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15| the yule ball

🍃━━━ CAPÍTULO 15 ━━━🍃
EL BAILE DE NAVIDAD

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               DESDE QUE LES ANUNCIARON que en el colegio se celebraría el Baile de Navidad, Rœle solo tuvo una cosa en mente, algo que se repetía constantemente para no olvidarlo: dormir todo el viernes con el objetivo de recargar energía para el baile, pues no tenía pensando regresar a su habitación temprano.

Por primera vez en mucho tiempo, pudo cumplir con una de sus tantas notas mentales.
El viernes "cenó" a las ocho de la noche, en su habitación obviamente, puesto que el Gran Comedor no abría sus puertas sino hasta las diez.
Resultó ser, en parte, una mala idea, porque pasó más de diez minutos sacudiendo su cama por culpa de las migas que cayeron sobre las sabanas de la misma. Pansy no dejó de reírse de ella por varios minutos, hasta que Rœle le aventó uno de sus zapatos.

Para las ocho y media de la noche, la pelinegra ya estaba completamente dormida, un tanto sugestionada y nerviosa por lo que sucedería al día siguiente.
Tenía toda la mañana, la tarde y parte de la noche para prepararse, pero de todas formas se sentía muy insegura.
¿A Ron le gustaría su vestido? ¿Todo sería tan mágico como lo imaginaba? ¿Por fin podría bailar con su amado novio sin sentir las tenaces miradas de sus compañeros de casa quemándole la nuca? ¿Su hermano por fin dejaría a un lado la faceta infantil que adoptaba cada vez que ella estaba cerca de Ron?

Sin duda demasiadas preguntas para responder en tan poco tiempo.
Por más que tuviese una tenue idea sobre lo que podría llegar a pasar, todo seguía siendo un misterio.
Rœle solo pudo dormir cuatro horas, debido a que el resto las usó para crear diversos escenarios catastróficos con el objetivo de buscar una solución en caso de que acaben ocurriendo.
A la mañana siguiente despertó con más sueño del que tenía antes de irse a dormir. Se sentó en el borde de la cama sin dejar de fregar sus ojos, negándose a dejar que los mismos se acostumbren a la luz.

Se puso de pie con la finalidad de llegar al baño, sin percatarse de que jamás uno de sus zapatos estaba obstruyendo su camino.
El resultado fue desastrosos. Rœle terminó en el suelo, quejandose en todos los idiomas posibles y asegurándose un moretón en el área más sensible de su pierna izquierda.

Una excelente manera de comenzar el día.

Pansy, que hasta el momento se mantuvo durmiendo plácidamente sobre su cama, despertó alarmada.
Sus ojos, cubiertos por su antifaz de dormir negro, se movían de un lado a otro detrás del mismo. La chica seguía sin estar consciente del accesorio que tenía puesto, por lo que los primeros segundos luego de despertar, pensó que había se quedado ciega.
Una vez que estuvo del todo consciente, deslizó el antifaz hasta dejarlo sobre su frente.

En ese momento Rœle se levantó del suelo, sosteniéndose de su mesa de noche.
Pansy la miró con el ceño fruncido.

—¿Estás bien, Lee? —preguntó Parkinson, inclinandose hacia adelante sin despojarse de sus sabanas.

—Si, Pans. Me arrojé al suelo por gusto, deberías hacerlo tú también —respondió la de ojos grises en un tono sarcástico que representaba a la perfección su malhumor.

—¿Ahora qué pasó? —inquirió la de cabello corto.

La pelinegra se sentó en su cama, soltando un profundo suspiro—¿Por dónde empiezo?

—Aquí vamos —murmuró Pansy. La chica se recostó por su almohada, preparándose para las primeras quejas del día.

—Solo dormí tres horas por los nervios. No pude dejar de pensar en el desastre que Harry y Ron causaran en el baile —gruñó.

Pansy abrió sus ojos como platos—¿¡Tu hermano y Weasley arruinarán el baile!?

—¿Qué? ¡No! —Rœle frunció el ceño—. Pero son Harry y Ron, de seguro harán de las suyas. Lo presiento.

—... ¿Me estás diciendo que no dormiste por estar pendiente de algo que probablemente no suceda?

—Si lo dices de esa manera si suena estúpido, Pansy.

—... Iré a desayunar, Lee.

Casi nueve horas más tarde, mirándose frente al espejo con angustia, Rœle tenía ganas de subir corriendo hasta la Torre de Astronomía y arrojarse por la misma.
El vestido era hermoso, lo amaba, pero no sentía lo mismo por la manera en que la tela se ceñía a su cuerpo.
Veía sus caderas, tenía la sensación de que eran más anchas que de costumbre. Veía su escote con ganas de gritar por lo mal que lucia ante sus ojos.
Estaba a punto de llorar por la desesperación.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a una Pansy ansiosa. La chica caminaba en linea recta hacia el tocador mientras trataba de ponerse un arete plateado, sin percatarse del ataque psicótico que su amiga estaba a punto de sufrir.
Rœle echó su cabeza hacia atrás haciendo que su cabello haga lo mismo, desordenándose. Agradeció no haberse peinado antes.
Tenía bastantes cosas de las cuales quejarse, pero prefirió no hacerlo. Era la noche del baile, y si bien no todo lo que planeó salio relativamente bien, no quería arruinar las cosas para su hermano y su novio. Sabía que ellos tampoco estarían de muy buen humor esa noche.

Rœle tomó la sabana esmeralda que anteriormente se encontraba sobre su cama y la usó para tapar el espejo.
No quería más distracciones.
Pansy terminó de arreglarse, soltando un suspiro de alivio.
La pelinegra se puso de pie abandonando el tocador. Giró la cabeza en dirección a Rœle, preparada para hacerle frente a cualquiera de los problemas imaginarios que se estuviese haciendo.

Sorpredentemente Rœle parecía más tranquila. Por supuesto no lo estaba del todo, pero al menos sus ganas de romperle una botella por la cabeza a alguien había desaparecido casi por completo.
Pansy se alejó del tocador, caminando en dirección a su amiga. La mestiza estaba ahora sentada sobre su cama, rociándose uno de los perfumes que su novio —con mucho esfuerzo—le había regalado.
Sonrió instantáneamente, viendo el perfume con cariño.

—¿Todo bien, Lee? —preguntó Pansy.

—Mejor que nunca.













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Rœle soltó otra carcajada al ver la túnica de gala de su novio. La tela estaba sobre el respaldo de la silla donde Ron estaba sentado, oyendo a su pareja reír y reír.

—¿Puedes dejar de reír, Lee? —pidió el pelirrojo, removiendose incómodo en su asiento.

—Es que no puedo —dijo ella entre risas—. Tú estás tan bien y la túnica tan... tan... —soltó otra carcajada.

Harry, que estaba sentado junto a la pelinegra, comenzó a reír también.
Parvati tapó su boca con sus manos al oír la contagiosa risa de la mestiza.

—No puedo creer que vaya a decir esto... —murmuró Weasley para sí mismo—. Lee, ¿no quieres ir a bailar?

Harry dejó de reír. Su semblante cambió de a poco, pasando de ser una expresión alegre a una de confusión.
Rœle, que seguía tentada, trató de mantenerse seria. Su novio, Ron Weasley, Ronald Weasley, ¿le había ofrecido bailar? La ojigris se quedó en silencio unos cuantos segundos, asimilando lo que había sucedido.

—¿Quieres bailar? —elevó una ceja. Ron asintió con la cabeza.

—¿Estamos en un baile, no? —el de ojos azules se encogió de hombros. Harry seguía sin poder creer lo que estaba pasando.

Para mala suerte del pelirrojo, Rœle tenía ganas de hacer cualquier cosa menos bailar.
Mientras pensaba en la manera más adecuada para decirle a Ron que no quería bailar, una idea fugaz pasó por la mente de la Slytherin.
Una disimulada sonrisa traviesa adornó el rostro de la chica.

—Tengo una mejor idea.

—¿Ah sí?

Rœle acercó su boca al oído del sangre pura.

—¿No quieres ir a los carruajes?

Un escalofrío recorrió la espalda del adolescente, haciéndolo temblar.
Rœle se alejó un poco de él, apoyando su brazo sobre el respaldo de su silla, mirando al pelirrojo esperando su respuesta.
Ron giró la cabeza lentamente, en shock por la oferta que su pervertida novia acababa de proponerle.

—¿Y? —Rœle estiró su brazo hacia la cabeza del chico, acariciando su rojizo cabello. Esto solo lo puso más nervioso.

—¿Pueden decirme que está pasando?

Pidió el azabache, que llevaba ya dos minutos viendo a su mejor amigo y a su hermana hablando entre susurros.
Rœle puso los ojos en blanco.

—Asuntos de pareja —contestó.

Harry se puso nervioso, su cara adoptó un tono rojizo.

—Ustedes dos me dan asco.

—Tú das asco con el cabello así —Rœle repitió la misma frase que le dijo meses atrás. El de lentes la miró mal. Rœle le sonrió de lado.

—¿Específicamente qué quieres hacer en los carruajes? —inquirió Ron.

—¿De veras hace falta que te lo diga?

El pulso del pelirrojo se aceleró.
Rœle cayó en cuenta de que si ella no actuaba, se quedaría sin nada interesante para hacer durante la noche. La pelinegra soltó un suspiro y se puso de pie, tomando la mano de su pareja.

—Ron y yo iremos a los jardines, aquí hay demasiado ruído —informó Rœle a su hermano y a Parvati, la cual no tenía idea de lo que estaba pasando.

El rostro de Harry palideció.

—Nos vemos más chicos —se despidió la mestiza, fallando en su intento por esconder la enorme sonrisa que se cargaba.













🍃













El interior del carruaje resultó ser más pequeño de lo que se imaginaba, pero no necesitaba demasiado espacio, por lo que eso no fue una molestia.
Sentados uno frente al otro en silencio, Rœle y Ron se miraban sin saber que hacer. El pelirrojo estaba nervioso, sabía bien las intenciones que su novia tenía. A pesar de que ya lo hicieron un par de veces, seguía poniéndose nervioso. Sentía que Rœle fingía todo el placer que experimentaba para no hacerlo sentir mal.
Por su parte la pelinegra estaba debatiéndose entre aprovechar su leve estado de embriagadez para hacer algo de lo que quizá luego se arrepienta, o ir directamente a los dormitorios, un lugar donde nadie los molestaría.

Rœle soltó un suspiro, sintiéndose estúpida por no haber planeado todo antes.
Ron, que ahora jugaba nerviosamente con sus manos, levantó la cabeza y posó sus orbes azules en la chica vestida de verde esmeralda.

—Vamos a tu dormitorio. Será más privado —Rœle rompió el silencio, poniéndose de pie. Su cabeza tocó el techo del carruaje y tuvo que torcer un poco el cuello para mayor comodidad.

—¿Más privado? Todos están en el baile —el Gryffindor frunció el ceño.

—No todos —contestó la serpiente, señalando disimuladamente la ventana del carruaje.

Ron miró a través de la ventana, dándose cuenta de que no habían sido los únicos que escaparon del baile.
El rostro del pelirrojo palideció cuando el carruaje frente a él comenzó a moverse de un lado a otro.
Rœle soltó una carcajada, tapando su boca con una de sus manos mientras que con la otra se apoyaba por la puerta del carruaje.

—Apresúrate.

La bruja tomó la mano de su novio, haciendo que el mismo se ponga de pie sin quitar aquella expresión de horror de su cara.
Rœle abrió la puerta de carruaje, puso un pie en la nieve y cuando fue seguro hizo lo mismo con el otro, cerciorándose de que Ron haga lo mismo.

Durante todo el camino a los dormitorios Rœle no dejó de reír traviesamente mientras ambos corrían por los pasillos.
Ron ahora se mostraba un poco más entusiasmado.
Cuando la pareja estuvo frente al retrato de la Dama Gorda, el Gryffindor dijo la contraseña. La mujer a regañadientes los dejó pasar, no muy contenta de que una Slytherin esté acompañando al pelirrojo.

Las risas no faltaron al momento de subir las escaleras. Ron se cayó un par de veces debido a que estaba demasiado oscuro.
Sin embargo, cuando llegaron a la habitación que el ojimezclilla compartía con sus amigos, aquel clima divertido se esfumó.

Rœle, tomando la iniciativa como siempre, puso una mano en el pecho del pelirrojo, empujándolo y haciéndolo caer sobre la cama. Se apoyó sobre sus codos mientras veía a la mestiza con una sonrisa.
Ella se subió a la cama, sentándose sobre el chico y dejando sus piernas a los costados de sus caderas para mayor comodidad. Ninguno de los dos podía dejar de reír.
Cansada de estar dando tantas vueltas, Rœle acercó su cara a la de su novio y atrapó su labio inferior para después comenzar otra sesión de besos.
El frío de la habitación poco a poco fue quedando atrás, siendo reemplazado por el calor generado por ambos adolescentes.

Por primera vez en su vida, Ron tomó las riendas. Colocó sus manos en las caderas de la chica y en un rápido movimiento la dejó debajo suyo.
El Gryffindor se tomó unos cuantos segundos para admirar a la pelinegra, sintiéndose infinitamente afortunado de que Rœle Potter sea su novia.
Las comisuras de Ron se elevaron, acercó su rostro al de su novia y la besó castamente, dándole a saber que iba a sobrellevar el asunto de la manera más delicada posible.

Pero aún así, totalmente atentos a cada detalle, los dos olvidaron algo importante.













━━━AUTHOR'S NOTE: nota eliminada porque solo era una queja mía porque el capítulo tenía 2000 palabras, nada más.

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