07: TENDRÁ QUE CERRAR UN OJO
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▃ ✦CAPÍTULO O7✦ ▃
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❝ Everything is grey. His air, his smoke, his dreams ❞
Lucerys sabe que Aemond ha logrado lo imposible cuando Vhagar cierra sus fauces y no se come a su tío. Parpadea varias veces para ver si no está viendo cosas que no están ahí, y se frota los ojos cuando eso no es suficiente. Pero aún así ahí está Aemond trepando por el cuerpo de ese dragón gigante.
Abre la boca para decirle que esto podría salir mal, pero la fuerza con la que Vhagar bate sus alas lo derriba a la arena con un pequeño grito de sorpresa antes de que pueda decir nada. El nuevo jinete de dragón grita alegremente al aire mientras monta al monstruo gigante, y Luke sólo puede quedarse sentado, con los ojos muy abiertos y la boca desencajada.
Aegon los abandonó en favor de estar a solas con Helaena, así que él y Aemond vagaron por Driftmark como un par de tontos. Corrieron con las capas ondeando a sus espaldas, esquivaron a Rhaena y Baela con las mejillas coloradas y finalmente se escabulleron hacia la playa en medio de la noche en busca de aventuras.
Luke quiso huir en cuanto vio a Vhagar, pero Aemond siempre ha estado loco, así que le obligó a seguirle y ver cómo reclamaba el dragón de Laena.
Durante meses, él y Aemond han estado enfrentados, con los ojos entrecerrados y los dientes afilados. Luke suplicó el perdón de su tío tras el incidente del Terror Rosa, pero Aemond nunca aceptó sus llorosas disculpas. Así que Luke dejó de disculparse.
Ahora siente algo parecido al orgullo mientras se levanta de la arena, todavía temblando de pies a cabeza.
Espera, espera y espera un poco más a que Aemond descienda de los cielos. También siente un poco de envidia porque Arrax todavía es demasiado pequeño y ahora él será el único que no pueda volar sobre un dragón. Luke sacude la cabeza y desea que ese pensamiento desaparezca. Sus mejillas se calientan de vergüenza por aquel pensamiento cuando Aemond finalmente se acerca a él.
Los ojos de su tío son diferentes.
Ojos con dientes. Terribles como el veneno. Los días por venir en esos ojos, los días pasados. Y bajo la ferocidad, algo antiguo y tierno como la lluvia.
( Todos los pecados se cometen para llenar vacíos. )
—Lo lograste. —Luke exhala, lleno de asombro.
—Lo hice, —se hace eco su tío mientras observa su entorno.
La gente los recordará a ambos; oirán hablar de la gloria de Aemond, de la tragedia de Luke, clamarán como un himno: Aemond y Lucerys, semidioses. Pero por ahora corren, gritan y caen en el castillo como un par de dragones recién nacidos.
Las alas de Aemond están pintadas con fuego y sangre, pero Luke sabe que su tío no siente el calor.
Así renace Aemond, resurgiendo de las cenizas en los rosados dedos del amanecer.
—¿Ves, Helaena? Aemond está bien— afirma una voz ligeramente aguda que Luke reconoce.
Es Aegon.
Aegon y Helaena de pie.
Entonces Aemond corre hacia la hermana de Luke y la abraza con todas sus fuerzas, suavizándose en sus brazos y dejando atrás a Luke, que sólo mira a Aegon con curiosidad. Últimamente es cada vez más evidente que Aemond se pone extraño en presencia de Helaena. Se pregunta si a Aegon no le importa. Entonces recuerda que Aegon es una criatura exigente. Es egoísta y extremadamente posesivo.
( Se enrosca alrededor de Helaena como una serpiente, hundiendo sus dientes en su suave piel. )
Se ríen e incluso Aegon sonríe torpemente a su hermano, felicitándolo.
Todas las sonrisas se apagan cuando dos cuerpos emergen de las sombras.
—Es él—, sisea Rhaena con los puños cerrados. Baela se enfurece al verlos.
—Soy yo —responde Aemond.
—Vhagar es el dragón de mi madre.
—Tu madre está muerta—les recuerda el tío de Luke. —Y Vhagar tiene un nuevo jinete ahora.
—¡Ella era mía para reclamarla! —Rhaena frunce el ceño, tratando de calmarse.
—Los dragones no son propiedad—murmura Aegon, con una mueca de desprecio en sus labios carnosos.
Luke palidece al ver que una fría sonrisa curva los labios de Aemond.
Eso es un error.
Porque entonces, Rhaena golpea a Aemond con el puño cerrado y lanza un grito de guerra. Todos se lamentan, gritan y luchan con uñas y dientes.
Es fácil luchar contra las hijas de Daemon, pero sólo porque son dos y Luke tiene tres compañeros.
( Dragón contra dragón con dientes y garras y llamas.
Hilos verdes y negros sangrando en azul. )
Pero Helaena llora cuando una de las otras chicas le rasga la piel de la mejilla con las uñas y le brota sangre. Es Aemond quien la venga cuando agarra a Baela por el cuello.
—¡Sois unos bastardos y mestizos Hightower! —escupe Baela con la cara roja por la falta de oxígeno.
Lágrimas de rabia inundan los ojos violetas de Aemond mientras grita: —¡Eso es mentira!
( No lo es. )
La suelta e inspira bruscamente.
Ha llamado bastardo a Luke porque lo es. Sabe que Helaena también lo es. Pero no le gusta, no, odia que otra persona se haya atrevido a decir lo mismo que él. Nadie debería atreverse nunca a hacer daño a Helaena o a Lucerys, piensa con la sangre hirviéndole. No porque sea un niño amable, sino porque son sus bastardos. Suyos para burlarse, para proteger. Suyos para amarlos u odiarlos como le plazca.
—¡Mestizos!
Aegon saca un cuchillo de su cinturón y les grita palabras crueles sólo para que Rhaena le arroje un puñado de tierra a los ojos. El hermano de Aemond retrocede aullando de dolor y el cuchillo cae al suelo, brillando en la oscuridad. Helaena tira de Lucerys hacia ella y jadea cuando Aemond coge una piedra del suelo y avanza hacia las muchachas.
Grita cuando se vuelve a levantar el cuchillo.
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—¿Cómo han podido permitir que ocurriera algo así? —El silencio llena la sala. —¡Tendré respuestas!
Luke esconde la cara en el vestido de su hermana y llora en silencio.
—Hicieron juramentos—grita su abuelo, —¡para proteger y defender mi sangre!
Aemond sisea de dolor mientras el Maestre le cierra la herida.
—Se curará, ¿verdad, Maestre? —La esperanza de Alicent es falsa, cualquiera podría verlo.
—La carne sanará—declara el Maestre para que todos lo oigan. —Pero el ojo está perdido, su gracia.
Ella jadea y sus ojos se enfocan en su otro hijo.
Aegon se estremece al sentir su tacto en la piel, pero para su inmensa sorpresa, ella no lo golpea como esperaba. Su madre le sostiene la cara con manos tiernas.
Se preocupa por él porque Aegon ha cumplido con su deber de hermano. Ella le seca las lágrimas y le limpia la suciedad de la cara. Alicent ahoga un grito cuando realmente los ve a todos.
Aemond sostiene una de las manos de Helaena mientras la princesa y su hermano permanecen de pie alrededor de su silla, tratando de calmarlo. Es una hazaña bastante difícil teniendo en cuenta el hecho de que los rostros de ambos están salpicados de sangre. La propia sangre de Aemond.
Rhaenys está acurrucada alrededor de sus nietos con Corlys y aunque la ayuda de Rhaenyra habría sido apreciada en este momento, Alicent no está completamente indefensa. Ella curva sus labios en una mueca, no muy diferente a la de Aegon, y abraza a los niños a su lado. Puede que no sea un dragón, pero arde igualmente con un deseo de venganza en fuego verde.
Cuando Rhaenyra entra con Daemon unos pasos detrás, Alicent casi no se da cuenta. Está más bien preocupada por los cuatro niños que se aferran a su vestido esmeralda mientras discuten con las hijas de Daemon desde el otro lado de la habitación. ¡Me ha robado el dragón! ¡Le sacó el ojo a Aemond! ¡Ladrones! ¡Monstruos!
Baela y Rhaena claman por Daemon y señalan a los hijos de Alicent. El pavor y la furia llenan la cara del Príncipe canalla y Rhaenyra corre hacia sus propios hijos. Ellos también gritan por ella y lloran respectivamente. Alicent la deja pasar e inspecciona a Luke y Helaena que se agarran la cara con manos temblorosas.
—Muéstrame. Muéstrame. —Rhaenyra les aparta las manos y aprieta los dientes cuando ve toda la sangre roja.
—¡Rhaena! ¡Baela! ¿Qué les ha pasado? ¿Quién les ha hecho daño?
—¿Quién les ha hecho daño? —A Alicent se le pone la cara rosada mientras grita. Hay un gruñido apenas disimulado en sus labios. —¡Tu hija mutiló a mi hijo!
Daemon frunce el ceño.
—Mamá, nos llamaron bastardos. —Luke solloza a su madre.
—Y mestizos Hightower —añade Aegon.
El silencio se apodera de ellos cuando el Rey lo exige.
—Aemond, tendré la verdad de esto. Ahora.
Alicent sisea. —Tu hijo ha sido mutilado. Su hija es la responsable.
—Fue un... lamentable accidente—se burla Daemon. —Y el príncipe Aegon trajo un cuchillo a la emboscada —una sonrisa asesina se extiende en su rostro. Ya no está jugando. —Quería matar a mis hijas.
—¡Mis hijos fueron los atacados!
—Estoy segura de que todo fue un malentendido—intenta calmar Rhaenyra, sus palabras se vuelven amargas al final. —Pero se profirieron viles insultos contra mis hijos —añade, clavando los ojos en su tío.
—¿Qué insultos?
—La legitimidad del nacimiento de mis hijos fue puesta en duda en voz alta.
—Nos llamaron bastardos y mestizos —murmura Helaena con voz cruda.
Daemon empieza a discutir y Alicent ve que Viserys se ablanda, como siempre. Nunca le hace nada a Daemon y todos lo saben. Lo más que hace es desterrarlo para luego invitarlo a la capital al cabo de unos meses. Así que no se sorprende mucho cuando Viserys les exige que se disculpen y muestren buena voluntad el uno con el otro.
—Aemond ha sido dañado permanentemente, mi rey. La buena voluntad no puede curarlo.
La sonrisa de Daemon se desvanece entonces. Sabe en el fondo de su alma, con la misma certeza con que conoce la verdad de los hijos de Rhaenyra, qué precio se exigirá.
—Hay una deuda que pagar—continúa Alicent. Un silencio ensordecedor cae sobre la sala. —Tendré uno de los ojos de su hija a cambio.
Los murmullos se extienden entre los espectadores. Daemon se burla con total incredulidad, pero su sonrisa cae rápidamente. Sus brazos tiran de sus hijas más cerca de él cuando se da cuenta de que no ha oído mal.
Rhaenyra palidece y mira con recelo a su alguna vez querida amiga. —Mi Reina...
—Es tu hermano, Rhaenyra. Tu sangre.
—No permitas que tu temperamento guíe tu juicio.
Alicent se sonroja. —Si la princesa no busca justicia, la reina lo hará.
La pelirroja intenta empujar a Criston a la acción, pero incluso su caballero jurado se niega a cumplir.
Dicen que el asunto está zanjado.
( No lo está. No lo estará por mucho tiempo. )
Alicent se acerca a Daemon y sus niñas, con la daga en alto y en posición de matar. Rhaenyra se olvida de respirar.
Hay sangre en el suelo y demasiada verdad en la prole de Daemon.
( Rhaenyra y Alicent afrontan los problemas de maneras diferentes.
Alicent enseña los dientes y apuñala el problema.
Rhaenyra pone ojos de cierva y desposa al problema. )
La verdad debe ser sofocada a cómo dé lugar, da igual si es con dagas o con besos.
¡Hola, desconocidos!
Me divertí mucho, ya que este capítulo es la base para toda la historia. ¿Tienen alguna teoría u opinión?
¡Si te gustó, no olvides votar y/o comentar!
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