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-Medianoche-


La sala era circular, con mesas repletas de comida y bebidas repartidas y gente esquivándose los unos a los otros, llevando a cada cual más estrafalario disfraz. Si Hogwarts era conocido por algo era por las fiestas que los estudiantes montaban pensando que ningún profesor se daba cuenta de que la mitad de sus estudiantes estaban fuera de la cama.

Pero aquella era una fiesta especial. En Halloween se celebraba a los muertos.

Por eso, la sala estaba completamente decorada con ese propósito: guirnaldas en forma de telarañas, esqueletos colgando del techo y luces flotantes por toda la estancia. De no ser porque sabían que las manchas rojas eran de colorante, pensarían que era sangre de verdad la que cubría los manteles.

La pesada puerta negra se abrió cuando alguien ejerció peso desde fuera. Por ella se dejó ver alguien que sacó más de una carcajada y un grito ahogado de sorpresa: la chica que había entrado iba disfrazada de un mal intento de lord Voldemort. Un gorro de goma blanco cubriendo el pelo, una túnica enorme y negra y, lo más importante, la nariz pegada con celo para simular la desaparición de esta.

Allison no dejaba de sonreír y no pudo contener sus carcajadas al fijarse en que casi todos en aquella sala la estaban mirando. Había merecido completamente la pena aceptar la invitación y llevar ese disfraz con tan solo ver sus caras. Se cruzó de brazos, satisfecha, y evaluó la sala. Todos en aquella fiesta parecían deslizarse por el suelo y su aparición dejó de causar el efecto esperado a los cinco segundos, como si hubieran perdido el interés.

Frunció el ceño y se giró hacia la puerta. Acababan de entrar dos chicas, hablando muy juntas entre sí. Las dos eran rubias; la de la derecha llevaba puesto un vestido alado blanco con minifalda, simulando el de un ángel con el halo de luz sobre la cabeza incluido. Por su parte, el vestido de la chica de la izquierda era vaporoso y de diferentes tonos de rosa, empezando con el más claro y acabando por el más oscuro, acompañado de un par de alas lila y una corona de flores.

De repente, Allison se sintió un poco tonta, porque esas chicas iban monísimas y ella no podía ni rascarse la nariz con el celo puesto ahí.

—El concurso de belleza es en la otra puerta —les dijo, saludándolas con la mano.

—¿Se supone que vas de...? ¿Voldemort? —respondió Bella, la chica que llevaba el disfraz de ángel.

—¿Qué te has puesto en la nariz? —añadió May, acercándose demasiado a Allison solo para poder observar el celo.

—Celo, por supuesto. Y, a no ser que conozcáis a otro calvo sin nariz, entonces sí que voy de Voldemort.

Allison sonrió y dejó escapar una carcajada. Antes de que pudieran decir algo más, por la puerta entró una bruja idéntica a la del disfraz de hada, solo que esta llevaba una túnica normal y corriente. No parecía estar muy contenta con la idea de estar en una fiesta y se notaba en su falta de ganas de llevar un disfraz.

—Espero que ninguna le haya dicho su nombre u os hará la noche muy difícil —dijo la joven, April, mirando a la chica hada, su gemela, con diversión.

—Yo se lo he dicho —intervino Bella, levantando una mano—. ¿Debería preocuparme?

—Depende, ¿aceptas pasar toda la noche conmigo? —dijo May y se acercó al ángel sonriendo, con unas intenciones bastante claras cuando rozó la mano de la chica y, luego, acabó entrelazando sus dedos—. ¿Qué me dices?

Las mejillas de Bella dejaron de ser pálidas para comenzar a mostrar un tono rosado que nada tenía que ver ya con su disfraz. Miró de reojo a las otras dos chicas, que sonreían con las cejas levantadas, y luego le devolvió el apretón de manos a May.

—Me temo que no tengo más remedio.

Las puertas se abrieron una vez más justo después. En primer lugar, entraron dos chicas más. La de la derecha, llevaba un pijama de una sola pieza que imitaba el pelaje anaranjado de una ardilla. Llevaba puesta también una capucha por encima de la cabeza con dos grandes orejas y un hocico, y observaba la sala con curiosidad mientras masticaba lo que parecían ser unas nueces que sacaba de su bolsillo. A su lado, su compañera llevaba el uniforme de quidditch de Gryffindor lleno de jirones y heridas falsas, y su rostro había sido pintado de un tono grisáceo, como si tratara de imitar un zombie de los que salían en las películas muggle.

—April, ¿conocemos a la ardilla y a la jugadora de quidditch? —preguntó May a su hermana, que frunció el ceño.

—Me suenan de al...

—AAAAAAAAAAH.

La cazadora de quidditch zombie y la ardilla se habían apartado para que todas pudieran ver a la persona que había entrado con ellas. Lo primero que se veían eran los zapatos de varias tallas más grandes, luego la ropa de lunares coloridos que hacían juego con la peluca. Finalmente, la nariz roja era acompañada del maquillaje típico de un payaso, la cara completamente blanca excepto por la boca, que tenía una dibujada de forma completamente exagerada.

Quien había gritado no había sido otro que el mismísimo lord Voldemort o, bueno, mejor dicho, Allison, que salió corriendo a esconderse detrás de Bella y May.

—Ahora sois mis madres, ¡protegedme o algo!

La situación rozaba el irrealismo, y a la vez todas sentían muchas ganas de reír al ver a Voldemort asustado por un payaso. La ardilla ya no podía aguantar más la risa y empezó con las carcajadas al ver cómo Voldemort estaba escondido detrás de un ángel y un hada y pronto todas acabaron uniéndose.

—¡Lo siento, Allison! ¡No sabía que te daban miedo los payasos! —se disculpó Capella, la chica del disfraz, apesadumbrada.

—El payaso sabe mi nombre —murmuró Allison, dándole un escalofrío—. Espera...

Las siete se miraron entre ellas. Estaban reconociendo sus rostros, recordando sus nombres. Recordando un partido de quidditch que iban a jugar, pero ninguna de las siete recordaba el resultado ni el partido en sí.

—¡Allison, tengo mil cosas que contarte! —chilló Atria, la ardilla, de la nada, y salió corriendo para abrazar a la chica—. Oye, que yo sepa Voldemort tiene menos escote, pero la nariz la has clavado, ¿dónde has comprado el celo?

—Oh, Atria, si te contara todo lo que tengo que contarte me pegarías. ¡El celo se lo he comprado a un árbol antes de entrar!

Las demás parecían extrañamente acostumbradas a los disparates de las chicas Potter. No podían culparlas, no sabían cuánto tiempo llevaban sin verse.

Ninguna sabía a qué fin estaban viéndose de nuevo, pero aquel sentimiento de familiaridad crecía entre ellas. Como si, en realidad, sí se conocieran y no fueran casi completamente extrañas. Entre las cortas charlas, los saludos y las exclamaciones que esto causó, no habían visto acercarse a un nuevo grupo de tres personas hasta que llegaron a su lado.

—¡Tú eres el árbol que me ha vendido el celo! —exclamó Allison, señalando a la chica bajo el disfraz de un gran árbol de cartón, que sonreía con picardía.

—Mara, encantada, Señor Tenebroso, un placer ayudar en la burla, aunque te recomiendo que te pongas un poco de celo en las tetas, ya que vas con el escote... —le contesta la chica, sonriendo mientras que se aparta uno de los trozos de cartón verde que se supone que son las ramas—. Si quieres te ayudo, dicen que se me da bastante bien.

—Cuando quieras, Mara, el Señor Desnarizado estará encantado.

—¿Y a ti qué te pasa en la cabeza? ¿Le has pedido a Snape que te enseñe a llevarlo tan pegado? ¡Enséñame! Quiero tirárselo en la cabeza la próxima vez que le vea —Atria se había acercado a la chica disfrazada de Snape, invadiendo completamente su espacio personal y tocándole el pelo sin ningún tipo de reparo—. Está asqueroso, ¡eres alucinante!

Nyx, que así se llamaba la chica que iba disfrazada del profesor de pociones, carraspeó exactamente igual que él, y dio un paso hacia atrás observando a la recién conocida con una mirada de repulsión y desaprobación.

—Exactamente, ¿qué le hace pensar que puede ponerle las manos encima a un miembro del cuerpo docente? —respondió la chica, llamada Nyx, imitando la voz monótona y nasal del profesor.

—Eres mi ídola —susurró Atria, completamente tentada de tirarse al suelo y besarle los pies. Pero luego recuerdó que iba vestida de Snape, así que mejor no lo hizo.

Nyx relajó su semblante y se pasó un mechón de pelo detrás de una oreja.

—Espero que por la imitación y no por el parecido, o si no me largo de aquí si me dices que te cae bien ese sinvergüenza.

—Si por mi fuera le hubiera utilizado ya como ingrediente de pociones, pero entonces me hubiera contaminado las creaciones, así que... ¡MARA!

Atria dejó de hablar con Nyx para lanzarse sobre la espalda de su amiga, gritando algo como "¡Somos árbol y ardilla, déja que me suba!" mientras la otra chica solo gritaba e intentaba librarse de la ardilla gigante.

Emma, la cazadora de quidditch zombie, se acercó disimuladamente al chico que había entrado recientemente a la fiesta, ya que parecía no comprender del todo bien lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Le recordaba a la primera vez que había hablado con Harry Potter y lo vulnerable y tierno que le parecía.

—Hola, creo que no nos conocemos de nada —le saludó Emma, mirando con aprobación su disfraz de pirata—. ¡Me encanta tu disfraz! ¿Cómo te llamas? Yo soy Emma.

Él sonrió con timidez, agradeciendo que alguien se hubiera acercado a hablarle.

—Caelum —respondió el rubio, teniéndole la mano a la chica—. Gracias, a mí también me gusta el tuyo.

El grupo de las diez personas estaba a punto de aumentar cuando por la puerta se adentraron dos chicas que parecían llevar a juego su disfraz: la primera iba de La Muerte, con guadaña incluida, mientras que la chica de al lado tenía una verdadera pinta fantasmal. Quizá se había aplicado un conjuro desilusionador, porque su presencia se percibía translúcida y tenía un aura azulada a su alrededor. Casi jurarían que flotaba.

—Wow, es el disfraz de fantasma más realista que he visto nunca —saltó Capella, que estaba algo escondida porque Allison seguía dirigiéndole miradas de terror.

—Porque no es un disfraz —dijo la chica, con expresión seria y voz cansada.

Tomándoselo a broma, todas las chicas soltaron una carcajada. Pero Caelum había identificado a su hermana mayor.

—¡Aquila! ¡Felicidades!

—No me habías dicho que era tu cumpleaños, Aquila, podría haberte hecho un regalo mejor —dice la chica de la guadaña, Abby.

—¿Los muertos pueden cumplir años?

Cerrando la puerta con gracia, entró una chica más. Llevaba un vestido rojo con un ligero escote y, para poder andar bien, se había subido las faldas, pero las dejó caer con elegancia delante del grupo. Nadie podía verle bien la cara ya que, para terminar de completar el disfraz, llevaba una máscara propia del carnaval de Venecia que le cubría la mitad de la cara y solo dejaba ver sus ojos oscuros.

—Es broma —dijo la chica, sonriendo y la mayoría se rieron—. Por cierto, ¿quién ha organizado esta fiesta tan maravillosa?

—Creo que la invitación no llevaba ninguna firma, ¿no? —Emma sacó el sobre de papel del bolsillo de su túnica y lo abrió para comprobarlo frente a todas, pero sus cejas se torcieron con sorpresa al descubrir que el contenido de la invitación había cambiado—. ¡Ahora pone algo distinto!

—¡Atria, baja de mi espalda de una puta vez y déjame la invitación! — gritó Mara, pero Atria no se bajó, si no que le puso su propia invitación delante de la cara y luego una nuez—. Para también con las nueces, por Morgana, Merlín y Dios.

—La fecha y hora son las mismas, pero... —empezó a decir Abby y levantó un poco más la tarjeta para poder leer mejor—. "Hacéis bien en tener temor, pues entre vosotros hay un impostor. Tenéis que encontrarlo antes de la medianoche si no queréis que alguien la amoche".

Al ver la incomprensión en la mayoría de los rostros, Aquila se adelantó un paso para hablar:

—Eso significa que alguien va a morir.

Todas guardaron silencio ante las palabras de Aquila. ¿Cómo que alguien iba a morir? Se miraron entre ellas, intentando ver quien era la primera que hablaba o hacía algo, pero nadie quería hacer nada hasta que May se dio cuenta de que no estaban solas. ¡Había más gente en la sala! Seguro que ellos sabían algo, así que cogió la mano de Bella y tiró de ella para hablar con la gente que estaba en las mesas de comida.

—¡Buenas noches! Perdona que te pregunte, pero, ¿sabes qué está pasando? Nos ha llegado una invitación muy rara y ahora parece que alguien va a morir y... —May intentó hablar con una chica que iba disfrazada de mujer lobo, pero ella no parecía oírla, así que May intentó cogerla del brazo.

Atravesó el brazo de la chica sin más, como si no estuviera allí. May frunció el ceño al examinar mejor a la persona que tenía frente a ella. Hasta entonces no se había fijado, pero tanto ella como el resto de invitados que danzaban a su alrededor pero no se comunicaban tenían ese aura azulado propio de los fantasmas.

—Cuidado —advirtió la fantasma, mirando a ambas chicas antes de volver a ignorarlo todo.

No sabían si lo decía por haberla atravesado o por lo que acababan de leer en la invitación.

—Tengo un mal presentimiento —susurró Bella al oído de May, tomándola del brazo y alejándola de los fantasmas—. Todos los demás invitados ya están muertos, May. Las únicas con posibilidades de acabar mal la noche somos nosotras...

—¿Alguien sabe lo que está pasando aquí?

—¡Seguro que el payaso es el impostor! —chilló Allison, apuntando a Capella con el índice de forma acusatoria.

—¡Oye! Que yo estuve con vosotras en el partido —se defendió ella.

—Si suponemos que todas las que estuvimos en el partido no somos las que queremos matar a alguien —April miró fijamente a los cuatro nuevos y los señaló sin cortarse ni un pelo—. Entonces es alguno de ellos.

—¿De qué vas rubita? ¿Eres gilipollas o te lo haces? ¿De verdad crees que habría tenido a la ardilla encima si fuera una asesina? —Mara dio un paso adelante, por fin libre de Atria y la diferencia de altura entre el árbol y la chica sin disfrazar se hizo evidente—. Aunque me estás convenciendo para serlo, la verdad, no sé a las demás.

—¡Pienso igual! —espetó Nyx, dando un paso adelante—. ¡Yo tampoco tengo ni idea de quiénes sois ni de quién me envió esa invitación! Pero no pienso morir, así que que salga el impostor si tan valiente es.

El silencio que prosiguió fue corto y se interrumpió enseguida por una sarta de gritos y acusaciones entre las unas y las otras.

—¡Ey! —Caelum intentó llamar la atención de las chicas, alzando el tono de voz—. ¡Parad un momento de acusar a todo el mundo, por favor!

Como era de esperar, no le hicieron caso. Las invitadas comenzaron una discusión acerca de quién podría ser la persona impostora. Unas argumentaban que debía ser alguien desconocido, mientras que otras intentaban averiguar qué significaba que alguien era un impostor.

—Tal vez solo sea alguien intentando jugar con vosotras —propuso la joven oculta tras la máscara veneciana—. Bueno, con nosotras, ya que yo también tengo invitación, claro.

—¿Ah, sí? —Emma se acercó a ella con sospecha—. Pues muéstrala, vamos. Eres la única que ni siquiera se ha presentado.

La joven, con una sonrisa ladeada, introdujo la mano en su bolso y miró a Emma con malicia, como si intentara jugar con ella. Todas temieron que fuera a sacar algo peligroso, pero finalmente pudieron ver una invitación exactamente igual a las suyas.

—Ivy Blestem. Un placer.

Las demás parecieron calmarse un poco al ver la invitación, pero eso no disipó las dudas. Su conducta era sospechosa, o quizá solo se habían vuelto paranoicas y desconfiaban de todas.

Aquila le dirigió una mirada a Abby y se cruzó de brazos.

—¿No habrás sido tú, Abby? —le preguntó.

—Esta vez no —respondió ella, y no pudo evitar sonreír al ver como las caras de todas cambiaban al recordar.

—¡El final del partido! —chillaron dos voces. Habrían ido a la vez si una no se hubiera adelantado, siendo el grito algo desastroso.

Atria y Allison se giraron rápidamente hacia Aquila, esta vez sí al unísono.

—¿Ella no estaba muerta? —susurró Allison.

—Joder, sí, mirala, si es como el resto de la sala —respondió Atria, también en un susurro.

—Estaré muerta, pero puedo oíros —dijo Aquila, acallando a las hermanas.

—Vale, vale. Pensemos un momento —intervino Capella, tratando de poner en orden todo el sin sentido—. ¿Para qué iba alguien querer meternos aquí a todas, y luego matarnos?

—Ya que habéis intentado culparme a mí, tenemos al mismísimo Lord Voldemort aquí delante —dijo Abby, señalando a Allison, que se indigna de inmediato.

—Sé que el disfraz está bien, pero no es tan creíble para que me tachéis de asesina. ¡Llevo celo en la nariz!

—Vale, si no es Voldemort... No sé, ¿hay alguien más que os la tenga jurada? ¿Que quisiera acabar con vosotras? —preguntó Emma de brazos cruzados.

—Bueno, creo que nosotras tenemos a alguien que no nos tiene mucho aprecio... —dijo May, mirando a su hermana gemela, que asintió—, pero no creo que sea nuestro padre, ¿no?

—Ya que lo dices, nuestra familia —Bella habló señalando también a su prima, Emma— tampoco es que sea la más agradable. Nuestro tío y nuestros abuelos no están bien de la cabeza.

May y Bella se observaron con una sonrisa tímida. Parecía ser que tenían más cosas en común, aunque tener una familia que podría querer asesinarte no era precisamente algo por lo que alegrarse.

—Igual esto no tiene ningún propósito. Puede que solo quieran reírse de nosotros —propuso Caelum, aunque los nervios y la paranoia seguían presentes—. Como ha dicho Ivy antes.

Ivy, que parecía perdida en la conversación, volvió a prestarles atención. Tragó saliva y se pasó el pulgar por el labio, como si se limpiara.

—Claro, ¿a quién no le gusta jugar con la comida?

De nuevo, todos se callaron ante las palabras de la chica. Por su expresión, no sabían si estaba bromeando o si se había vuelto loca, pero no les dio tiempo a cavilarlo mucho más. De fondo se oyeron unas campanadas, doce para ser exactos, lo que significaba que ya era medianoche.

La llegada del día 1 de noviembre vino acompañada de algo más. No solo el tiempo había llegado a su límite, sino que, de repente, todo comenzó a cobrar más sentido. Abby y Emma se miraron la una a la otra, recordando por fin cómo había terminado su última reunión y el hecho de que ambas compartían la capacidad de ver más allá.

Juntaron sus manos de manera instintiva para reproducir una imagen clara de lo que ocurriría a continuación, algo que bañó sus rostros de las expresiones de horror más exageradas que habían formado jamás. Su mirada casi representaba a la perfección los charcos de sangre que estaban viendo vívidamente en su mente.

Se miraron una última vez antes de tomar aire y gritar bien fuerte para que las demás las escucharan:

—¡ES UNA VAMPIRA!

Ivy dejó escapar una sonrisa cargada de toda la maldad que Emma y Abby acababan de prever. En ella también se vislumbraron dos perfilados colmillos, saliendo de su boca en un gesto de amenaza. Sin dejarles tiempo a adecuarse a las noticias, Ivy tomó uso de su fuerza y velocidad sobrenatural para que, una a una, todas fueran cayendo bajo sus fauces y así poder saciar su sed de sangre. Los gritos de horror se mezclaron con el monótono cuchicheo fantasmal del resto de los invitados, a quienes no parecía alterarles en lo más mínimo las acciones de Ivy, los regueros rojos que dejaba bajo sus pies y los cuerpos de las chicas que iban cayendo.

—Espero que se me haya visto bien porque, escuchad; prefiero que me llaméis vanpira. Gracias por venir a la fiesta y... ¡Feliz día de los muertos!


¡Feliz Halloween!

Esperamos que os haya gustado nuestra sorpresa (que tenía poco de sorpresa si nos seguís a alguna de nosotras en Instagram) y gracias por vuestra paciencia mientras subíamos cosas random sin ningún sentido...

Aunque quizás, pronto cobren mucho más sentido ;) Os recomendamos que no os vayáis demasiado lejos porque es probable que pronto (muy pronto) ocurra algo en esta cuenta. Algo sangriento y emocionante y...

¡Tendréis que estar bien atentas! Pasan cosas de lo más extrañas después de que den las 12 del 31 de octubre ;)

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