Capítulo #17
Dante
Las únicas veces que he estado tan aterrado, fueron cuando mataron a mis padres y no sabía que sería de mí y cuando Allecra casi pierde a los bebés por culpa de Vanna, después fue cuando vi como ese gusano de Kray se la llevaba bajo mis propias narices, pero esto, esto que estoy viviendo ahora no se compara con nada de lo antes mencionado, esto es otro nivel de terror.
—¡Dante por favor no lo mates, te lo ruego!, es mi hermano maldita sea, por favor, por favor te lo ruego—grita y ruega la amiga de Allecra, mi arma apunta a su cabeza y él muy cabrón me da una sonrisa de burla, como dándome a entender que cumplió su objetivo.
Mis hijos lloran más fuerte están muy asustados, Isabella está tratando de calmar a Niccolò que es él que más lucha con ella, mientras lo tiene en sus brazos, Gianna grita más fuerte y llora más que su hermano, eso me parte el corazón, no sé qué diablos hacer en este momento.
—¡Tienes suerte de que Allecra los quiera tanto!, pero si tú hermano logra vivir y se acerca a ella, te aseguro que te enviaré su cabeza de regalo y no me importa si Russo te folla ahora, nadie lástima y se mete con mi familia, para salir ileso entendiste Riina— tomo en brazos a mi mujer que se ha desmayado, Bella le grita a sus hombres que la ayuden, llegan y se llevan a un malherido Gabriel con ellos.
—¡Isabella toma a los niños y sígueme!, muévete rápido no hay tiempo que perder—ella totalmente pálida y llorosa lo hace, llegamos rápido a el auto y subo con cuidado a Allecra en la parte de atrás, Isabella sube con ella y los niños, me saco la camiseta y se la lanzó a Isabella para que detenga la hemorragia hasta que llegamos a la clínica más cercana, los niños parecen calmarse al estar cerca de su mamá, aunque está desmayada.
Llamo a Emilio y le hago saber que lo quiero ya en la Clínica esperándome, me concentro en conducir lo más rápido posible, si la pierdo a ella, no dejaré en pie a ninguno de la Familia Riina, incluida Bellarosa.
Y eso es un juramento que estoy dispuesto a cumplir a toda costa.
Allecra
Los pitidos de una máquina me lastiman los oídos, estoy muy desorientada, un fuerte olor a antiséptico me hace cosquillas en la nariz, quiero moverme pero un dolor fuerte me detiene, jadeo y gimo de dolor.
Alguien me agarra la mano pero no puedo abrir los ojos, siento que me duele todo, respiro suave para que ese dolor en mi costado no sea tan fuerte—¿Alle cómo estás?—ahora siento como alguien besa mi frente y por el olor de su perfume sé quién es, es Dante.
—¡Me duele mucho!, ¿Qué?, ¿Qué fue lo qué pasó?, ¿Por qué estoy aquí en el hospital?— Si yo sigo a este ritmo, lo más seguro es que no llegaré ni a los 30 años.
—¡Perdóname hermosa te he fallado!, tenía que haberme imaginado que él planeaba algo, lo acepto muy fácil que lo dejaras, cuando te vi ahí tirada y él queriendo darte la puñalada final, lo perdí y le disparé, no me arrepiento, no me arrepiento para nada y lo volvería a hacer, amore mio— agarra mi mano con fuerza y lo siento temblar, este Dante nuevo me deja sin palabras, es vulnerable y sensible.
—¿Lo mataste?—aguanto la respiración esperando su respuesta.
—Lo hubiera hecho, el muy cabrón está vivo, pero muy mal herido, su hermana imploro y le dejé claro lo que pasaría si él se acercaba a nosotros—no sé que sentir, ¿Será acaso que la culpable soy yo? ¿Lo lastimé tanto?
—No sé que decir, ¿Pero los niños cómo están?—él se pone de pie y abre la puerta, Isabella está afuera con los ojos bien rojos y cara de no haber dormido en días entra con Gianna cargada en un brazo y con Niccolò que está de pie pero lo tiene agarrado con su otra mano.
Dante lo levanta y lo acerca, quiero reír pero me duele mucho, jadeo con dolor, la cara de Dante se vuelve en una de preocupación.
—¿Alle qué sucede?, ¡Isabella pon a la niña en ese sofá y ver por el doctor rápido! —ella obedece y va corriendo en busca del doctor.
—¿Por qué los niños están aquí?, No debes de tenerlos acá no es bueno para ellos pueden pescar alguna enfermedad, llevalos a casa— él sienta a Niccolò en el sofá y saca dos celulares de sus bolsillos, se los da a cada uno de mis niños para que vean cualquier cosa que los distraiga y así estén tranquilos.
—¡Nadie me va a alejar de mis hijos nunca más!, no confío en nadie en este momento, así que no los perderé de mi vista—eso hace que lo ame un poco más, todo esto que está pasando es mí culpa que tonta e inmadura he sido.
—Esta bien Dante, solo céntrate en ellos y déjame aquí al cuidado de los médicos, los niños te necesitan más que yo, ellos son más importantes tu mismo lo has dicho una y otra vez, debes de cuidarlos—cierro mis ojos un momento, me siento débil, me cuesta hablar.
—¡Jamás voy a volver a dejarte fuera de mi vista Allecra!, Acostúmbrate a la idea una vez que salgas de aquí, porque lo voy a cumplir solo estrás pegada a mí costado todo el tiempo y no estoy jugando mujer—sonrió un poco y me dejó llevar por el cansancio una vez más.
No sé qué día es, tampoco puedo saber si es de día o de noche, pero lo que sí siento es que ya no estoy en el hospital, esto huele y se siente como mi antigua habitación en Londres.
Abro mis ojos lentamente y la habitación está oscura, compruebo mi cuerpo si está adolorido y lo más importante si me permite moverme con más libertad, me duele pero ya menos, me siento con un poco de dificultad apoyándome en las almohadas en mi espalda, logro apoyar mi cabeza un momento en las almohadas y respiro, preparándome para estirarme y encender la lámpara.
Pero alguien más se adelanta y la enciende por mí, es Dante que está sentado en un sillón que no me di cuenta que estaba muy cerca de la cama—Hola preciosa, ¿Cómo estás hoy amor?—aún se me hace imposible de creer que este sea el Dante con él que me case hace más de 3 años atrás, me aclaro un poco la garganta, la siento muy seca—Sí, mejor que la última vez que estuve despierta. ¿Cómo me trajiste hasta acá?—se remueve un poco antes de responder.
—¡Eso fue Fácil!, los amenace con matarlos a todos y me dejaron llevarte una vez que podías resistir el viaje—no puedo evitar sonreír, sigue siendo el mismo Dante de siempre.
—¿Los niños?, como están ellos ¿Cuánto tiempo estuve fuera?—él agarra mi mano y la besa con tanta ternura, que mi corazón parece despertar de un largo sueño.
Un largo sueño en el que ha estado todo este tiempo desde que lo abandoné, cometiendo el error más grande de mi vida.
—No me importa si soy patético en este momento, si me odias, o si quieres tiempo para superar todo lo que te hice sufrir, solo te pido que por favor no me dejes nunca más Allecra, no lo podré soportar si lo haces, era un hombre muerto en vida desde el día en que me dejaste llevándote a nuestros hijos contigo, por favor no lo hagas nunca más—cierra sus ojos porque parece que le cuesta seguir hablando, eso hace que mis lágrimas caigan sin control.
¿Signifique algo para él todo este tiempo? ¿Lo lastimé de verdad?
—Allecra quédate conmigo hasta el final de nuestros días, si aceptas volver a casarte conmigo, te lo juro por Dios que no te arrepentirás ni sufrirás junto a mí— jadeo de sorpresa, ¿Me está proponiendo matrimonio otra vez?
—¿De verdad te divorciaste de mí?—tengo que saberlo, si decido darle una oportunidad debemos poner las cartas sobre la mesa, no más mentiras, no más secretos.
—¡Sí, lo hice!, ese día tenía una sorpresa para ti por haber estado portandome tan distante contigo, iba a contarte todo lo que estaba pasando, pero fui un tonto pensé que manejando todo en secreto, lo podría solucionar más rápido sin tener que preocuparte—maldice en voz baja y se pasa las manos por su cabello frustrado, recordando lo que pasó ese día.
—¿Cuál era esa sorpresa?—debo estar segura de esto y no tener duda alguna.
¿Lo amo? sí, con locura.
¿Quiero tener un hogar y paz? sí, es lo que siempre quise toda mi vida.
¿Estoy aterrada de volver a sufrir? Sí, lo estoy pero no puedo vivir con miedo, no más.
—Nos íbamos a ir de luna de miel a París, con los niños y dejando a Isabella acá, tenía a las niñeras listas, quería cenar contigo y decirte eso, irnos lejos para poder tener nuestro tiempo a solas, iba a volver a proponerme para casarnos por la iglesia, pero todo se fue a la mierda por culpa de esa puttana de Vanna— su nombre me da escalofríos, no quiero ni pensar en ella.
—¡Es mí culpa!, todo es mi culpa, te escuché cuando hablaban en tu oficina y pensé que te habías unido a ella para matarme y quitarme a los niños—giro mi rostro lejos de él, por vergüenza me siento tan tonta, suavemente gira mi rostro en su dirección, pero me sorprende lo que hace porque junta sus labios con los míos, con tanta intensidad que no puedo evitar estar sorprendida pero luego reacciono y le devuelvo el beso.
Él se aleja y en su cara se refleja la preocupación—¿Te lastimé?—niego y estiró mi mano para tirar de su rostro cerca del mío, solo espero no arrepentirme de esto más adelante.
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