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15 | Desnudo y Manchado



15 | Desnudo y Manchado




Fuera bonito decir que su primera vez juntos fue en un lugar bonito, una cama con rosas, velas o tal vez un jacuzzi, pero no. Los dos chicos estaban en el suelo siendo una esponjosa alfombra lo que estaba debajo de ellos. Sebastián estaba debajo de Osvaldo acostado sobre la alfombra y este último mencionado entre sus piernas. Los dos chicos compartían de un beso profundo e intenso intercambiando miles de sentimientos y sensaciones.

Al separarse fue para que el blanco pudiera quitar los zapatos ajenos. Nunca se había dado cuenta pero el menor tenía unos pies muy pequeños para ser hombre. Las proporciones del cuerpo de Sebastián eran no muy masculinas y recién se daba cuenta de esto ahora que lo estaba desnudando. Sus pies eran pequeños, su cintura era pequeña y sus manos eran delicadas al igual que sus cuerpo en si, la forma tan suave y fina en la que se retorcía por sus besos le daba a saber todo lo que debía saber.

Osvaldo se quitó sus zapatos rápidamente y luego sus pantalones quedándose en bóxers con una firme erección notable bajo la tela. Sebastián no se perdió ni un segundo de esto abriendo su apetito por este, en el proceso mordió su labio y se vió desesperado por sentir su cuerpo. El moreno se quitó sus pantalones con rapidez hasta que quedaron ambos en ropa interior. Estaban queriendo consumir acto tanto como si quisieran respirar. Se volvieron a besar con intensidad siendo el moreno quien sujetaba el rostro ajeno con ambas manos. El mayor correspondió sin dudar a la vez que le bajaba la ropa interior con agilidad y rapidez. Pronto hizo lo mismo con él.

Ambos dejaban salir gemidos suaves, mismos que empeoraron cuando sintieron como sus cuerpos desnudos estaban en contacto. Osvaldo se removió sintiendo como rozaban sus miembros entre si sacándole un fuerte gemido a Sebastián, mismo que se encontraba con ganas de más y más.

"Osvaldo.." suspiró mordiendo su labio inferior para mirarlo.

"¿No puedes esperar más?" Le preguntó el chico blanco con una sonrisa complacido de que estuviera rogando por él.

"Ni un maldito segundo."

Con esa respuesta directa y sincera Osvaldo comenzó a introducirse con lentitud en el contrarío. Sebastián retorció su cuerpo ante el gran tamaño del mayor. Sentía a la perfección como rellenaba cada centímetro de su interior sin dejar ni un hueco vacío. Osvaldo pensó que le estaba hiriendo al escuchar como un gemido desgarrador salía de su garganta, pero al fijarse se dió cuenta de que no era de dolor, era de placer. Bufó con una sonrisa y negó. Estaba disfrutándolo de una manera impresionante y sólo había empezado.

Las caderas de Valdo se comenzaron a mover rápidamente a la vez que gemía bajo. El interior de Ro se sentía muy bien y aún mejor porque era él. Las grandes manos del mayor estaban posicionadas a ambos lados del moreno para mantenerse firme, el menor se mordía los labios agarrándose de la espalda firme del blanco. Osvaldo quitó las manos del chico de su espalda y por un segundo se desconcertó pero al ver como las quitaba para poder entrelazar sus dedos con los ajenos. Las piernas delgadas y delicadas de Ro se entrelazaron alrededor de Valdo mientras este se movía sin detenerse ni un segundo.

"¡Valdo! ¡Ah!—" los gemidos entrecortados de Sebastián mataban al blanco de tatuajes.

"Sigue así.." suspiró el castaño de tatuajes contra los labios finos de su amante. "Que todos se enteren quien es el que te hace gemir así." Y lo besó.

Se besaron como si fuera la última vez que se besarían. Se besaron hasta quedarse sin oxigeno. Sus mejillas estaban rojas y era imposible que no. Se estaban convirtiendo en uno entre toda esta excitación. Las embestidas se volvieron más fuertes al igual que los gemidos y los choques de pieles. El tacto de las caderas de Osvaldo contra los glúteos de Sebastián era lo más bueno que este último nunca había probado antes. Era de lo mejor que había sentido. Eso y la longitud del miembro del blanco. Roier se imaginó esto tantas veces, para ser exactos, había imaginado demasiado el como se vería el falo de su amigo. Imaginaba qué tan grande sería pero la realidad supera la fantasía. No sólo era grande, también sabía usarlo.

"¡Osvaldo!" Chilló el moreno sintiendo que estaba a punto de terminar.

"¿Tú también lo sientes,mi amor?" Preguntó el contrarío entre jadeos mordiéndose el labio por esa imagen que tenía de Roier volteando los ojos hacía atrás. "Vamos,terminemos juntos.." le ordenó con una sonrisa pícara y un gemido ronco al terminar la oración.

Sebastián asintió rápidamente casi enterrando sus uñas en el dorso de la mano de Osvaldo. Fue tanto que le sacó algo de sangre, pero era lo que menos importaba. El mayor se movió embistiendo con todas sus fuerzas y ganas hasta que sintió que terminaría. Pero antes de esto, salió del interior del moreno y terminó sobre el abdomen de este al mismo tiempo que terminaban juntos. El menor podía sentir los fluidos cálidos de ambos sobre su abdomen y ombligo, se sentía satisfecho pero muy cansado.

Roier tuvo que dejarse caer sobre la alfombra del todo mientras jadeaba con las mejillas rojas dándole una hermosa imagen a Mariana de su cuerpo desnudo y manchado.


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