"Oh...perdón, yo..." Intento excusarme, pero al final decido irme corriendo.

Mis piernas no parecen entender el mensaje y me estrello contra Reiji quien me sostiene para que no caiga al suelo.

"Qué te pasa..? Qué es este escándalo?"

Con la linterna en su mano se da cuenta de toda la sangre que no se detiene. Mira a los estantes analizando.

"Estabas buscando vendas?"

Enciende el candelabro iluminando toda la habitación.

"Debiste llamarme...mira todo este desastre!" Se queja.

"Perdón..." Digo con voz llorosa.

Busca las vendas y las encuentra rápidamente.

Me coloca en una silla.

"Ahora, no te muevas."

Me venda cuidadosamente. En silencio.

Parezco una asesina, bañada en rojo por todas partes.

Envuelve la malla en mi cuello, haciendo un perfecto vendaje. Levanta la mirada y la fija en mí.

Seré castigada aún mas? Tiemblo en mi asiento.

"Quien te hizo esto?" Pregunta serio.
Niego con la cabeza al no querer contestar.

"Les dije que fueran cuidadosos con la nueva!" El de gafas habla con enojo y frustración. "Dime ahora quien lo hizo!"

"K...Kanato." Confieso entre lágrimas.

El de gafas se sostiene la frente. Suspira.

Se me queda viendo un momento. Mis manos y mi pecho están cubiertos de sangre. Quisiera limpiarme.

Se acerca a mí lentamente y toma una de mis manos, comenzando a lamer la sangre en ella.

El sentir su lengua hace que me ruborize enormemente.

Limpia la zona mientras lame. De ahi se pasa a mi brazo, a mi hombro y finalmente a la zona de la clavícula.

Limpiando toda la sangre a su paso, continúa por un tiempo.

Mi corazón late fuerte y descontrolado. La ansiedad que tenía se convierte en una extraña atracción a la gentileza de su acto.

Temí que me mordiera, pero jamás lo hizo. Solo limpió toda mi sangre lamiendo.

Se separa de mí, sus labios manchados de rojo.

"Esto es muy indecoroso. Debes lavarte de inmediato!" Dice con expresión de molestia y con un pañuelo limpia su rostro.