—¡Nunca seré una de ustedes! —espetó con desprecio—. Los procesadores son nada más que un grupo de resentidos que se dedican a estropearle los planes a los brujos ¿Por qué rayos no buscan cumplir con su labor de una forma más coherente? —protestó, mientras se sacudía frenéticamente para liberarse. Sin embargo, sus movimientos eran inútiles: no podía zafarse de allí.

Una multitud de seres encapuchados rodeaban a la muchacha de ojos negros, sosteniéndola de las extremidades para que no escapase. Clavaban sus dedos con tanta presión, que ella había comenzado a sangrar.

—"Si no puedes con tu enemigo, únete a él" —citó seriamente el líder masculino—. Eres una niña, Liese. Con diez años, no eches a perder esta oportunidad que tienes de comenzar otra vez. No tiene sentido que...

—¡Tiene sentido para mí! —los interrumpió. Sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Mis padres me educaron en mi propio mundo para que fuera una bruja poderosa, y trascendiera tanto en tiempo como en espacio... ¡No pueden hacerme esto!

—¡Tu mundo ya no es tuyo, muchachita! —sentenció aquel hombre, soltando unas gotitas de saliva.

—¡Fue invadido por ustedes, y por sus amigos, los hechiceros! —rugió con amargura—.¡Hipócritas!

—¡Basta de lloriquear! ¡Debés aceptar los hechos!

—¡De ninguna manera! De no ser por los hechiceros, mis padres... —se le quebró la voz.

Tenía sed, le dolía la garganta y le ardía la piel. Sin embargo, ninguna molestia física se comparaba a la profunda angustia y desesperación que la dominaban en ese momento.

—¡Ellos están muertos, no pueden venir a rescatarte! —exclamó el líder con cansancio, quitándose la capucha—, así que ya nada importa para ti ¿Verdad?

Su rostro era de un pálido fantasmagórico. No tenía cabello en la cabeza. Sus ojos eran saltones y de un tono verde esmeralda. Tenía un par de pequeñas cicatrices en la mejilla derecha, como si se las hubiesen hecho con la punta filosa de una lanza; o tal vez con un hechizo mágico. Sus labios eran muy finos, y en ese momento, estaban fruncidos. Probablemente el hombre no superaba los cincuenta años. A simple vista, no parecía una mala persona ¡Pero Liese lo odiaba con cada una de sus células!

—Te estamos ofreciendo una nueva vida, muchachita —la contempló con impaciencia—. Tu especie o tu linaje, como más te guste decirlo, está reduciéndose cada vez más rápido, y hasta el mismo Lord Crewe, en su propio mundo, está sufriendo una crisis. La situación está complicada en general.

—¿Invadieron el Kingdom of Blood? —indagó, perpleja.

—No, pero prohíben que los brujos consuman sangre humana. Protegen mucho más a los humanos de lo que realmente merecen. Además, Lord Crewe está teniendo serios problemas en su Kingdom, algunas rebeliones... —se aclaró la garganta y contempló fijamente a la jovencita—. No desvíes el tema de conversación. Sabés que tenés dos opciones: o te unís a los procesadores, o morís. Nosotros no somos partidarios de la matanza de niñas, pero tú estás obligándonos a...

—¡Me niego! ¡Jamás formaré parte de su grupo! —estaba tan furiosa, que no pudo evitar escupirle el rostro al líder, sin ser capaz de ocultar su desprecio.

Éste ignoró la acción de Liese, y la miró a los ojos; con su saliva aún pegada en la frente.

—¿Preferís ser asignada a chuparle la sangre a determinada familia humana a pesar de los problemas que ello puede ocasionarte?

Liese lo contempló con odio. Detrás de la belleza de la pequeña, se ocultaba un rencor que la llevaría a hacer cualquier cosa con tal de tener una revancha. Ella no iba a rendirse, no iba a ceder jamás.

—Nací para eso ¿No es así? —lo desafió.

Se oyeron murmullos despectivos e insultos hacia la niña.

—¡Qué criaturas tan repugnantes son las brujas! —se escuchó una voz femenina entre el gentío.

—¡Egoístas y manipuladoras!

—¡Silencio! —ordenó el cabecilla. Instantáneamente todos se tranquilizaron, y éste se volvió hacia Liese—. ¿Estás segura de que ésta es tu decisión final?

La pequeña no respondió.

El hombre calvo sacó una daga y la colocó sobre el cuello de la muchachita.

—¿No hay nada que quieras decir?

La jovencita levantó la vista hacia el cielo nublado y lloviznoso. Le cayeron algunas minúsculas gotitas en los párpados, y comenzó a gritar. Pronunció eufóricamente una oración en un idioma desconocido, aturdiendo a la audiencia y ahuyentando a los más cobardes.

—¡Cállate! —le ordenó el hombre calvo, pero fue demasiado tarde.

Bajo los pies de Liese había un círculo luminoso. Ellos sabían lo que la pequeña estaba a punto de hacer. Sin embargo, no pudieron detenerla.

La niña había desaparecido con un hechizo de teletransportación frente a sus ojos, huyendo hacia un lugar recóndito del universo.

¡Bienvenidos a Medealis! Espero estén listos para el romance LGBT y las aventuras mágicas... <3