Capítulo 1: "La ilustración".
Julio de 2012.
Carmen Deluglio, mi mamá, lucía el cabello claro recogido, el pijama fucsia que le había regalado mi padre hacía unos años y unas cómodas pantuflas color salmón. Era elegante y fina, pero su rostro estaba algo demacrado a causa de los años. Me acarició el cabello, y preguntó:
—¿Por qué estás tan sonriente hoy, Carlita?
Ella también se veía contenta, quizá porque no había revisado aún mi libreta de calificaciones.
—Por nada —mentí. En realidad, estaba feliz porque mi mejor amigo vendría a por mí. Además, era el último día de clases antes de que comenzaran las vacaciones de invierno, eso me ponía de muy buen humor ¡Pronto podría dormir hasta el mediodía sin que nadie me regañase!
Miré el reloj ¡Eran las siete menos cinco! Me apresuré a terminar el café, quemándome la lengua. Abandoné la taza sucia sobre la mesa justo en el momento en que sonó el timbre. Me precipité hacia la entrada.
Lucas Lee, mi mejor amigo de toda la vida, había pasado a buscarme para ir al colegio. Saludé a mi madre, y me retiré de casa.
Mientras caminábamos hacia la escuela, lo observé. Era el chico más lindo de la escuela: rasgos asiáticos (su padre era coreano), cabello castaño, ojos color café y su estatura superaba el metro ochenta y cinco. Era imposible no derretirse por él.
Él y yo no teníamos una amistad como las demás. Había sido el único chico que me había atrevido a besar, hacía un par de años. Obviamente que nadie se había enterado de nuestro secreto, sino mi mamá no hubiera permitido que siguiéramos viéndonos. Era muy conservadora.
Esperaba que Lucas nunca se enterara de mis sentimientos por él: temía arruinar nuestra amistad.
Mi compañero del colegio se veía algo serio ese día. Resopló varias veces, y pronto, rompió el hielo:
—Te extrañaré los días que no te veré.
—Yo también, querido. Nos hablaremos por mensajes de texto.
—No quiero viajar con mis papás —balbuceó Lucas—. Me aburriré demasiado.
—No seas tan quisquilloso ¡Ojalá yo fuera a Salta en estas vacaciones! Mientras vos descansás en un lugar bonito, yo me limitaré a mirar series y a dormir.
—Carli, ya sabés que no me gusta quedarme en la casa de mis primos... Ellos tienen más de treinta años, están casados y de lo único que conversan es sobre trabajo y sus esposas.
—Podrías salir a hacer alguna excursión con el hijo de tu tía, Agustín. Él es el más joven y el más simpático.
—Está muy ocupado con sus estudios y su novia —Lucas revoleó los ojos.
Bufé. Me irritaba la negatividad de mi mejor amigo.
—¿Hay internet allí?
—No, ni siquiera podré utilizar las redes sociales.
Ladeó la cabeza, en gesto de negación. No tendría señal para utilizar datos móviles para enviarme mensajes de WhatsApp, tampoco podría hablarme por Facebook ni por mail.
—¿Ahora entendés por qué preferiría quedarme?
—Ya... entiendo. Bueno, prométeme que me enviarás algún mensaje de texto cuando estés en la ciudad.
Asintió.
Intercambiamos unas cuantas palabras más sobre diversos temas, hasta que concluí:
—Entonces tendrás que irte de fiesta solo ¡Podrás bailar con muchas chicas! Dicen que las salteñas son hermosas —comenté con ironía, aunque él probablemente no había percibido mis verdaderas emociones.
Estaba celosa la mayor parte del tiempo. Me molestaba que le gustaran otras chicas que fueran mucho más bonitas que yo ¡Yo lo quería más que esas muchachas que decían amarlo durante sólo un mes o dos! Además, él tenía un gran historial amoroso, y eso aún me daba más rabia. De todas maneras, evitaba hacerle reclamos: no era mi novio, Lucas era libre para salir con quien quisiera.
Apenas llegamos al colegio, me miré en el vidrio de la puerta principal ¡La pollera azul estaba muy arrugada, al igual que la camisa blanca y la corbata verde! Mi cabello parecía un nido de pájaros, pero no me importó ¡Qué extraño resultaba que mi madre me hubiera dejado salir con este aspecto!
Entré velozmente al curso, tironeando a Lucas de las muñecas. Nos sentábamos en los pupitres que se hallaban contra la pared, en los dos últimos asientos ¡Allí era mucho más sencillo copiarle!
Él siempre obtenía las mejores calificaciones, y aspiraba a ser el futuro abanderado del colegio. Además, era parte del centro de estudiantes y participaba en algunas actividades extra curriculares. Era todo un nerd, lo cual lo hacía aún más atractivo.
Mi amigo parecía sacado de un libro: bello por dentro y por fuera. Era generoso y amable. Si bien las relaciones amorosas le duraban poco, siempre trataba bien a sus parejas y las respetaba. Era perfecto.
Allí estaban Agostina Tassone, Camila Muñoz y Macarena Pelz, mis amigas de la escuela. Las saludé, y dialogué un rato con ellas.
—¿Nunca le vas a confesar a Lucas lo que sentís por él? ¿Y si se enamora de alguien estando de vacaciones? —mi amiga pelirroja preguntó con seriedad.
La idea de perderlo me provocaba una parálisis en el corazón. Sin embargo, no admitiría la verdad. Si lo decía en voz alta, ya no podría retroceder.
—Somos sólo amigos —refuté, aunque ni yo misma podía creer en mis palabras.
—Claro, el hermano de Agos y yo también somos "sólo amigos" —comentó Camila con picardía.
Agostina le lanzó una mirada asesina, y luego masculló:
—Mi hermano no está disponible.
—Ya, basta con estos temas —las interrumpí.
Un minuto más tarde, entró la profesora de filosofía. Tenía ojeras enormes en el rostro y aspecto demacrado, al igual que siempre.
Nos saludó agriamente y luego nos repartió algunas actividades para que entregáramos al final de la hora. Lo que más me irritaba de ella era su constante mal humor ¡Durante sus clases no podía volar ni una mosca!
—No tengo ganas de trabajar en estas actividades aburridas —susurré, cruzándome de brazos y echándome hacia atrás.
La docente percibió mi actitud haragana.
—Señorita Krstech, ya que está holgazaneando, vaya a buscar el material bibliográfico que usaremos hoy a la biblioteca.
Odiaba que me dijera así. Mi apellido era "Krstch", no tenía vocales, pero se pronunciaba "Kristich". Mi papá había querido contarme la historia del mismo, pero me dormía cada vez que lo hacía.
—Les dictaré un texto para que lean durante las vacaciones ¡Y escriban un breve ensayo sobre el mismo! —los alumnos resoplaron, pero no se animaron a abuchear a la docente.
Refunfuñé para mis adentros, pero finalmente salí disparada hacia la biblioteca.
Subí las escaleras, giré hacia la derecha y rápidamente la encontré.
Yo no solía ir a ese lugar. No me gustaba. El silencio y la concentración no eran lo mío.
Le pedí a la secretaria que me diera el material bibliográfico de filosofía. Esperé de pie, hasta que la mujer me lo alcanzó y volvió a sus tareas. Para mi sorpresa, era bastante gordo. Me daba miedo que pudiera dictarnos mucho de ahí.
Mientras bajaba, con desgano, hojeé algunas páginas. Sin querer, se voló un papel que estaba dentro del mismo hacia el final de la escalera. Me apresuré para levantarlo del suelo, y lo observé.
No sabía por qué, pero verlo me revolvió el estómago. A mí nada me llegaba al corazón... Pero esto sí, y no había ninguna razón lógica para ello.
La ilustración era majestuosa. Había un corazón enorme, pintado completamente con lápices de colores cálidos y dentro de éste, en un rincón, había dos seres humanos... o eso parecía ser, quienes se encontraban en una situación muy extraña, no podía descifrar qué estaban haciendo. Los sujetos habían sido pintados en blanco y negro y se veían bastante pequeños en comparación con el corazón. A simple vista, parecía que estaban tomados de las manos, pero había algo que no encajaba en la imagen. No estaba segura si se estaban robando las almas, si estaban en un duelo a muerte o si se trataba de ángeles simpatizando entre sí. Sin embargo, si estaba en la escuela, no podía tener un significado oscuro ¿Verdad?
Estaba tan bien hecho, que decidí "tomarlo prestado". Nadie se daría cuenta de su ausencia ¿Verdad? Si estaba guardado en un libro de filosofía, no debía ser importante. Quizás, algún día lo devolviese.
Le entregué el material a la profesora, y guardé el dibujo en la carpeta del colegio.
Durante el recreo, el aula se había vaciado. Aprovechando el momento de intimidad, le mostré la ilustración a mi mejor amigo.
—El dibujo es espectacular, pero ¡No deberías robarlo! —me regañó Lucas, frunciendo el entrecejo.
—¡Siempre tan aguafiestas! ¡Nadie va a notar la ausencia de un papel! —me defendí, aunque no sabía a ciencia cierta si esa ilustración era importante o no.
—La profesora te vio con cara de pocos amigos ¿Y si descubrió que tomaste el dibujo de allí?
—No le agrado, y lo sabés.
—Deberías regresarlo.
—No seas cobarde ¡No pasará nada!
Lucas enarcó una ceja.
Lo que más me molestaba de mi mejor amigo, era lo mandón y ciclotímico que solía ser. Muchas veces, cuando tenía actitudes necias y tercas, deseaba asestarle un golpe en la cara... Sin embargo, lo quería a pesar de sus defectos y él reciprocaba mi amistad.
—Ya... —su mirada intensa acabó por convencerme—. Después de las vacaciones lo devuelvo ¿Te parece?
Asintió a regañadientes, y miró detenidamente la obra artística.
—La verdad que esto está muy bueno. Es extraño, pero brillante.
—¿Vos qué pensás que está pasándole a esas personas? —señalé con el dedo a los personajes que se encontraban dentro del corazón.
—No sé, parece que se estuvieran agarrando las manos, es difícil de interpretar. No está muy claro.
—Es confuso.
—Lo es.
Seguimos observándolo unos minutos más.
Él y yo estábamos parados detrás de la puerta del curso. Como era recreo, se suponía que nadie iba a vernos allí.
—¿Qué hacen ustedes dos escondidos ahí? —inquirió Macarena.
Oculté el dibujo detrás de mi espalda.
—Nada —dijimos en coro.
Nuestras compañeras nos contemplaron de soslayo, aguantándose la risa. Seguramente creían que Lucas y yo estábamos hablando de romance, o besándonos. No importaba lo que pensaran las muchachas ¿Verdad?
—Los dejaremos solos —Macarena me guiñó un ojo, y se marchó con las demás.
¡Hola!
Gracias por estar aquí. Espero que la lectura les resulte amena. Pronto aparecerá la magia y el triángulo amoroso entre estas tres bellezas:
Espero que puedan quedarse a disfrutar de las aventuras mágicas y el romance...
¡Nos vemos!
Sofi.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro