"Omegas"

"Los omegas juegan un papel fundamental en la sociedad de las castas, siendo responsables de la reproducción y el cuidado de los niños. Su actitud sumisa hacia otras castas los distingue, y debido a su escasez, son altamente valorados en la sociedad.  En particular, los omegas masculinos son aún más apreciados debido a su escases, se espera que sean suaves, delicados y dedicados a su hogar y descendencia. Deben mostrar sumisión y complacencia, además de depender de la protección y cuidado de un alfa."

Mientras bordaba flores en un pañuelo de seda, suspiraba al escuchar una vez más las lecciones de etiqueta de su maestro. Aunque había nacido en una familia de buen estatus, a menudo se cuestionaba cuál era realmente su lugar en la jerarquía. A pesar de la fortuna de su linaje, seguía sintiendo la presión de cumplir con las expectativas impuestas por la sociedad en función de su condición de omega.

Después de finalizar la lección del día, Zenitsu suspiró aliviado y recogió sus cosas antes de dirigirse a la cocina para preparar la comida. El ambiente tranquilo de la casa, impregnado por la soledad, le brindaba consuelo. En estos momentos de soledad, se permitía perder la compostura y la serenidad habituales; podía cantar a todo pulmón o trepar a los árboles para recoger melocotones sin temor a ser reprendido por su abuelo. Estos instantes de libertad le otorgaban un respiro y le permitían conectar consigo mismo de una manera única y especial, claro que la paz terminó cuando la figura de Kaigaku, su hermano mayor se hizo presente, con temor a un regaño no dudo en acercarse para saludar, el beta paso de el ignorando su saludo, Zenitsu se apresuró en servir la comida, sabía que su hermano venía de mal humor y hacerlo esperar para probar bocado solamente lo haría ganarse una serie de gritos y humillaciones que lo harían llorar y el detestaba llorar.

Dejó la comida al alcance de su hermano y aguardó en silencio alguna señal. Cuando su hermano terminó de comer y él se preparaba para recoger los platos sucios, escuchó algo que lo detuvo en seco. Kaigaku lo observaba con desagrado y un golpe en su mejilla lo hizo bajar la cabeza. Permaneció quieto mientras escuchaba atentamente los insultos. Se atrevió a mirar al beta cuando mencionó que en ese momento Jigoro estaba negociando para venderlo al mejor postor. Zenitsu gimoteó en desacuerdo con la idea de que su abuelo pudiera hacer algo así. Salió al jardín con pánico, se escondió en un rincón detrás del árbol de melocotones y lloró en silencio tratando de asimilar que Kaigaku solo quería molestarlo como de costumbre. Permaneció allí hasta que cayó la noche. Al escuchar a su abuelo regresar a casa, no dudó en buscarlo. Sin necesidad de hacer preguntas, Jigoro le pidió que se sentara y le explicó en la penumbra, apenas iluminada por la luna y una vela, que años atrás, mientras servía como general activo en el ejército imperial, había sido herido. Creyendo que ese sería su fin, aguardó la muerte hasta perder el conocimiento por la pérdida de sangre. Al despertar y darse cuenta de que seguía con vida, se sorprendió.

Seguía con vida, aunque sin una pierna, agradecido de haber sido rescatado y apoyado por la familia de un hombre adinerado de la región. Al no poder devolver la generosidad recibida, llegó a un acuerdo con este hombre. Acordaron que, en el caso de que en su familia naciera un omega, él saldaría su deuda de vida entregando al o la omega a la familia Uzui para un matrimonio arreglado. Aunque no sabía cuánto tardaría en llegar un omega a su familia, Jigoro se comprometió a informar y llevar al omega a la familia para saldar su deuda.

El anciano nunca imaginó que algo así sucedería, pero una noche tormentosa, Kaigaku llegó a su puerta, con solo un año de vida. Tres años más tarde, la historia se repitió con Zenitsu, abandonado en pleno invierno. Jigoro pidió a la luna y a los dioses que ninguno de los niños fuera omega. Se sintió aliviado al ver que Kaigaku no lo era, pero tres años después, Zenitsu reveló ser omega. Se culpó por el destino que le esperaba a su nieto y decidió actuar. Viajó a la región de la familia Uzui para anunciar la situación, exigiendo ser informado sobre el matrimonio. Aquella noche, mientras el omega lloraba, Jigoro le enseñó que a veces el deber supera al querer.