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Lo siento

Decir que no estaba dolido sería una mentira.

Sentía una tristeza inexplicable pero también un poco de enojo recorrerle las venas. No entendía el comportamiento de Draco y eso le molestaba de sobre manera.

Camino hasta la mesa de los leones donde se encontraba Luna comiendo con Ginny, reían melosamente mientras jugaban a avergonzarse delante de todos por darse de comer en las bocas de la otra, tuvo que desviar la mirada por un pensamiento de anhelo de imaginarse de ese modo con el que era la razón de sus sentimientos que le hacían sentir que se ahogaba en un lago sin fondo donde solo le quedaba resignarse a la sensación sin poder hacer nada más que bajar la mirada, justo como lo tuvo que hacer. Miraba su plato vacío, ya se le habían ido las ganar de desayunar aunque el nudo de su estómago le afirmaba que tenía que hacerlo o tendría que devorarse a sí mismo.

Una pieza de pollo deslizándose en su plato le hizo salir de su trance, miró a Ron quien fue el que le había puesto aquel trozo de carne enfrente suyo, sus ojos azules estaban crispado de preocupación, no eran los únicos, todos sus amigos lo observaban igual, se sintió incómodo pero comprendió que estaba haciendo que ellos pasarán un mal rato por su culpa, hasta Luna y Ginny lo observaban de aquella manera mientras dejaban de mimarse entre ellas.

Inhalo aire profundamente y exhalo, les regalo una sonrisa reconfortante.

—Estoy bien, me distraje. —Explicó mientras llevaba la pierna de pollo a la boca, una comida pesada para desayunar y que solo Ron podría comer a esas horas del día.

—¿Seguro? —Preguntó Hermione y de forma inconsciente, Harry comenzaba a irritarle aquella pregunta, aún así asintió mientras engullía la carne.

—Sí, de hecho estaba pensando que tendremos un partido de Quidditch en unos días ¿Han pensado en estrategias nuevas? —Desvío la atención para poder dejar de comer, realmente no tenía ganas de hacerlo.

Al parecer aquello había funcionado porque sus amigos soltaron una risa amena y Ron negaba con la cabeza.

—No, pero deberíamos de practicar más ¿Vamos mañana?

Harry asintió e intento sacar más tema de conversación.

Así fue hasta que sintió una mano apretarle la suya por debajo de la mesa, miró a Hermione quien parecía tener una idea de lo que había pasado o lo que estaba pasando con él en ese momento y le dio una sonrisa maternal que solo podía dar ella, como si tuviera un "Lo resolveré" escrito en sus labios curvados.

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Otro día había pasado y decir que la estaba pasando mal era quedarse corto. Se sentía pésimo y tan solo. El frío de las noches comenzaba a hacer que le doliera los huesos, siempre había estado acostumbrado a regular su temperatura gracias al cuerpo de Harry quien siempre dormía a su lado, solamente algunas veces no lo hacía pero eran tan pocas que podían contarse con los dedos de su mano.

Los desayunos eran silenciosos cuando en realidad no lo eran, sus amigos siempre hablaban hasta por los codos, reían y soltaban carcajadas pero él ni siquiera las escuchaba. La comida tenía un sabor agrio que no sabía si era porque estaba mal cocinada o porque ese sabor agrio provenía de él mismo y supuso que sería la última opción ya que sus amigos halagada continuamente el sabor, más que nada Crabbe y Goyle.

Los libros le pesaban, aunque cuando estaba estuvo en sus primeros años de Hogwarts siempre le cargaban los libros los compañeros de slytherin que ansiaban ganarse su amistad, cuando había regresado este año a la escuela de magia, Harry era quien acostumbraba tomar uno o dos libros de sus manos para ayudarle con la excusa de que "Con más peso, caminar demasiado lento." Aunque fuera algo ilógico porque los libros ni siquiera eran pesados pero ahora que no tenía al pelinegro a su lado que le dijera esa boba excusa, podía percibir como si aquellas hojas en pasta dura fueran de 10kg.

Se había dado cuenta que había estado tan mimado que nunca se había dado cuenta de lo que Harry le daba hasta que ya no lo hizo. No había más noches juntos, ni sus platicas estúpidas por la mañana que solían ser así porque Potter siempre parecía seguir dormido en el desayuno y despertaba después de la segunda clase del día. No más ayuda para que no cargará sus libros ni para que le contará por décima vez en la semana sobre el libro que Lucius le había obsequiado hace años o que le obligará a divertirse con sus amigos de gryffindor.

Sintió sus ojos arder por el cansancio y aquella sensación de su pecho hundido que le tenía loco desde que fue al Londres muggle cada que recordaba la expresión de Harry al rechazarlo.

—¿Estás bien, Draco? —Preguntó Pansy mientras le observaba, su cabello estaba sujeto de una coleta pequeña y algunos cabellos caían por su frente al igual que su copete usual.

Un trueno les llamo la atención, estaban en la sala común de slytherin por lo que voltearon a ver aquella ventana encantada que mostraba lo que pasaba allá arriba de las mazmorras y del lago negro. Parecía que una tormenta se avecinaba, las nubes eran tan oscuras que apenas podían distinguirse del cielo nocturno que estaba por llegar, apenas eran las siete de la tarde.

Miró los relámpagos sobresalir de vez en cuando de alguna nube y después seguirle un sonido ensordecedor.

Pansy apretó los labios al ver que Draco lo respondía, miraba el cielo de forma ausente y después fingió ver un reloj que no existía en su muñeca derecha para volver a mirar al rubio, le tocó el hombro con una sonrisa.

—Sé qué te pondrá de mejor humor, ven.

—¿A dónde? —Preguntó cuando volvió a dirigir sus ojos grises a su amiga quien ya se estaba levantando del sofá donde habían estado tumbados, le sujeto la mano pra levantarlo obligadamente.

—Vamos a platicar mientras vamos a robar panecillos a la cocina.

—Pero acabamos de cenar.

—¿Y? Lo mejor que se puede hacer en días lluviosos es comer panecillos y disfrutar de la humedad. —Guió a Draco hacia fuera de las mazmorras, el toque de queda era a las ocho así que aún había algunos cuantos estudiantes por allí.

—Las mazmorras siempre están húmedas, Pansy. 

La chica rodó los ojos y le choco el abdomen con el codo para hacer que se callara, cosa que funciono porque Draco ya no mencionó nada mientras caminaban. Tenían que subir escaleras y doblar pasillos, después de todo, su casa era la más lejana de la cocina donde los elfos domésticos estaban usualmente.

Pudieron llegar a la cocina y después de unos ojos de cachorro de parte de Pansy, los elfos les hornearon algunos panes dulces con gusto, a tal punto que cuando iban saliendo del lugar, Parkinson tenía que abrazar los panes con ambos brazos para sostenerlos bien, Draco le había sugerido que él cargará algunos pero la chica se negó rotundamente como un gato territorial.

Volvían a paso lento hasta que Pansy se detuvo en un pasillo, miró a los alrededores para comprobar que no hubiera nadie al parecer y después de darle una mordida a uno de sus muchos panecillos, habló:

—Draco. —Llamó y el rubio se detuvo, dándose cuenta que la chica estaba algunos pasos detrás, la observó y se dirigió a ella.

—¿Qué pasa?

—Sabes... sabes que no te pregunté nada, sobre aquel día. —Draco la miró, entendiendo de inmediato a que se refería a cuando había gritado a los cuatro vientos que le daría asco estar con un hombre y que Harry no podría gustarle. —Nunca nos contaste sobre lo que había pasado el día que fuiste a Londres muggle con Harry pero regresaste tan afectado que no sabía qué decirte.

Draco asintió mientras la miraba. —Lo sé y gracias por darme mi espacio. Pansy lo miró con seriedad.

—Pero pienso que lo que dijiste estuvo mal, Draco. Nunca te he cuestionado nada, ni tus decisiones más inhumanas que has tomado, siempre te he seguido al igual que todos los slytherin porque creo firmemente que eres la cabeza de las serpientes y además de todo, eres mi mejor amigo y te quiero. Pero lo que hiciste fue demasiado. —Draco guardo silencio unos momentos sin saber qué decir, desvío la mirada a uno de los panecillos de mermelada. —Harry es nuestro amigo, es tu amigo. —Dijo haciendo énfasis en la palabra "Tú." —Y lo heriste, puedo darme una idea de lo que pasa entre ustedes dos pero no había razón para que fueras así con alguien como él.

—Lo sé, Pansy, lo sé. —Habló finalmente mientras colaba sus dedos entre las hebras rubias para jalar con frustración. —Pero no puede gustarme alguien así ¿Comprendes? No puedo ver a Harry de esa forma. Es... Es un hombre y nunca podría...

Pansy le miró como si intentará comprender lo que pasaba realmente por la cabeza de Draco hasta que sus ojos se desviaron a algo detrás de él o más bien, alguien. Por inercia, volteó sobre su eje para ver donde la chica tenía su atención y cuando antes sentía un hueco en el pecho, ahora sentía un abismo. Harry le observaba con unos ojos tan rotos y llenos de desilusión de la poca que había tenido, con tristeza y un dolor que solo se podía tener al primer amor, no había lágrimas asomándose pero no hacía falta para saber lo que estaba sintiendo de por medio. Draco balbuceo algo que no era nada concreto, era como si intentará formular algo pero el sentimiento de ver a Harry de esa forma le impidiera conectar las palabras normalmente.

El pelinegro terminó por bajar la mirada mientras se acercaba a Hermione quien apenas se había percatado que también se encontraba allí, al parecer acompañando a Harry, el chico le susurró algo que no pudo escuchar y Granger asintió lentamente, comprendiendo que también había escuchado lo que había dicho Draco, seguidamente Potter camino al lado contrario de donde estaban, desapareciendo de su vista cuando dio vuelta por el pasillo.

Tenía una sensación extraña ambas piernas que estaban clavadas en el suelo mientras miraba por donde se había ido el que era su mejor amigo.

—Lo único que escuché en todo lo que me dijiste fue "No puede", "No puedo" ¿No puedes o no quieres, Draco? Porque si puedes enamorarte de un hombre pero sino quieres por cobardía, es otra cosa. —Habló Pansy a sus espaldas mientras daba dos pasos enfrente y quedar más cerca del lado de su amigo. —Todos nos damos cuenta, menos tú. Te gusta Harry, lo ha hecho desde que somos niños.

Pansy mordió uno de sus panecillos y observó a Draco de reojo quien seguía viendo enfrente pero sabía que la estaba escuchando.

—A mi me gusta una chica, Draco ¿Por qué habría que importarme lo que es correcto? —Se acercó a Hermione quien estaba al frente de ella y le choco el hombro de manera suave. —Sí Harry te gusta, debes ir por él ahora.

Finalmente supo qué era la sensación que tenía en sus piernas y el sentimiento de vacío que había tenido. Eran las ansias de correr e ir tras Harry Potter, su mejor amigo de años. Así lo hizo, cuando menos se dio cuenta, aprovecho el largo de sus piernas para comenzar a correr hacia la sala común de gryffindor, dejando a Pansy y a Granger en el pasillo sin decir nada, ya suponían a dónde se dirigía.

...

Odiaba sentirse así, era tan asfixiante que no lo soportaba, era peor que cuando los Dursley lo aprisionaban en aquella alacena que era dueña de una de sus pesadillas. Respiro varias veces y solamente pensó en querer despejar su mente, quería volar, hacer la unica actividad que lo hacía sentir totalmente libre. Intentó desanudar su corbata mientras iba a la sala de gryffindor hasta su dormitorio, entró solamente por su escoba y salió.

—¿Harry, vas a salir a volar? Hay una tormenta. —Habló Ron aquien estaba acostado en su cama pero pareciera que Harry ni siquiera lo había escuchado hasta que se fue.

El pelirrojo se levantó para ir por sus zapatos lo más rápido para perseguir a su amigo e impedir que hiciera alguna locura pero apenas pasaron unos minutos cuando la puerta volvió a abrirse pero no eran ninguno de sus compañeros y mucho menos Harry.

—¿Dónde esta? —Preguntó Draco con voz jadeante, parecía haber corrido un maratón, sus mejillas estaban rosadas y el sudor le recorría en pequeñas gotas.

Ron comprendió de inmediato y aunque quisiera preguntar qué pasaba, entendió que no era el momento.

—Creo que fue a volar.

Fue suficiente respuesta para que Malfoy estrellara la puerta para cerrarla, Ron parpadeo varias veces e intentó hacer una teoría sobre lo que pasaba pero en dos segundos la puerta se abrió inmediatamente.

—Gracias, Weasley. —Draco apenas terminó de hablar, se marchó de nuevo estrellando la puerta.

Ron tenía el ceño fruncido de confusión pero terminó por soltar una risilla.

Sentía sus piernas arder, no está acostumbrado a correr tanto pero le parecía asombroso que el motivo fuera Harry quien siempre lo había perseguido, ahora era al revés la situación habitual, esta vez era él quien buscaba ansiosamente a Harry.

Algunas veces recordó pequeñas escenas de la conversación de sus padres respecto al asesinato a sangre fría de su primo por parte de Bellatrix, las palabras de su madre y de su padre, la voz enloquecida y burlona de su tía cuando la encarcelaron en Azkaban y pudo comprender al fin que tenía miedo, tanto miedo de pasar por lo mismo, de ser él el motivo de burla o de odio de las personas.

Pero Harry era una muy buena razón para pasar por todo ello si fuera necesario.

Inhalo profundamente cuando pudo llegar al campo de Quidditch donde dicho y hecho, había una tormenta, el aire era tan fuerte que podría arrastrarte y la lluvia intenta estaba apegada al cielo oscurecido que mostraba rayos.

Miró por los cielos a Harry quien ya estaba montando su escoba a altas alturas, algo demasiado peligroso.

—¡Harry! —Gritoneó pero no sirvió de nada, la lluvia impedía que su voz llegara a los oídos del chico.

Potter miraba enfrente, observando las lejanías, pensando que entre más distancia tuviera del suelo, sería más distante a los problemas que estaban en él. Sentía su rostro arder, sus gafas estaban empañadas y llenas de gotas de agua así que solo veía a duras penas, su cabello mojado y su ropa de pegaban a su cuerpo pesadamente, sabía que era peligroso pero en verdad tenía la necesidad de distraerse con lo que sea.

Así fue hasta que un rayo apareció demasiado cerca de él, la luz lo cegó y después el ruido ensordecedor que siempre acompañaba al trueno le hizo desviarse, sus manos se resbalaron de la escoba gracias al susto y el agua, su escoba comenzó a moverse sin dirección concreta hasta que se dió cuenta que estaba cayendo al campo, intento sujetarse de nuevo pero fue inútil, el agua hacia que se resbalara hasta que finalmente a unos metros del suelo, se despego de la escoba y cayó rodando.

Con fuerza pudo arrodillarse y con una mano apoyarse en el césped, suspiro, le dolía el cuerpo y sabía que debía estar preocupado pero solamente podía tener un pensamiento que rondaba por su cabeza.

No importa si un hombre me gustará, si tan solo ese hombre no fuera Draco y yo no podría gustarle solo por ser uno.

Soltó una risa dolida, vió una gota de sangre provenir de su frente que caía encima de su mano apoyada en el suelo y sabía estaba herido pero no le importo cuando las primeras lágrimas se deslizaron por sus ojos. Se sentía tan frustrado.

No pudo escuchar como unas pisadas se aproximaban a él hasta que unos zapatos perfectamente lustrados aparecieron delante. Subió la mirada, sus anteojos se habían perdido en la caída pero aun así, con solo ver aquellas manchas que formaban a una persona de un tono de cabello rubio que podía distinguir fácilmente entre una multitud le hacía saber quién estaba enfrente.

Guardo silencio, intentando parar las lágrimas, no quería que Draco lo mirara de esa forma tan lamentable pero no podía desviar su vista de la persona frente suyo hasta que Malfoy se agachó, quedando de rodillas también en el césped, Harry pudo lograr ver buen el rostro del slytherin a esa distancia, notando en sus ojos algo que no podía conocer.

Sintió un nudo en la garganta cuando dejó salir un sollozo. —Perdón por ser hombre, Draco. —Cerró un poco los ojos, dejando que las gotas de tormenta se camuflaran con las lágrimas. —Perdón por incomodarte.  —Pidió una vez más.

Iba a disculparse de nuevo pero fue en vano cuando pudo sentir aquel calor indistinguible en sus mejillas, abrió los ojos para ver a Draco enfrente suyo quien sujetaba sus mejillas con un rostro ansioso que duro muy poco en su vista cuando Malfoy decidió inclinar su cabeza hacia delante y tomar desprevenidos sus labios. Un beso que no podía haber imaginado mejor, un choque que envolvió cada centímetro de su cuerpo y despertaba ilusiones de forma inmediata donde solo alcanzo a cerrar los ojos para disfrutar quedamente lo que estaba pasando.

Su cerebro se vacío de toda información y solamente quedaron sus instintos más humanos de recibir con anhelo el beso suavemente y que apesar de estar en medio de una tormenta, una calma inigualable lo acarició tras cada vez que sus labios encajaban de forma mutua.

Se separaron lentamente tras un momento inexplicable, Harry fue el primero en abrir los ojos, apreciando el rostro cercano de Draco quien después mostró sus iris color mercurio, sus pupilas se agradaron tanto que apenas podía divisarse ese tono que le maravillaba.

Trago saliva nervioso de lo que diría Malfoy quien solo se había mantenido serio mientras pensaba en qué decir.

—Me gustas, Harry. No, estoy enamorado de ti desde niños, desde que comenzamos a discutir por cartas y hasta el día de hoy. —Habló con una voz llena de sinceridad, una que nunca había podido escuchar del rubio frente a él pero ahora lo hacía. —Y perdón por haberte dicho tantas cosas, lo siento, no debes de disculparte tu, sino yo.

Harry sonrió con honestidad y demasiado cariño para ser contenido, su cabeza dolía aún por el golpe y podría desmayarse en cualquier momento pero luchaba internamente para no hacerlo, por nada del mundo quería perderse de un Draco confesando lo que sentía por él. Se acercó nuevamente para darle un beso tan efímero como dulce.

—También me gustas... Mucho, más de lo que piensas.

Se sonrieron como si sus mayores dificultades hubieran sido resueltas y se dieron un beso, uno de muchos que les esperaba.

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Hermione y Pansy se encontraban en una de las tantas escaleras de Hogwarts,  el toque de queda había pasado pero la castaña había tomado prestado el mapa de los merodeadores del baúl de Harry así que estaban totalmente seguras de no ser atrapadas. Comían unos panecillos que la slytherin había decidido compartir.

—¿Así qué... Te gusta una chica? —Preguntó Hermione mientras mordisqueaba una dona de glaseado rosa.

Pansy casi se atragantó con el pan de mermelada, Hermione había estado apunto de levantarse y poder hacer finalmente aquella técnica de heimlich que había leído en un libro pero Pansy había logrado sacar volando el pequeño trozo de pan por los aires hasta estrellarse en el suelo. Jadeo algunas veces mientras Hermione tomaba asiento de nuevo mirándola con preocupación y Pansy tenía la piel colorada por la vergüenza de haberse ahogado frente a ella.

—¿Soy... soy yo? —Preguntó avergonzada Hermione, sus mejillas se pusieron de un rosado pálido y Pansy desvío la mirada, apretó los labios y tosió algunas veces por lo irritable que sentía la garganta por haberse ahogado hace unos segundos, algo que Hermione identifico como incomodidad. —Lo siento, no debí asumir que era y- —Se vió interrumpida rápidamente por Pansy quien ahora estaba tan roja como el cabello de un Weasley.

—No, no, o sea, sí, más bien, sí, eres tú. —Habló nerviosamente, sentía la lengua enredada. —Me gustas mucho.

Hermione tenía sus mejillas rojas, estaba apenada y solamente se acercó a darle un beso rápido en la mejilla a Pansy quien no se esperaba aquello, la pelinegra llevó su mano a la mejilla besada como si pudiera sentir el calor de los labios aún allí. Observando embobada a una Hermione que acariciaba su cabello en forma de distraerse.

La castaña se aclaró la garganta. —¿Y crees que haya funcionado lo de Harry y Malfoy?

Pansy, aún con la mano en la mejilla, sonrió triunfante. —Obvio, somos las más inteligentes de Hogwarts. —Hermione rió. —Aunque tarde en recordar en qué pasillo tenía que detenerme a hablar con Draco pero todo salió bien, por Merlín, necesitaban un empujón. —Llevó su cabeza hacia atrás con burla.

—Dios, sí, tener que sacar a Harry de su habitación fue todo un reto. —Miró a Pansy mientras llevaba su mano cerca de ella, entrelazando sus dedos meñiques. —Pero todo salió  de acuerdo al plan.

Pansy le correspondió a la sonrisa. —Todo salió de acuerdo al plan. —Repitió para llevar un panecillo a la boca de Hermione.

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