Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1: Tolerancia

Nunca he sido una persona demasiado tolerante.

Por eso, cuando tu novia empezó a venir constantemente a visitarte, mi humor cambió. Me volví más irritable y huraño que de costumbre, lo cual ya es decir mucho, y al parecer todos lo notaron. Todos menos tú.

Porque, como no podía ser de otra forma, frente a ti y Kory desbordaba normalidad. No permitía que me vieran afectado por su presencia en la mansión. Irónicamente, procuraba más que ella no se diera cuenta. Contigo sólo dejé de hablar como antes. Ya no te esperaba para el desayuno y salía a patrullar solo. Dejé de buscar las más mínimas excusas para pasar tiempo juntos. Incluso me volví esquivo a dirigirte la palabra si no era estrictamente necesario, pero estabas tan enfrascado en la alienígena y en consentirla como para darte cuenta.

Mis miradas de «por Alá, entérate del error que estás cometiendo» nunca funcionaban. O quizá sólo te hacías el idiota y fingías no saber lo que pensaba.

Era imposible no pensarlo. Era difícil contenerme de decirle que se callara de una puta vez, de gritarles a ambos lo idiotas que eran por estar juntos.

Mantenía un perfil neutro. Casi nunca me aparecía por el piso de abajo cuando sabía que estaban romanceando en la sala de estar, que era gracias a que oía su chillona voz y tus risas idiotas desde mi habitación. Además de que Titus ladraba con su llegada, y eso simplemente no podía ocasionarme más gusto.

Cuando el hambre o las ganas de estirar las piernas eran más fuertes, bajaba y procuraba no toparme con ustedes, pero casi siempre era en vano. Ella me notaba y tú me llamabas, sonriéndome. Y aunque en el pasado solía adorar tu sonrisa por sobre muchas cosas en la vida, ahora comenzaba a detestarla, pues la razón era esa mujer que detestaba. Solamente me buscabas y me prestabas atención cuando ella estaba enfrente.

Eso me hacía aborrecerla más.

Aun así, actuaba cortés y educado. No la insultaba ni sacaba a relucir mi sarcasmo en su contra. Simplemente la escuchaba —por más suplicio que eso representara para mis oídos— un buen rato y le respondía con frases cortas o monosílabos. Así hasta que me soltara.

La conversación era entre nosotros dos. A ti apenas te miraba. Ni siquiera te sonreía espontáneamente y mucho menos sacaba a relucir tu nombre para mencionar cualquier cosa sobre ti, como ocurría en la mayoría de mis conversaciones con cualquier persona antes de que me traicionaras con esta decisión de mierda.

Mi enojo me traía ciego, nublado. Me enfurecía cómo la tomabas de la mano sin soltarla, cómo cada comentario que salía de tu boca era para halagar lo hermosa que se veía o lo buena persona que era. Cómo sellaban sus cursis cumplidos mutuos con un asqueroso beso.

Y esto no era precisamente nuevo, no. Siempre odié lo idiota que te comportabas con las mujeres. Aquel época en que fuiste novio de Bárbara Gordon y te comportabas como un lastre, patético, dependiente y adulador, perdí parte del respeto que te tenía. Por supuesto que sólo fue eso. No pude haberme sentido celoso porque entonces ni siquiera entendía lo que sentía por ti, además de que con ella no me descuidaste tan poco sutilmente como con Kory Anders.

Ahora que era consciente de mis sentimientos, me resultaba imposible no tener el estúpido y egoísta deseo de ser yo quien estuviese sentado en ese sofá, recibiendo tu cariño, atención y cumplidos.

Me enfurecías tú y me enfurecía yo, todo por culpa suya. Cambiamos desde que llegó. Éramos perfectos antes de tenerla en nuestras vidas, y mi rencor hacia su persona crecía exponencial y rápidamente cada vez que pensaba en eso. Aun así, no me desquitaba con ella.

Tanto así que llevaba media hora soportando sus incansables preguntas personales.

—¿Te gustan los animales, Dami?

Dami. Odiaba que me llamara así y que me hablara con ese tono con el que se le habla a los niños pequeños. Fui entrenado por la Liga de Asesinos y Ra's al Ghul y dudo bastante que no lo supiera, ¿por quién demonios me tomaba, entonces? Cada minuto a su lado me daba más motivos para despreciarla.

—Sí.

—¿Tienes mascotas? —siguió, alegremente.

—Un gato y un perro.

—¡Qué lindo!

Ella armaba un gran regocijo por cada mínimo gesto mío, y me parecía una estupidez. Sólo estaba tratando de ser falsamente amable y caritativa para quedar bien contigo.

Es que ambos parecían idiotas, en serio. Tú besabas el suelo por donde Kory pisaba y ella se reía por todo, todo el tiempo. Su mundo juntos era de color rosa. Jodidamente estúpido, incluso dejando de lado mis evidentes celos hacia su posición en tu vida.

—Sí, me gustan los animales.

—¡Oh, Dick, tu hermanito es un encanto!

Hermanito. Maldita palabra. Si no fuera...

—Sí que lo es.

Púdrete, Grayson. Así como tú ya no eras el mismo hombre atento y cariñoso de antes, yo ya no era el mismo idiota al que se le aceleraba el corazón con cada acción o palabra tuya. Aquel idiota que no te daba batalla y cedía ante la más mínima de tus peticiones había desaparecido junto con el Richard al que creí conocer.

Ahora te detestaba, más porque me hacías sentir así, tan miserable que yo mismo aborrecía mi propia miseria.

Era asqueroso lo que me provocabas.

Me hacías ser quien no era. Siempre lo hiciste. Antes te trataba diferente, especial, con cuidado y amor, y yo no soy así con nadie, ni quisiera con mis propios padres... Pero sabía que podía ser así contigo, sabía que podía confiar. Pensé que no ibas a abandonarme.

Y al final lo hiciste. No lo digo por un capricho o rabieta estúpida, carajo. Sé que puedes manejar tu camino a tu antojo y que tienes tu propia vida fuera de tu hermano menor, pero ahora todo en tu mundo gira alrededor de Kory. Ya ni siquiera te das tiempo para ti mismo, y me enoja ver lo idiota que te has vuelto como para dejarte manipular así por una simple y vulgar mujer.

Ya no eres el Grayson que conocí. No eres más el hombre del que me enamoré. Ya no me haces ser mejor persona. Ahora, sigo aumentando en la escala de lo peor.

Me convertiste en un celoso resentido y me obligaste a actuar fuera de mi naturaleza. Cosas que yo no habría hecho antes por nada ni por nadie, las hice por ti. Tomé ese riesgo. Me aventuré al terreno desconocido de la asertividad y la amabilidad, cuando de no ser por tus enseñanzas y persistencia jamás habría escogido salir del terreno donde ya estaba instalado. Y ese era mi problema: estaba fijo, cómodo y seguro. Creía en el suelo que pisaba y no permitía que nadie me hiciera dudar al respecto.

Pero entonces llegaste tú y pusiste mi vida entera de cabeza en tantos aspectos.

Al conocerte me enamoré. Cambié mi temperamento, aprendí cosas nuevas. Me permití abrirme al exterior y querer. Moldeé mi actitud para darte la dulzura que merecías.

Ahora que ya ni siquiera pareces dispuesto a recibirla, me molesta pensar en lo que me convertí por tu culpa. Y no lo entiendo. No entiendo nada de esto. ¿Por qué tenías que ser tú, hermano mayor? Ya no te quiero nada en absoluto. Te odio porque me cambiaste sin mi permiso y ahora ya no sé quién soy.

Solía ser Damian Wayne al Ghul, descendiente de Batman, heredero de Ra's al Ghul. Hijo del murciélago y nieto del demonio. Una máquina asesina entrenada por la mujer más mortífera del mundo, por los mejores guerreros, y con un futuro más que brillante al tener el poder de decidir entre un legado y un imperio. Ahora soy un maldito adolescente enamorado que sufre por ello. Es francamente ridículo.

Tu poder sobre mí, para bien o para mal, era escalofriante. Me hacía preguntarme tantas cosas, dejar de dormir por las noches gracias a la búsqueda incansable de respuestas.

¿Así era el amor? ¿En eso consistía estar enamorado? Controlar a la otra persona, que tu vida gire alrededor de lo que haga o deje de hacer y que, sin siquiera tener que pensarlo dos veces, ser capaz de darlo todo por su felicidad. Saber que entregarías tu vida a cambio de la suya. Sentir el pecho palpitar tanto y tan rápido por su cercanía, por sus sonrisas, y el corazón doler ante la decepción más que cualquier filo de una espada empuñada sobre la piel.

Es sublime y artístico, aunque una vez que se siente esa opresión en el pecho el amor deja de sonar como algo que podría desearse. Duele. Es confuso y realmente hiriente quererte, Grayson.

No estoy acostumbrado a depender de alguien más y no poder dormir pensando en si estará bien. Creí que eso sólo llegaría a pasarme si en algún momento me convertía en padre, pero ahora que tienes a Kory en tu vida... Por primera vez, le temo al futuro. Un futuro del que nunca tuve que dudar, pero que, por supuesto, cambió sus planes antes tan bien trazados con tu llegada.

Y de haber sabido que el amor implicaba todo aquello, habría evitado a toda costa dejarlo entrar.

No sólo duele, también asusta. Da miedo que me hagas esto. Este poder inmenso que tienes sobre mí que me hace ser tan... distinto. Desconozco al Damian Wayne en el que me has convertido, y da miedo cambiar así por ti.

Más cuando sé que tú no vas a cambiar por mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro