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TaeHyung

Perder mis maletas no estaba en mis planes y mucho menos, estar de pie más de media hora junto a la seguridad del aeropuerto para poder firmar unos papeles que afirmaban que ellos se harían responsables de mi pérdida.

—  Si hubiera sabido que esto iba a suceder, jamás hubiera regresado. — dije con el peor de los humores.

Miré mal a todos en ese lugar y cuando pensaba retirarme, una señora con su pequeño se acercó junto a... mis maletas.

— ¡Estas no son mis maletas! — claramente ella también había sido víctima de una confusión o tal vez la...

— ¡LADRONA! — Sí, lo grité. Afirmé mi hipótesis mediante un grito.

La señora me miró de pies a cabeza y sosteniendo a su hijo como si se tratara de un muñeco, me gritó en un idioma extranjero, uno que no conocía y que según mi instinto me llevaba a pensar que era un insulto.

— Por favor, mantengan la calma. — la recepcionista sonreía y ya había colocado sus brazos delante de mí, como una barrera de protección para no lanzarme encima de aquella señora.

— ¡Esas son mis maletas! — desesperado, volví a gritar. Aquella mujer se dedicaba a mirarme mal y parecía que ya no quería abrir la boca para mediar palabra alguna. — ¡Oiga! ¡Eso es mío! — le dije lentamente pero con el mismo tono de voz.

— ¡No soy sorda, niño! — dijo en su defensa antes de soltar mis maletas y caminar lejos de la recepción. La miré alejarse y encogiéndome de hombros, pasé a tomar mis maletas y emprender camino hacia la salida del lugar.

Lamentablemente no llegué a mi destino, pues los guardias me detuvieron y pidieron "amablemente" inspeccionar las dos maletas para dejar en claro que eran mías. No pude resistirme, tenía que respetar la "ley coreana".

Aquellos extraños removían entre mi ropa interior y al encontrar mi diario personal comenzaron a reír. Decir que me encontraba apenado era poco ¿Acaso era un delito que un hombre porte un diario?, Para ellos sí, en cambio, para mí no.

Luego de que se dejó en claro que aquellas maletas eran mías, pasé a despedirme de esos imbéciles y caminar con la poca dignidad que me quedaba hacia la salida del lugar.

La nieve caía y el frío era "infernal", no estaba acostumbrado a esta temperatura, que de seguro se encontraba bajo cero. Solté un suspiro y lo busqué con la mirada. No se encontraba ahí; con algo de desilución emprendí marcha en busca de un taxi, iba a detener uno, pero como Corea parecía odiarme, un claxon sonó y me asustó a tal grado de resbalarme y caer de trasero a la acera.

— Mierda.— susurré con total enojo. Solo había pasado menos de una hora desde que llegué y parecía que todo me iba a ir mal. Ya iba colocándome de pie cuando la misma mujer con su pequeño hizo acto de presencia y se robó el taxi que iba a tomar. — Doble mierda. — fue lo único que dije antes de mirar mal a esa señora.

Todos parecían odiarme, incluso ese maldito claxon que no dejaba de sonar y parecía querer llamar la atención de alguien, así que dispuesto a gritarle al testarudo que manejaba aquel auto, volteé.

Él se encontraba ahí, de pie y con la resplandeciente sonrisa que solía entregarme cuando éramos unos chiquillos de quince años. Su cabello castaño y ondulado le asentaba tan bien que me hacía pensar que el color negro no le caía para nada.

— ¡Tae! — gritó él. La emoción la desbordaba hasta por la mirada y las ganas que yo sentía por abrazarlo se desbordaban por igual.

No tardé ni cinco minutos en reaccionar y correr a su encuentro, saltando y enredando mis piernas en su caderas cuando lo tuve cerca. Él no dejó de sonreír mientras yo no dejaba de repartir besos por todo su rostro, y al querer besarlo en los labios, él se alejó.

— Y-Ya basta. — dijo algo nervioso.

— ¿Qué sucede? — pregunté más que confundido.

— Es mejor que te bajes. — su sonrisa se debilitó y con algo de incomodidad, tuve que hacerle caso.

— ¿Q-Qué pasó? — volví a preguntar, en busca de una respuesta razonable que justificara su comportamiento conmigo, su mejor amigo y ex novio.

— Es mejor que vayamos a casa, la temperatura baja con el paso de las horas. — su mirada se posó en el cielo; en ningún momento me miró.

Asentí no muy convencido de su "saludo" y proseguí a subirme a su auto. Sí, tenía la suficiente confianza para hacerlo y para observar como guardaba mis maletas sin ayuda alguna. Mientras tanto, yo me dedicaba a admirar el auto por dentro, todo estaba limpio y cada cosa se encontraba en su lugar, al parecer su manía por el orden seguía perdurando.

Me reí ante mis pensamientos y pasé a hurgar cada esquina de la guantera, encontrándome solamente con papeles sin importancia, una navaja y... fotos.

— Nuestras fotos — susurré al ver que tanto mi rostro, como el de HoSeok se encontraban impresos en ese papel y en absolutamente todas... ¡Eran todas nuestras fotos!

Pasé y pasé, observando un distinto escenario, pero claramente a nosotros dos tomándonos de la mano, besándonos, riendo o simplemente... compartiendo miradas.

Quería pedirle una explicación a HoSeok, exigirle que devolviera esas fotos al álbum especial que él tenía sobre nosotros, pero al instante que llegó y abrió la puerta del auto, me apresuré a guardar las fotos y fingir que nada pasaba.

— ¿Estás listo? — preguntó con total entusiasmo.

— Sí. — contesté con total simpleza. Ya tendría oportunidad de pedirle una explicación cuando  a nuestro departamento. Sí, nuestro, después de ocho años íbamos a volver a convivir juntos.

El camino fue en total silencio y se podía ver desde lejos que la tensión reinaba en aquel reducido lugar; sin embargo, ninguno de los dos se preocupó por acabar con ella, ni siquiera me atreví a mirarlo en todo el transcurso. Parecíamos dos desconocidos.

Al llegar, él repitió la misma acción, bajó mis maletas por su propia cuenta y caminamos juntos hasta adentrarnos en su edificio. Las personas en la recepción lo reconocieron y comenzaron a saludarlo; yo, en cambio, solo los miraba con desconfianza y saludaba por cortesía.

La canción del ascensor fue nuestra acompañante por lo que restaba del camino y también fue la que nos despidió al abrir sus puertas en nuestro piso.

HoSeok se detuvo al estar frente a una puerta que tenía grabado un 405 en la parte superior y central de la misma.

Pensaba pasar cuando él logró abrir la puerta, pero su voz me detuvo.

— Tengo un novio. — soltó de improviso.

Juro que mi mundo se detuvo y mis manos se quedaron tiesas, al igual que todo mi cuerpo. Yo no podía estar escuchando eso, HoSeok no podía tener una pareja y tampoco tenía que estar hablando solo con mi mente.

— ¿TaeHyung? — sus manos se situaron en mi hombro, las sentí por el peso que ejercieron en esa parte de mi cuerpo. — ¿TaeHyung, te encuentras bien? — preguntó nuevamente con cierto desconcierto.

Sacudí mi cabeza y asentí antes de continuar con mi camino. No podía verme débil ante nadie, eso me lo enseñó el señor Tom, quien por cierto fue un gran profesor de cocina y un gran amigo.

El lugar era muy bonito, al entrar te encontrabas con un pasillo largo y blanco, que al parecer daba directo con la sala de estar. Iba a continuar caminando y recorriendo el lugar cuando nuevamente su voz me detuvo.

— ¡Los zapatos! ¡Quítate los zapatos! — más que un grito, fue una orden.

Rodeé mis ojos y recorde las tradiciones de mi país natal: nada de zapatos por la casa.

Me retire los zapatos y sin mirarlo, continúe con mi camino. El pasillo tenía cuadros, cada uno de una pintura diferente o de una foto de mi mejor amigo, admiré cada una de ellas, pero me detuve al ver una que parecía ser reciente.

Era Hoseok al lado de un chico de piel pálida y contextura delgada.

— Es hora de avanzar. — quería serguir viendo aquella foto, pero la voz y manos de mi amigo me obligaron a avanzar.

Iba a protestar y pedirle millones de explicaciones cuando otra voz irrumpió en mi recorrido y en la que sería mi casa.

— ¡Ya están aquí! — gritó el mismo chico pálido de la foto... solo entonces todo concordó.

El novio de HoSeok estaba ahí, justo delante de mí y con una sonrisa gatuna que enamoraría a cualquiera, incluso a mi ex novio y primer amor.

— Tú debes ser TaeHyung, ¿cierto? — cuestionó a la par que se acercaba y levantaba su mano en son de saludarme.

Le acepté la gustosa muestra de afecto y pasé a ver como esta vez se dirigía a los labios de HoSeok y los besaba como si siempre hubieran sido suyos.

Un malestar se situó de inmediato en mi estómago y mi subconciente me dijo que corriera el rostro para no seguir viéndolos, y así lo hice, desvíe la mirada y la mantuve de esa manera hasta que aquel chico volvió a hablar, dándome señal de que ya no se estaban comiendo la boca.

— Mi nombre es YoonGi y enserio me emocioné mucho al saber que el mejor amigo de Hobi regresaría al país. — uno de los brazos de YoonGi estaban en el hombro de HoSeok, mientras que la mano de este descansaba en la cintura del más bajito.

No quería aceptarlo, pero ellos hacían una hermosa pareja.

— ¿Désde cuándo son novios? — fui directo al grano.

HoSeok abrió sus ojos en par y antes de decir algo, YoonGi ya me iba contestando.

— Dos años y medio.

Y eso rompió mi corazón por completo. HoSeok me estuvo engañando por mucho tiempo, él y yo siempre hablábamos por skype y en ningún momento mencionó su relación con aquel tipo, ni siquiera se atrevió a decir que estaba saliendo con alguien.

— I-Iré a.. a ver mi habita...

— No es necesario. — me interrumpió el pálido ese. — Yo ya me iba, tengo que estar a cargo de todos los preparativos y de paso, hablar con el juez.— sonrió apenas.— No les quito más de su tiempo, pueden hablar y retomar su amistad. — otro beso fue a parar a los labios de HoSeok, al igual que en mi mejilla.

YoonGi parecía buena persona, lo era por lo poco que había hablado con él, pero no parecía el correcto para mi mejor amigo, nadie era el correcto para él, solo yo.

Apenas se escuchó la puerta ser cerrada, me lancé a los brazos de mi amigo castaño, tratando de besarlo y recibiendo una resistencia de su parte, al igual que un empujón.

— ¿Por qué? ¿¡Por qué no me lo dijiste!? — exigí al borde del llanto.

Yo seguía amando a HoSeok, jamás había logrado olvidarme de él y tampoco de las caricias y besos que marcaron mi cuerpo y mi corazón, incluso, el tatuaje de su nombre seguía en mi clavícula, aquel tatuaje que demostraba mi sincero amor por él, aquel tatuaje que fue testigo de las cientos de veces que nos besamos y nos entregamos el uno al otro.

— Me voy a casar. — musitó sin mirarme.

Y mi mundo ya no se detuvo, se cayó en miles de pedazos, al igual que mi amor por él.



Advertencias:

1. Constará de doce o máximo trece capítulos.
2. Es M-preg

Datos:

TaeHyung: 25 años.
HoSeok: 26 años
YoonGi: 27 años

Nota del autor:

Bebés, estos serán los únicos capítulos que suba por hoy. ಥ_ಥ Pero prometo que la próxima semana estaré subiendo los otros.

Nos vemos, tengan un buen comienzo de semana. ♥

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