Yui! Yui! ...hermana!" Llamo insistente a la rubia quien voltea y me mira preocupada.

"Hermana...ya te han quitado sangre."

"Así es." Respiro agitada por la caminata. "Yui tú...también fuiste enviada por Padre?"

Yui pone un rostro triste, mira al suelo un poco y luego finje una sonrisa.

"Sí. Padre me trajo aquí. Pero estoy segura de que él sabía que estaría bien...el me conoce."

La miro con lástima. La cruda realidad me golpea. Realmente fuimos sacrificio.

Me dan ganas de llorar, pero la rubia se apura en consolarme.

"No es tan malo vivir aquí! Si te alimentas adecuadamente no tienes nada que temer. Tendrás buena educación y..." me mira preocupada a los ojos. "Y si conocieras bien a los hermanos verías que no son tan malos...solo están lastimados."

Lastimados? Pues vaya! Que suerte la mía.

Miro al suelo recordando a mis hermanas del convento. Siempre supe que yo era distinta para ellas. Pero nunca imaginé que fueran capaces de hacerme esto.

Y Padre...oh, Padre; cómo te admiraba!

Pero no mas.

Camino cabizbaja a mi cuarto. Quiero aprovechar mi día de descanso ya que tengo que dar la cara para ir a esa mentada escuela. Espero ser capaz de mantener la compostura y no quebrarme.
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El sol se ha puesto. La escuela nocturna empezará dentro de poco.

Me quito mi ropa para probarme el elegante uniforme. Vaya, esa falda parece muy corta para mí.

"Qué linda~ No puedo esperar a verte con el uniforme." Una voz melosa me sobresalta detrás.

Es el joven que usa un sombrero. Me mira sonriendo de oreja a oreja.

"Oh! Me estaba cambiando!" Me tapo tímidamente, mi corazón latiendo a mil.

"Ahh~ te ayudo? Puedo ponerte las medias~" El vampiro se me acerca empujándome a la cama.

"No..! Tu! Espera-"