre manchaba el suelo. Me dolía muchísimo la cicatriz. Me dolía como si mi hombro fuera a estallar.
— ¡EMMA! ¡EMMA DESPIERTA!
Abrí los ojos, estaba llena de sudor de pies a cabeza. Draco estaba ahí, también estaban Tory, Harry y McGonagall. También Daphne y Pansy, pero ellas no me interesan.
— ¿Q-qué pasó? — Pregunté. No podía hablar, el dolor de la cicatriz era terrible.
Draco besó mi frente y luego Tory lo sacó a la fuerza de la habitación.
— No hay tiempo para explicaciones — Dijo Harry.
— Duele, duele mucho — Dije aguantando las lágrimas.
Harry asintió.
— Lo sé — Dijo — Vamos.
— Era el señor Weasley — Dije recogiendo una de mis batas.
— También lo sé.
— ¿Hay algo que no sepas?
— Señorita Potter, andando — Dijo McGonagall.
Asentí.
Salimos de la sala común, subimos las escaleras y salimos de las mazmorras. Pasamos muchos pasillos, nos encontramos con la señora Morris que al ver a la profesora siguió de largo.
Estaba en pánico. ¿Qué pasó con el señor Weasley? ¿Qué hacíamos nosotros en el pasillo cuando el puede estar desangrándose?
Estoy segura, muy segura de que era real, estos sueños no era como los que tenía con mis padres, este era diferente. Se sentía más real que aquellos.
Llegamos al frente de una gárgola. La profesora dijo algo que no logré escuchar y la gárgola se movió, dejando ver unas escaleras.
Subimos por ellas y luego Minnie tocó la puerta que había a el final. Esta se abrió sola.
— Profesos Dumbledore, los Potters han tenido una... pesadilla...
— ¡No era una pesadilla! — Dijimos Harry y yo.
— Está bien, cuénteles ustedes al director.
— Harry cuéntala tú — Dije sosteniendo mi brazo, al parecer el dolor de la cicatriz de Harry cesó, pero el mío no. Se hacía más fuerte.
Harry empezó a contarles a todos mientras yo miraba a la pared.
Escuchaba voces, voces que me atormentaban. No era normal, lo sé.
Y cada vez se hacían más fuertes.
Se repetían una y otra vez.
Y ahí la pulsera empezó a brillar de nuevo. Era apenas un pequeño brillo, aunque se hacía más y más fuerte.
— ¿Está Arthur gravemente herido?
— ¡Está en el ministerio! —Dije, trayendo toda la concentración en mi — ¡Los colmillos tenían veneno! Fue una Serpiente, hay mucha sangre, su pulso es débil. No queda mucho tiempo — No se de donde saqué todo eso, pero solo lo dije.
Harry sostuvo la mirada en mi y luego bajó lentamente su mirada a mi pulsera.
— Emma...
— Lo sé, Harry
— Eso no es normal
— También lo sé.
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