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X. Dolores de Cabeza

Título alternativo: No hay nada de lo que hablar.

[...]

Mina se reclinó hacia atrás en la silla y se pasó ambas manos por el rostro, revolviendo el cabello esponjoso de su cabeza. Echó un suspiro al techo de la cabaña y volvió la vista a Kirishima como si ella misma no se creyera que, hace tan solo unos segundos atrás, haya aceptado la ayuda de un muchacho que apenas conocía.

—Escucha, esto es... no sé cómo... —balbuceó ella. Ashido cerró los ojos y respiró una buena bocanada de aire.

Kirishima dibujó una sonrisa suave en sus labios, tratando de tranquilizar los nervios que empezaban a salir a flote en el cuerpo de la chica.

—Está bien.

—No, es peligroso —murmuró Mina —. Ni siquiera conoces al líder.

Eso era cierto, y era realmente un problema en que no quería pensar por el momento.

—Tienes razón —confesó —, pero aún así quiero hacerlo. Te debo el intento.

—Esto es una muy mala idea.

—Hablas como si lo conocieras —insinuó Kirishima, mirándola atentamente.

—Es... un tema complicado —Mina observó las cosas sobre la mesa y ya no sintió ganas de continuar con lo que hacía. Arrimó los papeles y los cristales con las manos y comenzó a acomodar las cosas mientras guardaba todo en su lugar correspondiente. Kirishima no fue capaz de descifrar la expresión complicada con la que lo miró después de eso, como si sus palabras hubieran removido algunos recuerdos amargos en su interior. 

¿Entonces Mina se había topado anteriormente con él? 

¿Habrá intentado pedirle subir y tuvieron un conflicto?

Las respuestas no parecían claras por el momento, pero sentía que sería importante saberlas más adelante. Quiso preguntar un poco más al respecto, pero cuando vio de nuevo a la chica, ella traía la mandíbula apretaba. 

—No irás a ningún lado hasta que te recuperes, ¿entendido? —Kirishima asintió —. Bien, descansa.

Mina caminó hasta la puerta y salió sin pronunciar otra palabra. Eijiro apoyó las palmas sobre el colchón y se fue recostando con cuidado. Cerró los ojos pero, en vez de descansar como se le fue indicado, aprovechó el tiempo para pensar.

Okey, el tiempo de la subtrama es ilimitado, pero eso no significa que tenga todo el tiempo del mundo para resolver esto. Según Bakugo, una vez me recupere vamos a volver a la superficie, por lo cual tengo que hallar la forma de encontrarme con su líder y convencerlo antes de irnos. Suspiró, y que no será sencillo. 

Kirishima dio una pausa para organizar sus pensamientos y todo lo que tendría que hacer a partir de ahora.

Bien. También está el problema con la alerta a la trama, y como el Sistema no quiere ayudarme, es otro asunto que debo resolver por mi cuenta. En el juego original existen algunas decisiones cruciales dentro de la trama que permiten a la historia ramificarse. Dependiendo tus decisiones y la relación con los protagonistas es como se desarrollan algunos escenarios, lo que me lleva a pensar que en algún momento pude, tal vez, tomar una decisión de forma inconsciente que afectó a alguno de los protagonistas.

Frunció levemente las cejas, tratando de buscar un escenario en su cabeza que coincida con su teoría. Además de lo ocurrido con Monoma días atrás, no se le ocurrían muchas otras opciones. A penas ha interactuado con el príncipe, así que podía descartarlo pero ¿Midoriya? ¿Qué probabilidad hay de que los acontecimientos cerca del acantilado afectasen a Midoriya?

Kirishima miró en dirección de la puerta. 

Al menos sé que no debo preocuparme por Kaminari... pero Kaminari ahora tiene una Barra de Afecto, lo que lo convierte en un protagonista de Medieval Love, ¿no es así?

Eijiro se masajeó las sienes cuando un pequeño dolor se empezó a instalar en su cabeza de tanto pensar. Mierda, se lamentó internamente, tal parece que esto de pensar demasiado no era lo suyo. Era mucho de lo que preocuparse y siente que el tiempo se le escapa de las manos simplemente acostado en un colchón. Jamás se acostumbró a la idea de tratar con personas, nunca lo fue cuando estaba vivo y no lo sería ahora, pero debía intentarlo para asegurar su estadía en el juego y avanzar. 

Suspiró profundamente, tratando de llevar algo de paz a su cabeza. Cerró los ojos y entró al menú principal. En la página siguiente, justo donde se situaban las Prohibiciones y Objetivos principales del juego, aparecieron los detalles de la nueva subtrama y sus recompensas correspondientes. Kirishima se negó a leer el caso nuevamente, pues lo último que necesitaba era estresarse más de lo que estaba, y salió del menú, volviendo a la oscuridad de su cabeza.

El sueño invadió su cuerpo poco a poco. Su cuerpo se acomodó entre las colchas, tratando de relajarse al no pensar en nada, y eventualmente se fue cayendo dormido.

Ese había sido un día largo, uno de los muchos que le esperan.

Mina tarareaba una canción de cuna mientras terminaba de desenvolver la tela que rodeaba la herida ahora curada en su cabeza. Solo habían pasado dos días, pero parecía haber sido el tiempo suficiente para que los tejidos de su cabeza volvieran a unirse.

—Bastante bien, ¿verdad? —mencionó ella con una sonrisa amable, tirando la gasa a un lado del camastro. Kirishima asintió lentamente —. Necesito que te quedes quieto un segundo, cariño.

Kirishima hizo caso a su indicación y no se movió. Mina movió algunos cabellos de su cabeza para asegurarse de que la herida se había cerrado completamente, pero ni siquiera quedó rastro alguno de una cicatriz grave.

—Tu regeneración es fantástica —alabó ella mientras se alejaba, volviendo a acomodar su cabello con un cariño casi maternal. Kirishima se removió con incomodidad, pues no era un sentimiento al cual estuviera acostumbrado.

—Ah. Ugh... gracias, Mina —agradeció después de un corto período de silencio.

Kirishima paseó su vista por la habitación, tratando de encontrar algún objeto reflectante que pudiera usar para husmear la herida, pero no encontró nada de ayuda. Se llevó una mano a la cabeza de forma lenta y acarició su cabello hasta que sus dedos se encontraron  la supuesta zona donde debería estar la herida. Sin embargo, no había nada, como si nunca hubiera existido en primer lugar.

—En verdad se curó así de rápido —murmuró para sí mismo, sorprendido. Kaminari, quien le había oído, no pudo evitar alzar una ceja.

—Amigo, eres mitad dragón —resaltó el chico.

—Déjalo —respondió Bakugo desde la mesa, cruzando los brazos sobre su pecho —. Parece que vivió metido bajo una roca de niño.

Kirishima frunció el labio, pero no dijo nada. Mina fulminó al cazador con la mirada antes de regresar su atención al pelirrojo.

—Hay muchas razas de dragones registradas a lo largo del continente, Kirishima —comenzó la chica con amabilidad —. Los Quemadura Monstruosa son conocidos por su regeneración acelerada, sus escamas resistentes y... bueno, su aliento de fuego.

—Y los que más están en peligro de extinción —apuntó Kaminari. 

—Oh —fue lo único que salió de sus labios mientras registraba la nueva información en su cabeza.

 Los ojos de Kirishima siguieron la silueta de Bakugo hasta que desapareció por la puerta. Apretó el puño entre las sábanas, sabiendo que tarde o temprano debían hablar de lo que pasó días atrás en el acantilado. Monoma conocía a Bakugo, lo había estado siguiendo durante días para cazarlo. Y todavía tenía sus palabras grabadas en la cabeza.

Observó a Mina juntar la tela sucia del suelo y recoger el cuenco con agua que usó para lavar la sangre seca. Cuando la vio pasar junto al camastro nuevamente, Kirishima decidió que no iba a perder el tiempo.

—Oye Mina, yo... —comenzó con duda. Mina se detuvo y lo observó esperando que continuara —. ¿Está bien si salgo un momento? Para estirar un poco las piernas —aclaró rápidamente.

Mina levantó ligeramente el mentón como si evaluara sus palabras. Luego dirigió sus ojos al lugar donde debería estar Bakugo y de vuelta al pelirrojo.

Kirishima apretó los labios, tratando de aparentar tranquilidad.

Entonces Mina dibujó una sonrisa que Kirishima no supo identificar.

—Está bien —dijo ella —, pero no vayas lejos, que pronto haré de cenar.

Eijiro asintió en agradecimiento. Se levantó con cuidado y, con un poco de ayuda, llegó a la puerta después de dos días completos confinado a estar sentado en un colchón viejo. Aunque sus heridas se habían cerrado, la falta de sangre todavía hacía peso sobre sus hombros.

La brisa helada lo golpeó tras abrir la puerta. Kirishima apretó los hombros por el cambio brusco de temperatura y avanzó un paso fuera de la cabaña, cerrando la puerta tras de él.

Estar afuera después de algunos días en confinamiento supuso una sensación agradable en su pecho. La noche parecía ser lo único constante allí abajo. La luna brillaba tenuemente desde lo alto, y su luz reflejaba los cristales coloridos que sobresalían de la piedra envejecida del cañón, creando un hermoso espectáculo que Kirishima no se había detenido a observar antes.

Me gustaría vivir en un lugar como este algún día, pensó. Pero desechó la idea al poco tiempo. Si Kirishima lograba completar la trama del juego, entonces el Sistema lo enviaría de vuelta a su mundo. A su monótona vida en Japón para, con un poco de suerte, cambiar su destino e iniciar de nuevo.

Esbozó una mueca con los labios —en un intento de sonrisa— antes de barrer los alrededores con la mirada y notar a Bakugo sentado sobre una roca con los brazos apoyados en sus rodillas. Parecía tener su vista puesta en la nada, como si meditara internamente por algo. Eijiro dudó un momento de si sería sensato acercarse, pero de todas formas ya estaba ahí parado y no tendría caso retractarse ahora.

—Qué —Eijiro sintió un estremecimiento subir por su espalda cuando Bakugo le dirigió la palabra con su voz brusca, volteando a verlo con aquellos intensos ojos color fuego.

—Nada —Kirishima fingió naturalidad mientras se encogía de hombros y buscaba un lugar donde situarse—, creí que tal vez querrías compañía.

—Pues no la necesito, así que puedes largarte —respondió con desdén.

Kirishima se removió con incomodidad; era obvio que Bakugo no lo deseaba allí. ¿Qué más podía esperar? Bakugo no quería a nadie, así lo habían construido en Medieval Love. 

Uno de los pocos que lograron entrar en el corazón de Bakugo era el Protagonista.

Pero Kirishima no era el Protagonista. No estaba ni cerca de serlo. Solo era el transporte del cenizo.

—Tenemos que hablar... —empezó Kirishima con cuidado. En verdad ya no estaba seguro de si quería tener esta conversación.

—No hay nada de lo que hablar —espetó Bakugo, cortante.

Kirishima lo ignoró.

—Monoma, él... —comenzó pero fue interrumpido bruscamente por el contrario.

—Ese imbécil no tiene idea de nada —gruñó con desprecio, sin añadir nada más al respecto, como si el tema no mereciera mayor importancia.

—No, él dijo que venía siguiéndome el rastro desde antes —insistió Kirishima, y pensó que tal vez las pequeñas manchas de sangre en su ropa cuando despertó en su nuevo cuerpo podrían estar relacionados. 

Bakugo endureció su expresión —. ¿Cuándo te dijo eso?

—Después de atravesar mi hombro con una flecha.

—Ese idiota es una maldita víbora —respondió Bakugo después de un corto silencio entre ambos —. No deberías creerte toda la mierda que te dicen.

—Claro, como se conocen tan bien —murmuró Kirishima, dejando que el sarcasmo se deslizara por su tono. Nunca había tenido el carácter para hablarle a alguien de esa forma, mucho menos a Bakugo, por lo que su propio atrevimiento momentáneo lo sorprendió. Pero el estrés de la situación le pesaba demasiado como para callarse.

La conversación escaló más rápido de lo que había anticipado. Kirishima salió de la cabaña en son de paz, dispuesto a hablar las cosas que sucedieron en el acantilado y dejar algunos temas claros. Todo empezó con una simple duda, pero pronto se convirtió en un enfrentamiento con el cenizo que destapaba cosas que Kirishima no quería admitir. Porque sí, Monoma logró sembrar la semilla de la duda en su cabeza. Y sí, permitió que germinara. Pero las preguntas, al vocalizarlas, adquirieron un peso diferente. Cosas que tal vez, muy dentro de su mente, había preferido no saber, y una verdad incómoda lo golpeó:  Bakugo le estaba ocultando algo. 

Bakugo se levantó de golpe. Tenía todos los músculos de la cara fruncidos en una expresión furiosa. Kirishima casi podía visualizar el cartel de letras grandes que dictaba «CUIDADO» sobre su cabeza.

—Será mejor que cuides tu maldito tono si no quieres recibir una golpiza —advirtió Bakugo, con la mandíbula tan tensa que parecía que podría romperse. Sus puños apretados al punto de que los nudillos se veían blancos. Bakugo se estaba conteniendo demasiado por no romperle la cara, y Kirishima lo sabía. Podía verlo, de hecho.

No era la primera vez que recibía una amenaza, ni mucho menos la segunda. Pero tampoco significaba que podía tomarse a la ligera al hombre frente a él. 

Y sintió miedo. Era una presión constante en su garganta, como una mano invisible estrangulándolo. Su corazón se aceleró y sus pulmones se contrajeron dolorosamente en su interior. Por un momento pensó en disculparse, olvidar el tema. Pensó en retroceder, complaciente —si eso lograba tranquilizar al cenizo—, con la esperanza de no perder lo que tenía de amistad con Bakugo. Luego recordó los acontecimientos del acantilado, con Monoma allí. ¡Era su vida lo que estuvo a punto de perder, joder! Era la razón por la que ahora se encontraban varados allí abajo.  

La probabilidad de que Bakugo estuviera al tanto de las intenciones de Monoma lo inquietaba a niveles vertiginosos. Que todo solo haya sido una vil mentira de su parte.

—Solo dime qué hacías en el pueblo, Bakugo —pidió finalmente, expulsando un suspiro cansando entre sus labios. No tenía las fuerzas para otra pelea inútil. Estaba cansado. Estresado de estar allí abajo, de no poder ver más allá de donde le alcanzan los brazos, de que personas que creía eran sus amigos le mientan. Que se aprovechen de él como lo hicieron cuando aún seguía con vida —. También me seguías el rastro, ¿no es verdad? Por eso conocías a Monoma.

Bakugo soltó un bufido y relajó apenas los músculos, pero no dejó de fruncir el ceño. Esta vez, por un pensamiento diferente. No tenía caso retrasarlo. Y aunque Kirishima ya sabía la respuesta, necesitaba que Bakugo de lo dijera él mismo.

—¿Preferías que ese idiota te atrapara primero? —masculló —. Deberías agradecer que no te colgué en una maldita pared.

Kirishima soltó una risa sin gracia, casi inaudible.

—Agradecer... —asintió lentamente, mirando el suelo bajo sus botas. Esto era increíble —. Si, claro.

No podía creerlo. No podía creer que Bakugo le había mentido todo este tiempo. Sabía de Monoma, lo conocía, y aún así no le importó. Lo había rastreado, cazado, y utilizado como si fuera poco más que un objeto.

—Escucha —Bakugo se pasó una mano por el cabello, soltando un suspiro pesado. Cambió el peso de una pierna a otra y, tal vez por primera vez desde que aquella discusión comenzó, lo vio a los ojos directamente —, no soy como ese imbécil, ¿de acuerdo? Debería entrarte eso en la cabeza.

Kirishima lo miró en silencio. No respondió enseguida, tenía demasiado en la cabeza. 

Una parte dentro de él deseaba creerle, pero la otra, aquella oscuridad que lo rodeaba, más grande, llena de desconfianza, traumas, mentiras y abandonos, simplemente no podía. Quería pensar que no le había dolido saberlo, pero la espina estaba ahí, y dolió tratar de sacarla.

Finalmente, bajó la mirada y se dio la vuelta, caminando hacia la cabaña.

—¿A dónde mierda vas? —Bakugo frunció el ceño de nuevo —, todavía no terminamos.

Kirishima se detuvo a escasos pasos de la puerta, sin molestarse en mirarlo a la cara. 

—Tú lo dijiste, ¿no? —murmuró. No esperaba que Bakugo respondiera la pregunta, simplemente habló —: no hay nada de qué hablar.

Wow, hola. Pero qué estrés fue terminar este capítulo.

Uno pensaría que ya había tirado la toalla con esta historia jaja (casi igual, que aburrimiento). Pero qsy ahí va, lento y no tan seguro. Diría la excusa de que estoy ocupada con otras cosas, pero realmente no hago nada en todo el día. Mucho dbd se podría decir.

Ya no me gusta BNHA, así le presto poco y nada de atención. Una lástima porq tengo muchos borradores con tramas interesantes que jamás verán la luz.

Pero fin en. En otras noticias, el capítulo no quedó casi nada similar al original. Y en vez de terminar friendly, ahora Kirishima tiene una relación tensa con Bakugo. Aunq puede que Kirishima esté siendo demasiado dramático, le gusta hacerse la vistima y pues nada. (yo en lo personal creo que apoyo a Bakugo, en realidad es mucho mejor que lo atrapara él en vez de Monoma. Ni que por eso su relación fuera a cambiar mucho).

Lamento la tardanza (en realidad, no) y no estaremos viendo el año que viene con próximos capítulos... tal vez.

Un saludo enorme!! —Kirishi cambio y fuera.


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