Mi mamá y yo nos sentábamos casi todas las tardes en el patio de casa o en la sala que daba a la ventana y a veces miraba como la madre de Henna salía corriendo a buscarla cuando estaba fuera de casa, como si sus vecinos estuvieran malditos o algo. La señora era muy religiosa y sin ningún reparo divulgaba que ese niño era obra del demonio, supongo que no era capaz de sentir el dolor de la pérdida que aún no superaba la familia de Miguel, la señora era bastante insensible aún profesando un religión que se supone que aboga por la fe y el perdón, que hipocresía.

Hasta casi los 6 años Miguel fue un niño tranquilo, de mirada perdida y poco comunicativo, incluso con su padre, aunque se relación era más estrecha, con tan solo miradas se entendían. Mi madre me contaba que sentía lástima por la culpa que al parecer cargaba el muchacho, yo realmente no entendía pero supuse que era algo doloroso.

Al llegar a los 11 Henna comenzó a cambiar durante el verano, era más alta, esbelta, con su pelo plateado y aún más bella cada día, y su madre la obligaba a usar esos vestidos que parecían de convento, pero incluso si se pusiera una java de basura se vería bella. En la escuela todos los profesores hablaban maravillas de la niña, la llamaban prodigio y muchas veces se escuchaba en la iglesia como su madre comentaba sobre pactar matrimonio adecuado como lo mandaba el señor. Esa señora estaba demente, era solo una niña y ella la exhibía como un trofeo delante de sus amigas y familiares.

En cambio Miguel se hacía más hombrecito y comenzó a tomar un aire de chico malo, aunque realmente se veía más como un chico dulce solo que de negro constante. Decían que parecía vivir el luto aún pero fuera de esas críticas negativas era un alumno a la altura de Henna, brillante en la ciencias y escritor de Novela Negra, cosa que preocupaba a su profesor de Literatura, pero claro, que hace un niño de 11 años escribiendo sobre crímenes. Por eso también lo llamaban prodigio y a la vez seguía gritando peligro cada cosa que esté niño hacía.

Aún en esta edad la madre de Henna no le permitía mirar ni a la casa vecina y tenía prohibido acercarse a Miguel en la escuela, si hubiera otra escuela seguro la hubiese cambiado, pero como ya les conté éramos todos para una sola. El padre de Miguel a menudo sentía esas miradas de repulsión por parte de su vecina y sus amigas, solo que su vida estaba tan sumida en su hijo y el trabajo que no perdía su tiempo en semejantes estupideces.

Cuatro años más tarde la madre de Henna enfermó. No es por ser mala persona pero la señora se lo merecía, creó en tan poco tiempo una imagen de Miguel y el pobre no tuvo oportunidad de defenderse si quiera de las arpías del pueblo, aunque al igual que su padre parecía no importarle, realmente a Miguel nada parecía importarle. Un año más tarde la madre de Henna murió, y por primera vez desde la habitación, Miguel vió a Henna llorar, siempre la vió sonreír o aparentemente feliz. Estas lágrimas fueron suficientes para causar interés por ella, este chico era raro, aunque no lo culpo, supongo que se vió reflejado en el sentimiento de Henna, llevaba su vida entera sumido en la culpa de la muerte de su madre que muchos le hicieron creer y esta chica le resultaba interesante por su sufrimiento inminente.