Capítulo 8: "Otra realidad".
—¿Una capilla? —susurré, una vez que nos bajamos del taxi.
—Así es.
Era muy sencilla, con paredes totalmente vacías, sin decoración.
Su pintura, que en algún momento había sido blanca; era de color amarillento, y tenía revoque saltado. Había una ventana de vidrio del lado izquierdo de la entrada. Se encontraba repleta de suciedad y de telarañas. Era evidente la falta de mantenimiento del sitio. Un hierro y un papel amarillo con letras negras que rezaban: "CLAUSURADO", impedía el ingreso por la puerta.
—¿Cómo vamos a entrar? —le pregunté a Haider.
—Por ahí —señaló la puerta—. Vas a ir vos sola.
—¿Qué? —luego de haber visto la sombra, ni loca me metería en un sitio desconocido a las cuatro de la madrugada.
Haider pateó el hierro repetidas veces, interrumpiendo el silencio nocturno que reinaba en el barrio.
—¡Los vecinos van a pensar que somos unas ladronas! —miré a nuestro alrededor, para averiguar si había alguien que quisiera delatarnos.
Mi compañera de curso volteó para lanzarme una mirada asesina, y luego, continuó intentando abrir la puerta.
Me sentía bastante nerviosa y quería ir a casa, pero por alguna razón, Haider siempre lograba mantenerme a su lado.
Minutos después, el hierro cedió. Cassandra despegó el papel amarrillo e hizo a un lado la barra metálica.
—Necesitás saber la verdad. Entrá —me hizo un gesto con la mano.
Negué con la cabeza.
—No iré sola a ninguna parte ¿Por qué no entrás conmigo?
—Porque no puedo —revoleó los ojos, con impaciencia—, sino lo haría.
—¿Qué hay aquí dentro? ¿Por qué no podés ingresar? ¿Quién sos realmente, Cassandra?
En ese momento, se paró frente a mí y me rodeó de la cintura con sus brazos. Aparté la mirada: no quería que me convenciera de ese modo.
—Por favor, entrá —me suplicó—. Te esperaré aquí.
Iba a protestar, pero en ese instante, ella me empujó. Caí hacia atrás... en el interior de aquel sitio oscuro. Maldije en voz alta y me puse de pie rápidamente, pero Cassandra fue más veloz: cerró la puerta en mis narices.
—¡Dejame salir! —aullé, golpeando la madera con mis puños. Mi corazón latía con violencia. Estaba furiosa y a su vez, le temía a la sombra—. ¡Dejame salir!
—¡No! ¡Hasta que no revises lo que hay allí, no te abriré la puerta! No le temas a la sombra... ¡No aparecerá en este lugar!
Estaba que ardía de la rabia. Le lancé una patada a la puerta y solté un grito de impotencia. Luego, busqué mi celular y encendí la linterna del mismo. Si quería salir de allí, debía hacer lo que Haider me había dicho... aunque eso se opusiera a mi voluntad.
—Maldita manipuladora —mascullé, mientras caminaba por aquel sitio tétrico.
La capilla lucía como cualquier otra iglesia, pero tenía los bancos de madera cubiertos de polvo y telas de araña, algunos vidrios rotos y sellados con hierros y los cuadros de los santos algo despintados.
Tragué saliva. Ese lugar no me gustaba para nada. Caminé hasta el altar. Sobre el mismo había un cáliz de plata cubierto de tierra y varios libros. Apunté con la linterna sobre los cuadernos. Los títulos decían: "Hechizos", "Objetos mágicos", "Los tres mundos", y "Criaturas del universo". Tomé el último libro.
Las hojas estaban llenas de polvo y humedad. Apenas lo abrí, tosí un poco. El índice tenía el siguiente orden:
PROCESADORES (4)
HECHICEROS (39)
BRUJOS (78)
OTRAS CRIATURAS (93)
Me pregunté para qué carajo había un libro de literatura en una iglesia, y por qué Cassandra quería que lo leyera.
Suspiré, y empecé a leer.
"Los procesadores son las criaturas encargadas de mantener el equilibrio entre los brujos y los hechiceros. Con sus poderes psíquicos, ayudan a conservar la paz en los tres mundos mágicos".
—¿De qué novela es esto? —musité, pero en ninguna parte aclaraba que era literatura.
Dejé ese libro y tomé el de los objetos mágicos.
"Las varitas son los artefactos más valiosos que existen. Si alguien posee magia en su sangre, éstas actuarán aumentando el poder del individuo".
—Nada de esto tiene sentido —aparté el libro, y tomé el que se caratulaba como "Los Tres Mundos". El índice decía:
Kingdom of Blood (9)
Warlock (52)
Medealis (97)
"Kingdom of blood. Se ubica en un pequeño planeta azul a miles y miles de años luz de la Tierra. En apariencia es similar a Urano. Fue creado por el célebre Lord Crewe".
—¿Qué carajo es esto? ¿Quién puede creerse que una persona inventó un mundo mágico? ¡Esta literatura es malísima!
Me sentía increíblemente irritada. No podía creer cómo Cassandra estaba haciéndome perder tiempo en estupideces.
Había subtítulos dentro de "Los Tres Mundos" como, por ejemplo: reglas fundamentales, organización socioeconómica, flora y fauna, etcétera.
Le eché un vistazo al apartado que decía "Organización socioeconómica".
"Cada criatura debe cumplir su rol en la sociedad para poder ganar semillas mágicas y así poder pagarse los estudios en las grandes escuelas de los tres planetas más famosos del universo [...]. Existen diferentes categorías en los mundos mágicos y los brujos están en el escalón más alto, siendo los más privilegiados por derecho de nacimiento [...] Existen representantes y jueces que organizan los dominios de cada sociedad [...] El resto de los seres, deben adaptar a las normas de los Creadores o podrían ser expulsados (o sacrificados) por votación unánime de los representantes o decisión de los brujos líderes".
De pronto, un estallido de luces surgió sin razón aparente en el techo de la capilla, apartándome bruscamente de aquella literatura barata. Solté un chillido y me metí debajo del altar. A pesar de que temblaba a causa del susto, pude notar que los destellos eran idénticos a los que había visto en el parque, antes de que asesinaran al ladrón.
Un momento... ¿Eso significaba que estaban a punto de asesinarme? Antes de que pudiera siquiera reaccionar, una voz mecánica aulló:
—¡Carla Krstch!
¿De dónde provenía esa exclamación, si no había nadie allí? ¡Maldición!
Dejé de perder tiempo. Me levanté y me eché a correr hacia la salida. A causa de la desesperación, me choqué el dedo chiquito del pie con uno de los bancos de madera. Solté una serie de insultos, sin detenerme. El corazón me latía con violencia.
Gracias al cielo, Haider abrió la puerta justo a tiempo para que yo saliera de la capilla.
Me limité a ignorarla, y a continuar corriendo. Me sentía increíblemente asustada. No entendía nada de lo que estaba sucediendo.
—¡Carla, no te vayas! ¡Es peligroso que andes sola de noche! —exclamó, y escuché que me seguía.
Sin embargo, no me detendría. Definitivamente, no podía confiar en Haider.
Al cabo de unos minutos, mi vecina me alcanzó. Me tomó del brazo que tenía la marca, y preguntó:
—¿Por qué te fuiste así? ¿Qué viste?
—Vos me hiciste entrar en ese lugar —escupí con resentimiento—. ¿Acaso no sabés lo que había ahí adentro?
—Sabía que allí nadie te haría daño —replicó con seguridad.
—¡Estoy harta de tus juegos! —liberé mi brazo—. ¡Vi el mismo destello de luces que aquella vez en el parque, y una voz gritó mi nombre! ¡Había libros de literatura fantástica sobre magia y...!
—Todo es real, Carla. Lo que dicen los libros, la persona que te habló y las luces. La magia existe. De hecho, como ya te he dicho, la sombra que siempre te acecha, es un hechizo inteligente.
De estar increíblemente furiosa, pasé a sentirme descompuesta. No era capaz de asimilar todo aquello que me estaba sucediendo ¿La magia... era real? ¿Ella me había llevado hasta allí para que pudiera comprobarlo con mis propios ojos?
—Estás pálida —murmuró—. Llamaré a un taxi e iremos a mi casa. Prometo compensarte por haberte hecho pasar un mal momento.
Eran las cinco menos veinte de la madrugada cuando llegamos a la vivienda de Haider.
—No hagas ruido, que mi tutor está durmiendo —susurró.
Asentí.
Su hogar estaba decorado a la antigua: alfombras rojas, imitaciones de los cuadros de Da Vinci como la Monalisa o La Última Cena en las paredes, un reloj de pie hecho de madera de algarrobo y algunos adornos de porcelana fina.
Había amplias ventanas por todos lados y cortinas color salmón, ambientando cálidamente el sitio. En el fondo, había una chimenea de mármol que tenía esculpido unos hombres desnudos, y un sofá de terciopelo. Estando allí me sentía como si hubiera regresado al siglo diecinueve.
Quería decirle que su casa era muy elegante, pero me quedé callada. Aún estaba abrumada y molesta por lo que había sucedido en la capilla. De hecho, había aceptado ir a su vivienda simplemente porque esperaba que me diera una buena explicación de lo que había sucedido.
—Seguime —musitó.
Fuimos hasta la cocina: la cual estaba decorada con muebles de madera de algarrobo y utensilios antiguos. Pronto, me convidó un vaso de agua.
—¿Estás bien? —me acarició el cabello—. Lamento todo lo que te ocurrió. Sólo quería que supieras la verdad: la magia es real.
Me sentía sumamente confundida y conmocionada. Algo adentro de mí sabía que ella no estaba mintiéndome, pero no era capaz de confiar al cien por ciento.
Sacó de su nevera una barra de chocolate y me la entregó.
—Comer algo dulce te levantará el ánimo.
Con las manos temblorosas, abrí el paquete y mordí el alimento a base de cacao.
—Tomate unos minutos para reponerte —susurró—, y luego iremos a mi habitación a dialogar.
Me sentía muy abrumada ¿Todo lo que me había ocurrido era real? ¿No estaba alucinando? ¿Existían esas criaturas mágicas que habían aparecido en esos libros? Pronto lo averiguaría.
Mientras devoraba el chocolate, tomé mi celular. Vi que tenía varias llamadas perdidas de Lucas.
Decidí enviarle un mensaje de WhatsApp para avisarle que ya había llegado a mi casa y que al día siguiente hablaríamos. A su vez, le escribí a mi mamá para contarle que estaba en la vivienda de Haider.
—¿Estás más tranquila? —murmuró.
Asentí, a pesar de que todavía me encontraba bastante turbada.
—Vamos a mi cuarto. Allí te mostraré una realidad que todavía no conocés.
¡Muchas gracias por leer! Espero que les esté gustando mi historia.
Originalmente este capítulo era más largo, pero decidí cortarlo porque en Wattpad siempre es preferible no extenderse tanto y actualizar un poco más. Les doy una pequeña pista de lo que se viene en la próxima parte de Medealis: una conversación entre las chicas en la habitación de Haider. ¿Cómo reaccionarían ustedes en el lugar de Carla, si se enteraran de la existencia de la magia?
¡Nos vemos pronto!
Sofi.
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