"La partida"

Tengen se encontraba perdido, su vida ya no era la misma desde que las betas sufrieron enormes pérdidas y se sumergieron en la tristeza día y noche, haciéndolo sentir incapaz de ayudarlas. Por eso, decidió regresar esa tarde a la casa que compartía con Zenitsu.

Al entrar, escuchó la risa alegre del omega y otras risas. En el jardín, encontró a su esposo sentado a la sombra con dos chicos. Uno de ellos, un alfa, le ofrecía trozos de manzana al omega, quien los aceptaba con alegría.

Cuando los tres notaron la presencia de Tengen, la alegría desapareció. Zenitsu evitó mirarlo o mostrar la sonrisa que tenía segundos antes, lo que hizo que la culpa invadiera a Tengen una vez más.

Esa noche, en la quietud de la casa, Tengen entró en la habitación del omega y respiró el dulce aroma a melocotón. Observó detenidamente el nido donde dormía el chico, con su rostro tranquilo.

Tomándose su tiempo, dejó una nota junto a la cama explicando su ausencia durante los próximos cinco meses, y que si necesitaba algo, se lo pidiera a su padre. Sin decir una palabra, se marchó en silencio.