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Capítulo 47: "Bosque violeta".

Medealis.


<<Pausar>>

"Los hechizos para pausar la vida de alguien son sumamente peligrosos, y no suelen enseñárseles a los estudiantes brujos en las academias, ya que son considerados tabú. Se llevan a cabo en casos extremos: cuando la vida de un brujo debe ser protegida y para que nadie lo localice por su magia o su sangre y consecuentemente recupere energía, se le detiene el corazón por determinado lapsus de tiempo. Lo más común es que lo hagan por veinticinco años, que es la cantidad justa de descanso necesaria para recomponer su anatomía mágica.

Cuando eso sucede, la criatura sometida a dicho encantamiento de destrucción deja de vivir hasta que su cuerpo lo considere necesario o hasta que el brujo que pausó su vida lo despierte".

—Entonces, Weis y Crewe pusieron a dormir a Liese luego de que le chupara la sangre a mi papá —pensé en voz alta—. Viendo el estado de Medealis e imaginando cómo puede haber quedado luego del golpe de Estado, es entendible que lo hayan hecho.

Continué leyendo.

"Los riesgos para quienes llevan a cabo este hechizo como para el brujo al que se le pausa la vida, son los mismos: si se equivocan en la fórmula o en la cantidad de energía que emplean al realizarlo, ambos pueden morir".

—Wow, es súper peligroso. Debe haber sido imprescindible para Liese pausar su vida.

Esperen un segundo.

Si ella había ido a la escuela con papá, mi bruja tendría que tener la edad de él...

No. Era veinticinco años menor.

—Si pausó su vida, entonces tiene diecisiete años.

Recordé lo que Cassandra me había dicho sobre Liese:

—La conocí en Alemania hace un tiempo. Me ayudó con cuestiones burocráticas en aquel entonces, ya que podía hacerse pasar por mi madre.

—Nunca me hablaste al respecto, aunque te lo he pedido mil veces ¿Por qué?

—Porque ella quiere mantener el anonimato, y la respeto. Somos amigas ¿Sabés? Me ha ayudado luego de la muerte de mis padres y ha sido un gran apoyo para mí.

—¿Dónde está ahora ella?

—Nadie conoce su paradero.

¡Me había mentido una vez más! ¡Liese no podría haberse hecho pasar por su madre, si tenían la misma edad!

—Maldita manipuladora mentirosa —golpeé el libro con bronca—. ¡Está protegiendo a la bruja que quiere mi sangre! ¡Cuando la vea, tendrá que darme explicaciones!

Sentía una rabia incontrolable. Deseaba golpear todo lo que se encontraba a mi alrededor.

¿Por qué Haider me había pedido ser mi novia si estaba protegiendo a Liese? ¡No lo comprendía!

Me eché a llorar, golpeando los puños contra el sofá. Me sentía totalmente sola y desprotegida... Sin embargo, tenía un plan: investigaría un poco más, luego tomaría lo que me sirviera del búnker y escaparía de allí. No pensaba quedarme a esperar a Liese en ese lugar.

A pesar de la frustración que sentía, decidí intentar averiguar más información en los libros.

Pasé al subtítulo que rezaba: <<Transferir>>.

"Transferir poderes mágicos es tan peligroso como pausar la vida de alguien. Cuando un brujo cede sus poderes a una criatura mágica, no solamente le obsequia sus habilidades y sus conocimientos, sino sus recuerdos de cada vez que ha utilizado la magia. El ser que recibe los poderes debe mantener su mente en blanco y dejar que la energía llene su interior, evitando todo tipo de distracciones que interfieran en el proceso. El dador no debe equivocarse en la fórmula ni sobre estimar al próximo portador de los poderes, ya que puede ser fatal para ambos.

Existe únicamente un registro de transferencia exitosa, realizada en la época de la Reforma, cuando un brujo decidió proteger a su amada hada regalándole sus capacidades. Una maldición mortal, de la cual no sobreviviría lo obligó a tomar tal drástica decisión.

Estos hechizos también son tabúes, ya que no se enseñan en las instituciones mágicas. Son tan peligrosos, que es preferible que los ciudadanos ordinarios no los conozcan".

—Parece que tengo más conocimientos sobre la magia que un brujo de bajo rango —musité con ironía.

Pasé las hojas. No me interesaba el asunto de la transferencia. Decidí leer sobre maldiciones, ya que mi amigo Eliseo había sido víctima de una.

"Las maldiciones son hechizos malignos que afectan físicamente a su víctima. Los más comunes son los de reducción de vida, los cuales inhiben el desarrollo normal de su portador. Otros comunes son las enfermedades como tuberculosis, cáncer, sida, etcétera, que afectan especialmente a aquellos cuyos cuerpos son mitad humanos. Sólo una magia igual de poderosa o superior puede deshacer una maldición".

Luego había datos históricos de maldiciones, pero eso no me interesó.

Como conclusión del apartado de hechizos de destrucción, pude leer lo siguiente:

"La magia no es todopoderosa. Tiene sus limitaciones: no puede revivir a los muertos. Es capaz de crear vida, pero para ello debe tomar energía mágica de su creador. A su vez, las habilidades y los conocimientos de su poseedor son cruciales para el uso correcto de la misma. Asimismo, los encantamientos no son eternos, hay que mantenerlos, y eso presupone un gran esfuerzo por parte del creador".

La información parecía interesante, pero no pude averiguar nada sobre la maldita Liese.

¡Ay, qué enojada me sentía! Me hervía la sangre de sólo pensar cómo Haider se había atrevido a mentirme descaradamente en más de una ocasión.

A pesar de que aún temblaba a causa de la ira, decidí abrir el otro libro que había tomado de la estantería: el de "Humanos marcados: ¿Leyendas o verdades?".

El mismo tenía dos grandes apartados:

<<Verdades>>.

<<Leyendas>>.

En el apartado de verdades, pude leer que hablaban específicamente del sorteo mágico, de cómo se comportaban los brujos célebres al respecto (información que yo ya había obtenido la última vez que había visitado a Dianora), y de que la mayoría de los brujos ordinarios no asesinaban a sus víctimas. También se mencionaba el criterio de selección establecido: alguien sin comportamientos suicidas y que fuera a reproducirse en el futuro.

—Qué asco —fruncí el entrecejo—. No voy a tener hijos si su destino es vivir lo mismo que tengo que vivir yo —hablé para mí misma.

Luego razoné: ¿Sobreviviría para ello?

Ahora no sólo estaba enojada, sino increíblemente amargada. Estaba luchando yo sola contra las criaturas más poderosas del universo.

Aparté esos pensamientos negativos de mi mente, ya que no me servirían para nada. Lo que debía hacer era informarme y luego, huir. La piedra de Warlock funcionaría por seis días más.

Abrí el apartado que rezaba: <<Leyendas>>.

"Se dice que los humanos marcados aumentan la energía mágica de su brujo si están en buen estado físico o si mantienen un vínculo con su víctima. Nada de esto ha sido científicamente comprobado, pero algunos brujos prefieren intentarlo, en caso de que funcione.

Lord Crewe es conocido por alimentar bien a sus presas y luego desangrarlas en vida, hasta que pierden el aliento. El creador del Kingdom asegura que así le brindan más poder.

Por otro lado, Abigail Weis, la reina de Warlock, piensa que infligir dolor sobre los humanos es innecesario y por eso, ella se limita únicamente a extraer la sangre...".

Algo sabía sobre los mitos, recordé mi conversación con Haider cuando estábamos yendo al calabozo de Javier:

—¿Y por qué desangra cruelmente a sus marcados, entonces?

—Porque cree que de esa forma obtiene más energía mágica. Hay varios mitos al respecto.

—He escuchado el que está relacionado conmigo: mi brujo piensa que, si vivo rodeada de lujos y me alimento bien, le daré más poder.

—Es complicado, Carla. Hay varias leyendas y aún nos queda mucho por descubrir sobre la magia...

Aunque tenía la intención de seguir leyendo, un estallido me puso los pelos de punta. Di un brinco e hice caer los libros al suelo de forma involuntaria.

Si había sonado tan fuerte debía ser porque mis enemigos estaban viniendo a por mí. Debía huir de inmediato.

Busqué en la heladera una botella de agua, y volví a escuchar otra explosión que hizo temblar las paredes del búnker. A pesar del miedo que sentí, me obligué a mantenerme en pie y a buscar una salida.

Rocé con el pulgar el anillo, para que su luz me ayudara a ver con mayor claridad, ya que allí no había puertas ni ventanas: me había teletransportado.

Un nuevo estallido me hizo tropezar. Maldije en voz alta. Tenía el corazón en la garganta: ¡No quería morir!

Tanteé las paredes con ambas manos tan rápidamente como fui capaz, temblando de pies a cabeza. Sin embargo, no dejaría que los nervios me vencieran. Deseaba sobrevivir.

Gracias a las Fuerzas Sobrenaturales —o a mi buena vista—, encontré un pequeño círculo azul. Apoyé la palma derecha allí, desesperada por huir de ese lugar.

Y en ese instante, un círculo luminoso se formó debajo de mí.



Medealis.


Luego de luchar durante una hora, Francis logró asesinar a los hermanos Simón. Utilizó un hechizo de distracción (un simple tornado), para poder mover rápidamente las navajas que tenía en sus bolsillos y quitarles la vida a sus enemigos.

—¡NOOOOOOOOOO! —exclamó Fausto, dejando de torturar a Alhelí para abalanzarse sobre su adversario.

El joven Cuadrado maldijo para sus adentros. Se sentía increíblemente exhausto. Sin embargo, decidió continuar luchando.

Mientras tanto, la esposa del hechicero dialogó con el hada.

—Morirás si no tratas tus heridas —Celestina le murmuró a Alhelí—. Por favor, dime dónde se encuentra el humano.

—No.

—Por favor...

Sin embargo, no fue necesario que siguieran conversando.

Un círculo azul se formó en la pradera. De allí, apareció un elegante brujo de cabello claro y ojos del color del mar mediterráneo.

Lord Crewe.

Con un simple chasquido de sus dedos, dos bolas de energía amarillentas y brillantes aparecieron en sus palmas. Sin siquiera dudarlo, las lanzó contra Fausto.

—¡Cuidado! —exclamó Celestina.

Gracias a su advertencia, su esposo fue capaz de esquivar el primer golpe. El hechizo explotó contra uno de los árboles del bosque, convirtiéndolo en cenizas automáticamente. El bosque tembló ante tal despliegue de poder.

—Lo siento, Liese —musitó, y volvió a crear dos nuevas esferas energéticas.

Celestina era consciente de que debía huir de allí inmediatamente si quería sobrevivir. En cientos de años, los hechiceros jamás habían podido aniquilar a Lord Crewe. Era increíblemente fuerte, realizaba encantamientos complejos con una rapidez inigualable y sus conocimientos en el arte de la guerra eran incomparables.

Ella alzó su varita, intentando teletransportarse, pero Alhelí la traicionó. Con las pocas fuerzas que le quedaban, golpeó con sus brazos la barra metálica de la hechicera, haciéndola rodar por el suelo.

Celestina intentó tomar su varita, pero no hizo tiempo.

Lord Crewe no vaciló. Arremetió con sus bolas mágicas contra su enemiga, quien ni siquiera fue capaz de gritar: se convirtió automáticamente en cenizas. Provocó un estallido ensordecedor en la tranquilidad del bosque, haciendo estremecer a la naturaleza de Medealis.

Fausto, quien estaba luchando contra Francis, contempló la escena con horror. Aulló de amargura.

—No puede ser... —se lamentó, tomándose la cabeza con ambas manos.

Sin embargo, intentó huir. Alzó su varita, con la intención de teletransportarse.

El joven Cuadrado arrojó un hechizo de agua para desarmar y despistar a su enemigo. Lo logró. Fausto se veía cansado y abrumado por la muerte de su esposa, por lo cual, consecuentemente, fue sencillo para Francis asestarle una patada en el estómago.

Mientras tanto, Lord Crewe había creado dos nuevas esferas energéticas, las cuales lanzó inmediatamente contra su enemigo.

Se escuchó un estallido. Un temblor. Cenizas.

Una vez que Fausto se esfumó, el joven Cuadrado miró a Lord.

—¡Cuánto me alegra verlo!

El muchacho tenía el rostro lleno de cortes, le chorreaba sangre del brazo derecho y apenas parecía capaz de mantenerse en pie.

—Tienes un aspecto horrible, jovencito. Descansa unos instantes en el césped, mientras tanto me ocuparé del hada y de mi humano.

Francis asintió y le obedeció a su colega. Mientras tanto, observó cómo Lord Crewe se encargaba de la situación.

Se agachó junto a Alhelí, examinando su estado físico.

—Es de vital importancia teletransportarte al hospital de Warlock.

—No lo lograré, señor —susurró el hada de las flores, dejando caer unas lágrimas—. Estoy demasiado malherida.

Lord Crewe le acarició el cabello. Francis se sorprendió: nunca lo había visto ser cariñoso con nadie... excepto con Liese (y por cuestiones políticas).

—Lo has hecho bien. Has protegido a mi humano hasta el final.

—Siempre al servicio de los brujos —sonrió, y pudo vérsele la sangre que chorreaba de su boca—. Cuando vea a Liese, dígale que me perdone por no haber comunicado mis sospechas sobre lo sucedido. Jamás creí que alguien fuera capaz de vencer a la señora Medea. Amo a la pequeña heredera con mi vida entera...

—Lo sé —la interrumpió—. Todos lo sabemos. Ella ya te ha perdonado. Liese tiene un alma demasiado pura para ser una bruja tan importante.

—Gracias por sus palabras. Ahora, si no es molestia, desearía morir en sus manos. El humano está escondido entre unos arbustos mágicos que creé, los cuales ocultan su existencia a simple vista.

—¿Estás segura de que no querés que te teletransporte a Warlock?

—No tengo salvación. Conozco mi cuerpo. No le haría perder su valiosa energía mágica en alguien que no tiene remedio. Gracias por su amistad, querido Lord.

Y sin vacilar, el señor Crewe le rompió el cuello al hada. Francis sintió una punzada de dolor, aunque permaneció en silencio observando la situación.

Lord alzó sus manos, y con magia, creó una tumba decente para el hada de las flores. Movió su cuerpo bajo tierra.

A lo lejos, Francis pudo observar que un grupo de vampiros y lobos estaban acercándose, cargando cuerpos de hechiceros ¿Habrían ganado una batalla en nombre de Medealis? ¿Por qué no se los había cruzado en el Bosque?

Mientras tanto, el creador del Kingdom realizó un hechizo. Su humano marcado apareció hecho un ovillo, escondido entre unos arbustos.

—¡No me mate, por favor!

—Lo siento. No disfruto esto, pero no tengo alternativa —la expresión de Crewe se ensombreció—. Te necesito para salvar a mi especie.

Francis no pudo evitar pensar que Carla sufriría el mismo destino, y se estremeció. Se había encariñado con esa maldita mocosa. En otra vida, podrían haber sido amigos.

—Tápate los ojos —le ordenó Lord al joven Cuadrado, quien no dudó en obedecer.

—¡Por favor! ¡No me mate! ¡Tengo familia!

—Ya sé que tienes familia... pero yo tengo un mundo al cual debo proteger.

—¡No, por favor!

Pronto, Javier soltó un chillido desgarrador.



¡Mil gracias por leer! ¡Nos vemos pronto! ¡Espero que estén listos para el final de esta historia!

Sofi.

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