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Jeongin se coloco una sudadera confiando que aquella prenda lo reconfortaria de la fría y húmeda ventisca, a varios días de que se inició el otoño las fuertes lluvias y tifones que atentaban las calles de Seúl eran muy comunes, Jeongin las odiaba, no sería así si no tuviera que aguantar los charcos de lodo y el frío helar sus débiles huesos hasta causarles feos escalofríos cada que iba a trabajar, él no se podía permitir gastar su dinero en prendas costosas.
Yang Jeongin era un omega de 22 años, trabajaba como secretario en un instituto de su barrio y en un mini supermercado como repositor, que apenas lo mantenía con una comida al día y su renta del mes, la rutina de cada año, fotocopiar e ir de aquí y haya con muchos papeles, pero Jeongin estaba bien con su día a día.
Bueno, casi bien.
Creía que con ver en sus recesos a los niños de aquel instituto lo llenaría por completo, o las sonrisas de aquellos mayores del asilo que cuidaba cada fin de semana, sus compañías lo llenaban, lo mantenían estable en aquella cuerda floja en que se encontraba.
Todo estaría bien.
Si no existiera él.
Su padre no era alcohólico, tampoco lo golpeaba o usaba palabras para herirlo, sin embargo si era extraño, extraño de una manera escalofriante, si bien era un vago que no trabajaba y vivía del dinero de su hijo, lo agradecía siempre con aquella sonrisa que a Jeongin le causaban muchas cosas desagradables en su interior, cuando su padre, Yang Jinho, trata de agradecerle por su humilde ayuda.
Es donde todo se vuelve escalofriante y desagradable.
Jeongin odiaba cuando su padre hacía algún trabajo que requería dos horas para recibir algunos dólares y de aquel dinero le compraba mucha ropa al omega, ropa sumamente vulgar, y entonces insistía a Jeongin a que se los pruebe, ya que según él, se esforzó mucho para conseguir el dinero y poder obsequiarselos, el omega juraba que cuando su padre lo veía con los diminutos shorts o los accesorios de cuero, su mirada cambiaba por completo, los ojos oscuros y las pupilas dilatadas ya no eran las de un padre amoroso y agradecido.
Y entonces lo fotografiaba, y murmuraba un:
- Se lo mostraré a tu madre, hijo, mira la cámara.
Y el principal problema, es que su madre estaba muerta.
Pero Jeongin no refutaba, siempre repitiéndose que podría ser normal, que tal vez su padre lo seguía viendo como un cachorro, aunque en la realidad siempre quiera preguntarle.
"¿Por qué me haces esto?, ¿por qué me miras con aquellos ojos?, ¿qué es lo que siempre tu mirada busca en el baño cada vez que me ducho?".
Jeongin estaba bien mientras siga siendo estable.
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Con distracción los dedos de Hyunjin acariciaban el caño de su revólver, el frío hierro abrazando las yemas de sus dedos, con las piernas cruzadas en aquel sofá de cuero, escuchaba el tic tac del reloj, no se detenía, en ningún momento, pero debía esperar, las pilas se acabarían, dejarían de tener energía, se agotarían, tal cual su paciencia en ese momento.
- Señora Moon, tic tac~- tarareo Hyunjin desviando sus ojos de su arma y observando la ventana de aquella habitación, acercando el largo y frío caño del revólver se rascó la nuca al escuchar los sollozos de la mujer, le incomodaba, con más insistencia frotó el arma contra su piel.
- N-no podría...- Hyunjin comenzó soltar pequeños chasquidos negativos, ignorando como los espasmos de aquella mujer se incrementaban, giro de nuevo observándola en el suelo, totalmente arrodillada con todo el torso apoyado en el suelo y la frente sobre sus manos.- s-se...- el temblor de su voz la interrumpió. Cansado Hyunjin se levantó del incómodo mueble- ¡S-señor Hwang!- imploró gateando en el suelo para poder acercarse, ya que no se permitía ni atrevía a tocar a aquel alfa.
- Hiciste un trato- con tranquilidad se acercó a la ventana, sus ojos observando con detenimiento a cada niño de aquel patio, los podía escuchar, sus risas, los gritos de infinita alegría, el brillo inocente de sus ojos podían cegar a cualquiera.
- S-si...si m-me salgo de aquel circulo, m-matarán a mi hijo- Hyunjin apoyo el caño de su arma en la ventana y con lentitud comenzó a bajarlo creando molestos chirridos del hierro contra el vidrio.
- ¿Sabe el significado de mighty, señora Moon?- pero la pobre mujer trataba de recuperar el aire de aquellos espasmos que sacudían su cuerpo- poderoso, somos poderosos...soy poderoso, y usted me está subestimando.
- ¡N-no es así!, s-solo...-
- Si usted no sale de aquel circulo, le diré que harán, matarán a cada uno de esos niños- murmuró observando con atención el patio- incluyendo a su hijo, pero si usted obedece al trato y sale de ese círculo todo quedará saldado, ¿cree que yo no podría acabar con su insignificante círculo de mafiosos principiantes?, por la única razón de que no he actuado es por aquellos niños, por que si no cumple el trato, los mataré a todos, y no es mi pasatiempo apagar aquellas luces de falsas esperanzas y sueños, ¿usted lo entiende?.
- S-si.
- La ayudé con la enfermedad de su hijo, entonces usted debe ir, decir a que lado pertenece y hacer que la mafia venga hacia mí.
- P-por que...¿p-por que usted no va por ellos?.
- Me gusta matar en mi territorio, usted solo debía ayudarme a que se acerquen, no entiendo por qué se complica tanto- bufo y volvió a girar hacia la mujer quien seguía manteniendo la mirada en el piso- Espero no volver por aquí con malas intensiones, nos volveremos a ver señora Moon, tiene una semana.
- S-si joven- volviendo a guardar su arma en el interior de su pantalón abrocho su saco negro y salió de la pequeña oficina de aquel instituto.
Siendo seguido por su guardia camino por aquel corto pasillo mientras observaba con detenimiento a los niños jugar.
- ¿Alguna vez te viste con una expresión de infinita felicidad, Minho?- Hyunjin murmuró deteniéndose en medio del pasillo metiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones.
- Tu pregunta me ofende Hwang- el alfa menor sonrió de lado con ironía por el búfido de su amigo- esas eran nuestras malditas caras hace unos años.
- Si...- solo pudo contestar con un susurro, observando fijamente como un niño de seguro de clase superior se encontraba empujando a una niña, pequeños y repetidos empujones infantiles pero que por la expresión de la niña, Hyunjin pudo jurar que la estaba partiendo en dos.
Como un tic sus dientes hicieron presión en su labio inferior hasta el punto en que sintió el sabor de su propia sangre, entre cerrando los ojos al ver a la niña echarse a llorar con fuerza mientras abrazaba una pequeña lonchera entre sus delgados brazos, sus dedos sintieron el caño de su arma y sus ojos no se despegaban de aquel mocoso molesto.
Deseo hacerlo, lo pensó y entre debates con aquella voz en su cabeza sus dedos ya habían agarrado el mango de su arma.
- Hwang...- pero no fue la voz de advertencia de Minho lo que lo detuvo.
Ahí lo vio, a metros de él.
Un jodido ángel, iluminando más que los ojos inocentes de aquellos niños, acercándose a la niña y con sus fracciones definidas e irreales la miro con preocupación, Hyunjin observando mudo cómo se inclinaba a su altura y con delicados movimientos limpiaba las lágrimas de la infante, lo observaba hablar, se pregunto cuál sería el sonido de su voz, ¿sería igual de angelical que su rostro?.
Hyunjin remojo sus labios cuando aquel chico giro hacia el mocoso que había estado molestado a la niña y con solo mostrar una mueca de desaprobación logró hacer que el niño bajará la mirada avergonzado, el alfa quiso reír por como esa aura de dulzura lograba hacer que cualquier ser a su alrededor se mostrara vulnerable.
- Jefe, debemos irnos- y para cuando Hyunjin fue consciente ya había dado varios pasos hacia aquel hermoso chico, quien para juzgar por su apariencia, debía ser un omega.
Rechistando le dio una última mirada al azabache a metros de él y juró volver a verlo, solo para volver a experimentar aquel calor que lo envolvió al ver la tierna y suave sonrisa que se posó en los labios de aquel ángel.
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- Gracias por traerlo Jeonginnie- la maestra del niño quien encontró en el patio molestando le ofreció una sonrisa apenada, el omega tan solo sonrió agitando la mano con desdén mientras el niño quien descubrió su nombre como Yedam miraba el suelo avergonzado.
- Espero y pueda hablar con su madre, y tú pequeño, también espero que dejes de intimidar a niños más pequeños que tú, estoy seguro que no deseas que alguien te haga lo mismo a ti, ¿cierto?- Jeongin ladeo la cabeza cuando el niño negó frenéticamente.
- ¡N-no lo vuelvo a hacer!, lo siento hyung- revolviendo su cabello con una sonrisa Jeongin se despidió de la maestra y giro más tranquilo comenzando a dirigirse a su lugar de trabajo, ya que para él, la hora del receso ya había acabado.
Las últimas dos horas de trabajo solo tuvo que hacer unas treinta fotocopias para que el jardín de infantes pueda colorear, cuando la directora Moon le dio permiso para retirarse tomo su mochila y con las manos heladas comenzó su corta caminata en dirección a su hogar, implorando a que su padre se encuentre en alguna reunión de amigos o un casino, para así tal vez, evitar aquellas miradas incómodas en la mesa.
Cuando ingresó a su pequeña y fría casa se tomó el tiempo de sacar sus zapatos y colocarse sus preciadas pero desgastadas pantuflas, agudizó su oído en busca de algún sonido sospechoso pero al no escuchar nada inevitablemente soltó un suspiro de alivio, debió suponer que su padre no estaría al encontrar las luces apagadas, tomándose el tiempo de prenderlas y también poner algo de fuego en la chimenea se dirigió en la cocina dejando las bolsas de ramén que había comprado en el camino sobre la pequeña mesa de madera.
Sin poder evitarlo comenzó a tararear cualquier canción que se le cruzó por la cabeza, el silencio realmente lo asfixiaba, metiendo el envase de ramén en la microondas espero a que esta se cocine, busco algún jugo natural en el frigorífico pero no halló nada, incluso no usaba aquel electrodoméstico, por lo que por minutos se cuestionó si podría venderlo y cuanto ofrecerían por aquel viejo refrigerador, sin embargo el sonido del microondas lo sacó de sus pensamientos.
Con el envase de fideos en manos y sentado frente a la chimenea comenzó a digerir de su alimento del día, observando con tranquilidad las llamas que se alzaban frente suyo, en ciertos momentos pequeños bostezos interrumpían su comida, lo que al final logró que pequeños lagrimales se posen en las esquinas de sus ojos sintiéndose somnoliento, pero no se permitió caer en lo cálido que se sentía el fuego cerca suyo y apresurandose en comer se levantó para poder prepararse para unas extensas horas de trabajo.
Una rutina que se repetía cada año, Jeongin se estaba cansando de ella.
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- Entonces agitas un poco y soplas- tres días de extensa lluvia y por fin pequeños rayos de sol se apreciaban en Seúl.
Jeongin se encontraba enseñando a los pequeños niños de primaria a como hacer las pompas de jabón, cuando el pequeño castaño a quien ayudaba logró hacer algunas no pudo evitar aplaudir contento como halago a su logro, satisfecho al escuchar su tierna y emocionada risa.
- Lo hiciste genial pequeño, sigue intentándolo, recuerda que sobre todo debe ser divertido- dando una caricia en su rizada cabellera se levantó de la banca en que se encontraba, observando que los niños estaban siendo ayudados por las maestras se alejó un poco del patio, apoyándose en el pilar del pasillo mientras observaba con tranquilidad a los niños jugar.
Hyunjin mordía su pulgar apoyado en su camioneta, su mano libre acariciando su arma en el interior de su pantalón, observando con los ojos oscuros al pequeño ángel dentro de aquel instituto, quien sin esforzarse supo que su nombre era Yang Jeongin y tenía 20 años, su lengua acarició su dedo dudoso, sus ojos escudriñando la vestimenta del azabache, llevaba unos jeans ajustados, que juzgando por la tela debía ser una prenda muy usada, sin embargo no podía pensar en otra cosa que no sea lo redondeado que dejaba su trasero y lo pequeño que se veía su cintura al tener su fina camiseta dentro de sus pantalones, gracias a la iluminación del sol ese día podía apreciar mejor lo pálido y cremoso que se veía su piel.
Y Hyunjin juraba que aquel ángel tenía un maldito culo de bebé en la cara.
Por que sino, no explicaba aquella piel tan cremosa y blanquecina, pudiendo apreciar su nariz de botón y el apetitoso brillo en sus rosados labios.
Sin pensarlo más Hyunjin se alejó de su coche y con pasos decididos se adentró al instituto, ignorando las reverencias de los maestros que encontraba por el camino, sus ojos ningún momento se alejaron de su objetivo, y cuando solo metros lo separaba de aquel ángel un gruñido de satisfacción amenazó con salir de sus labios, el aroma increíblemente delicioso de omega lo envolvió logrando que por un momento se detuviera con tal de disfrutarlo como se debe, totalmente dulce y encantador, el olor que pocos omegas poseen, hogareño, acogedor, el aroma de un perfecto omega sumiso.
Entonces Hyunjin necesito controlar a su alfa que rasguñaba encantado, camuflando como pudo su aroma que se había incrementado, no supo si aquello funcionó, pero en segundos el ángel a metros de él giro, sus ojos no tardaron en encontrarse, Hyunjin paso lentamente su lengua por sus labios al no perder ningún detalle de la reacción de aquel omega al verlo, sus ojos oscureciendose al notar como el menor pasaba saliva y como lentamente su rostro iba enrojeciendo y un peculiar brillo se posaba en sus ojos.
Con lentitud comenzó a acortar la distancia satisfecho al ver el cuerpo del omega temblar y su aroma tan dulce abrazandolo con más insistencia.
- L-lo siento- y tal cual un omega sumiso, su melodiosa voz pidió perdón por el simple hecho de aguantarle la mirada, Hyunjin no pudo evitar sonreír de lado cuando Jeongin bajo la mirada y su cuerpo volvió a soltarse en temblores.
Y antes que pueda decir algo una infantil voz llamo su atención.
- ¿Eso es una pistola, hyung?, ¡yo quiero tocarlo!- y alarmado Jeongin salió de su trance al ver a un pequeño alumno acercarse al imponente alfa.
Los ojos del omega se abrieron en grande al notar que en efecto, aquel malditamente atractivo y hermoso alfa llevaba un alarmante arma consigo, casi que chilló asustado cuando el alfa no se esforzó en moverse cuando el niño se acercó emocionado y en cambio siguió con aquella mirada inexpresiva con los ojos puesto en el infante.
- ¡N-no!- sin pensarlo dos veces se tambaleó hasta el aterrador alfa y se coloco enfrente antes de que el niño llegue a él- ¡s-solo es un juguete pequeño!- Jeongin trató de concentrarse, pero su cuerpo no hacía más que temblar al tener el aroma de aquel alfa tan cerca, literal a centímetros y que su lado sumiso le esté pidiendo que se arrodille sin pensarlo, pero no podía ceder.
- ¿Entonces puedo tenerlo?, ¡hyung por favor obsequiemelo!.
Hyunjin sintió cómo todo su cuerpo se tensó, y sus ojos se abrieron más de lo normal por la sorpresa cuando en un momento desesperado donde el infante quiso meterse en medio y agarrar el arma, una temblorosa mano se posó en su revólver y su aroma lo golpeó con más fuerza cuando Jeongin se apoyó en él tratando de ocultar el objeto, Hyunjin se preguntó si aquello era una maldita broma, no podía estar ese ángel teniendo su mano tan jodidamente cerca de su entrepierna y además restregando su tembloroso cuerpo contra el suyo.
- N-no, por que el joven d-debe dárselo a su hermanito, n-no podemos tomar algo que no nos p-pertenece- trato de inventar una excusa lo más rápido que pudo, ni siquiera pudiendo cuestionarse la falta de ayuda de aquel alfa en ese momento, aunque si tenía suerte se salvaría de aquella situación tan vergonzosa.
Hyunjin no pudo evitar posar sus ojos en los tentativos hombros del omega, sus ojos pasando por la pálida piel de su cuello y también teniendo visión de la tentativa clavícula que se podía apreciar gracias a la suelta camiseta blanca, su boca se hizo agua cuando se inclino y el aroma del omega lo invitó a querer restregarse mientras sus ojos se nublaban.
- P-pro...- carraspeando Jeongin busco su voz por tener un nudo de nerviosismo en su garganta al sentir el aliento tibio del alfa golpear su nuca, definitivamente le daría un paro- ¡p-prometo d-darte un regalo mañana!, v-ve a jugar p-pequeño.
- ¡Si!- como si no fuera el causante de una guerra de hormonas el infante giró y se retiró con saltitos de felicidad.
Jeongin tomo varias bocanadas de aire al sentir su rostro arder, su omega ronroneaba como nunca por lo bien que olía el alfa detrás suyo, un aroma definitivamente fuerte, imponente y delicioso, podía ponerte sencillamente de rodillas con solo respirarlo, y era lo que Jeongin quería hacer pero sus rodillas no cedían. Lentamente su mano la cual temblaba vergonzosamente se alejó de aquel arma que le dio escalofríos, y por primera vez pudo pensarlo mejor, ¡tenía un arma!, ¿cómo aquel alfa podía entrar a un instituto infantil con un arma de fuego?.
Tomando todo el valor que pudo, se alejó y girando tomo una gran bocanada de aire, y exhalo casi ahogándose al notar la oscura y deseosa mirada del alfa, no puede ser, estaba excitado.
¡No caigas Jeongin!.
- U-usd...u-usted- ah vamos, parecía un torpe tartamudo- ¿e-es tan insensible?- su pregunta salió más como un chillido, pero se ánimo en cruzarse de brazos mientras el hermoso alfa frente suyo arqueaba una ceja- ¿Cómo p-puede cargar u-un arma en este establecimiento?, ¡d-debe traerlo ilegalmente y podría acusarlo con el guardia de seguridad!.
Hyunjin no sabía si reír o reír.
Un omega, lo estaba regañando, a él, a Hwang Hyunjin, ¿acaso su presencia ya no hizo saber al angelito que podía partirlo en pedacitos?, pero Hyunjin lo seguía notando, aquellos temblores aterrados que sacudían su cuerpo que sin embargo no lo detuvieron para alzarse hacia él.
Tan caliente.
- ¿Me acusaras, omega?- Jeongin quiso lloriquear por lo que aquella voz le hizo a todo su sistema, quería caer de rodillas ante tanta superioridad.
- ¡P-podría hacerlo!- inflo su pecho con aire queriendo pobremente imponer más presencia, Hyunjin suspiro con tranquilidad, no entendía como ese omega podía estar tan confiado luego de lo que hizo, por que, ¿se dio cuenta cuando lo puso cierto?, estaba escondiendo inútilmente su maldita polla entre sus piernas para no hacer notar tanto su erección, esa era la primera vez que se calentaba tan rápido.
- Bien, lo siento- claro que no lo sentía, e incluso podía decir tranquilamente al angelito que lo mataría si volvía a hablarle así y este de seguro se desmayaria del miedo, pero extrañamente no le apetecía que le tema, estaba bien mientras mantenía aquella aura desafiante, sin importar los temblores.
Jeongin parpadeo casi pálido, oh rayos, un alfa de alto rango le había pedido perdón a él, se repitió muchas veces de que estaba bien, aquel alfa no era más solo por ser de muy alto nivel.
Por que si, definitivamente el azabache frente suyo debía ser un alfa de raza pura.
No podía ser otra cosa, no cuando su voz tan tranquila tenía a su omega llorando del miedo y queriendo mostrar el cuello con sumisión total.
- P-por favor, no vuelva a ingresar aquí mostrando esa arma, a otro alumno podría asustarlo- sonando más tranquilo Jeongin carraspeo, en ese momento se preguntó por la presencia del aquel alfa en el instituto, es obvio que jamás lo había visto por ahí, nunca lo olvidaría si hubiera sido así-, uhm, ¿b-buscaba a alguien, alfa?.
Hyunjin remojo sus labios y extendió una mano.
- Hwang Hyunjin, un gusto- Jeongin volvió a temblar, con solo pensar en tocar la mano del alto, observando con timidez los largos dedos de su mano, anillos totalmente hermosos decorandolos.
Tomando su mano mordió su labio inferior a la agradable corriente que lo abrazó, al sentir la suavidad y calidez de su piel.
- Yang Jeongin, u-un gusto...- y ni siquiera se dio la oportunidad de alejar su mano cuando el alfa estiró de él con fuerza.
El aire se escapó de sus pulmones en el momento en que su cuerpo chocó contra la del más alto y el embriagador aroma del alfa lo envolvió, soltó un jadeo al sentir el arma rozar en su estómago, y no era precisamente el revólver, el arma que sentía pudo jurar que era más destructivo y letal. Sin poder evitarlo soltó un ronroneo al poder inhalar tan cerca de su aroma, su mano libre se aferró al hombro de Hyunjin mientras la otra seguía entrelazada con la mano ajena, podría haber caído sin embargo el brazo libre del alfa los sostenía de la cintura logrando así que no haya ningún centímetro de distancia entre sus cuerpo.
Hyunjin disfruto ver de cerca el fuerte rubor del menor, sentir su cuerpo tan delicado contra el suyo, y sin aguantarlo un pequeño gruñido tembló en su garganta cuando sus ojos se encontraron y las del omega brillaban de la timidez y el temor.
- Te estaba buscando a ti, ángel.
Jeongin sintió su rostro caliente, sabía que estaba vergonzosamente rojo y que los temblores que sacudían su cuerpo lo hacían ver terriblemente patético, pero era así como lo estaba dejando con simples palabras aquel alfa.
- ¿Q-que?- Hyunjin sonrió de lado y complacido remojo sus labios al notar la atención del omega en ellos.
- Te quiero para mí Yang Jeongin- el omega sintió aquel susurro tan placentero.
Pero se obligó a tocar tierra, y lo único que pudo hacer es quejarse totalmente avergonzado y nublado por el aroma del alfa y con toda la fuerza de voluntad que sorprendentemente le quedaba se separó del alfa sintiendo un desolador frío y con el cuerpo temblando salió corriendo de ahí.
Huyó lo más rápido que pudo o de seguro terminaría frotándose sobre aquel alfa.
Hyunjin parpadeo, respiro el aroma del omega que aún se sentía en el aire tratando de calmarse, por que definitivamente no podía soltar aquel gruñido que amenazaba con salir de sus labios, sus dedos picaban por querer tocar de nuevo el cuerpo del menor, mordiendo su labio inferior no pudo evitar después de todo querer sonreír.
El pequeño ángel llevaba su aroma impregnado en él.
Y mientras se acercaba a su coche Hyunjin estaba más seguro de lo que su alfa y él deseaban.
Obtener a Yang Jeongin, sería irremediablemente suyo.
N/A: Si no lo publicaba ahora, jamás me iba a decidir, me esforzaré mucho úwú
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