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14| one more weasley

🍃 ━━━ CAPÍTULO 14 ━━━ 🍃
UNA WEASLEY MÁS

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                 HARRY YA SE ESTABA PONIENDO INSOPORTABLE. Cada vez faltaba menos para el baile y todavía no tenía pareja. Digamos que ver a su hermana y a su mejor amigo practicar juntos mientras reían no ayudaba demasiado.
El azabache se hallaba sentado en uno de los sillones de la biblioteca, siendo testigo de como Ron y Rœle ensayaban una parte de su baile.

En cierto momento, el pelirrojo soltó la cintura de su novia y ambos empezaron a hacer movimientos raros. Rœle saltaba y agitaba la cabeza mientras daba vueltas en su lugar, simulando ser una estrella de rock muggle. Weasley la miraba riendo a carcajadas sin saber que estaba pasando. Harry bufó pesadamente y se prometió a sí mismo que jamás volvería a pasar tiempo con esa pareja mientras estuviese soltero.

—¡Vamos Ron, es Footlose! —chilló Potter tomando de las manos al sosodicho.

—No sé que es Footlose —confesó entre risas. La pelinegra lo miró mal.

—Tú solo sígueme —le dijo y siguió "bailando" mientras el de ojos azules trataba de imitar sus energéticos movimientos.

Harry pasó sus manos por su cara, desacomodando sus gafas al punto de que éstas por poco cayeron al suelo.
Aún teniendo los ojos cerrados, el chico podía jurar que la "dulce parejita" ahora se estaba besando.
Potter abrió un ojo para inspeccionar, confirmando sus sospechas y soltando un suspiro en respuesta.
Este sonido hizo que Rœle deshaga el beso y gire la cabeza para ver a su hermano.

—¿Qué pasa? —inquirió la de oscuro cabello largo.

—Mi amigo y mi hermana me van a hacer tío antes de tiempo, eso pasa —respondió sarcásticamente haciendo un ademán.

Rœle lo miró enternecida —Ron, por fin aprendió a usar el sarcasmo... creo. ¡Ron, nuestro bebé aprendió algo! —chilló de nuevo abrazándose al pelirrojo.

Harry apretó la mandíbula, soltó el aire que tenía retenido y se dejó caer en el sofá, deslizándose por el mismo, casi cayendo. El azabache quedó tendiendo en su asiento en una posición incómoda.

—Sigan practicando, yo no iré a ese tonto baile —murmuró el Gryffindor.

Rœle frunció el ceño—Eres uno de los cinco campeones, genio. Si no vas, McGonagall hará que Krum derribe la puerta de tu habitación y te lleve al baile.

—... ¿Viktor sería mi pareja, entonces?

La hermana rodó los ojos—Eres imposible —resopló dándose la vuelta.
Mientas la pelinegra se dirigía hacia una mesa de noche, encima de la cual se encontraba una vieja radio que Pomona Sprout le prestó.

Ron arrastró con cuidado uno de los sillones y se sentó frente a su amigo.
Harry dejó de quejarse y suspiró.

—¿Tú también vas a burlarte? —Harry levantó una ceja.

Ron se encogió de hombros.

—Me gustaría, pero Rœle tiene una estricta regla que dicta que solo ella puede molestarte así que...

—Gracias, Ron. En serio estás siendo de mucha ayuda —no hizo falta disimular su sarcasmo.

—Cuidado con el tono que usas, huérfano —Rœle lo señaló sin mirarlo, cambiando el cassette de la vieja radio.

—A este paso nunca voy a conseguir pareja —resopló el azabache, deslizándose por su asiento hasta casi llegar al borde.

Cuando Rœle terminó de colocar el nuevo cassette, se dio la vuelta y no pudo evitar soltar una risa al ver a su hermano. La manera en que están sentado era demasiado rara.

—Si no levantas tu pálido trasero de ese sillón, ¿cómo esperas conseguir una? —inquirió Rœle, aproximándose al sillón donde su novio estaba acomodado.

—No pensé que esto fuese a ser tan difícil —murmuró Harry, mirando al techo.

—Bienvenido al mundo real, genio —musitó su melliza, de pie junto a Ron con un brazo apoyado sobre el hombro del pelirrojo.

—¿Podrías ayudarme? —pidió el de gafas. Rœle hizo una mueca pensativa.

—¿Sabes? Estoy cosiendo mi propio vestido, y me faltan materiales así que... a no ser que tengas cincuenta galeones no voy a hacer nada —Rœle puso la condición con una sonrisa.

La mandíbula de Harry casi tocó el suelo—¿¡CINCUENTA RŒLE!?

Ron estaba boquiabierto, con la cabeza levantada en dirección a su novia. La chica seguía sonriendo como si nada.

—¿Acaso lo estás cosiendo con hilos de oro o algo parecido? —habló el de ojos esmeralda, moviendo las manos frenéticamente al hablar.

—Algo parecido, si —dijo la ojigris, restándole importancia. Abandonó su cómodo junto a su novio y caminó hacia su hermano, deteniéndose frente a él de brazos cruzados—. Entonces, ¿aceptas o prefieres quedarte sin pareja y morir solo?

Harry la miró mal—¿Qué tiene que ver el baile con morir solo?

—Créeme Harry, si logro el milagro de que una chica ponga sus ojos sobre ti, deberás hacer un gran esfuerzo para que no huya cuando te conozca del todo —le advirtió ella, en un tono levemente socorrón.

Harry bufó con molestia—Bien.

—Perfecto —Rœle se sintió empresaria—. Ah, una cosa más. Si logro conseguirte pareja pero después ella te cancela, no será mi culpa.

—...

—Eso quiere decir que no hay reembolsos, tonto —aclaró la de oscuro cabello.

Harry asintió repetidas veces.

—Trato hecho.

—Acabas de pactar con el Diablo, Harry —musitó Weasley.










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Cansada, con kilos y kilos de tarea, bolsas debajo de los ojos y los ánimos por el suelo, Rœle llegó a su sala común con ganas de golpear a cualquiera que se dignase a dirigirle la palabra.
Como era costumbre, Pansy se hallaba sentada en uno de los sillones de cuero, de brazos cruzados y con una pierna sobre la otra, mirándola de manera reprochante.

—Rœle Junipher Potter, ¿dónde estabas y por qué llegas tan tarde?

Fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Parkinson. Rœle suspiró con cansancio y se sentó en el sillón más cercano.
Hizo un esfuerzo y enfocó su grisácea mirada en su amiga, la cual al verla con detenimiento dejó de lado su actitud de policía mala y se puso de pie rápidamente, pasando sobre la mesa de cristal negro que las separaba.

—Por Merlín Lee, ¿con quién te peleaste ahora? —le preguntó observando las ojeras que adornaban la parte inferior de sus globos oculares. Para Parkinson parecían dos golpes bien dados.

—Con nadie, Pans. Son ojeras por el cansancio. Solo necesito ir a nuestra habitación y dormir hasta la semana que viene —dijo las últimas palabras entre bostezos.

—No, lo que tú necesitas es uno de esos medicamentos muggle que mantienen el metabolismo por los cielos.

—¿Hablas de drogas? —Rœle levantó una ceja.

—... ¿Si?

—Me voy a dormir, Pansy.

—Que descanses.

La de cabello oscuro sopló la vela sobre su mesa de noche, se recostó en la cama y escondió su cabeza entre las sabanas.
Todo esto fue observado por Rœle, la cual sintió ganas de reír por un momento.

Llevó sus manos a su cara para fregar sus ojos. De verdad necesitaba dormir después de todo lo que sucedió en ese día.
Llegó a su cama totalmente dispuesta a recostarse sobre la misma sin cambiarse el uniforme, sin taparse con las sábanas esmeralda, pero algo la detuvo.
Sobre la cama descansaba una caja forrada con distintos tipos de papel.

Rœle frunció el ceño.

¿Quién le enviaría correspondencia? Sirius no era una opción muy creíble y Remus tampoco.

—Ah, olvidé decírtelo, te llegó una caja.

Le informó su amiga sin quitarse las sabanas de encima.
Rœle hizo caso omiso, estaba más ocupada mirando la caja con confusión.
Se sentó sobre su cama, tomó el objeto cuadrado entre sus manos y lo dio vuelta varias veces buscando alguna estampilla o algo que indicara quien la envió.

Finalmente se rindió y optó por comenzar a romper el papel que la envolvía.
Siguió deshaciéndose del papel sin importancia, solo quería ver que había en el interior de esa casa e irse a dormir.
Cuando la parte superior del objeto estuvo despejada, Rœle la abrió sin esperar lo que hallaría dentro.

Un vestido verde perfectamente doblado con incrustaciones de plata y otros accesorios brillantes se encontraba en el fondo.
La mandíbula de la chica casi tocó el suelo.
¿Sirius, el que tenía pésimo sentido de la moda, le había enviado ese vestido tan hermoso? Negó mentalmente.
¿Remus? No. No y no. Por su licantropía apenas si quería salir de casa.

Se cansó de pensar, como era costumbre, sacó el vestido del fondo para verlo con mayor claridad y al momento de extenderlo, una carta se deslizó por la tela verdosa del vestido.
La pelinegra puso los ojos en blanco, sintiéndose un poco estúpida por no haber pensando que el nombre de quien lo envió estaba ahí.

Dejó el vestido sobre su la cama y se agachó para tomar el sobre.
Regresó a su posición original y abrió el sobre con la lima de uña sobre su mesa de noche.
Sacó la carta que contenía dentro, frunciendo el ceño cada vez más.
Definitivamente no era Sirius.

Dejó el sobre a un costado, tomando el pedazo de papel entre sus manos dispuesta a leerlo y averiguar que estaba pasando de una vez por todas.

MI DULCE RŒLE:

La última vez que hablé con Ronald, me dijo que estuviste varios días confeccionando un vestido.
No pudo evitar decirme sobre tu insomnio y tus dedos lastimados por las veces que te hincaste con las agujas.
Estoy muy segura de que pusiste mucho empeño en ese vestido, pero según tu hermano no tienes el suficiente material. Por eso, Arthur y yo decidimos ahorrarte tiempo, ayudarte. Espero que te guste el regalo, mi dulce Rœle.
Recuerda que eres una Weasley más.

—Molly Weasley

La pelinegra terminó de leer la carta con algo de dificultad, pues sus ojos se habían empañado.
Una sonrisa temblorosa apareció en su húmedo rostro. Apretó la carta con su pecho, soltando una risilla mientras se secaba la cara con su mano libre.
Aspiró fuertemente por la nariz y dejó la carta sobre su mecha de noche, junto al sobre y la lima de uñas.

Giró el torso y fijó su mirada en el vestido, sintiéndose incapaz de contener toda la felicidad que la estaba invadiendo.










━━━AUTHOR'S NOTE: marik ya tengo dos capítulos escritos en borradores (no son los que ya estaban ahre) y siento que para fin de mes estaría en la orden del fénix, pero uno nunca sabe ahre.

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