Thor se dió cuenta que ya había pasado un buen rato y Loki no llegaba con la tan ansiada disculpa que esperaba el rubio con mucha paciencia de la que él era capaz de tener.

Porque estar con Loki implicaba tener mucha paciencia de la que uno podía poseer, era algo que aprendió desde que eran unos pequeños asgardianos, en ese entonces Loki no sabía de su sangre por lo que era correcto la etiqueta que estaba usando.

Desde pequeños Laufeyson siempre presentó una personalidad única que resaltaba mucho, entre todos esas margaritas, se alzaba una hermosa rosa que crecía en soledad; una belleza trágica posee su amado azabache de la cual nunca había sido consciente de ello. Su vida se le podía comparar con el de una rosa con facilidad.

No importaba cuántas pisadas hayan perturbado su posición.

No importaba cuántas lluvias haya pasado.

No importaba cuántas personas la intentaron tocar.

Siempre quedaría en su racimo las afiladas espinas que servían de protección.

Y si Loki se encontraba solo, sin supervisión y con un llanto imparable pero teniendo el Teseracto en sus manos.

Era demasiado malo. Nunca sabes que haría con todo eso.