32| a bad morning, the pharmacy, kirby with a hangover and nerves
TREINTA Y DOS : ❛ UNA MALA MADRUGADA, LA FARMACIA, KIRBY CON RESACA Y NERVIOS ❜
la orden del fénix !!
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AFERRADA A LOS BORDES DE LA TAZA, Rœle se esforzaba en controlar las arcadas que la mantenían arrodillada en el piso del baño.
Una punzada en la boca del estómago le hizo saber que todavía no era momento de abandonar el lugar.
La billis escalaba y descendía sin previo aviso jugándole una mala pasada. El último pinchazo repentino la atravesó de imprevisto y vomitó lo poco que albergaba en el estómago.
Un regusto agrio inundó su boca.
—Maldición... —murmuró mientras se secaba la boca con el dorso de la mano.
Se puso en pie como pudo, sintiendo que sus rodillas temblaban. Pronto descubrió que las manos también le temblaban, tornando complicada una tarea tan sencilla como abrir el grifo del lavabo.
Lavó sus manos como pudo, inspeccionandose en el espejo frente a ella. Lucía desmejorada, pero tan mal como días pasados. Un par de marcadas ojeras colgaban de sus ojos, dando la impresión de que los tenía hundidos.
Sus pómulos levemente marcados sumados a lo secos y resquebrajados que estaban sus labios terminaba por darle un aspecto demacrado, aunque nadie más que Harry lo había notado.
Agradeció transitar las vacaciones porque implicaba permanecer lejos de Hogwarts, donde miles de estudiantes no tardarían en susurrar entre sí sobre lo espantosa que se veía.
Rœle cerraba el grifo cuando escuchó la puerta del baño abrirse. Una cabeza se asomó y la pelinegra se encontró con el semblante curioso de su hermano mellizo.
—¿Vomitaste la cena? —preguntó por lo bajo.
—Y los órganos que no sabía que tenía —respondió bromista.
Harry hizo una mueca y se adentró al baño cerrando la puerta en el proceso.
Rœle observó con gracia como Harry cerraba la tapa del inodoro para sentarse sobre él, como si se tratara de una silla cualquiera de la casa.
—Rœle...
—No estoy embarazada —adelantó a confirmar mientras cruzaba los brazos.
—¿Qué tan segura estás?
—Lo suficiente como para decírtelo a la cara —dijo seria.
Habría querido decirlo con mayor seguridad, pero las dudas lo impedían.
Harry pareció darse cuenta, como si hubiera sabido interpretar el miedo en su mirada. El azabache se pasó las manos por la cara, desacomodando sus gafas.
—¿Te has hecho alguna prueba? —quiso saber.
—... No.
—Y aún así aseguras que no estás embarazada. ¿En qué te basas para pensar eso?
—En que si realmente lo estuviera ya me habría dado cuenta. Dudo que un embarazo pueda arruinarte de esta forma —señaló su agotado rostro—. Si tuviera un parásito retorciéndose en mis entrañas tardaría semanas en saberlo, lo que significa que mis náuseas se deben a otra cosa.
—¿Cómo qué?
—Yo que sé —contestó de mala gana. Apoyó sus manos en el lavabo con la mirada de Harry puesta sobre ella—. Tengo que conseguir una prueba de embarazo —se mordió el labio.
—... ¿Una qué?
—Algo que servirá para descartar suposiciones —volteó a ver al azabache—, y que será evidencia para mostrar que no miento.
—Sí te creo —Harry frunció el ceño. Abandonó su asiento poco convencional para acercársele—, pero todavía necesitamos una respuesta. Te acompañaré a conseguir la prueba, mañana por la mañana.
—¿Harías eso por mi? —cuestionó incrédula. Sería sábado, el único día que sus tíos los dejaban dormir hasta pasadas las diez, día que Harry consideraba su favorito por dicho motivo.
El ojiverde levantó los hombros.
—Claro.
—Harry, no es necesario.
—Solo será por un sábado, Lee. Habrá mas de ellos, ¿cierto? —dijo en tono juguetón. Rœle permaneció seria, en desacuerdo con la propuesta. Harry pareció notarlo porque todo rastro de diversión desapareció de su rostro.
—Esperemos que sí.
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Una de las tantas cosas que los hermanos Potter tenían en común era su dificultad para levantarse por las mañanas, sobre todo en los tiempos que corrían. Sus respectivas pesadillas les impedía descansar correctamente, lo que a su vez significa serios problemas para empezar un nuevo día.
La vieja alarma a pilas sobre la mesa de luz de Rœle sonó dos horas antes de lo habitual, tal y como se había asegurado de que lo hiciera la noche anterior.
Ante el molesto sonido del aparato, Harry se removió entre sus sábanas soltando maldiciones. Rœle extendió un brazo y apagó la alarma para después pasarse las manos por la cara.
Bostezó en silencio mientras tomaba asiento, repitiendo mentalmente que debía darse prisa. Si el maldito de Dudley o alguno de sus tíos los veían salir de la casa a esa hora sería su final.
—Harry —llamó al azabache—. Harry.
Nada.
El otro mellizo fingía seguir durmiendo con la esperanza de dormirse en serio.
—Harry James Potter, ya casi es de día. Arriba —dijo poniéndose de pie—. Si no levantas tu pálido culo de esa cama iré allá y te asfixiaré con una almohada —amenazó—. Tienes diez segundos.
Las quejas por parte del ojiverde no tardaron en oírse. Parecía un niño pequeño al que sus padres obligaban a despertar de la siesta.
Harry se quitó las sábanas de encima pateándolas con sus piernas. Rœle evitó hacer algún comentario respecto a eso y empezó a prepararse.
Al dormir solo con calcetines, bragas y una camisa holgada (perteneciente a un equipo de baseball que Harry apoyaba años atrás), no se vio en la tarea de elegir un atuendo completamente nuevo. Solo se puso unos jeans y las zapatillas de siempre.
Al voltear se encontró con que Harry seguía durmiendo.
La pelinegra tomó una almohada y la arrojó con fuerza hacia el azabache. Fue tal su puntería que terminó por darle de lleno en la cabeza, despertándolo.
Harry se movió hacia todos lados, confundido y desorientado.
—¿Qué hora es? ¿Ya compraste la prueba?
—No, te estoy esperando para ir.
—Ah. Lo siento. Dame dos minutos y nos iremos.
Rœle aprovechó que Harry estaba alistándose para buscar el dinero. Se arrodilló junto a su respectiva cama y estiró un brazo debajo de la misma. Tanteó la misma hasta sentir algo áspero y frío para luego deslizarse hacia la luz. Era un alcancía en forma de oveja que Ron le había regalado dos Navidades atrás. Vació la alcancía en el piso y separó los billetes de las monedas.
—¿Es suficiente? —preguntó Harry a sus espaldas. Rœle lo escuchó echarse desodorante.
—No lo sé —bufó nerviosa.
—Puedo prestarte mi dinero si quieres.
Ella volvió a negar.
—Es mi asunto, Hazz.
—De cierta forma también es mío.
—Me alcanza con que me estés acompañando.
—No podré acompañarte ni a la esquina si no tienes suficiente dinero.
Rœle gruñó y dobló los billetes, guardándolos en sus bolsillos.
—Si tan solo esto fuera el Mundo Mágico...
—Entonces deberías conseguir respuestas mediante pociones.
—Y ni tú ni yo somos muy buenos con ellas —reflexionó levantándose—. Toma —le pasó las monedas —, guárdalas por mi.
—Sabes bien que odio el tintineo que hacen.
—Solo serán unas cuadras.
—No quiero ser tu alcancía, Lee.
—Lo eres ahora —dijo y movió las monedas frente a él. Harry las tomó de mala gana.
Abandonaron el dormitorio, atravesaron el pasillo en puntitas de pie y bajaron las escaleras en completo silencio.
Solo ellos dos estaban levantados, pero los Dursley no tardarían en despertar también. Con ese pensamiento en mente, Rœle se apresuró a abrir la puerta principal con Harry haciendo muecas de desesperación a sus espaldas. Salieron sin hacer ruido, exceptuando el tintineo de las llaves.
Al ver hacia arriba repararon en que seguía siendo de noche, pero en el horizonte comenzaba a asomarse la franja del amanecer.
Rœle giró en dirección a Harry, capturando su atención.
—Okey, esto es lo que haremos: iremos a la farmacia que está a cinco cuadras-
—¿La que está abierta las veinticuatro horas? —preguntó interrumpiéndola.
—Sí —afirmó de mala gana antes de proseguir—. Compraremos la prueba y volveremos antes de que amanezca. Es fácil.
—¿Fácil? Son las cinco y media, Lee. Recorrer una sola cuadra nos tomaría tres minutos, tres por cinco es veinte...
—Quince —corrigió ella.
—Así que serían quince minutos de ida y otros quince a la vuelta, lo que sería...
—Treinta minutos, lo sé.
—Mas lo que tardemos en la farmacia. Amanece antes de las seis. No creo que hagamos todo en media hora.
—Jamás te vi sumar o hacer una simple multiplicación, y ahora hasta calculas lo que nos llevará caminar una cuadra.
—En algún momento iba a pasar —se encogió de hombros. Rœle estuvo a punto de poner los ojos en blanco pero se contuvo.
—De acuerdo, cerebrito, continúa tus cálculos de camino a la farmacia. Andando —le puso una mano en la espalda para impulsarlo a caminar—. Te recomendaría correr, tardaremos menos y también evitaremos que nos vean los vecinos.
—Si, creo que eso último será una problema.
—¿Qué? —la ojigris se detuvo confundida.
—Mira... —señaló hacia una dirección específica.
Rœle siguió con la vista el lugar que Harry indicaba, chocando con la casa de la señora Figg. Arabella observaba a los mellizos detrás de las cortinas. Cuando se dio cuenta de que ellos le devolvían la mirada, lo único que pudo hacer fue saludarlos con una tímida sonrisa ladina.
Harry y Rœle le devolvieron el gesto saludándola con la mano, al unísono.
Rœle dio una patadita disimulada al pie de Harry para indicarle que caminara, orden que el azabache acató al instante.
—Actúa normal —le susurró.
—Pides demasiado, ¿no crees?
—Qué graciosito estás. ¿Desayunaste un payaso o también devoraste a todo el maldito circo?
—Qué encantadora, Lee. ¿Afilaste tu lengua con veneno esta mañana?
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Se supone que una farmacia debería estar vacía a las seis de la mañana, ¿verdad? Tal parece que ese día no era el caso.
Delante de los Potter tres personas esperaban su turno con un número en la mano. La farmacéutica, una mujer de unos treinta y tantos años, masticaba chicle de forma ruidosa, haciendo globos rosáceos. Cada tanto dedicaba exageradas miradas de extrañeza a los clientes, sobre todo cuando estos pedían artículos "particulares".
—Más le vale no hacerme lo mismo porque de lo contrario mi puño será lo último que vea —murmuró la mestiza cruzada de brazos. El comentario iba dirigido a Harry, quien se suponía estaba a su lado, pero no obtuvo respuesta.
Volteó buscando al de gafas, encontrándolo a unos metros, muy concentrado en una máquina expendedora.
—Y pensar que en Hogwarts solo tienen jugo natural —dijo para sí mismo viendo la gran variedad de bebidas ante él.
Rœle suspiró, regresando su atención al frente.
—Número dieciséis.
Un hombre se adelantó con dicho número, pidiéndole a la farmacéutica un paquete de pañales.
«Merlín me libre.» Pensó Rœle.
—Número diecisiete —musitó la farmacéutica una vez que el hombre de los pañales se fue.
Esta vez una chica castaña rojiza de aspecto desaliñado se adelantó, revoleando en el aire el papel con su número.
—Hola. Uhm, ¿tienes algo para la resaca? —preguntó haciendo una mueca.
La contraria infló un globo de chicle, mirándola de arriba a abajo—. Sí, pastillas. Cuestan seis, ¿puedes pagarlas?
"Desaliñada" puso dos billetes arrugados sobre el mostrador. La mujer los tomó y fue hacia la parte de atrás no sin antes darle otra mirada despectiva.
Rœle recargó su peso en una pierna, dando golpecitos rítmicos al piso con el pie.
La farmacéutica volvió con una pequeña caja, tirándola en una bolsa y extendiéndosela a la desaliñada junto con el cambio.
—¡Gracias! —sonrió mostrando los dientes.
Se dio la vuelta y dio unos cuantos pasos antes de detenerse para contar el vuelto.
—Dieciocho —dijo. El desgano en su voz era molesto a niveles que Rœle no podía explicar.
Potter dio un paso al frente, descruzándose de brazos para dejar el número a un costado y luego regresar a su posición original. Su mirada grisácea chocó con los oscuros orbes de la mujer. Quizá no tenía más de treinta, pero a juzgar por su mirada parecía una muerta en vida.
—Qué —soltó la farmacéutica. Rœle ojeó la etiqueta sobre el uniforme blanco.
Katia Brown sonreía ampliamente, luciendo sus dientes derechos y relucientes. ¿El trabajo en la farmacia sepultó esa sonrisa o fue otra cosa?
Ciertamente a Rœle no le importaba.
—¿Tienes pruebas de embarazo? —preguntó sin rodeos.
Katia subió una ceja.
—¿Cuántos años tienes, doce?
—Cumpliré cuarenta y dos el mes próximo, pero agradezco que me restaras años —mintió sonriendo de manera cínica. Algo en la mirada de Katia cambió, mostrando un poco más de emoción que hace unos instantes—. Volviendo al tema, ¿a cuánto está la más barata?
Katia abrió la boca para responder, pero fue interrumpida por otra persona.
—¡Uh, no compres de esas! —bramó alguien a sus espaldas.
Rœle visbeó sobre el hombro. "Desaliñada" se paró junto a ella, todavía con una sonrisa.
—No solo son de mala calidad sino que también dan resultados falsos. Las de marca Livta son mejores. Tienen acierto del noventa y cinco porciento.
Rœle se quedó en silencio un momento, procesando lo que sucedía. Katia estaba en una situación similar.
—Una prueba de embarazo Livta, por favor —indicó un tanto desconcertada.
Sin decir nada, Katia se agachó y sacó una caja alargada de debajo del mostrador. El cartón blanquecino mostraba un palito blanco en el reverso acompañado del nombre de la marca.
—Son ocho libras —aclaró Brown, mascando ruidosamente.
Rœle pagó la prueba y Katia la arrojó en una bolsa, repitiendo el mismo proceso que con los clientes anteriores.
—Suerte —le deseó a la mestiza.
—Gracias —Rœle dijo solo por cortesía.
Osciló sobre sus talones dispuesta a marcharse, pero Harry vino de frente, deslizándose animadamente hacia ella.
El ojiverde tomó por los hombros a su melliza, sonriendo como si la mismísima Cho Chang le hubiera pedido una cita.
—¡Mira, Lee, tienen refresco de uva!—le mostró una lata púrpura—. ¡Y está baratísima!
—No te recomiendo que la bebas. Provoca diarrea —dijo la desaliñada.
—¿Acaso pretendes arruinarme? Vete o haré que el guardia te eche a la calle.
La castaña de identidad misteriosa puso cara de susto y salió disparada hacia la salida. Rœle se disponía a hacer lo mismo cuando vio que Harry iba hacia la caja para pagar la bebida de uva.
—¿Es una broma, verdad? —formuló desconcertada.
Harry se encogió de hombros.
—Está barata.
Rœle rodó los ojos y salió de la farmacia, apoyándose contra una pared esperando a que Harry apareciera.
Su reloj de muñeca marcaba las seis y cuarto de la mañana. Miró el cielo, confirmando que la estela nocturna iba quedando atrás para darle lugar a los cálidos colores del amanecer.
En ese momento fue consciente del sueño que la invadía. Ni siquiera había dormido tres horas, por lo que sus párpados amenazaban con cerrarse por sí solos. Al final se dejó vencer y permitió que sus párpados se plegaran.
Desafortunadamente para ella esto solo duró unos segundos.
—Dormirte en la vía pública es peligroso, ¿sabes? Podrían asaltarte, golpearte o secuestrarte para usarte en algún ritual.
Rœle, cuyo ceño estaba exageradamente fruncido, abrió los ojos solo para ver a la misteriosa chica de la farmacia.
"Desaliñada" desentonaba con el ambiente. La paleta de colores neón que componía su atuendo contrastaba rotundamente con el paisaje. A los alrededores todo era negro, beige, distintas tonalidades de marrón y algunas de verde y/o amarillo, mientras que únicamente la blusa de la desaliñada parecía iluminar toda la cuadra con ese extraño patrón de verde fosforescente.
Todo aquello sin mencionar la cabellera despeinada y plagada de brochecitos fucsias en la parte superior.
Rœle dejó a un lado sus pensamientos para enfocarse en Desaliñada.
—Quisiera que alguien intentara robarme o golpearme, apenas he dormido y cuando no descanso bien me pongo violenta —sonrió de costado—. Gracias por haberme ayudado.
La misteriosa castaña le devolvió la sonrisa.
—No hay de qué —hizo un gesto con la mano—. Me llamo Kaya, por cierto, pero me dicen Kirby.
—Rœle.
—Y yo soy Harry.
—Somos mellizos —atinó a decir Rœle antes de que Kirby le preguntara qué lazo los unía.
La castaña los miró dudosa.
—Pero no aparentan cuarenta y uno.
Una sonrisa involuntaria apareció en el rostro ojeroso de Rœle.
Harry achicó los ojos, tan confundido como Kirby.
—Es porque en realidad tenemos quince. Cumpliremos dieciséis en unos días —aclaró Rœle.
—¿Cambiaste nuestra edad otra vez? Algún día nos meterás en problemas —reclamó Harry—. ¿Qué pasa si nos piden nuestras identificaciones?
—Conozco a alguien que hace identificaciones falsas —Kirby tragó una pastilla para la resaca y continuó—. Pueden cambiarse el nombre y todo por solo doce euros.
Rœle la observó pensativa, pero Harry permaneció serio.
—Lo tendremos en cuenta, y gracias, otra vez —Lee agradeció a Kirby.
—Cuando quieras —ladeó la cabeza sonriendo.
Rœle se despidió de ella con la mano, comenzando a caminar. Harry iba pegado a su melliza, dando sorbos a su bebida de uva.
—¿Para qué eran las pastillas que estaba tomando? —quiso saber Harry, refiriéndose a los comprimidos de la desaliñada Kirby.
—Para la resaca —contestó Lee.
El ojiverde resopló.
—A veces desearía tener la vida de una adolescente muggle —Rœle pateó un envoltorio—. Hacen que todo parezca más fácil.
—De los dos, tú estás más cerca de tener una vida muggle —opinó el contrario—. Solo mírate; escapando de casa a las cinco y media de la mañana para comprar una prueba de embarazo. Es la verdadera adolescencia británica.
—Ya cállate —rio empujándolo con su hombro.
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Rœle no recordaba haber corrido tan rápido como esa mañana. Faltando solo dos cuadras para llegar a destino, notaron que las luces exteriores de las casas se encontraban apagadas, lo que solo podía significar una cosa: sus vecinos ya estaban despiertos. Si alguno de ellos salía para buscar el periódico, vería a los hermanos Potter caminando por la acera, bebiendo de una lata que a la distancia podría confundirse con cerveza.
La pelinegra había tomado a Harry del brazo, obligándolo a correr tan rápido como sus piernas se lo permitieran.
Una vez que llegaron a casa Rœle subió las escaleras en puntitas, encerrándose en el baño. Su respiración agitada combinaba los nervios de haber podido ser vista por sus vecinos y la incertidumbre de no saber si estaba embarazada o no.
Temblando, sacó la prueba de la caja y leyó las instrucciones. Siguió las mismas al pie de la letra, dejando el palito sobre el lavabo tras terminar.
Rœle se dirigió a una esquina del baño, tomó asiento en el suelo y abrazó sus piernas.
No podía estar embarazada, ¿verdad? Siempre había tenido cuidado, sin mencionar que, si sus cálculos eran correctos, apenas iría en la octava semana, siendo que las náuseas iniciaban antes.
Entonces recordó el incidente durante el homenaje a Cedric, el día que vomitó por primera vez.
Recordó también que su último período fue unos días después de regresar de Hogwarts.
«Estúpida, eres una estúpida.»
Escondió su rostro entre sus manos, deslizándolas hasta cubrirse la boca. Intercalaba miradas entre su reloj y el lavabo donde reposaba la prueba, esperando que pasaran cinco minutos.
Tres golpecitos apenas audibles resonaron en la puerta. La misma se abrió unos cuantos centímetros dejando un espacio por el que se asomó una cabeza.
Rœle suspiró aliviada tras verificar que se trataba de Harry.
—¿Puedo pasar? —el mestizo susurró.
Ella asintió en respuesta, sin cambiar de posición. Harry cerró la tapa del inodoro, sentándose sobre él como hace unas horas atrás.
Ambos permanecieron en silencio, viendo un punto fijo.
Harry movía las piernas de atrás hacia delante, acomodándose al final para que sus pies no tocaran el piso y fuera más fácil moverse.
—Si estás embarazada más te vale nombrarme el padrino de tu hijo.
—No ayudas.
—Creí que un poco de humor podría aminorar el ambiente.
Rœle no replicó.
—... ¿Crees que sea pelirrojo o pelinegro? Ron sería el gen dominante y tú el recesivo pero existe la posibilidad de que el bebé tenga tu cabello.
—Si no paras de hablar te arrancaré las costillas y usaré tu cuerpo de xilófono —amenazó.
—Muy violenta por las mañanas —murmuró el Gryffindor.
Lee dio un vistazo al reloj. Los cinco minutos ya habían pasado.
Era hora de la verdad.
Se levantó temblando. Todo su cuerpo temblaba, desde las rodillas hasta los dedos de las manos. Esto le dificultó tomar la prueba, así como también le impidió ver el resultado con claridad.
—¿Rœle? ¿Qué fue? —inquirió Harry.
La pelinegra apretó los labios antes de responder.
—No sé si es bueno o malo.
━━━ AUTHOR'S NOTE: CAPÍTULO NUEVO DESPUÉS DE MESES AAAAAAH 🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳. Equisde, bueno, son 3420 palabras así que creo que compense un poquito mi ausencia xd.
Había prometido que si Argentina ganaba iba a subir 5 caps de la mayoría de mis fics y acá estoy, cumpliendo mi promesa re feliz :p
Anw, ¿qué opinan del capítulo? ¿Cómo les parece que está yendo todo? ¿Y ese final en plan suspenso? 👀👀👀. La idea era aclarar todo en este mismo capítulo pero estaba quedando muy largo, así que van a tener que esperar hasta el próximo para saber que pasa *risa malévola*.
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