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Capítulo 3

Al llegar a casa lo primero que me llama la atención es ver una patrulla frente a esta, y lo segundo es que mis padres están hablando con los oficiales con semblante preocupado, mientras que mi hermano -que se nota que tiene que estar ahí por obligación- solo mira hacia el césped, aburrido. Su mirada recae sobre mi, aunque rápidamente la aparta y llama la atención de mamá, la cual me mira por encima del oficial.

Me detengo en seco ¿Qué ha pasado? ¿Será que le habrá sucedido algo a Félix? No, no puede ser. Seguramente estará bien. Debe ser alguna multa por exceso de velocidad gracias a mi padre o algo así.

Retomo mi camino hasta que quedo junto a un oficial.

-Buenas noches -Digo en un susurro

-Buenas noches ¿es usted Andrea Evans? -Dice uno de los oficiales cordialmente. Asiento -Bueno, necesito que me acompañe a comisaría.

Mierda.

Mi corazón se detiene por una fracción de segundo, al tiempo que se me ocurre la fugaz idea de salir corriendo sin rumbo alguno. Solo lejos de estos oficiales y de esta realidad de mierda. Vale, no puedo hacer eso. Me atraparían y vamos, que sería una completa locura.

-Em... ¿se puede saber que sucede? -Pregunto fingiendo tranquilidad.

-Claro. Debe respondernos unas cuantas preguntas. Al ser menor de edad debe ser acompañada por un mayor. Preferiblemente alguno de sus tutores legales.

-Yo iré -Dice papá, pasándome una mano por encima de los hombros -Total, no creo que demore mucho este interrogatorio sin sentido.

-Bueno, acompáñenos.

Luego de despedirnos de todos, nos montamos en el coche para seguir a la patrulla.

-Pa, ¿que sucede? -Digo en un susurro, con la voz temblorosa.

-Nada hija, no te preocupes. Solo te harán unas cuantas preguntas. No es nada serio.

-Si no es nada serio, ¿por qué me llevan a comisaría?

-Es algo obligatorio hacerlo, hija.

-En las películas no lo es.

Se queda en silencio unos segundos y luego toma mi mano, comenzando a trazar suaves círculos en esta.

-Pero esta es la vida real, Andrea. Muchas de las películas que vemos a diario solo cuentan la parte de la realidad que el ser humano quiere ver. Pero la realidad es mucho más dura de lo que muestran a través de una pantalla... o un libro. Para sobrevivir en este mundo debemos saber diferenciar entre la realidad y la ficción, cuando las cosas estan bien y cuando no, si no, pues... será nuestra perdición, hija.

Me quedo en silencio, mirándolo durante unos segundos en los que él se dedica a mirar a través de la ventanilla, pensativo. No puedo decir que no tengo miedo. Joder, estoy aterrada. Pero tener a mi papá cerca, tan sereno, me dio la sensación de que en este momento nada podría salir mal.

***

Salgo del auto sintiéndome como la criminal más grande del mundo, a pesar de que nadie me presta atención y soy una chica delgaducha con alguna que otra curvita en alguna parte estratégica de mi cuerpo. Pongo los ojos en blanco y me contengo para no decir una grosería cuando veo que un policía se me queda mirando más de lo estrictamente necesario.

-Pase a aquella sala de allá. El superior irá en un momento.

-Suerte, florecita -Escucho decir a papá a mi espalda antes de entrar al pequeño cuarto de declaraciones.

Me siento en una silla que hay frente a la mesa, incómoda, y comienzo a juguetear con mis manos nerviosamente. El silencio abrumador de la habitación no hace más que hacer crecer la tensión que siento en mi interior. Comienzo a sentir como mis manos empiezan a sudar frío cuando pasan unos cuantos minutos y no entra nadie a hacerme el interrogatorio.

Me pongo de pie y comienzo a caminar de un lado a otro en el reducido espacio, hasta que escucho la puerta abrirse y veo a un hombre algo mayor vestido de policía y con cara de no estar de buen humor.

-Toma asiento. No tengo toda la noche.

¿Dice el mismo que se demoró más de diez minutos en aparecer? Que profesional el tío.

Sinceramente tengo que aguantar las ganas para no decírselo a la cara, y en su lugar, finjo una sonrisa y me siento frente a él, en la silla de antes.

-¿Y bien? ¿Cuál es el honor por el que estoy aquí? -Pregunto directamente con los brazos cruzados por encima de la mesa.

El policia se toma unos segundos en responder, por lo que mira unos papeles que están sobre la mesa con aire aburrido.

-Estás aquí por la desaparición de Félix Bolson -Dice con tranquilidad.

-¿De-desaparicion? -Pregunto, asustada.

-¿No sabía nada al respecto?

-Bueno, si. Mi madre me había dicho algo esta mañana. Pero no lo tomé muy a pecho ya que él podría haber estado en casa de un amigo.

-¿No eres su novia? No te veo muy preocupada por lo que está pasando. Podría hasta decir que... ni siquiera te afecta que le pase algo a Félix.

-¿Perdone? Mire, agente, usted no me conoce lo más mínimo y no tiene ningún derecho a opinar sobre lo que siento y lo que no. Cada quien tiene su forma de mostrar sus sentimientos, ¿sabe? No somos máquinas programadas para ser iguales y perfectas -Digo seriamente, encogiéndome de hombros y dedicándole una mirada de desaprobación al policía.

Él pasa por alto lo que he dicho y continúa el interrogatorio. Sonrío internamente al notar que lo he dejado sin argumentos.

-¿Cuándo fue la última vez que viste a Félix?

-Ayer en la noche. Fue a cenar conmigo y mis padres. Esto... ¿Le puedo ser sincera?

-Por favor -Dice el policía, más interesado.

-Creo que esto es una pérdida de tiempo. Félix es un chico que le gusta salir de fiesta e ir por la vida como una hoja movida por el viento. En mi opinión deberían esperar a mañana o... no lo sé, un día más. Seguro aparecerá con una escusa barata como siempre lo hace.

-¿Es que no lo has llamado? Según me dijiste sabías de su desaparición desde la mañana. Sus padres lo han llamado cientos de veces, al igual que sus amigos, pero no obtienen respuesta.

Joder, es cierto. Ni siquiera le he pasado un mensaje para preguntarle que tal está.

-Pues... no -Digo en un susurro.

-Vaya novia que se ha buscado el chico -Escucho que dice en un susurro.

-A ver, señor, que no sea un piojo pegado al pelo de Félix no significa que sea mala novia. Solo le doy su espacio. Nuestra relación siempre ha sido así.

-Claro. ¿Entonces si en unos días se entera de que hemos encontrado el cadáver de su novio usted seguirá pensando en darle un espacio?

Detengo el movimiento que había comenzado a hacer inconscientemente con mi pierna y me dedico a mirarlo mal.

Este tío quiere guerra...

-Es que ya esto es el colmo. ¿Es que a caso yo le digo a usted como debe hacer su trabajo?

-No encuentro la necesidad de que me diga nada, ya que se que lo hago perfectamente.

Suelto una risa sarcástica.

-¿Cree que un buen policía, centrado en su trabajo y en hacer el bien, estaría diciendo esas cosas? ¿Estaría... siguiéndole el juego a una adolescente? Y esas preguntas...¿Qué es lo que faltaba por preguntarme de mi vida personal con Félix? ¿Si teníamos vida sexual activa?

Veo como aprieta la mandíbula, tenso. Mientras, yo me acomodo mejor en la silla, mirándolo con total tranquilidad y confianza.

-Bien, ¿continúa con el interrogatorio o ya puedo marcharme? Es que el colegio suele agotar mentalmente, ¿sabe? Eso es lo que da pensar con todas las neuronas. -Hago una pausa, mirandolo con media sonrisa- Por cierto, a usted lo veo muy sano y activo.

Luego de unos segundos en los que me miraba como si fuera un bicho raro y bipolar -vamos, porque de un momento a otro le he dicho algo "bueno"-, entrecierra los ojos, pillándolo.

-Hemos terminado -Dice por fin- Puedes marcharte.

Luego de darle una última sonrisita, salgo del caluroso cuarto. Pongo los ojos en blanco, divertida, el ver a papá mirando con mala cara a dos policías jóvenes que hablan animadamente de la nueva serie de Marvel.

Me sitúo a su lado, pero él no se inmuta.

-En mis tiempos no se tenían a las jóvenes generaciones de policías tan sueltos por el mundo. Por esto nadie se toma su trabajo en serio -Murmura.

-Si, si, papá. En tus tiempos todo era mejor persiguiendo a asesinos que amenazaban con matar a tu novia y disparos en medio de un barrio marginado. -Digo en broma, pero al ver la mirada que él me dedica supe que era en serio -Wuao, y yo quejándome de los tres trabajos que tengo que entregar dentro de dos semanas.

Suelto una risita mientras él se pone de pie, con su habitual cara de amargado.

-Vámonos.

-Si, vamos, que como sigas mirando de esa forma a esos pobres chicos desaparecerán de la faz de la tierra.

-Que graciosa. -Comienza a caminar, dejándome atrás- Igual de pesada y sarcástica que su madre -Lo escucho decir en voz baja y una sonrisa orgullosa se forma en mis labios.

-¿Cómo pudiste enamorarla con esa cara de asco que le muestras al mundo? -Digo cuando me sitúo a su lado.

-Que gran imagen tienes de tu padre.

-Sabes a lo que me refiero. -Frunzo el ceño, indignada por su falta de confianza hacia mi ser.

-Otra más.

-¿El q...?

-Nada. Andy, es una historia muy larga y...

-Tengo tiempo.

-Y yo, pero no tengo ganas de contarla. Ni de hablar, en general. Solo quiero silencio y una buena taza de café mientras leo un buen libro.

Lo miro mal.

-Pides mucho.

-Otro día de lo contaré, hija. Te lo prometo. -Dice montándose en el coche.

Entro también y me siento a su lado, en el asiento del copiloto. No pasa ni un minuto cuando enciendo la radio, aburrida. Comienzo a pasar canales hasta que doy con uno que tiene puesta la canción "Imagine" de John Lennon.

-You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will be as one -Antes de poder continuar cantando suelto una risita en voz baja -Ha dicho: Yo beseeeeé a mi primaaa. -Imito como puedo su voz, ganándome en el acto que se me fuera más de un gallo- Nos ha salido norteño el John Lennon.

-Tú humor va cada día en retroceso.

Lo miro con mala cara, indignada.

-Soy muy graciosa.

-Ya.

Continúo cantando la canción a todo pulmón hasta que esta termina y comienza a sonar una que no me sé.

-¿Por qué no me has preguntado nada acerca del interrogatorio? -Me encuentro preguntando, dudosa.

-No tengo por qué preguntarte nada, Andrea. Sé que tu no hiciste nada malo y me habían comentado del por qué estabas ahí. No estés mal, seguramente pronto darán con Felix. -Dice en un triste intento de consolarme.

Algo en mi se agrieta un poquito al escuchar el "Sé que tu no hiciste nada malo". Me giro, sin atreverme a mirarle a la cara. Ojalá tuvieras razón, papá. Ojalá no hubiera hecho nada con lo que me arrepentiré el resto de mi vida...

***

-¿Pero qué ha pasado? -Casi grita mi madre, desesperada por obtener una respuesta.

A diferencia de papá, a penas he llegado mamá me ha acribillado a preguntas, una tras otra y sin descanso alguno. Al menos él se ha librado y como quería que pasara, agarró un libro de la estantería y se fue a la cocina, diciendo que haría café.

-Ya te he dicho que nada, ma. Solo me han hecho unas preguntas sobre la supuesta desaparición de Félix -Digo, encogiéndome de hombros.

Como siempre, ella se me queda mirando unos segundos fijamente, en silencio. Al parecer esa es su forma de saber si miento o no, ya que al ser psicóloga tiene gran facilidad para leer a las personas.

Al final, suelta un suspiro y me da un abrazo.

-Pensaba que te pasaría algo malo. Tenía mucho miedo. -Dice sin soltarme.

-No me pasará nada. ¿No ves que soy una gruñona andante? A las personas como yo no se nos acerca nadie por miedo a que con nuestra actitud los hagamos entrar en depresión.

-¡No digas eso! -Me suelta para darme un suave codazo en las costillas. -Tú eres un amor. Tienes una forma diferente de mostrar cariño, si. Pero eres una ternura con forma de... mhm...

-...Estropajo viejo -Concluye mi hermano bajando las escaleras, divertido.

-¡Andrés! No seas pesado con tu hermana, que ella es muy guapa y simpática. Mira esos ojazos verdes -Me coge la cara y me abre los ojos, como si fuera una muñeca de trapo.

-Iguales a los míos, mamá, te recuerdo que somos hermanos mellizos.

Ella frunce el ceño antes de asentir, dándole la razón.

-Cierto. Vaya forma... interesante de enterarme de ello -Dice con una mueca.

-Ok, prefiero no preguntar para no traumarme -Dice Andrés. -¿Cómo te ha ido en la comisaría? ¿Tendré una hermana criminal? ¿Huirás de la poli y serás prófuga de la ley?

-Bien, solo me han preguntado cosas sobre Félix. -Trago saliva antes de contestar lo otro, pero por suerte nadie se da cuenta- No tendrás una hermana criminal, y no, ya que para huir tendría que hacer muchas cosas y me da pereza.

-Aburrida... -Resopla dándole un beso a mamá y subiendo, indignado por mi respuesta.

A pesar de ser mi hermano hay veces que no lo entiendo en absoluto.

-Bueno ma, yo igual me iré. Estoy agotada. Hasta mañana. Te quiero.

-Igual cariño. Hasta mañana.

Entro a la cocina y voy a por un vaso con agua. Sentado en una silla está papá, leyendo tranquilamente.

-Ya me voy a dormir. Hasta mañana. -Digo terminando de tomarme el vaso con agua. Él simplemente se dedica a asentir, por lo que subo a paso apresurado hacia mi habitación.

Voy directo hacia la ducha, por lo que me quito la ropa y me dejo llevar por el magnífico sonido del agua callendo e impactando contra mi piel sedosa y pálida.

Minutos después salgo, me cepillo los dientes y vuelvo a mi habitación. Una sonrisa se forma en mi rostro al ver la fuerte lluvia impactando con fuerza y desdén en mi ventana. Emocionada, me pongo el pijama y me siento a admirar la lluvia en el pequeño sillón que hay frente a esta. Comienzo a mirar como las gotas de agua caen con una magnífica sincronía contra el asfalto frente a mi casa y no puedo evitar imaginármelas como niñas pequeñas jugueteando de un lado a otro, divirtiéndose e impactando en vez de en un piso, en los corazones de los demás. Dicen que los lectores y escritores nos fijamos en los pequeños detalles y los volvemos aún más magníficos de lo que en realidad son...

Si, si. No digo que no. Pero basta chica, demasiada imaginación.

Pero es que estás noches... fua, son mágicas.

Ojalá Félix estuviera aquí para poder verlo juntos...

Joder, ¡Félix!

Me pongo de pie de un salto y busco desesperadamente mi teléfono. No doy con él por ninguna parte de mi habitación, así que una idea cruza por mi mente...

¡Claro, la mochila!

Bajo las escaleras apresuradamente, ansiosa, y me encuentro la mochila donde mismo la dejé: A un lado de la puerta, tirada en el piso sin ningún cuidado. Vamos, que no me impresionaría si el teléfono está todo roto.

Abro la mochila y comienzo a buscar. Al no dar con él, paso a medidas extremas y comienzo a sacar todos los libros y a revisar dentro de ellos. Me detengo bruscamente al ver un papelito en el libro de matemáticas. Comienzo a leer y mi mirada cada vez se va tornando más asesina.

Si quieres tu teléfono, ven a buscarlo. Te espero a las 5 en el parque central. Si no vienes, ve despidiéndote de él. Nicolás.

Será imbécil Nicolás, está me la pagará.

Rompo el papelito en varias partes, malhumorada e imaginando su rostro de niño creído siendo impactado por mi puño.

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