Esa coincidencia, un lugar ideal y un sentimiento mutuo dió lugar a que polos opuestos coincidieran, quizás no era tan opuestos como creían en ese pueblo.

Henna y Miguel siguieron reuniéndose de forma indirecta en el parque abandonado, miraban el cielo, contemplaban la naturaleza recostados en la hierba verde o se turnaban para el columpio. Muchas veces Miguel le cedía el columpio solo por ver su pelo mecerse al ritmo del aire, cosa que le resultaba raro pero agradable. Se dió cuenta que empezaba a adorar pequeñeces que le parecían banalidades de personas comunes. Él era más de sangre, asesinatos y misterio, no de ternuras claras como Henna.

Un día sin pensarlo sucedió algo muy raro para ambos, de pronto comenzó a llover y ambos corrieron bajo el árbol con la copa más compacta para evitar mojarse, solo que no contaban con que el aire hiciera de la suyas y sin darse cuenta terminaron muy pegados. Al sentir el roce del otro giraron de imprevisto quedando frente a frente y se fundieron en una mirada profunda, él veía en ella un cielo lleno de nubes blancas y luz, ella se sumergía en una noche estrellada sin igual. La mirada de Miguel bajo a sus labios por inercia y Henna sentía que el aire no le llegaba a los pulmones, se fue acercando mínimamente y al sentir un pequeño roce Miguel subió la mano a su rostro tocando dulcemente su mejilla, llegando a hasta su pelo, giro levemente la cabeza y unió sus labios con los de Henna lentamente. Ella por otro lado se dejó llevar por esas estrellas y poco le importó la lluvia. No sabían lo que sentían, pero les intrigaba, no sentían miedo, pero querían saltar a ese impulso novedoso. Rompieron el beso despacio y volvieron a estar de frente al parque, no había palabras, solo la tomó de la mano y emprendieron el regreso a casa bajo la noche nuevamente. Henna siguió con el hasta su portón está vez, le dió un beso en la mejilla y se adentró en casa.

Miguel de camino a la suya pensaba que faltaban menos segundos para que llegara el momento de verla. Entró a su habitación y frente al cuadro de su madre le confesó:

- Madre que es esto que siento? Yo no soy bueno para ella, nací bajo la mala suerte y ella es un trébol. Crees que ella sienta lo mismo? Hoy nos hemos besado, bueno yo la he besado... y no se apartó de mí. Pudo haberlo hecho por pena, o no sé. Madre si me cuidas desde arriba por favor enséñame como se hace esto.