9.-
Daemon se sentía inquieto, al igual que Jungkook. Sabía que tenía que tejer sus hilos de manera más precisa para que su presa cayera exactamente donde él quería. Y para lograrlo, tenía planes para utilizar al novio de su hermano.
Por primera vez sus dos personalidades estaban ansiosas y de acuerdo en tener a Kim para ellos.
Prendiendo otro cigarro y dando una fuerte calada, comenzó a mover sus piezas en el tablero de ajedrez de su mente.
-Mañana llega nuestro padre de Japón y yo estaré de regreso en Seúl. Organiza una cena en la casa familiar-., le ordenó a Yoongi, su voz llena de autoridad.
Yoongi, frunciendo el ceño, no podía evitar sentir intriga. -Kook, ¿qué quieres con él? -., preguntó, refiriéndose a Jimin.
-Quiero que Soobin esté presente, así que mueve a tus mejores hombres para escoltarlo desde el internado hasta la casa-., respondió Daemon, ignorando la pregunta de su hermano.
Yoongi apretó su puño, intentando contener su frustración. - ¿A qué hora volverás mañana? ¿No ibas a hacerlo hoy? -., necesitaba comprender qué estaba ocurriendo. Algo había pasado, su hermano nunca se comportaba de manera tan errática.
-Tengo algo que atender aquí, no te debo ninguna explicación. -, gruñó Daemon, molesto por la insistencia de Yoongi.
-Claro que no, pero me extraña que tú, sabiendo lo que ocurrió hace dos días, aún no hayas venido y sigas retrasando tu regreso. Además, nunca has hecho esperar tanto tiempo a un huésped, quien, si no te apuras, podría dejar de respirar.-, susurró Yoongi, esperando que Jimin no hubiera escuchado.
-Eso es tu problema si no está despierto cuando llegue. No querrás que elija a otra persona para ocupar su lugar.-, sonrió Daemon, sabiendo que sus palabras alertaban a Yoongi, le encantaba jugar con su mente. -Además, vas a llevar a tu novio. Es hora de que conozca a la familia-., agregó con una carcajada siniestra.
Familia, cena, casa. Las palabras se amontonaban en la mente de Yoongi, dejándolo momentáneamente sin palabras. Por primera vez, se sentía perdido.
-Daemon, sabes que nunca hemos llevado a nadie a la casa familiar.-, dijo Yoongi, tratando de entender las intenciones de su hermano.
-Bueno, ¿no es él el amor de tu vida? Ya es hora de que se una a la familia. Además, quiero conocer a tu noviecito.-, respondió Daemon con indiferencia.
-¿Qué pretendes?.-, preguntó Yoongi, ya no podía aguantar más. Necesitaba respuestas con urgencia.
-Todo a su tiempo, August. Pero tranquilo, Park no me interesa en lo más mínimo, solo es el medio para obtener algo. -, dijo Daemon, recordando unos ojos cristalinos mirándolo con sufrimiento.
Una punzada de excitación lo golpeó, sin decir más, terminó la llamada, dejando a Yoongi con más preguntas que respuestas y un mal presentimiento en la boca del estómago.
Daemon, levantándose del sofá y apagando su cigarro, se dirigió a la puerta. Con pasos lentos, atravesó la sala donde se encontraban sus hombres de confianza. A su sola mirada, todos los guardaespaldas hicieron una reverencia como muestra de respeto y se quedaron a la espera de las órdenes de su jefe.
-Felix, llama a Bang Chan y dile que vamos a su local. Quiero que el piso de arriba esté despejado y que tengamos buena carne esperando. -, dijo Daemon mientras caminaba hacia la salida de la habitación con pasos despreocupados.
Quince minutos después, un Rolls-Royce negro se estacionó frente a Club Luna. La música electrónica resonaba desde el interior, mientras una fila de personas esperaba ansiosamente para entrar. Observaron con asombro cómo un hombre de aproximadamente 1.70 metros de altura salía del auto. Vestido con un elegante traje negro de Armani, su cabello negro caía en ondas suaves hasta su mandíbula cuadrada. Unos aretes en su oreja hacían juego con sus cadenas, y un reloj Rolex de oro rosa con incrustaciones negras de ónix adornaba su muñeca.
Su mirada y su aura gritaban peligro, pero su rostro y su cuerpo invitaban al pecado.
Una vez que entraron al club, se dirigió al área que le habían reservado exclusivamente para él. Las miradas que recibía eran un fastidio para su ser, por lo que siempre pedía que le apartaran un espacio privado. La multitud encima de él le molestaba enormemente, ya que no soportaba el contacto con las personas.
Se sintió satisfecho al ver que sus órdenes fueron cumplidas. Unos diez hombres y mujeres estaban parados frente a él, con escasas ropas que dejaban poco a la imaginación. Había de todo tipo: blancas, morenas, negras, albinas, rojizas; altas, bajas; con curvas pronunciadas, senos grandes, senos pequeños, culos exuberantes; hombres bien dotados y cuerpos trabajados. Era un festín para sus sentidos.
Pero por alguna extraña razón, sintió que faltaba algo más. Caminando despacio, se tomó su tiempo para tocar y observar a cada persona frente a él, hasta que encontró lo que quería: un hombre de facciones delicadas, cabello negro, tez morena y un trasero follable.
¡Bingo!
Daemon hizo un gesto a Felix, quien se acercó al hombre seleccionado y le indicó que comenzara a caminar, despidiendo al resto de las personas presentes en el lugar. Mientras tanto, Daemon se dirigió a una esquina del espacio y se sentó, esperando que el hombre moreno se acercara a él.
Cuando finalmente estuvo frente a él, Daemon abrió sus piernas y, con voz autoritaria, ordenó.-Arrodíllate-. El hombre, sintiéndose a la vez temeroso y excitado por haber sido elegido por aquel hombre que exudaba un aura de sexualidad, no podía negar que se sentía atraído. Estaba dispuesto a hacer lo que sea necesario para tener la oportunidad de volver a verlo.
-Pobre estúpido-, pensó Daemon mientras observaba al hombre inclinarse frente a él. -No tienes idea en qué manos has caído-.
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