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En aquella parte del bosque estaba riendo como nunca lo había hecho en su larga vida, nunca pensó que sería tan feliz con esa æsir. Jamás imaginó ser tan alegre con Sigyn; toda la vida que llevaba siempre era para estar con Thor a su lado como su hermano y ser sólo un príncipe en la segunda línea del trono, un destino un poco cruel para él pero al conocerla se encontraba dudando de ese posible futuro.
Sólo pensaba en sostener su mano y nunca soltarla, incluso después de la muerte.
—¿En qué piensas Loki?—aquella voz angelical preguntó con una leve sonrisa.
–En nada, tranquila–respondió de forma inmediata. El único privilegio que tenía Thor en él y ahora Sigyn.
—Pareces confundido y...—calló un momento para escoger la palabra correcta—perdido—finalizó después de un rato de analizar.
Odinson suspiró al verse descubierto con una simple æsir.
–Antes pensaba que mi destino y futuro sería estar a lado de mi hermano quedando como un simple príncipe–la observó de reojo embelesado con su belleza–quedando en la segunda línea en el trono–exhaló con un leve sonrojo en el rostro.
—Se ve muy aburrido y demasiado cruel esa vida—mencionó con un ligero puchero mientras se acercaba un poco más al dios.
–Ya tenía todo planeado cuando esté en esas circunstancias pero...–se sienta mientras abraza sus piernas fuertemente–ya no estoy muy seguro de ello–susurró para él mismo.
Sigyn sólo se quedó callada admirando el bosque con un sonrisa para luego tomar la mano del azabache entre sus manos.
—Entonces es porque ese no es tu destino—dijo con simpleza la rubia para direccionar la mano del azabache a la altura del corazón de este.—Busca otro destino adecuado para ti o guíate por tu corazón—soltó la mano para dejar sus brazos encima de sus piernas.
Ahí todo tuvo sentido para Loki aquello dicho por su única confidente, nunca estaría con Thor para siempre. Ahora sólo tenía a Sigyn a su lado para apoyarlo y ser el pilar en su vida, abrió los ojos y ya no importaba nada más que ese preciso momento mágico con Sigyn siendo iluminada por los tenues rayos del sol que se filtraban entre las hojas del sauce en el que yacían sentados uno al lado del otro.
Ya no recordaba a su esposa Angrboða ni a sus tres hijos.
Por primera vez no pensaba en Thor.
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