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Capítulo 9

Capítulo 9: Sex appeal.

Mientras Marian subía al segundo nivel y buscaba entre las habitaciones de los chicos Robin entró a la cocina. Pequeño Juan y Louis estaban ahí. 

Los dos mantenían una conversación tensa, sin gritos, sin embargo ambos parecían inquietos y un poco ansiosos por salir de ahí, así que la llegada de Robin no fue del todo mal recibida. 

- ¿Dónde estabas? - preguntaron al mismo tiempo, el interrogado les miró a ambos sin responder. 

- Los dejo - dijo Pequeño Juan y pasó por una lado de Robin con una expresión de enojo, Louis se rió. 

- Él no tenía que preguntar - le explicó. 

- Fui a hablar algo con Marian, caminamos un poco y me contó del baile que hay en el castillo. 

- De modo que ya lo sabes, si no fuera mi mejor amiga le estaría reprochando en este momento el haber arruinado la sorpresa, quería ser yo la que te lo diga y que planeemos juntos lo que nos pondremos. 

- ¿De qué hablabas con Pequeño Juan? 

- Precisamente de tu insignificante escapada con mi amiga. 

Robin se acercó a su novia y ella retrocedió unos cuantos pasos hasta que su cadera chocó con una mesa de comedor. 

- ¿Te preocupa?

- Me interesa tener tu atención, no puedo compartir eso. 

El chico sonrió ante la repentina declaración. Dentro de su cuerpo crecía una necesidad extraña, más bien física. Marian despertaba sentimientos de protección, deseaba protegerla del mundo, pero a Louis la quería para apagar la llama de sensaciones que encendía cuando lo miraba de esa forma. 

- No hagas ruido - le advirtió y tomándola por la cintura la subió en la mesa. 

Comenzaron un beso lento, paciente, como si fuera la explicación de por qué no estaba cuando ella lo necesitaba, poco a poco comenzaron a tocarse y explorar el cuerpo del otro, acariciando cabello y piel expuesta. 

Robin soltó un gruñido sobre sus labios cuando sintió que ella le jaló del pelo y dejó una mordida en uno de ellos que fue recompensada estrechando el abrazo. 

Louis se rió del él, separándose un poco, sentía su problema creciendo entre sus piernas y el contacto la estaba encendiendo. 

- No te atrevas a burlarte. 

- Si me burlo yo lo resuelvo. 

Esa mirada desafiante era atractiva.

Robin se mojó los labios y la besó de nuevo, esta vez sus manos fueron a parar al corsé y acabó con los lazos y cordones que había en su espalda. 

La princesa se encargó de quitarse la blusa blanca y mientras recibía besos en el cuello que le robaban suspiros trató de deshacerse también de la falda larga, pero apartaron sus manos. El joven quiso ocuparse de eso, pero recibió caricias en su entrepierna y una corriente eléctrica pasó por todo su cuerpo, tiró su cabeza hacia atrás y soltó un ronco gemido. 

- Parece que te gusta. 

Estaban a punto de tocar sus labios mutuamente y perder el control, cuando se escuchó un grito proveniente de la sala. 

- ¿Robin? Busqué arriba pero... ¿Estaban aquí todo el tiempo? 

Luois tuvo que sujetar su corsé en su espalda con una mano y sonriendo asintió con la cabeza. 

- Olvidé decirte que la encontré. 

- Eso veo - la mirada que lanzó Marian hacia los dos les indicaba que los estaba analizando, pero en su mente no pudo maquinar nada perverso.

- Estábamos escogiendo nuestro disfraz, ¿verdad cariño? 

- Oh si. 

Marian miró hacia otro lado durante unos instantes y luego sonrió. 

- Pensé que podíamos usar máscaras, todos, así se podrán hacer pasar por mi guardia personal. 

- Y podrán estar con  nosotras toda la noche. 

- Suena muy bien. Puedes decirle a los chicos - ordenó a Marian. La princesa de ojos azules les dedicó una pequeña sonrisa a ambos y salió de la cocina, una vez que hubo cruzado el umbral Robin pudo respirar tranquilo. 

- Fue divertido - dijo Luois sonriendo. 

- Deberían regresar al castillo. 

- No me digas que estás enojado por eso. ¿No quieres que Marian vea que estamos haciendo cosas de pareja?

- No quiero que nadie te vea en esta cocina y de ese modo, así que lo mejor será que se vayan y volvamos a vernos otro día - dió la vuelta a la mesa y puso las prendas en su lugar. 

- Te amo - le dijo ella a un volumen más bien bajo, él le respondió con las mismas palabras y luego la dejó ir. 

La conversación con Pequeño Juan se le olvidó en seguida a Robin, quien pronto se dedicó a dormir profundamente.

768 palabras.

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