8-HUIDA Y AMENAZAS CARIÑOSAS
Aquí os dejo el capítulo. Milagrosamente en el último momento esto dio un subidón de comentarios que no había visto. Juro que cuando miré hace un rato, seguía en los 23 que tenía (Me llevé la sorpresa al actualizar la página jajaa). Aun así, pensaba subirlo igualmente jajaja. Iba a hacerlo ayer, pero al final no pude.
Pero antes... Una pregunta. En esta historia ya seguiré poniendo fotos en los capítulos, pero para futuras historias, ¿preferís los capítulos con imágenes o sin ellas y leer todo del tirón?
Bueno, espero que os guste y lo disfruteis. Y como siempre, espero estrellitas, comentarios, teorías...
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
"Porque si abro la boca, te mando a la mierda. Joder, esto es muy molesto."
KARA
22 de Abril de 2025
-Kara: ¡LENA! – Grité, despertándome y mirando el reloj que Lena tenía sobre la mesilla. Eran las tres de la mañana. Estaba completamente sudada y me senté en la cama, apoyada contra el cabecero.
-Eliza: Hija... – dijo asomándose
-Kara: Estoy bien mamá, una pesadilla... Vuelve a la cama. – susurré, para no despertar a Lena.
-Eliza: ¿Segura?
-Kara: Sí.
-Eliza: Está bien... - dijo marchándose.
-Lena: ¿Kara? – preguntó, mirándome sin moverse. Estaba recostada sobre su lado izquierdo, ya que le recomendaron tumbarse sobre el lado en el que estaban las costillas rotas para que sintiera menos dolor.
-Kara: Lo siento... Tuve una pesadilla.
-Lena: Eh... - dijo incorporándose con dificultad.
-Kara: Cuidado...
-Lena: Tranquila... - dijo sonriéndome y sentándose también en la cama. Noté que quería girarse y puse mi mano sobre la suya.
-Kara: No. Te harás daño... - dije, haciendo que girase su rostro para poder besarla – Siento haberte despertado.
-Lena: No importa... ¿Qué soñabas? - Preguntó, apoyando su cabeza contra mi cuello y acariciando mi mano. Me quedé callada, hasta que ella me miró de nuevo – Kara... Cuéntamelo.
-Kara: Jack... Él te... Te golpeaba una y otra vez, una y otra vez... Había mucha sangre y no te movías y... No conseguía despertarte... - dije, empezando a llorar.
-Lena: Cariño... Eh... Estoy bien.
-Kara: No sé qué habría hecho si tú... Lena, si te pierdo...
-Lena: No vas a perderme.
-Kara: Eso no... -dije, callándome.
-Lena: ¿Qué?
-Kara: Creo que ellos también se han despertado – dije, acariciando mi vientre. Me moví, colocándome con cuidado sobre las piernas de Lena para que ella no tuviera que girarse y puse sus manos sobre mi vientre – Aquí...
-Lena: Oh, ¡sí! – dijo sonriendo- Eh, hola... Tranquilos, mamá sólo tuvo un mal sueño, no pasa nada.
Miré a Lena, sonriéndola. Acaricié su mejilla y me moví con cuidado para besarla.
-Kara: Menos mal que tu madre hoy se quedaba en la clínica de guardia. La habría asustado con mi grito.
-Lena: Vuestra mamá es una gritona... - dijo acariciando de nuevo mi vientre y mirándome.
-Kara: Creo que Lucy tiene razón. Cuando escuchan tu voz, se calman. Debe gustarles.
-Lena: Eso parece.
-Kara: Deberíamos seguir durmiendo.
-Lena: Sí. – dijo mientras volvía a tumbarse con cuidado. Me quedé observándola mientras se acomodaba. Ver a Lena intentando disimular que no le dolía cuando se movía, hacía que quisiera salir a buscar a Jack y patearle en cierta parte hasta que se desmayase del dolor.
Cuando Lena estuvo tumbada de nuevo sobre su lado izquierdo, yo también me tumbé, de frente a ella, mirándola. Aparté un mechón de pelo de su rostro y cogí su mano, acariciándola hasta que ambas nos quedamos dormidas.
Por la mañana nos despertamos con el olor a tortitas recién hechas. Al llegar a la cocina, mi madre ya estaba poniendo unos platos en la mesa para Lena y para mí.
-Lena: Gracias Eliza... - dijo sonriéndola. - ¿Aún no ha llegado mi madre?
-Eliza: Mandó un mensaje diciendo que iba a retrasarse un poco.
Empezamos a comer las tortitas con ganas, sobre todo yo.
-Kara: Mamá, estas tortitas están de muerte.... – dije, cuando me acabé la sexta.
-Eliza: No deberías comer tantas, Kara, te sentarán mal. O al menos, come más despacio, nadie te las va a quitar.
-Kara: Es culpa de tus nietos, que hacen que me muera de hambre. Ahora tengo que comer por tres, así que no me culpes... - dije, empezando a comerme la séptima.
-Lena: No. Tienes que comer para tres, no por tres. Kara, tu madre tiene razón, van a sentarte mal – dijo apartando el plato de mi lado.
-Kara: ¡Eh! – protesté, mirando a Lena y luego a mi madre - ¿Qué decías de que nadie me las iba a quitar?
-Lena: Aléjalas de ella, Eliza, por favor. Lo haría yo, pero ahora mismo, mis movimientos a la sorprendente velocidad de un caracol, no me lo permiten. Kara se las comería todas antes de que me hubiese podido levantar de la mesa.
-Eliza: Claro... - dijo levantándose y cogiendo el plato.
-Kara: Una más. – dije, mirando a Lena- Anda amor, sólo una. Me he comido siete, deja que al menos sea un número par. Lo justo son ocho. Cuatro por cada bebé.
-Lena: Sólo una más – dijo. Mi madre me puso la otra tortita en el plato y se alejó, sonriendo.
-Eliza: Tu futura suegra agradecerá que le hayas dejado alguna.
-Kara: Sí, bueno...
En ese momento, escuchamos la puerta abrirse y segundos después, Lillian, Alex y Lex aparecieron en la cocina.
-Kara: ¿Alex?
-Alex: Hola – dijo saludando.- Perdón, necesito ir al baño.
-Lena: ¡Lex! ¿Qué haces aquí?
-Lex: Quería ver cómo seguías – dijo acercándose para besar a Lena en la mejilla.
-Lena: Bueno, no me quejo, tengo una enfermera muy sexy cuidándome. – dijo cogiendo mi mano.
-Lex: Y parece que sus cuidados te sientan bien. Si alguna vez me pongo malo, tendrás que prestármela.
-Lena: No. Esta enfermera sexy es sólo mía, búscate la tuya.
-Kara: Lo siento Lex, pero mi contrato de enfermera sexy es exclusivo para Lena. No puedo aceptar otros pacientes.
-Lex: Qué pena... - dijo sentándose junto a Lena.
-Eliza: ¿Tenéis hambre? – preguntó, mientras miraba a Lillian – Lena y yo hemos conseguido rescatar algunas tortitas del terrible monstruo devorador de tortitas.
-Lillian: La verdad es que me apetecen mucho.
-Eliza: Te prepararé un café. ¿Tú también quieres, Lex?
-Lex: Sí. Café y tortitas. – dijo, mirando a Lillian y luego a Lena y a mí.
-Lena: Conozco esa mirada, Lex, ¿qué pasa?
-Lex: Ayer por la tarde, casi a última hora, uno de los amigos de Jack fue a hablar con la policía.
-Lena: ¿Qué...?
Lex me miró y suspiró, mirando a Lena de nuevo.
-Lex: Al parecer, no tenía la conciencia muy tranquila después de lo que Jack le hizo a Lena y decidió contar la verdad. Kara, tu padre les pagó para que atacasen a Lena. Y les pagó bastante bien.
-Kara: ¿Mi padre...? – dije - ¿Por qué no me sorprende?
-Lex: El chico dijo que Jeremiah sólo les ordenó darle un susto a Lena, golpearla un poco y amenazarla con que si no te dejaba, la próxima vez sería peor. Pero al parecer, Jack tenía ganas de desquitarse con Lena por darle falsas esperanzas. Al parecer, tu padre le dijo a Jack lo mismo que al periodista que le hizo la entrevista. Que sólo se había burlado de él dándole esperanzas, cuando en realidad Lena estaba tan obsesionada contigo que acabó dejándote embarazada sólo para asegurarse de que te quedarías con ella. Porque, cuando los bebés nacieran, Lena los usaría para obligarte a seguir con ella. Eso no pareció importarle a Jack, pero sí el hecho de que Lena se hubiera burlado de él, haciéndole quedar en ridículo delante de todo el mundo. Así que a Jack se le fue la mano. Cuando fueron a buscar a tu padre para detenerle, ya se había ido.
En ese momento, Alex volvió a la cocina y mi madre le dio un café, y un par de tortitas de las que habían sobrado antes en un plato dejando el de Lex y Lillian frente a ellos, igual que el resto de tortitas.
-Kara: ¿Cómo que se había ido?
-Lillian: Cogió su avión privado y se fue. Nadie sabe dónde. La policía enseguida consiguió una orden para detenerle y registrar la casa. Lex y Alex fueron con ellos.
-Lex: No había apenas nada de su ropa en el armario. Su despacho estaba desordenado. Seguramente, cogió algunos papeles y documentos importantes lo más rápido que pudo, sin preocuparse en dejarlo todo como estaba, y se fue. – Miró a mi madre – Eliza, me temo que no tiene intención de darte el divorcio. La policía encontró los papeles hechos pedazos en su papelera.
-Eliza: Ojalá se estrelle con ese maldito avión. – dijo sentándose a mi lado.
-Lex: Lo siento. La policía ya ha emitido una orden internacional de busca y captura contra Jeremiah. Pero si está en algún país sin extradición a Estados Unidos...
-Lena: No podrán hacerle nada.
-Eliza: Jeremiah tiene amigos por todo el mundo. A saber dónde ha ido.
-Kara: Tendrá que volver en algún momento, ¿no? ¿Qué pasa con sus negocios?
-Eliza: Tu padre tiene a gente capaz de dirigirlos en su ausencia, Kara. Además, él podrá encargarse de ellos desde donde esté, seguro que tiene los recursos para hacerlo. Si sabe que aquí le están buscando, es posible que tarde en volver.
-Lex: Le acusarían por haber pagado a Jack y sus amigos para que atacasen a Lena. Incluso pueden acusarle de intento de asesinato. Sabe que si vuelve, en cuanto ponga un pie en el aeropuerto, le detendrán. Y no le conviene. Es posible que tarde mucho en volver, o que no lo haga nunca.
-Kara: Entonces... - Miré a mi madre - ¿Ella no podrá conseguir el divorcio? ¿Tendrá que seguir casada con mi padre? Eso no es justo.
-Alex: Bueno- dijo, tras dar un sorbo a su café.- Mamá podría pedir el divorcio sin firma del cónyuge, que es una modalidad de divorcio que se puede solicitar cuando una de las partes no está de acuerdo con la separación o se niega a cooperar con el proceso. También se le conoce como divorcio unilateral, incausado o exprés. Para solicitarlo, basta con que uno de los esposos, en este caso, mamá, manifieste su voluntad de no continuar con el matrimonio sin presentar algún motivo en específico. Esto se basa en el principio de libre desarrollo de la personalidad que es un derecho.
-Kara: Entonces... ¿Mamá sólo tiene que decir que quiere separarse de él y ya?
-Alex: Sí, exacto. Mamá siempre puede alegar diferencias irreconciliables. Con eso sería más que suficiente.
-Eliza: Entonces eso haré.
-Alex: Bien.
-Lena: ¿Y tú mamá...? ¿Qué pintas en todo esto? Puedo entender que Alex estuviera presente en el registro tratándose de su padre, pero Lex y tú...
-Lex: A mí me llamaron cuando el chico fue a confesarlo todo. Y yo llamé a Alex. Llamé a mamá para contarle todo y me dijo que estaba en la clínica, así que la recogimos de camino aquí y se lo contamos por el camino.
-Lena: Oh, bien.
-Alex: Parece que por ahora, no tendrás que preocuparte por papá. – dijo sonriéndome.
-Kara: ¿Tú crees? ¿Y si manda a alguien más a hacer daño a Lena?
-Alex: Si es inteligente, no hará nada. Al menos, no durante algún tiempo. Sabrá que hay una orden de detención internacional y que si intenta algo, podrían descubrirle. Aunque conociéndole, se habrá ido a algún sitio como Taiwan, Arabia saudí, Rusia, China, Qatar, Madagascar, Cuba... Ahora mismo hay como unos ochenta y cinco o noventa países que no tienen acuerdo de extradición con Estados Unidos, así que puede estar en cualquiera de ellos.
-Lena: ¿Y qué pasa con Jack y sus amigos?
-Alex: Después de la confesión del amigo de Jack, volverán a detenerles y posiblemente esta vez Jack no pueda salir con una fianza, por lo que pasará algún tiempo en la cárcel.
-Kara: ¿Y ahora qué?
-Alex: Ahora... Mamá pedirá el divorcio unilateral. Le corresponde el cincuenta por ciento de la casa, del dinero y de todo lo demás. Y tú, sólo te preocuparás de relajarte y descansar el tiempo que te queda hasta que mi sobrino y mi sobrina nazcan. Lena y tú merecéis un poco de paz después de estos meses.
-Lillian: Tu hermana tiene razón. Han sido unos meses de locura y aunque todo va bien, tanto estrés no es bueno ni para ti ni para los bebés. Así que aprovecha y tómate las cosas con calma en este tiempo que te queda.
-Lena: Yo me ocuparé de eso. Mañana volveremos a clase y...
-Kara: ¿Mañana? No, esta vez te toca a ti tomar clases Online. Andrea llevará la cámara para que puedas seguirlas.
-Lena: Pero...
-Kara: No. Lena. Tienes tres costillas rotas. El médico dijo que necesitarías al menos seis semanas para que se curen por completo. Y ya sabes cómo va la gente por los pasillos del instituto. Cualquiera podría darte un golpe y empeorar tu estado. No vas a ir.
-Lena: No puedo faltar todo un mes a clases. El último mes, además, ¿qué pasa con los exámenes?
-Kara: Sólo irás a los exámenes. Y Lex te acompañará.
-Lena: ¿Desde cuándo te has vuelto tan mandona?
-Kara: No soy mandona, sólo protectora. Y me he vuelto así desde que Jack casi te mata en ese callejón. Si no te gusta, lo siento, pero no pienso ceder en esto, Lena.
-Lena: La verdad... No me gusta tener que quedarme en casa, pero creo que me encanta que te pongas así. Ven aquí – dijo haciendo un gesto para que me acercara. Lo hice y me besó, llevando con disimulo mi mano hasta su entrepierna y acercándose a mi oído – Mira lo que haces conmigo...
-Kara: Lena... -Jadeé.
-Alex: Si vais a meteros mano, iros a vuestro cuarto. Aunque teniendo en cuenta vuestros estados, no creo que sea lo más conveniente ahora mismo, así que mejor una ducha fría. Y por separado.
LENA
31 de Mayo de 2025
Había pasado poco más de un mes desde que Jack me atacó. El curso había terminado y Kara y yo conseguimos graduarnos con buenas notas. Acudimos a la graduación para recoger nuestros diplomas, pero no nos quedamos para la fiesta de después. Kara se sentía cada vez más pesada con el embarazo y pasar mucho tiempo de pie le resultaba incómodo y yo estaba casi recuperada, pero a Kara le preocupaba que pudiera hacerme daño en el último momento, así que lo celebramos en privado con nuestra familia y amigos.
Había recibido el coche que le pedí a mi padre hacía dos semanas y habíamos encontrado una casa que a las dos nos gustaba bastante en el centro de la ciudad. El dueño anterior era un hombre bastante mayor que se había arruinado y debía mucho dinero, por lo que le urgía venderla y en el precio incluía los muebles, electrodomésticos y demás que, aunque algunos no eran muy de nuestro estilo, podríamos vender los que no nos interesaran e irlos cambiando poco a poco. Era una casa de dos plantas y la habíamos conseguido por debajo de su precio real, pues el dueño tenía otra propiedad más pequeña en Nueva York y sólo quería saldar sus deudas y pasar el poco tiempo que le quedase tranquilo en su casa.
En el primer piso de la casa se ubicaba la habitación principal con un enorme vestidor y cuarto de baño con una gran bañera, un salón privado que podía ser usado como un cuarto multimedia o despacho, y al fondo una amplia zona social con salón – comedor y cocina con isla. Al fondo a la izquierda se ubicaba la terraza, perfecta para comer en verano. También contaba con una zona de lavandería y otra de almacenaje. Además contaba con un enorme garaje con espacio para dos coches.
En el segundo piso había tres habitaciones que comparten un cuarto de baño que había sido dividido con puertas (zona de ducha y otro para el WC), y también una sala de estar y un balcón. Aunque Kara y yo decidimos que las habitaciones eran lo bastante grandes como para ponerles un baño privado a cada una y que sería una de las reformas que le haríamos cuando nos fuera posible para que nuestros hijos o invitados no tuvieran que compartir un mismo baño y que el baño actual sería usado también como zona de almacenaje. También habíamos decidido que la sala de estar sería convertida en un cuarto de juegos.
En la parte trasera de la casa había un enorme jardín con piscina climatizada y jacuzzi.
Al principio Kara era un poco reacia a comprarla por el precio y la distribución, ya que el cuarto principal estaba abajo y la habitación de los bebés arriba. Pero cuando le dije que en nuestro cuarto había espacio suficiente para poner las dos cunas hasta que los niños empezasen a dormir en sus propias camas, Kara pareció convencerse y aceptó. Aunque yo esperaba poder trasladarlos a su propio cuarto antes de que cumplieran los tres años.
Habíamos contratado una empresa de mudanzas y empezamos a traer cosas el fin de semana anterior, justo después de terminar las clases. Mi madre y la madre de Kara se pasaban cuando podían para ayudarnos a colocar las cosas. Igual que Alex. Los que sí estaban allí cada tarde, para evitar que Lena y yo moviéramos aunque sólo fuera una servilleta, eran Winn, Andrea y Sam. Ellos nos decían que nos quedásemos sentadas y les dijéramos dónde queríamos cada cosa.
Y aquí estábamos hoy de nuevo. Winn sacaba fotografías a algunos muebles que no íbamos a usar, para ponerlos en venta.
-Winn: ¿Este también?
-Kara: Sí, es horrible, la verdad. Creo que ese vamos a tener que regalarlo, dudo mucho que alguien lo quiera. Es demasiado...
-Winn: ¿Incómodo de mirar? La verdad es que yo no me lo quedaría ni regalado. Igual podéis usarlo como leña para la chimenea.
-Sam: Winn, es un mueble de diseño de cinco mil dólares. Si se te ocurre usarlo para hacer leña, te juro que tus brazos van detrás. Hablaré con un amigo de mis padres. Suelen gustarle este tipo de cosas feas. Si vierais su casa... Parece el museo de los horrores. A mí me daba pánico ir allí de pequeña. Creo que tiene la colección de muebles feos más grandes del país. Y créeme, este, al lado de esos, es una preciosidad.
-Andrea: Creo que no quiero ver esa casa... - dijo riéndose – En fin... Lena, vuestra ropa y todo lo de vuestro cuarto, ya está colocado.
-Winn: Entonces empezaré a montar las cunas.
-Sam: Andrea y yo empezaremos a pintar el cuarto de los bebés arriba y mañana empezaremos a colocar los muebles.
-Kara: ¿Y nosotras seguimos mirando?
-Sam: Ninguna de las dos podéis coger peso. Y mucho menos pasaros el día subiendo y bajando escaleras. Vosotras aprovechad que tenéis esclavos temporales y no os cortéis a la hora de dar órdenes.
-Lena: Tampoco queremos abusar.
-Winn: Eh, quedan seis semanas para que esos bebés salgan de ahí – dijo señalando el vientre de Kara- Para entonces, tú ya estarás más que recuperada y Kara ya podrá moverse sin parecer un pato. Pero créeme, Lena, os vais a hartar de dar vueltas por esta casa. Que si bañar a los bebés, que si cambiarlos, que si darles de comer.... No vais a tener ni un momento de paz. Así que mejor aprovechar a descansar ahora, que luego no podréis.
-Kara: ¿Y tú sabes eso porque...?
-Winn: Porque es lo que suele decir todo el mundo a las parejas que van a tener bebés. Que aprovechen a descansar antes de que nazcan, porque luego será imposible. Y en vuestro caso, imposible por partida doble.
-Kara: Estoy más que harta de no hacer nada- protestó. Últimamente Kara estaba bastante sensible. Le costaba encontrar una postura cómoda por las noches, lo que hacía que apenas durmiera y al día siguiente estuviese cansada e irritable. También tenía algunos calambres en las piernas y lo que mi madre y Lucy llamaban "contracciones de entrenamiento" o conocidas como contracciones de Braxton Hicks, que eran irregulares y no aumentaban de intensidad ni frecuencia. Además, desaparecían cuando Kara cambiaba de posición.
Winn estaba sacando un cuadro de una caja, cuando tropezó y el cuadro se cayó al suelo. Escuchamos el cristal romperse y Kara se levantó casi de un salto.
-Winn: Mierda...
-Kara: ¡Joder, Winn, ¿podrías tener un poco más de cuidado?! – gritó, acercándose hasta donde estaba Winn y mirando el cuadro - ¡Mira lo que has hecho!
-Winn: Lo... Lo siento... - dijo, mirándome confuso.
-Kara: ¡¿Qué lo sientes?! ¡¿Sabes el valor que tiene este cuadro para mí?! ¡Mi madre me lo regaló cuando cumplí ocho años, lo hizo ella misma! – dijo, casi arrancándoselo de las manos a Winn - ¡El marco se ha roto!
-Winn: Igual puedo arreglarlo...
-Kara: No, ya has hecho bastante.
-Lena: Kara, eh... - dije acercándome a ella – Oye, Winn no lo ha hecho a propósito, ha tropezado.
-Kara: ¡Está destrozado, Lena! – gritó. En ese momento, llamaron a la puerta y Andrea fue a abrir.
-Sam: Kara, vamos, seguro que tiene arreglo, no es para que te pongas así.
-Kara: ¡Cállate, Sam! – dijo, empezando a llorar – Llevo escondiéndolo todos estos años, porque mi padre quería tirarlo.- dijo mirándolo. Miré el cuadro. Era un dibujo de Eliza, Con Alex y Kara de pequeñas. Kara tenía una pecera en sus manos, con un pequeño pez naranja y sonreía. Rodeé a Kara con mi brazo, con cuidado.
En ese preciso instante, Andrea entraba en el salón con Eliza, Alex y mi madre.
-Eliza: ¿Qué pasa, a qué viene tanto grito? Kara, cielo, ¿por qué estás llorando? – preguntó acercándose.
-Kara: Winn ha roto tu dibujo.
-Winn: Sólo ha sido el cristal y el marco, Kara, el dibujo está bien.
-Eliza: ¿Qué dibujo? – preguntó. Kara se lo enseñó y Eliza suspiró – Oh, ese dibujo... Cariño... Winn tiene razón, sólo ha sido el cristal y el marco – dijo acercándose y secando las lágrimas de Kara.
-Kara: Pero tú hiciste el marco a mano... No puede cambiarse por uno igual...
-Eliza: Pues le haremos uno mejor... - dijo sonriendo a Kara – Vamos, cielo, sólo es madera y cristal.
-Lena: Las hormonas la tienen muy sensible últimamente... - dije- Y si a eso le sumamos que apenas puede dormir y que está cansada y con dolores...
-Lillian: Eso es normal. Kara, ¿Por qué no vas a tumbarte e intentas dormir un rato? Nosotras seguiremos con esto.
-Kara: Yo... - dijo mirando a Winn – Winn, lo siento... No debí gritarte así, es sólo que...
-Winn: Eh, tranquila... - dijo abrazándola – Debí ser más cuidadoso, lo siento.
-Eliza: ¿Quieres que te acompañe a la habitación?
-Lena: Yo iré con ella – dije, quitándole a Kara el dibujo de las manos y dejándolo sobre el sillón – Vamos, cariño...
Acompañé a Kara a nuestra habitación y ella se tumbó en la cama, empezando a llorar de nuevo. Me senté a su lado, acariciando su pelo.
-Kara: Me he portado como una loca...
-Lena: No, cariño, te has portado como una chica embarazada de ocho meses y de gemelos.
-Kara: Pero mira cómo he tratado a Winn...
-Lena: Él lo ha entendido, no está enfadado.
-Kara: Pero...
-Lena: Intenta dormir un poco, estás cansada. Después de una pequeña siesta te sentirás mejor, ya lo verás.
-Kara: ¿Puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?
-Lena: Claro que sí... - dije moviéndome para besarla con suavidad. Luego acaricié su vientre, sonriéndola – Ya falta menos... Pronto los tendremos aquí y nos pasaremos el día cambiando pañales y preparando biberones como locas.
-Kara: Va a ser una locura...
-Lena: Pero va a ser la locura más maravillosa del mundo.
-Kara: Aún no elegimos sus nombres...
-Lena: Eso es porque con el final de las clases, la mudanza y demás, no hemos tenido tiempo para pensarlos. Pero lo haremos en estas semanas, ¿Vale? Mañana cogeremos un cuaderno cada una. Y tú en tu portátil, y yo en el mío, empezaremos a buscar nombres y apuntar los que nos gustan. Y entre los que coincidamos, elegimos.
-Kara: ¿Y si no coincidimos en ninguno?
-Lena: muy mal se nos tendría que dar para que eso pasara. Buscaremos en las mismas páginas y los iremos apuntando. En alguno tendremos que coincidir.
-Kara: Sí... - dijo casi dormida.
-Lena: ¿Quieres que cierre las cortinas?
-Kara: No... El calor del sol me relaja...
-Lena: Está bien. ¿Y la puerta? Ahí fuera hay mucho ruido.
-Kara: No. Déjala abierta.
-Lena: Está bien... - dije. Seguí acariciando el pelo de Kara hasta que se quedó dormida y luego volví al salón con las demás y con Winn.
-Eliza: ¿Se ha dormido?
-Lena: Sí – dije suspirando- Le cuesta dormir por las noches, no encuentra una postura cómoda y cuando lo consigue, la despiertan los calambres. Lo está pasando fatal.
-Lillian: Eso es normal...
-Lena: Lo sé... Pero no me gusta verla así. A la pobre le duele la espalda. Intentamos salir a pasear y tenemos que volvernos enseguida porque se cansa. Estoy deseando que los bebés nazcan sólo para que ella deje de sentir todo ese peso extra y pueda dormir por las noches. Creo que...
-Lillian: ¿Qué?
-Lena: Nada, no importa...
-Lillian: Lena, habla.
-Lena: Kara y yo hablamos una vez de la posibilidad de tener más hijos en unos años. Pero tal y como lo está pasando, no creo que ella tenga muchas ganas. Y aunque a mí me encantaría, no quiero obligarla a pasar por otro embarazo si ella va a pasarlo tan mal.
-Andrea: Kara lo ha pasado mal con este embarazo por culpa de su padre – dijo, mirando a Eliza – Lo siento, pero...
-Eliza: No, tienes razón. Si Jeremiah hubiese sido un buen padre, habría ayudado y apoyado a Kara. No habría vuelto su vida un infierno aún peor de lo que ya era. Cuando pensó que Kara se había quedado embarazada porque se había acostado por un chico, pareció hasta alegrarse. Pero cuando supo que era de Lena... Si hubierais visto a Kara... Os juro que en ese momento pude escuchar como su corazón se terminaba de romper del todo. Un corazón que, a pesar de cómo la trataba, se empeñaba en querer a Jeremiah. Hasta que no aguantó más. Cuando Jeremiah la echó de casa...
-Alex: Es lo mejor que pudo hacer papá por ella – dijo – Gracias a eso, Kara pudo salir de esa casa y de ese ambiente de hostilidad e indiferencia. Papá nunca la ha querido, y no entiendo por qué. Kara siempre ha intentado que él se sintiera orgulloso de ella. Con sus notas, con sus gestos... Pero para papá, Kara es... como una rata que se ha colado en casa y se está comiendo su comida. Lo mejor que le pudo pasar a Kara fue quedarse embarazada de Lena.
-Eliza: La verdad es que, de no ser por vosotras... - dijo mirándonos a mi madre y a mí- Nos habéis salvado la vida, literalmente. Lillian, si tú no hubieses dejado que Kara se quedase contigo y que yo hiciera lo mismo... No sé qué habría sido de nosotras.
Eliza aún seguía en casa de mi madre. Unos días después de la huida de Jeremiah y la detención de Jack y sus amigos, Eliza había vuelto a empezar los trámites del divorcio y empezó a buscar una casa para ella. Pero mi madre le sugirió que se quedase con ella. Le resultaba agradable llegar a casa después del trabajo y tener a alguien con quien hablar. La verdad es que se habían hecho muy amigas y podían pasarse horas mirando tiendas de bebés online, pensando en qué les comprarían a sus nietos.
-Lena: Kara es todo para mí, Eliza – dije- Jamás habría permitido que se quedase en la calle. Si mi madre no hubiese permitido que se quedase, yo me habría ido con ella, no estaría sola. Amo a Kara más que a nada, y amaré a nuestros hijos de igual manera. Puede que Jeremiah haya roto su corazón en mil pedazos, pero juro que pasaré cada día intentando recomponerlo. No importa las tiritas que tenga que ponerle, algún día conseguiré juntar todas las piezas de nuevo y hacer que Kara sea más feliz de lo que lo ha sido nunca. Te juro que no habrá mujer más feliz que ella, Eliza. Porque no importa lo que tenga que hacer, o a quién tenga que enfrentarme. Pero haré que todos los días en el rostro de Kara haya una sonrisa tan grande, tan brillante y luminosa, que hasta el mismo sol sentirá envidia porque será incapaz de igualarla. Te prometo, Eliza, que las únicas lágrimas que Kara derramará de ahora en adelante serán sólo de felicidad. Y que no importa lo que pase, porque tú, y Alex... - dije mirándolas - siempre seréis parte de esta nueva familia que Kara y yo estamos construyendo. La familia Luthor-Danvers.
-Eliza: Lena... - dijo emocionada.
-Lillian: Lena tiene razón. Ahora somos una nueva familia, una familia que se quiere, se respeta y se cuidan los unos a los otros. Eso es lo que los Luthor hemos hecho siempre.
-Winn: ¿Y nosotros... podemos formar parte de esa familia? – preguntó, mientras se señalaba a sí mismo y luego a Andrea y a Sam.
-Lena: Claro que sí, Winn. Vosotros también. De no ser por vuestra ayuda cubriéndonos, Kara y yo no habríamos podido estar juntas. Hasta Lex nos ayudó – dije- Es una pena que haya tenido que viajar a Metrópolis esta semana y la próxima para esa convención. Le habría encantado escuchar este recital de cursiladas – dije riéndome.
-Sam: Lena, no te lo cargues ahora, estaba siendo perfecto...
-Lena: Eliza... Quiero pedirte un favor. ¿Tienes alguna foto de "Oreo"?
-Alex: ¿El osito de Kara?
-Lena: Sí. Tu madre y Kara me contaron lo que tu padre hizo con él.
-Eliza: Creo que debe haber alguna en los álbumes. Kara no se separaba de él, tendrá cientos de fotos con ese oso.
-Lena: Necesito una en la que se vea lo mejor posible.
-Alex: ¿Qué piensas hacer?
-Lena: Empezar a cumplir mi promesa de hacer sonreír a Kara cada día.
25 de Junio de 2025
Las semanas siguieron pasando. Ya habíamos terminado de colocar todo en la nueva casa. Incluso el cuarto de los bebés estaba ya pintado y amueblado. Aunque el primer año al menos dormirían con nosotras en nuestro cuarto. Pero en el suyo habíamos puesto su cambiador, el armario y todo lo que necesitarían.
Kara estaba ya de treinta y ocho semanas, a tan solo dos de dar a luz. Aunque mi madre y Lucy nos recomendaron estar pendientes de cualquier cosa, pues en los embarazos de más de un bebé era normal que se adelantasen.
La semana pasada habíamos tenido la última revisión con Lucy y todo iba bien, aunque Kara estaba bastante incómoda. Le costaba caminar debido a la presión que los bebés hacían en su pelvis. Los baños de agua tibia solían calmarla, así que solía meterme con ella en el Jacuzzi, ya que era más cómodo para ella entrar y salir de él que de la bañera. Una vez allí solía darle algunos masajes o simplemente nos quedábamos sentadas y abrazadas en silencio.
Hoy, mi hermano Lex había venido a desayunar con nosotras antes de ir a Metrópolis para tratar unos asuntos con mi padre.
Después de eso, Kara empezó a recoger las tazas y los platos, moviéndose con lentitud.
-Lena: Eh... ¿Seguro que estás bien? - pregunté, abrazándola por detrás - Kara, no has dejado de moverte en toda la noche, cariño.
-Kara: Sí, sólo han sido algunas molestias.
-Lena: ¿Segura? – Dije acariciando su vientre – Llamaré a mi madre.
-Kara: No será necesario, aún falta para...
-Lena: Ella y Lucy dijeron que podían adelantarse.
-Kara: Estoy bien, amor. – dijo girándose y besándome - ¿No ibas a ducharte?
-Lena: ¿Insinúas que apesto? – dije, riéndome.
-Kara: Para nada. Me encanta cómo hueles...
-Lena: Hum... Anoche hizo bastante calor, creo que huelo un poco a zorro muerto. ¿Quieres ducharte conmigo?
-Kara: Sí, creo que una ducha me sentará bien. – dijo acariciando su vientre.
-Lena: Llevas toda la mañana haciendo eso, ¿seguro que sólo son molestias?
-Kara: Sí. Bueno, son esas malditas contracciones que llevo sintiendo las últimas semanas. Pero un poquito más molestas.
-Lena: Deberíamos ir a la clínica.
-Kara: Amor, no es nada... - dijo acariciando mi rostro – Si estuviese de parto lo sabría. Te avisaré cuando sea el momento.
-Lena: Está bien – dije poco convencida. Entramos en la ducha y Kara se apoyó contra la pared mientras yo me enjabonaba y me lavaba. Luego la ayudé a ella. Estaba enjabonando su espalda, cuando Kara gritó, llevándose la mano al vientre y doblándose - ¿Kara?
-Kara: Esta ha sido muy fuerte... - dijo, mientras volvía a incorporarse y a apoyarse en la pared de la ducha.
-Lena: Kara... ¿Has roto aguas?
-Kara: No lo sé... Aunque llevo toda la mañana sintiendo como si se me escapara el pis.
-Lena: Joder... Vamos, tienes que vestirte... - dije ayudándola a salir - ¿Cuánto llevas con contracciones fuertes?
-Kara: No sé, desde las cinco o así.
-Lena: ¿Las cinco de la mañana? ¡Kara, son las doce y media! ¡¿Llevas así más de siete horas y no has dicho nada?!
-Kara: No me grites... - dijo.
-Lena: ¿Qué no te grite? ¡Kara, puedes estar de parto desde hace horas! – La llevé hasta la habitación y la ayudé a sentarse en la cama. Íbamos completamente mojadas, pues no nos habíamos secado. Luego fui al armario y busqué algo cómodo para Kara. Saqué un vestido, ya que seguramente le resultaría más cómodo que unos pantalones – ¿Puedes vestirte sola?
-Kara: Sí.
-Lena: Vete poniendo esto. Llamaré a mi madre, ¿cada cuánto son las contracciones?
-Kara: No lo sé, pero cada vez pasa menos tiempo entre una y otra.
-Lena: ¡¿Cuánto?!
-Kara: ¡No lo sé, Lena, cinco o seis minutos! – gritó, mientras empezaba a vestirse. Miré mi reloj.
Empecé a buscar mi teléfono por la habitación, pero no conseguía encontrarlo.
-Lena: ¡Joder, ¿dónde coño está?!
-Kara: ¿Qué buscas?
-Lena: ¡Pitufos! ¡¿Tú qué crees, Kara?! ¡Mi maldito teléfono!
-Kara: Lo dejaste sobre la mesa de la cocina.
Salí corriendo a buscar el teléfono y cuando volví, vi a Kara de nuevo con la mano en el vientre, apoyada en la cama.
-Lena: ¿Otra...? – dije acercándome a ella. Kara asintió, resoplando. Miré mi reloj – Vale, esperaremos a la siguiente para saber cuánto tiempo ha pasado exactamente. Siéntate – dije ayudándola – Voy a vestirme, no te muevas de ahí.
-Kara: ¿En serio? Porque estaba pensando irme a correr una Maratón justo ahora. Acabas de fastidiarme el plan.
-Lena: Deja de decir tonterías.
-Kara: ¡Deja de decirlas tú, joder, ¿dónde quieres que vaya, eh?!
-Lena: Vale, lo siento... - dije, tras ponerme un pantalón y agachándome frente a ella – Lo siento cielo... ¿Estás bien? ¿Lo tienes todo listo? ¿Y la bolsa del hospital?
-Kara: Sí... - dijo – Junto a la puerta. La dejé ahí antes de que te despertaras.
-Lena: Bien. Termino de vestirme y llamo a mi madre.
Terminé de ponerme una camiseta cuando Kara volvió a tener otra contracción. Miré mi reloj. Seis minutos y medio.
-Kara: ¿Cuánto...?
-Lena: Seis minutos y medio – dije sentándome a su lado y llamando a mi madre.
-Lillian: ¿Lena? Hija, ahora no puedo atenderte, tengo que...
-Lena: Mamá, Kara está de parto. – dije, poniendo el altavoz.
-Lillian: ¿Estás segura?
-Lena: Pues no, pero si no está de parto, debe estar teniendo unos gases terribles, porque esos gestos de dolor no son normales. Ha estado muy inquieta toda la noche, y cuando nos estábamos duchando, ha tenido una contracción muy fuerte.
-Lillian: ¿Cada cuánto?
-Lena: Seis minutos y medio – dije, mientras acariciaba el vientre de Kara.
-Lillian: ¿Y cuánto tiempo lleva con contracciones?
-Lena: Más de siete horas – dije, con un tono molesto.
-Lillian: Vale, escúchame. No vayáis a ningún sitio aún. Cuando las contracciones sean cada cinco minutos, llama un taxi y os venís directas a la clínica. Avisaré a Lucy y lo iremos preparando todo. Kara aún estará así unas cuantas horas hasta que nazcan los bebés.
-Lena: ¿Unas cuántas?
-Lillian: Lo normal es entre doce y dieciocho hora para madres primerizas, como el caso de Kara.
-Lena: ¿Pero y si algo va mal? ¿Seguro que no podemos ir ya?
-Lillian: ¿Pasa algo que te haga pensar que algo va mal?
-Lena: No, pero...
-Lillian: Entonces tranquila.
-Lena: Pero...
-Lillian: ¿El dolor que siente Kara es muy insoportable, tiene fiebre? ¿Ella siente que algo va mal?
-Lena: ¿El dolor es soportable? – le pregunté a Kara, que asintió. Toqué su frente y su temperatura era normal - ¿Notas algo raro?
-Kara: Define raro... Porque te aseguro que esta sensación no es nada agradable.
-Lena: Todo parece estar bien.
-Lillian: Entonces relájate. Si Kara te ve nerviosa, ella se pondrá nerviosa también y será peor. Procura que esté cómoda y tranquila. Y cuando las contracciones sean cada cinco minutos y duren al menos noventa segundos cada una, pide el taxi y veniros a la clínica.
-Lena: Vale. Iré avisando a Eliza y a Alex y...
-Lillian: No. Si haces eso, se presentarán en vuestra casa y sólo conseguirán poneros más nerviosas. Ya llamarás a todo el mundo cuando estéis aquí. Y sólo entonces Alex y Eliza podrán entrar a ver a Kara, ¿entendido?
-Lena: Sí... Sí, tiene sentido. Vale.
-Lillian: Avisadme cuanto vengáis de camino. Y Kara, tranquila, ¿de acuerdo?
-Kara: Sí. Gracias Lillian... - dijo con otra nueva contracción.
Colgué el teléfono y miré a Kara.
-Lena: Estás muy callada.
-Kara: Porque si abro la boca, te mando a la mierda. Joder, esto es muy molesto.
-Lena: ¿Qué puedo hacer? – pregunté, mirándola.
-Kara: Puedes quedarte aquí conmigo.
-Lena: Claro... -dije, sentándome a su lado y poniendo mi mano sobre su vientre.
Las horas iban pasando y parecían eternas. Con cada nueva contracción de Kara, yo me ponía cada vez más nerviosa. Después de cinco horas y cuarto, las contracciones empezaron a ser cada vez más seguidas y más largas.
-Kara: Creo que es hora de irnos a la clínica.- dijo.
-Lena: Sí. ¿Te ayudo? – pregunté, sin saber muy bien qué hacer.
-Kara: Ve llamando al taxi y cogiendo la bolsa, y los bolsos.
-Lena: Sí... - dije marcando y pidiendo un taxi. Esperamos sólo cinco minutos a que el taxi llegase y entonces ayudé a Kara a salir y a sentarse en la parte de atrás. Me senté a su lado, dejando la bolsa de los bebés a mi lado. Luego cogí la mano de Kara y la miré - ¿Estás cómoda?
-Kara: No, Lena, no estoy nada cómoda. ¡Tengo dos bebés que quieren sacar su enorme cabeza por mi..!
-Lena: Vale... Cariño, no creo que el taxista necesite tantos detalles. A la clínica Luthor. Y dese prisa. – Dije mirando al taxista y a Kara de nuevo – Ya, mi amor...
Cuando llegamos a la clínica, veinte minutos después, nos llevaron directamente a una habitación.
-Enfermera: Póngase el camisón y túmbese en la cama. La doctora Lane vendrá enseguida.
-Kara: ¡Que sea rápida, por favor! – dijo, doblándose por el dolor.
Dejé la bolsa de los bebés sobre una silla y me acerqué a Kara.
-Lena: ¿Te ayudo?
-Kara: No. Puedo sola – dijo apartándome.
-Lena: ¿Segura?
-Kara: Sí, segura. ¿Por qué no sales y llamas a mi madre y a mi hermana?- dijo. Parecía algo molesta.
-Lena: ¿Quieres que avise también a Winn, Sam y Andrea?
-Kara: ¡Haz lo que quieras! Mierda... - dijo, apoyándose en la cama.
-Lena: Eh... - dije acariciando su vientre y su espalda – No quiero dejarte así.
-Kara: ¡Pues yo quiero perderte de vista cinco minutos, así que sal a llamar!
-Lena: Vale... - dije abriendo la puerta para salir, pero en ese momento vi a Lucy y a mi madre a punto de llamar. – Menos mal que habéis venido.
-Lillian: ¿Ocurre algo?
-Lena: Pues... - dije, mirando a Kara, que cogió el camisón para cambiarse en el baño - ¿Quieres que vaya cont...?
-Kara: ¡Como pongas un solo pie en ese baño, te ahogo en la taza del váter! – dijo entrando con un portazo.
-Lena: Me odia...
-Lucy: Tranquila, esto es más normal de lo que te imaginas, Lena. Les pasa a muchas madres. Luego se arrepienten, pero el dolor y los nervios ahora no dejan que Kara piense con claridad.
Cuando Kara salió, se tumbó en la cama y Lucy empezó a revisarla. Yo me puse al lado de Kara y ella cogió mi mano. Le sonreí y besé su frente, apartando un mechón de pelo de su rostro. Lucy le hizo a Kara una ecografía, le tomó la tensión, la frecuencia cardíaca y la temperatura.
-Lena: ¿Va todo bien? – pregunté cuando Lucy terminó.
-Lucy: Todo perfecto. Los dos están bien colocados, y Kara está perfectamente, así que no debería ser un parto difícil. Pero aún tardarás algunas horas, Kara.
-Kara: ¿Horas? – sollozó.
-Lucy: Tranquila, voy a ponerte anestesia para ver si así puedes relajarte un poco. Y controlaremos a los bebés con estas correas – dijo cogiendo unas correas que tenía cerca y poniéndolas alrededor del vientre de Kara. Luego le puso la epidural y tras unos minutos, Kara parecía tener menos dolor.
-Lena: ¿Mejor?
-Kara: Sí... - dijo.
-Lillian: Puedes intentar dormir un poco, te vendrá bien descansar. Vendré a verte cuando acabe mi turno. ¿Ya has llamado a tu madre y a tu hermana?
-Lena: No. Iba a llamarlas cuando llegasteis.
-Lillian: Pues hazlo, por si quieren pasar a ver a Kara antes de que nazcan los bebés. Eso sí, no más de quince minutos, ¿de acuerdo?
-Lucy: Volveré dentro de dos horas para ver cómo vas.
-Kara: Gracias.
-Lena: Gracias.
-Lillian: Y tranquilas, todo va bien. – dijo cogiendo nuestras manos y sonriéndonos – Estoy deseando conocer a mis nietos. Por cierto, Kara, no podrás comer ni beber nada hasta después del parto. Una enfermera vendrá a ponerte un suero para mantenerte hidratada.
-Kara: Vale.
Cuando salieron, miré a Kara, acariciando su mejilla. No había soltado su mano y no pensaba hacerlo a no ser que ella me lo pidiera.
-Lena: ¿Te duele menos?
-Kara: Sí.
-Lena: Ya escuchaste a mi madre. Intenta dormir un poco, se te ve cansada.
-Kara: ¿Y tú qué harás?
-Lena: Primero, avisar a tu madre y a tu hermana. Luego avisaré a Winn, Sam y Andrea y luego me sentaré a tu lado y no me separaré de ti. – dije, sin dejar de acariciar su mejilla muy despacio. Sabía que a Kara le gustaba eso y solía resultarle relajante.
-Kara: ¿Vas a irte para llamar?
-Lena: ¿Quieres que me vaya?
-Kara: No.
-Lena: Entonces no saldré de esta habitación – dije besando su frente. Después, volví de nuevo a las caricias hasta que Kara se quedó dormida. Me aparté de Kara con cuidado y saqué mi teléfono, marcando el número de Eliza.
-Eliza: ¿Lena? – preguntó cuando descolgó.
-Lena: Hola Eliza. Estoy con Kara en la clínica, Kara se puso de parto hace unas horas. Los bebés aún tardarán un poco en nacer, pero si Alex y tú queréis venir para ver a Kara antes, podéis hacerlo. Estamos en la habitación cuatro. – hablé en un tono bajo para no despertar a Kara.
-Eliza: ¡Oh dios, ¿ya?! ¿Ya has llamado a Alex?
-Lena: Aún no. Pensaba hacerlo después de hablar contigo.
-Eliza: Ya la llamo yo. ¿Cómo está Kara?
-Lena: Cansada. Ahora se ha dormido – dije – Eliza, ¿podrías hacerme un favor?
-Eliza: Claro, dime.
-Lena: ¿Podrías pasar por nuestra casa antes de venir al hospital? En la planta de arriba, en el armario de la habitación de matrimonio hay una bolsa azul escondida dentro de una caja que pone "ropa vieja" ¿Podrías traerla?
-Eliza: Claro.
-Lena: Gracias. – dije - ¿Entonces... Avisas tú a Alex?
-Eliza: Sí, no te preocupes.
-Lena: Gracias. Entonces aprovecharé para avisar a Winn y a las chicas.
-Eliza: Bien, estaremos allí lo antes posible.
-Lena: Bien. Hasta ahora. – dije colgando. Me acerqué a Kara y vi que seguía durmiendo. No quería arriesgarme a despertarla, así que entré en el grupo de Whatsapp que Kara y yo habíamos creado hacía unas semanas y al que nombramos "Llegada bebés Luthor-Danvers" y empecé a escribir:
"Lena:
Estamos en la clínica. Kara se puso de parto hace unas horas. Os volveré a escribir cuando los bebés hayan nacido. No vengáis antes porque no os dejarán entrar a ver a Kara y no tiene sentido que estéis esperando fuera durante horas. Cuando podáis venir, os lo diré."
Envié el mensaje y las respuestas no tardaron en llegar:
"Winn:
¡¿Ya?! ¡Bien, voy a ser tío postizo! ¿Cómo está Kara? Espera, ¿has dicho horas?"
"Sam:
¡Me alegro mucho, chicas! Dale muchos besos a Kara."
"Andrea:
¡Oh, mis niñas van a ser mamás! ¡Por fin!"
Sonreí y volví a escribirles:
"Lena:
Kara está cansada. Le han puesto la epidural y ha podido dormirse, pero no sé por cuánto tiempo. Si Winn, horas. Esto no es una película en la que los bebés nacen a la velocidad de la luz. Esto lleva su tiempo"
Las respuestas volvieron a tardar poco en llegar.
"Winn:
Oh, entonces espero que no sean muchas. Kara debe estar agotada. ¿Estais nerviosas?"
"Sam:
Pobre Kara. Y encima dos."
"Andrea:
Pues claro que estarán nerviosas, Winn. Estarán aterradas. Y más Kara, sabiendo que tiene que hacer que dos bebés con cabezas del tamaño de un melón salgan de ella a través de su..."
"Winn:
¡Demasiada información, Andrea!"
Intenté no reírme en voz alta y escribí un último mensaje:
"Lena:
Le diré a Kara que le mandais saludos y muchos besos. Os volveré a escribir cuando los bebés hayan nacido. Pero os agradecería que no vinierais hasta que Kara haya podido descansar un rato."
La respuesta tardó décimas de segundo en llegar.
"Winn:
¿Y eso será...?"
"Andrea:
Por lo menos hasta mañana, Winn."
"Winn:
¿Tanto?"
"Sam:
Tampoco es tanto tiempo, Winn."
"Lena:
Las visitas empiezan a las diez. Podreis venir a partir de esa hora. ¿Crees que podrás aguantar, Winn?"
"Winn:
Lo intentaré, pero no prometo nada. Si veis a alguien montando guardia fuera de la clínica durante toda la noche, seguro seré yo. Desde que Barry me abandonó, me aburro mucho. Vosotras os tenéis la una a la otra para haceros compañía, pero yo estoy más solo que la una"
"Sam:
Barry sólo está pasando el verano de vacaciones por Europa con sus padres, Winn. No te ha abandonado. Hablais tres veces al día por videollamada. Pero sí, te veo muy capaz de pasarte la noche fuera de la clínica esperando como si fueras un acosador."
"Andrea:
Totalmente."
"Lena:
Ahora os tengo que dejar, hablamos."
Guardé el teléfono y acerqué el sillón todo lo que pude a la cama de Kara, sentándome a su lado. Acaricié su pelo con suavidad mientras con la otra mano acariciaba su vientre, sonriendo. Pronto tendríamos a nuestros bebés en brazos y estaba deseando verlos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro