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O4

La fiesta de Halloween en la lujosa mansión alquilada por Shoto brillaba con luces espectrales y decoraciones que creaban un ambiente perfecto para perderse en la noche. Izuku, vestido con un disfraz de fantasma, caminaba entre la multitud de disfraces mientras su mirada vagaba, hasta que se encontró con una figura de Ghostface en un rincón de la fiesta. Aquella máscara y el atuendo negro le conferían un aire de misterio y peligro que, extrañamente, le resultaba familiar y... fascinante.

—Ese traje te queda muy bien —dijo Izuku, sonriendo con calidez al extraño enmascarado, sin saber que debajo de la máscara se escondía su propio amigo, Bakugou Katsuki.

Katsuki inclinó la cabeza en respuesta, y por un segundo Izuku sintió un cosquilleo en el estómago, como si algo le dijera que aquella figura no era cualquier persona, sino alguien que él conocía bien. Una increíble conexión. 

Para Katsuki, estar tan cerca de Izuku y a la vez tan lejos era una mezcla embriagante de placer y frustración. Observaba cada uno de sus gestos, la manera en que Izuku sonreía, su voz suave y alegre. 

"Dios, eres tan lindo, Izuku", pensaba Katsuki, sus celos y posesión creciendo con cada segundo. Izuku no tenía idea de lo que él era capaz de hacer por mantenerlo seguro, por evitar que otros se acercaran demasiado. 

Pero entonces llegó Rody, con su confianza y su sonrisa encantadora, y rápidamente se acercó a Izuku, quien le devolvió la sonrisa con igual entusiasmo. Katsuki sintió que algo se rompía en su interior al ver aquella interacción.

Izuku no debía sonreírle así a nadie más; no podía permitir que alguien intentara robárselo, no después de todo lo que había hecho para mantenerlo seguro y cerca.

Intentando calmarse, Katsuki tomó un vaso de alcohol y se alejó por un momento, sin apartar la vista de Izuku. Mina se acercó a él en ese instante, notando cómo observaba la escena con evidente incomodidad.

—Mira, parece que te están robando a tu Izuku —bromeó ella, sin saber cuán ciertas eran sus palabras y sin notar la intensidad oscura en los ojos de Katsuki.

Al oír aquellas palabras, Katsuki apretó el vaso con tal fuerza que lo rompió y el líquido cayo al suelo.

—Me di cuenta —respondió en voz baja, su tono oscuro y peligroso.

No iba a permitir que nadie más se interpusiera entre él e Izuku, mucho menos alguien como Rody, que no tenía idea de lo que realmente era estar dispuesto a hacer cualquier cosa por él. Katsuki esperó el momento adecuado, observando cómo Rody seguía a Izuku de cerca, tan confiado de que podía ganarse su atención.


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Rody salió afuera a tomar aire, completamente ajeno a la sombra negra que lo seguía con pasos silenciosos, sus intenciones tan oscuras como la máscara que cubría su rostro. Encendió un cigarrillo, relajado, sin darse cuenta de que había quedado en el lugar perfecto: 

apartado, vulnerable, y justo donde el sujeto lo necesitaba.

El corazón del hombre enmascarado latía acelerado, lleno de un odio irracional hacia Rody y una posesión sofocante por Izuku. Sus ojos, fijos en la figura de Rody, brillaban con una mezcla de desprecio y satisfacción anticipada. Con movimientos calculados, sacó un pequeño frasco de su bolsillo. Se acercó lentamente y, antes de que Rody pudiera siquiera reaccionar, le inyectó un suero en el brazo. El efecto fue casi instantáneo: Rody comenzó a sentirse débil, su visión se tornó borrosa, y el sujeto lo sostuvo cuando sus piernas flaquearon, pareciendo como si estuviera ebrio. 

Manteniendo la sombra negra, lo llevó hacia su auto estacionado en la oscuridad, con una frialdad que sólo había sentido en los momentos más oscuros. Parecía un amigo apoyando a otro que había bebido demasiado, pero en realidad, era la ejecución meticulosa de un plan bien orquestado.

Una vez en el auto, abrió el maletero y empujó a Rody dentro sin esfuerzo. Apagó el celular de Rody, meticuloso en cada detalle, sintiendo una satisfacción fría al eliminar a esa amenaza de una vez por todas.

Rody, aunque débil, logró enfocar su mirada en la figura oscura. Tartamudeó, tratando de procesar quién era su agresor.

—Tú... eres... —susurró, con el terror reflejado en sus ojos.

La sombra negra se quitó la máscara lentamente, revelando su rostro con una sonrisa torcida de pura satisfacción.

—Sí —respondió en un tono que apenas contenía su desprecio—, el futuro esposo de Izuku.

Rody parpadeó, apenas consciente, mientras Katsuki le dedicaba una mirada colmada de odio.

—Nunca debiste acercarte a él —murmuró el ceniza, clavando el cuchillo en el cuello de Rody y sosteniéndolo justo en su piel—. Estoy harto de todos los extras que se creen con derecho a rodear a mi Izuku.

Rody, aún aferrándose a la consciencia, intentó responder, su voz quebrada y temblorosa.

—Izuku... nunca te amará —susurró, sus palabras llenas de un desafío débil pero que logró clavar en el sujeto como una espina.

Ese comentario hizo que el odio se encendiera aún más en sus ojos. Sin contenerse, la sombra enmascarada comenzó a apuñalarlo sin piedad, cada movimiento descargando su frustración acumulada. La sangre salpicó y manchó la máscara, cubriéndola de un rojo oscuro que contrastaba con su disfraz de Ghostface. Cada golpe era impulsado por la obsesión que sentía, un deseo posesivo que ahora parecía incontrolable.

Una vez que Rody dejó de moverse, Bakugou respiró profundamente, sintiendo una calma peligrosa apoderarse de él. Colocó el cuerpo en el maletero del auto, asegurándose de mantener todo en orden. Rápidamente sacó algunos químicos que llevaba guardados y limpió las manchas más visibles, recordando que luego volvería para limpiar mejor. Sabía que sería sospechoso ausentarse demasiado tiempo en la fiesta, así que debía actuar con rapidez.

Finalmente, sacó el celular de Rody. Escribió en su estado: 

"Me quedo sin bateríaaa, perdón si no contesto", y luego lo apagó. Después se encargaría de mandar mensajes para que pareciera que Rody se había ido por voluntad propia, un truco que por alguna razón, siempre salió bien.

Con el trabajo hecho, la sombra se puso de nuevo la máscara de Ghostface y se alejó hacia la fiesta, su mente nublada por el placer perverso de haber eliminado otra amenaza para su "Izuku". Nadie jamás sabría la verdad.

Un acto necesario para mantener seguro a su Izuku, para que nadie más intentara quitarle lo que era suyo.

Al entrar de nuevo a la fiesta, encontró a Izuku, que lo miró y sonrió al verlo regresar. Izuku, ajeno a todo, no sospechaba nada de lo que acababa de ocurrir. Katsuki le devolvió la sonrisa, sus ojos más suaves mientras observaba la sonrisa de su amado.

—¡Kacchan!

El traje que llevaba Bakugou es el de la multimedia. Un capitulo y termina woaaa

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