Caminamos por la enorme casa. Un pasillo nos lleva a una habitación amplia con libreros, una mesa de experimentos y varios muebles. Me recuerda un poco la oficina de padre.

"Creo que querrás tomar asiento." Me dice el de gafas.

Me siento y me extiende una hoja.

"Podría decirse que este es tu contrato."

Miro el papel y lo leo rápidamente. Habla de como ahora estoy al servicio de esta familia y lo que ocurra de ahora en adelante no es responsabilidad de la iglesia más.

Dice que tengo que prestar los servicios que me sean requeridos a cambio de educación, comida y vivienda. El contrato es hasta tiempo indefinido o en caso de que la familia lo cancele.

Vaya. Siento que será algo pesado, pero Padre me encomendó esta tarea.

Firmo sin pensarlo. Puedo encargarme de lo que sea que me encomienden y aprendo rápido.

"Muchas gracias." El joven toma el contrato. "Bueno, ahora..."

"Disculpa. Aún no sé de qué trabajo se trata. Voy a recibir entrenamiento?"

"No hay entrenamiento. Ahora solo veré si eres adecuada. Con la señorita Komori ya no es suficiente y no podemos poner en riesgo su salud."

El de gafas se me acerca mas y mas a medida que habla. No estoy acostumbrada a esta clase de trato. Así que me siento alarmada cuando sus dos brazos me rodean y me veo acorralada.

"Disculpa, esto no me gusta!" Me quejo alterada, y poniéndome de pié me intento zafar.

Una sonrisa se forma en su rostro, mostrándome unos enormes colmillos.

Sus ojos se tornan de un rojo brillante, como las criaturas de la oscuridad.