Capítulo 28: "La confesión de Haider".
Esa tarde, quería estar sola. Encendí mi laptop y entré a Facebook para salir de los grupos que compartía con los homofóbicos de mis compañeros. Puse música relajante de fondo para no escuchar cómo mis padres discutían por mi culpa.
Me sentía tan deprimida, que apenas era capaz de respirar.
Intentando olvidar mis penas, tomé mis lápices y comencé a dibujar un rostro femenino. Al cabo de cuarenta minutos, noté que había dibujado un boceto del semblante de Haider. Arrugué el papel y lo arrojé al suelo. La frustración me dominaba.
En ese instante, recibí un mensaje de Facebook de Agostina.
<< ¿Te puedo llamar? >>
<< No tengo celular ¿Pasó algo? >>
<< Quería saber cómo estabas... y contarte un chisme. >>
<< Estoy bien... ¿Qué chisme? >>
<< Sé quién difundió tu foto >>
<< ¿Cómo?¡Decime ya quién fue el HDP! >>
Mi corazón latía con violencia mientras esperaba que mi amiga terminara de redactar su mensaje.
<< Enzo. Al principio no quería creerlo... pero él mismo me lo confesó. Me dijo que hacía varios días que lo veía triste a Lucas y cuando te encontró en el patio con Cassandra, decidió vengarse de vos por cómo lo habías hecho sentir a su amigo. >>
Hacía desde la noche del boliche que no interactuaba con Enzo y sus amigos. El joven Lee, sin embargo, acostumbraba a pasar mucho tiempo con ellos... ¿Tan mal lo habrían visto por mi culpa? Había sido egoísta de mi parte no pensar que los asuntos mágicos también le habían afectado.
<< Carli... ¿Estás? >>
<< Sí... sólo no sé qué decir. Enzo es un imbécil porque si estaba preocupado por Lucas podría haber hablado conmigo en lugar de delatarme con toda la escuela. No tiene idea de los problemas que me ha causado. Mi mamá está furiosa >>
<< Yo lo bloqueé de Facebook y de WhatsApp. No quiero verlo más luego de lo que te hizo. Espero que tu mamá pueda perdonarte pronto >>
<< Gracias, querida. Yo también lo bloquearé ¡Es un idiota!
¿Hablaste con Lucas? Creo que me escribió al celular, pero no pude leer sus mensajes y ahora está desconectado de Facebook. >>
<< No hablé, pero seguramente está indignado con su amigo... Si sé de algo más, te aviso por acá. >>
<< Te agradezco mucho por la buena onda, amiga. Tu apoyo me hace bien al alma en este momento. Ahora me voy a descansar un rato, más tarde hablamos >>
Cerré la laptop y me acosté en la cama. Estaba furiosa con Enzo y me sentía apenada por mí misma y por Lucas.
Un golpe en la ventana me despertó. Me senté en la cama de un salto: era Haider.
—¿Qué estás haciendo acá? —balbuceé, frotándome los ojos—. ¿No te acordás que mi papá instaló cámaras de seguridad? ¿Y si mi mamá te encuentra aquí...?
Ella tomó del suelo la hoja que había arrugado, ignorándome completamente.
—¡No veas eso...!
Demasiado tarde: la abrió. Vio que la había dibujado, y esbozó una sonrisa.
—Yo también te extrañé —comentó—, y no te preocupes por las cámaras, Francis las congeló con magia. Tampoco podrán oírnos desde el exterior.
Siempre tenía un as bajo la manga.
Guardó el papel arrugado en su bolsillo e inició una conversación.
—¿Qué hicieron tus padres cuando los llamaron de la escuela?
—Mi mamá se enfureció conmigo... Todavía sigue enojada. Piensa que la homosexualidad es una monstruosidad... citaré sus palabras textuales: "¡Duro es enterarse que a tu hija le gustan las mujeres y que somos el hazmerreír del colegio!" —me encogí de hombros.
El rechazo de mi madre me dolía más que el peligro que corría a causa de las criaturas mágicas.
—¿Y cómo estás llevándolo? ¿Qué opinás de esto? —se veía preocupada.
—Que cada persona debería ser feliz sin importar su elección sexual... no deberíamos juzgar a los demás por algo que no pueden controlar...
—Estoy de acuerdo —me acarició el cabello—. Pienso que tu mamá terminará aceptándote... sólo que es algo difícil para ella. Mi tutor ya sabía que a mí me gustaban las mujeres.
Su confesión me sorprendió.
—¿Te gustan sólo las chicas? —por alguna razón, había creído que ella era bisexual.
—Sí ¿Por qué supusiste que me gustaban los hombres también? No deberías asumir la sexualidad de alguien —enarcó una ceja.
—Lo siento, no sé por qué lo hice honestamente... Contame ¿Tuviste novia alguna vez?
—Tu pregunta huele a celos.
—Es simple curiosidad. Si no querés decirme, estás en tu derecho. Al fin y al cabo, estoy acostumbrada a que me cuentes la verdad a medias —suspiré.
—¡No te hagas la víctima! —protestó—. Siempre tuve amigas con derecho, pero nunca una novia. No acostumbro a involucrarme demasiado con nadie porque mi vida es bastante... impredecible.
—Soy sólo una amiga con derechos más ¿Verdad?
Ella se sentó en la cama frente a mí, y me tomó de las manos.
—¿En serio creés eso? ¿No te he demostrado cuán especial sos para mí?
No supe qué decir. Sí, se había arriesgado por mí en más de una ocasión y me había hecho un regalo muy bonito. Sin embargo, también me había causado problemas.
—Reconozco que te he ocultado secretos, pero ha sido por tu bien... eso no quiere decir que mi afecto hacia vos no sea auténtico.
Podría haberla atormentado con preguntas, pero no lo hice.
—Nunca me sentí así con nadie —me besó la mano, causándome un hormigueo por todo el cuerpo—. Es la primera vez que deseo asentarme en un lugar y tener una pareja de verdad.
El corazón me latía con fuerza. Me sudaban las manos, y me temblaban las piernas. Realmente quería oír lo que tenía para decirme ¡Había confesado que le gustaría estar con alguien en serio!
Pensé en todo lo que había sucedido entre nosotras —las discusiones porque Haider no me decía la verdad, la vez que me había empujado hacia el interior de la vivienda de Dianora, las ocasiones en las que habíamos sido íntimas, el asesinato que ella había llevado a cabo, la experiencia que habíamos vivido en Warlock y cómo mi madre se había negado a que volviera a verla, entre otras cosas.
—Quiero estar con vos, Carla —sus ojos brillaban con intensidad—. ¿Querés ser mi novia?
—Sí —solté sin siquiera pensarlo.
Haider sonrió, y apretó sus labios contra los míos de una forma tan dulce, que sentí un cosquilleo por todo el cuerpo.
El contacto físico fue breve, pero lo suficientemente intenso para lograr hacerme estremecer.
De pronto, supe que si decidíamos estar juntas, debía ser sincera con mi novia.
—Tengo que decirte algo —murmuré—. El día que Lucas y yo fuimos a Warlock... antes de que Ángel apareciera por aquí... nosotros...
—Se besaron —me interrumpió—. Lo sabía.
—¿Cómo supiste? ¿Estuviste espiándonos?
—Tengo mis métodos...
—¡Haider! —protesté—. ¡Siempre me das la misma respuesta para todo!
Ella soltó una risita.
—Me alegra que hayas sido sincera conmigo y que me hayas aceptado como tu pareja a pesar de la negativa de tu madre y de la burla de nuestros compañeros. Eso me hace pensar que realmente guardás sentimientos profundos por mí.
—Reconozco que me preocupa lo que digan los demás... pero me importa aún más que estés a mi lado —confesé, sintiendo cómo la sangre subía a mis mejillas—. Nunca pensé que me sentiría así por una mujer. Todo ha cambiado desde que apareciste en mi vida.
—La niña rosarina desconfiada también puede ser una dulzura —volvió a besarme las manos—. Nada es casualidad ¿Sabés? Estábamos destinadas la una a la otra.
La desdicha disminuía y olvidaba mis problemas cuando Haider se encontraba junto a mí ¿Acaso eso no era importante?
Decidimos hablar de nuestras infancias y gustos, para cortar un poco con el drama.
—Me gustaban mucho las plantas. Si no hubiera sido guardiana, habría tenido un vivero o un invernadero. Las flores púrpuras son mi debilidad. Cuando era pequeña tenía la inapropiada costumbre de cortarlas —revoleó los ojos—. Era caprichosa, pero no lo hacía con mala intención.
—Todos hacemos estupideces cuando somos niños, no te preocupes. Contame de tu infancia en Alemania.
—Estuve varios años en ese país, luego de haber contactado con mi actual tutor. Allí conocí a chicas muy hermosas, pero siempre me sentí muy sola. Luego nos trasladamos a Uruguay y más tarde a Argentina. Pienso hacer de tu ciudad mi nuevo hogar.
—Ahora que lo pienso bien... ¿Vinieron por el trabajo de él o a causa de tu labor como guardiana? ¿Cuándo supiste que debías protegerme? Ahora que sos mi novia no deberías ocultarme nada.
—Te doy un punto. La verdad es que nos hemos trasladado por mí.
—¿Y él lo acepta?
Asintió.
—Entonces no es cierto que te ha castigado —enarqué una ceja, haciendo referencia a lo que ella me había contado el otro día en la escuela.
—Cuando era más chica, sí. Ahora, ya no.
—¿Cuándo supiste que eras guardiana?
—Hace tantos años que no lo recuerdo...
—No te creo —enarqué una ceja.
—Estoy abriéndote mi corazón ¿Y así me tratás?
—No vas a manipularme tan fácilmente. Contame: si sabías desde un principio que yo estaba marcada ¿Podrías decirme en este momento quién es mi brujo? ¿Me hablarías sobre esa tal Liese? ¿Y qué tal si me...?
Sin dejarme terminar la oración, se arrojó sobre mí.
Me rodeó con los brazos y me besó intensamente. Metió la lengua cuidadosamente dentro de mi boca. Sabía a menta. Sostenía mi rostro con ambas manos con mucha delicadeza, pero sin intenciones de liberarme.
Su demostración de afecto me provocaba miles de sensaciones en el cuerpo. La deseaba, pero también... la quería. Respondí fervientemente a su demostración de cariño.
En ese instante, alguien golpeó la ventana. Di un brinco y me aparté rápidamente de Haider. Tenía el corazón en la boca ¿Acaso mi madre nos había descubierto?
De pronto, Francis ingresó a mi habitación sin siquiera pedir permiso.
—¿Qué hacés acá? —preguntó Haider, malhumorada.
—Lamento interrumpir su intimidad, pero tenemos unos asuntos importantes que resolver. Amadeo me dijo que te necesita.
—Le prometí a Carla que entrenaríamos juntas —protestó Haider.
—¿En serio ésa es tu prioridad?
—Francis, no te pases de la raya —la expresión de Cassandra se ensombreció—. Sé qué es lo que tengo que hacer.
—¿Qué es lo que debés hacer? —intervine.
Ambos me ignoraron.
—Hoy también te encargarás del entrenamiento de Carla.
—Estoy cansándome de ser su niñero.
—Como vos bien dijiste, hay prioridades ¿No? —la noté bastante irritada.
Haider se acercó a mí, me dio un beso en los labios y dijo:
—Nos vemos mañana en la escuela.
Quise pedirle que no se marchara, pero no tuve tiempo. Pronto, saltó por la ventana.
—¿Qué está pasando? —le pregunté a Francis, frunciendo el entrecejo. Era consciente de que la situación en los mundos mágicos empeoraba cada vez más, y que había labores que Haider me ocultaba que hacía.
—No es de tu incumbencia. Voy a poner el temporizador para que trotes por seis minutos...
—Francis, dejá de ignorarme. Necesito que me cuentes la verdad.
—Pondré ya mismo el temporizador, y si no hacés lo que te digo, te cortaré el cabello con un hechizo para que tu madre te regañe. No querés que ella se enfurezca aún más con vos ¿No?
Con toda la rabia del mundo, empecé a correr tal y como me lo pidió.
Esa noche intercambié mensajes de Facebook con Lucas y mis amigas, quienes estaban preocupadas por cómo me sentía. Les dije que me encontraba bien y que hablaríamos en el colegio.
No quería enfrentar a mi mejor amigo luego de todo lo que había ocurrido. Sin embargo, debía ser sincera con él: mis emociones por Cassandra habían crecido en el último tiempo, y ahora habíamos decidido ser una pareja.
En ese instante, escuché que me llamaban para que bajara a cenar. Se me encogió el estómago de sólo pensar la mirada de rechazo que me lanzaría mi propia madre.
Bajé las escaleras con desánimo y me senté en la mesa. Carmen me dio vuelta la cara. Papá me sirvió estofado en un plato mientras Albina me contaba sobre su día escolar.
—¡Tuvimos una prueba sorpresa de matemática! —exclamó con la boca llena—. ¡La maestra no nos avisó que teníamos que estudiar!
—¿Te fue bien? —pregunté, observando a mi madre, quien se negaba a dirigirme la palabra.
—Obvio. Siempre presto atención en clase y hago las tareas.
—Sos una chupamedias —me burlé cariñosamente.
—Carla... —Arturo alzó las cejas.
—No la regañes, papá. Está diciendo la verdad.
Le dediqué una sonrisa a mi pequeña hermana. Había madurado mucho desde que había sido testigo de la magia.
Carmen se limitó a comer rápidamente y en silencio mientras nosotros dialogábamos. Su rechazo me dolía en el alma, se clavaba en mi interior como un cuchillo.
Sin embargo, de algo estaba segura: Haider era mi novia, y no pensaba dejarla ni aunque eso me costara el odio eterno de mi madre.
¡Muchas gracias por leer! ¿Cuáles son sus teorías? ¡Los leo!
Les dejo un edit de mi obra:
¡Nos vemos pronto!
Sofi
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