Epílogo: Cassandra Haider.
Mientras succionaba el fluido carmesí de las venas de mi (ex) novia, podía sentir cómo la energía mágica aumentaba violentamente en mi interior. Francis había tenido razón: sus poderes habían causado que la sangre de la señorita Krstch fuera aún más poderosa.
Una vez que terminé de chupar la sangre de Carla la cantidad justa y necesaria, ya que, me sentía increíblemente poderosa y no deseaba lastimar a mi chica—, no fui capaz de mirarla a los ojos. Deseaba besarla, decirle otra vez que lo sentía y que la amaba y no me daría por vencida...
Sin embargo, alcé las manos para sellar su piel herida y arreglar su ropa manchada y el mueble en su habitación. Luego, simplemente, me teletransporté.
Una actitud muy cobarde para la bruja más importante de Medealis ¿No? Era bastante mala en cuestiones amorosas.
Lo que pasaba era que había dolido muchísimo que ella no quisiera volver a verme, pero ¿Qué había esperado... que me perdonara a pesar de que le había mentido y la había puesto en peligro? Su corazón era bondadoso, pero también, fuerte. Era poco probable que Carla volviera a aceptarme en su vida.
Había llegado a Medealis, más específicamente, al búnker en donde ella había estado. Busqué unos libros de maldiciones: lo primero que haría sería curar al pequeño Eliseo. Bueno, luego de hablarlo con Weis.
Mi cuerpo rebozaba de energía mágica, me sentía poderosa y habilidosa. Sin embargo... tenía el corazón roto.
Carla. Quería a Carla. No podría olvidarla jamás.
Me concentré. Debía encontrar la forma de hacer lo que ella me había pedido, y de demostrarle que mi afecto era genuino. No importaba que eso me llevara veinte años: podría esperarla el tiempo que fuera necesario.
—¿Estás hablando en serio, Liese? —el rostro de Abigail había enrojecido a causa de la rabia—. ¿Vas a criar a los pequeños hechiceros que quedaron en tu mundo?
—Me parece una aberración —intervino Lord Crewe.
—Ustedes pueden hacer lo que les parezca en su territorio, pero yo necesito paz. No puedo seguir perdiendo seres queridos a diestra y a siniestra.
—Es nuestro destino como brujos —me explicó Abigail.
—Ya lo sabe —Lord frunció el entrecejo—. El problema es que Liese, al igual que sus padres, siempre ha sido demasiado piadosa. La piedad sólo te lleva a ser débil, niña. Quizás no has vivido lo suficiente como para comprobarlo por ti misma.
Pero papá decía que no ser egoísta y amar al prójimo podía salvarme. Eso salvó a Carla: su bondad.
Sin embargo, respondí lo siguiente:
—Los ayudaré cada vez que necesiten algo y sería su peón si tuviésemos que volver al campo de guerra. No obstante, me haré cargo de esta decisión que he tomado, y si surgiera algún problema, lo resolveré por mí misma.
—Me parece bien —replicó Abigail, asintiendo levemente con la cabeza—. Has madurado.
—Y aún le falta mucho por aprender —Lord no era capaz de ocultar su desacuerdo. Tenía el entrecejo fruncido y los labios apretados.
—Es cierto, crecí. A su vez, también crearé una escuela de magia prestigiosa para los brujos que no tienen semillas mágicas. Los educaré a mi manera, y elegiré al mejor alumno de la academia para que gobierne Medealis a mi lado.
—¿No planeás tener hijos? No hay nada más confiable que la propia descendencia —Abigail parecía sorprendida.
—Ustedes no los tuvieron.
—Es porque no queremos ceder el mando de nuestros mundos... ¿Y vos? ¿Querés cederlo? —Lord me contemplaba con curiosidad.
—Ser la heredera de un planeta entero es una enorme responsabilidad que cayó sobre mis hombros cuando era una niña. Al principio estaba obsesionada con salvar Medealis, pero luego de haber visto morir a tantos seres queridos... no puedo seguir tolerándolo. No puedo —mis ojos se llenaron de lágrimas—. Quiero encontrar la paz de una buena vez. Quiero que dejemos de depender de la sangre humana para ser más poderosos. Quiero investigar y descubrir nuevas formas de aumentar nuestra energía. Quiero crear un mundo en donde no haya especismo... Para eso, Medealis debe cambiar. Nada debe ser como hasta ahora. Debo educar a las generaciones futuras ¿Me entienden?
Basta crueles asesinatos en nombre de la magia. Basta de criaturas inocentes pagando los platos rotos por los pecados ajenos. Basta de humanos desangrados. Ha sido suficiente.
Tanto los brujos como los hechiceros, a lo largo de los siglos, han llevado a cabo actos atroces en nombre de sus pueblos, incluyéndome. Basta. No más muertes innecesarias.
—Todo estaba en orden hasta que los hechiceros decidieron rebelarse. Amadeo está enamorado de ti, Liese ¿Por qué no te casas con él, tienen hijos y se ocupan de reconstruir su mundo? —el brujo de ojos azules intentó disuadirme de mis ideas innovadoras.
—No quiero un mundo como el de mis padres. Si la situación hubiese estado bien, los hechiceros no los hubiesen quemado vivos —el recuerdo me provocó una horrible punzada de dolor—. Quiero un mundo nuevo. Y no voy a casarme con mi amigo, porque no lo amo.
—Apoyo a la niña en este experimento —Abigail me dio unas palmaditas en el hombro—. Sin embargo, si las cosas salen mal, deberá hacerse cargo de las consecuencias.
—Estoy lista.
—Esto es por la humana ¿Verdad? —preguntó Lord con suspicacia—. Te has enamorado de ella.
—Ustedes la conocen... saben que ella es bondadosa, fuerte y que haría cualquier cosa para proteger a sus seres queridos. Además, es única en su especie: es la primera vez en la historia de la magia que un humano recibe exitosamente los poderes de un brujo.
—Eso es cierto —Abigail asintió con la cabeza—. Podemos observar su comportamiento y analizarla con fines científicos.
—No me refería a eso... pero si Carla accediera a hacerse estudios, no tendría problema. No quiero que hagan nada sin su consentimiento. También enviaré al mejor profesor de Medealis para que le enseñe a utilizar sus poderes, y él irá anotando su progreso y evaluando la energía mágica de la señorita Krstch.
—Bien.
—Hay algo más que quiero decirles... le quitaré la maldición al hijo de Azariel. El niño quedó huérfano, y no tiene por qué pagar los platos rotos por las acciones de sus padres.
—Haz lo que quieras, Liese —Weis se veía de mal humor—. Si siempre terminas actuando según tu voluntad...
—Lo siento —me encogí de hombros—. Lamento mucho las molestias que les he causado durante las últimas tres décadas. Prometo recompensarlos.
Ellos intercambiaron unas miradas suspicaces. Continué:
—Por cierto, Abigail ¿Te acordás de esa vez que me necesitabas porque había surgido una revuelta en el Kingdom? Fuiste a buscarme una noche que estaba con Carla y me dijiste "colega".
—No pensé que eso fuera inconveniente —replicó—, pero eventualmente Carla debe haber sospechado y confirmado sus dudas cuando Francis le cedió sus poderes. Nunca pensé que una simple humana sería tan lista.
Francis.
Le dolía profundamente pensar en él.
—Tu humana es un caso muy particular, Liese —la mujer de cabello negro admitió finalmente—. Si realmente la amas, no deberías dejarla ir.
—Me cansé de escucharlas hablar sobre cursilerías —las interrumpió Lord—. Ahora tenemos que debatir sobre los asuntos importantes: la organización de los mundos mágicos, las nuevas políticas y los hechizos que reparará Liese prioritariamente.
—Tiene razón —asentí—. Comencemos.
Le quité la maldición a Eliseo, quien ahora vivía con los Krstch: había sido legalmente adoptado. Reparé los hechizos de Medealis y me sobró energía: la magia de Carla era excesivamente poderosa.
Organicé mi mundo. Construí una aldea llamada Waisenhaus para los pequeños hechiceros sin hogar. Creé una escuela de magia, que no discriminaba por especie. También envié a un profesor para que entrenara a mi expareja.
Fui observando a lo largo de un año y medio el progreso de Carla. He visto cómo continuaba entrenando física y mágicamente para poder proteger a su familia ante cualquier eventualidad.
(No se preocupen, no la espié por la ventana, sino que creé un hechizo especial: estando en Medealis, podía ver lo que ella hacía en su hogar).
Un día, el profesor le pidió que llevara a cabo un encantamiento de "aparición". Teletransportó una planta exótica hasta su habitación: tenía un tallo largo y hojas grandes de un verde brillante. Decoró la maseta mitad azul eléctrico y mitad violeta... como Medealis ¿Acaso ella aún seguía pensando en mí?
—No seas holgazana, Carla —la regañó el brujo de barba blanca—. ¡Debías crear un objeto combinando las moléculas!
No pude evitar reír. Ella era así: no le gustaba esforzarse en cuanto a estudios se refería.
De vez en cuando, miraba la vivienda de mi tutor. La policía ya no me buscaba y me dieron por desaparecida. También dejaron inconcluso el asesinato del pobre señor Haider.
—Latinoamérica —suspiré.
En marzo de 2014, Carla empezó a estudiar arte en la universidad. Me anoté en la misma clase para poder verla, adoptando una nueva identidad y apariencia: ahora me llamaba Lisa Bech, tenía el cabello corto y castaño, y pesaba unos kilos más que en 2012.
Cuando nos cruzamos por primera vez fuera de la institución, sentí como si mi corazón estuviera a punto de salirse de mi pecho. Mis manos sudaban y las piernas me temblaban.
Carla me vio. Pensé que me ignoraría, pero no lo hizo. Se acercó para hablarme.
—Hola, Haider. Lindo cabello.
—Ahora soy Lisa Bech —la corregí, y me arrepentí de haberlo hecho.
Debería haberle preguntado por su familia, por su relación con su madre o por su vida: pero ya conocía todo sobre ella. Carmen Deluglio había decidido aceptar la bisexualidad de su hija y Carla había estado soltera y practicando magia durante un año y medio.
—Lisa suena parecido a Liese —observó, y luego, cambió de tema—. Gracias por haber salvado a Eliseo. Él ahora está creciendo con normalidad.
—De nada. Hice lo que me pediste: creé una aldea y empecé a educar niños...
—Me enteré por mi profesor.
—Ese abuelo es más chismoso de lo que pensé —revoleé los ojos, y eso la hizo sonreír.
¡Sonrió! ¡Hacía más de un año y medio que no veía su sonrisa!
—También vinieron algunos brujos a entrevistarme —comentó—. Parece que soy bastante famosa.
—Lo sos —admití.
—¿Amadeo, Brenda? ¿Cómo están? ¿Qué tal la administración de Medealis?
—Ellos están bien. Respecto a mi mundo... Al principio me costó manejarlo, pero ahora tengo más momentos de ocio ¿Recordás que el tiempo allí no funciona del mismo modo que aquí? Eso me permite tener una doble vida en ambos planetas.
—¿Para qué querrías tener una doble vida en la Tierra? —preguntó, haciéndose la inocente.
—¿Acaso no es obvio? —enarqué una ceja—. Quiero estudiar con vos, quiero volver a tenerte cerca...
—¿Estudiarías arte solamente porque yo estoy acá? —soltó una carcajada—. Liese, sos la bruja más ridícula que existe.
—Una hace locuras por amor.
—Vos ya estabas loca desde el principio —retrucó—. Además ¿Qué te hizo pensar que yo te daría una segunda oportunidad?
—Es que... vi que tenés una planta con una maseta violeta y azul en tu habitación... —me mordí la lengua. No debía haber dicho eso.
Carla bufó.
—Estuviste espiándome.
—Suena feo si lo decís así... estuve asegurándome de que estuvieras a salvo.
—Ya —hizo un ademán con la mano—. Te conozco demasiado, sé cuándo mentís y cuándo no. Deberíamos entrar a clase, no quiero llegar tarde.
—Carla... —la tomé del brazo. Pude sentir que el corazón de ella también latía con violencia—. En este tiempo... ¿Has pensado en mí?
—Jamás me olvidé de vos —se liberó—. Sin embargo, eso no quiere decir que vaya a perdonarte por lo que has hecho.
—Lo sé... y yo tampoco me olvidé de vos. Aún conservo los dibujos tuyos... —no era necesario que le contara que los había llevado a mi vivienda en Medealis y los había decorado en cuadros de oro—. No obstante, me alegra que ahora podamos volver a ser amigas.
—Amigas —repitió, no muy segura de la palabra—. Amigas sin derechos. Amigas normales...
—Amigas, o lo que vos quieras que seamos. Será nuestro secreto, sé que si Lucas se enterara nos mataría —le guiñé un ojo.
—Sos imposible —sacudió la cabeza con indignación—. No te pases de confianza, y vamos a clase ¡No quiero llegar tarde!
Haría lo que ella me pidiera para que volviera a darme otra oportunidad.
—Te has vuelto una joven responsable —mascullé, y la seguí a través de los pasillos de la institución.
¿Fin?
Primera edición: mayo – septiembre 2011
Segunda edición: 05/04/21 al 28/08/21
¡Muchísimas gracias por haber leído esta historia completa! Espero que les haya gustado. El primer borrador de la novela lo hice a los 16 y lo edité recién a los 26, le cambié muchas cosas (incluyendo el final), pero ambas veces disfruté muchísimo de los mundos mágicos y de la relación de nuestras protagonistas ¿Les gustó el final? ¡Los leo!
PD: la idea de Medealis nació gracias a mi mejor amiga del secundario. Ella quería que yo escribiera sobre ella y su romance lésbico, de ahí surgieron Carla y Haider respectivamente. Pero como yo soy la autora y hago lo que quiero, agregué a Lucas, quien se parecía al chico que me gustaba en la vida real (que nunca me hizo caso, por cierto). Obviamente, no podía ser yo misma si a esta historia no le agregaba MAGIA, DRAMA y otros conflictos que hacían que la trama fuera compleja.
Me acuerdo que no sabía cómo llamar a los mundos mágicos, entonces busqué nombres de criaturas míticas/hadas/elfos y terminé dando con "Medea" ¡LA CREADORA! --> Solucionado: le agregué -lis y así formé el nombre de esta historia y del planeta más problemático de todos xD
Muchas gracias por llegar hasta acá. Lo aprecio de verdad :)
* * *
Para los que se quedaron con más ganas de mis historias, pueden leer Sangre Letal, que está completa pero estoy escribiendo unos capítulos extra a pedido de los lectores:
Experimentos atroces.
Una sociedad secreta.
Un amor prohibido.
Y mientras tanto, les pregunto: ¿Sobre qué les gustaría que escribiera? Tengo más novelas de ciencia ficción y de fantasía guardadas en mi ordenador, para editarlas para ustedes :D
¡Muchas gracias por el apoyo! Mi insta es literatura.libros.escritos.ok por si quieren seguirme :)
¡Un abrazo grande!
Sofi.
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